Hermione dejó caer el vestido sobre su piel morena, observando cómo contrastaba la palidez del vestido contra su piel oliva. Sonrió inocentemente, gustándose, e imaginando la cara que pondría Ron cuando la viera así. De pronto, alguien entró tras el minúsculo biombo donde se estaba cambiando, y fué muy tarde para reaccionar : unos ojos grises la miraron con deseo, y al momento se encontró acorralada contra la pared ; mientras le sujetaban los brazos la besaron apasionadamente, y no puedo ofrecer ningún tipo de resistencia, tal fué sus orpresa. Tras aquél bso con sabor a sandía, se separaron de ella, y aquellos ojos grises volvieron a mirarla, esta vez detenidamente y desafiante. Del cuello de la camisa semiabierta colgaba la corbata del uniforme de los que asistían a su colegio, pero las ranjas de color no eran las esperadas; el verde y plata se entrecruzaban en finas franjas, y supo que era un enemigo. Ofuscada, quiso gritarle, pero el rubio se echó otra vez sobre ella para sellar su grito con un húmedo beso, y, tras eso, volvió a desaparecer tras el biombo, con una malévola sonrisa en su boca...