The Hunger Games Un último beso

Hola a todos, lamento el retraso.

Este es un tema creado apara la actividad los defensores de fuego organizado por Fenix Kujo, espero que lo disfruten.

UN ÚLTIMO BESO​

El dolor es algo a lo que ya me he acostumbrado. La vida es dolorosa en su mayoría, al menos lo es para nosotros. Si tan solo los juegos pudieran desaparecer… sin tan solo…

Esta sensación, por qué siento esta extraña sensación de nuevo.

Los juegos están a punto de iniciar y no puedo evitar temblar aun cuando me encuentro arropada por el brillante sol, el aire salado de la brisa me anuncia que el inicio del final está cerca.

Finnick y yo lo tenemos demasiado claro, el Sinsajo y la revolución son nuestro objetivo principal. Si todo sale bien, quizás todo pueda ser como siempre he soñado. Quizás, con algo de suerte, el bello mundo que se pinta en mi imaginación pueda volverse nuevamente realidad.

Finiick, mi pequeño muchacho… vale la pena, ¿verdad? Te has esforzado tanto. La valiosa información que has conseguido debe valer la pena. O al menos eso queremos creer.

Plutarch lo ha dejado claro, ahora solo podemos depender de él, de él y su habilidad para convencer a Snow de la ventaja de aniquilarnos. Es nuestra única manera de escapar después de todo.

Al menos Katniss lo ha hecho bien hasta ahora, hicimos bien en ocultarle la verdad, la gira de los vencedores no sería lo mismo sin la ventaja de su inocencia.

La vida como la muerte siempre me serán un misterio, una paradoja confusa a la que no puedo acostumbrarme. Vaya, ahora que lo pienso, nada tiene sentido. La vida se nos volvió una carga y todo aquello con lo que soñamos se transforma en las cenizas que nos arroja el capitolio como un recuerdo despreciable de nuestra fragilidad y pequeñez.

Nacer en un mundo así no es algo que uno desee ciertamente. Si no fuese por el arrullo de las olas cuando nos llevaban a pescar, de seguro hubiera enloquecido hace años. Ojala hubiese sido lo suficientemente afortunada como para poder morir ahogada en el mar, tal como murieron muchos de mis amigos a lo largo de mi vida: atacados por mutos marinos, azotados por los agentes de la paz, víctimas de alguna enfermedad, esclavos del hambre…

Poco a poco, me fui quedando sola, incluso antes de haber sido seleccionada en la cosecha.

Mis padres, estaban tan enfermos cuando me fui… no pudieron resistir mi partida, aquella misma noche, me quedé completamente sola. No tenía nada, y aun así, sobreviví, gané… como dije, la vida no tiene mucho sentido. Alguna vez escuche a alguien hablar del karma, de seguro fui una persona miserable en mi anterior vida porque… los años que siguieron a mi irónica victoria fueron los peores que haya podido alguien dictaminar para mí. Los crímenes cometidos en la arena son pagados en demasía por aquel se a atreva a coronarse vencedor.

Muertes tras muerte, mi vida como tutora comenzaba a asfixiarme: pesadillas, remordimientos, cosecha, entrenamiento, la desesperada búsqueda de patrocinadores… y, finalmente, la muerte. Ninguno podrá jamás imaginar lo que es ver tu pasado vivido una y mil veces por aquellas frágiles e inocentes vidas que merecían un final mejor que el que les ofrecía aquel sanguinario campo de muerte.

Nada, de a poco, todo se convirtió en nada, mis esfuerzos se volvían basura cuando la sangre de mis compañeros del distrito 4 se derramaban año tras año para disfrute del Capitolo. Empezaba a pensar que la muerte era mejor a tener que vivir así, ahora comprendía por qué, para la mayoría, las drogas y el alcohol son el único consuelo. Aunque fuese por solo unos segundos era preferible perderse en la nada y escapar de la realidad.

Todos me decían que sería mejor si me casará, umh, solo un loco buscaría tener una familia en un mundo como este. La soledad, era mi precio a pagar, al menos, hasta que ustedes llegaron… Finnick, Annie… unos niños prácticamente, 14 años, ni siquiera imaginaba que lo lograrían. Ni siquiera imaginaba que ambos se enamorarían.

Mis hijos, su felicidad siempre valdrá la pena para mí, por eso no dude en ofrecerme en tu lugar Annie, tú y Finnick deben lograrlo y conocer el hermoso mundo en el que viví antes de que todos estos malditos juegos comenzaran. Y así, finalmente, las heridas comenzarán a sanar.

Katniss, pequeña, el peso que llevas sobre tus hombros es tan grande, la incertidumbre y preocupación que se pintan en tus ojos es tan conocida para mí. Lo sé, lo presientes, lamento tanto no poder decirte la verdad. Mientras te veo disparar a aquellos hologramas en el simulador, no puedo evitar saltar de alegría al saber que todos nuestros sacrificios valdrán la pena. Sinsajo, nuestra esperanza recae toda sobre ti.

Si tan solo hubiera podido ayudar más…

Tras aquellos días de entrenamiento, mi mente se acostumbró a la inevitable idea de mi muerte, aun cuando Finnick prometió que me protegería, yo jampas me atrevería a poner su vida en peligro. Annie o me lo perdonaría, yo no me perdonaría verlo morir por mi causa. Ya he vivido lo suficiente, demasiado diría yo. Al menos mi mundo se vuelve hermoso al ver un amor tan dulce nacer entre todo este sufrimiento, Annie, Finnick, ustedes son y serán mi último pensamiento, bueno, ustedes y… el mar.

Antes de nuestra presentación con Caesar Flickerman, todos nuestros papeles en la revolución habían sido repartidos. Ahora solo había algo por hacer: ¡Salvar al símbolo de la revolución a cualquier precio!

Debo confesarlo, tenía miedo, volver a la arena me erizaba todos los cabellos. Si bien no era igual a la que pise hace tantos años, la sensación de miedo y desolación era demasiado parecida. Mi concentración se me hacía difícil de conservar… Al abrir mis ojos y encontrarme rodeada por el mar, la mirada de preocupación reflejada en el rostro de Peeta me devolvió a la realidad, se veía preocupado, y entonces lo supe: no sabía nadar… Al menos Plutarch se aseguró de mantenerlo cerca de nosotros y alejado de los profesionales. Si todo sale bien, Katniss y Finnick no tardarán en encontrarnos. Los veo, afortunadamente Katniss decidió confiar en mi pequeño. Se ve tensa, la entiendo, para ella no debe ser fácil confiar en las personas.

Tan pronto como Finnick rescató a Peeta, todos comenzamos nuestro escape hacia las montañas, Finnick, lamento tanto causarte estas molestias. Siempre preocupándote en todo. Sin embargo, ambos lo sabíamos… “Salvar a Katniss, proteger a Peeta” eso era lo único en lo que debíamos pensar, ojalá todo fuera así de fácil.

A tan solo unas horas de travesía, todos nos vinimos al piso, literalmente, cuando Peeta se encontró con el campo de fuerza, no había tiempo que perder, si él moría… Dios, ni siquiera quería imaginarlo. La expresión en el rostro de Katniss mientras lo veía tirado en el suelo me lo decía todo. Afortunadamente, los cielos estaban de nuestro lado, lo salvaste, nos salvaste a todos, al ver como ella lo aferraba a su cuerpo con tanto cariño mi corazón volvió a latir nuevamente. La arena estaba comenzando a revivir mis viejos estragos, cuando uno ve a tantas personas queridas morir, tu corazón se vuelve demasiado frágil. Es inevitable.

Cuando la noche cayó y el rostro de los caídos en la arena iluminó el cielo, mi corazón no pudo evitar retorcerse con tristeza. Mis amigos… muertos, tla y como yo lo estaría en tan solo unas horas.

Tras una pequeña siesta de pesadillas típicas en las que veía a mi pequeño morir de una y mil maneras, el grito de alerta de Katniss me despertó ante la amenaza de una nueva tortura. Esa niebla, acaso…

Sin perder tiempo, Finnick me colocó sobre su espalda y todos corrimos cuesta abajo, los golpes de las ramas contra mi piel y los gritos de dolor que producía aquella extraña neblina sobre mi querido Finnick me hicieron darme cuenta de algo inevitable. No lo lograríamos, no si yo seguía en la ecuación. Así que, al caer por tercera vez y sabiendo a Peeta incapaz de escapar por sus propios pies, mi corazón descanso tranquilo al entender cuál era mi propósito en todo este lio al que nosotros llamábamos vida. Tras un último beso… podía descansar en paz.