No aparentaba más de dieciséis, sus cabellos le llegaban hasta la cintura, eran negros con algunos tonos de un azul muy oscuro, natural, por supuesto. Su piel era blanca, muy blanca, como un fantasma, tan blanca que dejaban ver sus violetas venas. No debía pasar del metro sesenta, bajita, era bajita, y delgada, pero no tanto. Estaba allí parada, hilando con sus dedos una hermosa trenza en el largo cabello de su hermana. Me quedé pasmado observando sus manos cubiertas de pequeñas venas violetas, con solo verlas daban sensación de frío; sus dedos eran muy largos, huesudos y firmes, y tenía las uñas masticadas, como toda buena adolescente. Dichas manos representaban la delicadeza, gentileza y un poco de mal carácter. Era hipnotizante ver como el cabello de su hermana danzaba al compás de esos dedos huesudos, formando otra parte de la trenza. No sé si hice algún ruido, o si la miré demasiado, pero sin quererlo le llamé la atención. Levantó los ojos y observó los míos fijamente, entonces lo noté, esos hermosos ojos verdes estaban completamente apagados, y bajo ellos habitaban unas enormes ojeras negras. Me sonrío, muy despacito, fue como una mueca, y así me hizo saber que ella lloraba, todos los días lloraba, en silencio, solo para sí misma. Finalmente me levanté de mi cómodo asiento para ir a descubrir lo que callaba tras esa mueca. ----------------------- Espero les haya gustado y quisiera saber su opinión, por supuesto ;)