Tranquilidad (Jakotsu/Inuyasha) Resumen: “El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla”, ¿Cierto, Inuyasha? Copyright: Inuyasha es una idea original de Takahashi Rumiko y sus derechos de reproducción pertenecen a diversas empresas de las cuales yo no soy accionista, por tanto,seguiré pasando hambre y viviendo del arte. Sin embargo, ésta historia es de mi autoría del mismo modo que sus retorcidas ideas, ¡Viva yo (por terminarlo)! Título: Tranquilidad. Autor: Jack Killer. Categoría: InuYasha. Pareja: (Y tanto que me gustaría dejarla a misterio…) Jakotsu/Inuyasha. Capítulos: Único. ¿Completo?: Sí. Advertencia: AU, slash (relaciones chico/chico). Rating: Mayores de 13 años. Aclaración: Dado algunos perjuicios míos sobre las apariencias de los personajes en la serie, utilizo a Inuyasha como si fuera de Inglaterra, por eso verán varias veces citado “el inglés”, del mismo modo en que considero a Jakotsu latino. Sesshōmaru e Inuyasha no son hermanos; Inu No Taisho e Izayoi no son utilizados en esta historia, los padres de Inuyasha tanto la familia de Jakotsu son invenciones originales mías, que no aplican a ningún canon en la serie. La apariencia de Inuyasha es la de un joven con cabello largo color azabache y ojos negros. (1) En realidad, la atracción o el afecto No son más que simpatía de la costumbre. —No la soporto —masculló Jakotsu cerrando la puerta con ira. —No me importa —aclaró InuYasha encendiendo el motor, fascinado por el rugido—. Parece que hicieron un buen trabajo en el taller —comentó, obviando a su novio. —Es muy interesante a donde se va tu dinero, pero sabes que estoy hablando de esa zorra —remarcó. —¡Es suficiente Jakotsu! —exclamó InuYasha, la ira deformando sus facciones—. Lo que sea no es tu problema, es mi amiga y mi subordinada, tengo que verla todos los días. Ofendido, Jakotsu abrió la boca para rebatir. Sin embargo, al momento cambió de opinión; la cerró, giró su cara a un lado, y se dedicó a ignorar al azabache. El auto se sumió en silencio. —¡Maldita sea! —gritó InuYasha, alarmando a Jakotsu, que volteó a verlo al momento—. No entiendo cómo haces ésto conmigo Jakotsu —murmuró con resignación, refiriéndose a la manera en la que su novio lo controlaba—. Jakotsu, es-mi-ex —recalcó. Aprovechando el semáforo en rojo, le encaró—, corte con ella por ti —susurró observando sus labios, le surgió un deseo de irremediable de besarlos. Sorprendido, Jakotsu entendió el enojo del inglés. —Confío en ti, InuYasha. En quien no confío es en ella —explicó calmadamente, sin vestigios de berrinche—. Ella te miraba tan anhelante que… Tengo miedo de lo que ella pueda hacer para que estés con ella… Unos labios presionaron los suyos. Como siempre, InuYasha era un inepto para expresarse con palabras, pero era tan lindo cuando lo hacía con gestos... El sonido de las bocinas les hizo saber que el semáforo estaba en verde. Se separaron al instante, acomodándose en sus lugares. —Oye, Jakotsu —llamó InuYasha, con apariencia insegura. —¿Dime? —le respondió, sonriendo de nuevo. (2) El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla. —¿Te gustaría hacerte la cirugía de cambio de sexo? —preguntó a bocajarro InuYasha, con un tono de voz tan monótono como si hablara del clima. —¿De qué mierdas estás hablando? —cuestionó enojado. No, fúrico. No, histérico. No. ¡Ni siquiera sabía cómo se sentía! —Es que, siempre hablas de ti como mujer, te vistes como mujer, te gustan las cosas de mujeres, te cuidas como una mujer —enumeró InuYasha, casi se podía ver en su cabeza pintadas todas las sumas—, pensé que no lo hacías porque siempre te estoy criticando que te ves muy maricón, y pensé que bueno… Te veas cómo te veas para mí siempre serás Jakotsu. Y no es como si no tuviéramos dinero o yo no pudiera cuidarte. Y… —la cantaleta fue detenida por las risas sarcásticas de Jakotsu—. ¡Jakotsu maldito, no te rías! —le gritó. Como si no hubiera sido lo suficiente difícil decir todo aquello y que para colmo de males Jakotsu se riera en su cara. Bastardo desagradecido. —No entiendo cómo puedes ser tan insensible y a la vez tan dulce —dijo Jakotsu con una sonrisa triste, su voz sonaba quebrada. —Oye Jakotsu —llamó InuYasha desesperado, sintiendo que algo estaba mal—. ¿Qué pasa…? —preguntó, denotando su preocupación. Por seguridad, el inglés estacionó el auto y encendió las intermitentes. Jakotsu aún no decía nada. Ahora presionaba sus labios en una fina línea, siendo sus ojos ilegibles detrás del flequillo. Alterado, InuYasha agarró a Jakotsu por ambos brazos y lo jamaqueó. —Jakotsu dime qué pasa —exigió, perdiendo el control y subiendo la voz. —Pasa que eres un puto insensible y que aún siendo un puto insensible me amas —pronunció dolorosamente Jakotsu. InuYasha se congeló. ¿Cuándo había dicho eso…? ¡Él nunca…! ¡Él nunca había dicho algo así, ni cuando follaban! ¿Cómo Jakotsu lo supo…? ¿Jakotsu le conocería tanto como para saberlo incluso antes que él mismo? Esperen, ¿Eso quería decir que amaba a Jakotsu? Sus hombros se relajaron, también la presión que mantenía en los brazos de Jakotsu. Lentas y silenciosas lágrimas surcaban las mejillas del latino. El sólo gesto, y que aunque no entendiera cómo era su culpa, le hizo sentirse la mayor escoria del mundo. Liberó los brazos de Jakotsu para abrazarlo con fuerza, para transmitirle su arrepentimiento y dolor de la única forma en que sabía hacerlo: con su gesto. Teniéndolo así, tan cerca y en sus brazos, a pesar de que Jakotsu no correspondiera a su gesto, le hacía sentirse bien. Sentirse vivo. Y no era difícil recordar todo lo que había arriesgado por este hombre 10 años mayor que él. (3) Cada guerra es una destrucción del espíritu humano. Dos años atrás, Jakotsu lanzaba su quinto libro: ‘La Crueldad del Rocío’. La editorial encargada contrató a la compañía publicitaria donde InuYasha trabajaba, de la cual su padre era el principal accionista. El proyecto quedó a cargo del equipo de InuYasha, con el que el escritor tuvo que relacionarse íntimamente para lograr los objetivos. Inuyasha no mentiría al decir que en un principio le desagradó, no entendía sus chillidos de mujer y le molestaba en demasía la forma en que adjuntaba siempre un ‘lindo’ cada vez que le llamaba. Recibió muchas burlas por ello. Jakotsu quería encamarse con él, lo supo desde el primer momento en que entró a la sala y le escaneó con los ojos, en el momento donde todos le creyeron un treintañero serio y responsable. Menuda mentira. Empero, no sería mentira decir que InuYasha se estremeció por la mirada y observó al hombre más de la cuenta. Terminada la campaña Jakotsu seguía buscándolo para comer, seguía ligando con él, seguía llamándolo por cualquier tontera, hasta el punto donde se volvió parte de su vida el verlo siempre allí. Por supuesto, Jakotsu aún quería follar con él, los comentarios a su culo eran más que explícitos, pero fáciles de ignorar con algo de paciencia y una mirada asesina preparada. Bueno… Lo fueron antes de que fueran complementados con caricias, besos y… Ejem, InuYasha no necesita recordar eso ahora. El afecto y la atracción nacieron, la relación surgió, e InuYasha terminó con su novia, harto de sus celos hacia Jakotsu. Su noviazgo había sido de cuatro años, muchos incluso esperaban el matrimonio. Kiky ō no era una mujer estúpida, estuvo presente desde la repulsión hasta el romance; no era una mujer conformista, pero amaba a InuYasha. Ella le dio a elegir, le dio la oportunidad de solventar su relación y empezar de cero, de que olvidaran todo; e InuYasha eligió, para desgracia de ella fue a Jakotsu. Su padre se enteró, y se asqueó. Ya no puede volver a poner un pie en su casa. Su madre no lo aceptó, pero lo respetó; ella le juró que eso no cambiaba su relación con él, y le hizo prometer que le daría un nieto. Inuyasha aceptó. De vez en cuando salen a comer y se ponen al corriente; él la ama. A sus amigos les dio igual, menos a Sesshōmaru, que se partió de la risa en su cara y luego invitó a festejar que a InuYasha le iban los transexuales. Y en su trabajo… Tuvo mejores días. Al principio todos los empleados se les dio por hablar de él como ‘el maricón’, a otras chismosas tratar de sacarle información sobre su relación. ¡Ja! Que bueno era recordarles a todos quién es el hijo del jefe. Aún había valientes que le decían maricón por la espalda, pero no era nada que un puñetazo no hubiera funcionado antes. (4) Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. En el fondo sabía que sus sentimientos, los de ambos, se habían ido transformando con el tiempo. Él ya no era un polvo, y Jakotsu ya no era una molestia del todo desagradable. Probablemente… Jakotsu tenía razón y le amaba. Porque al ver como las lágrimas se detenían y volvía a respirar, el alivio recorrió su cuerpo. Cuando Jakotsu lo apartó, InuYasha sintió que todo volvía a la normalidad. —Eres un idiota —le insultó Jakotsu, su voz aún denotaba el callado llanto que había mantenido por quién sabe cuánto tiempo. —Sigo sin entender —replicó InuYasha suavemente, reclinándose contra su asiento. —InuYasha, mírame —ordenó Jakotsu encarando la mirada del inglés—. Tengo 33 años, escribo desde hace 10; si quisiera haberme transformado en una asquerosa mujer, lo hubiera hecho hace mucho —explicó con ira contenida. —¿Entonces por qué…? —Jakotsu lo interrumpió. —¡Porque quiero, maldita sea! —contestó gritando. Sus hombros se encogieron—. Las mujeres me han quitado casi todo en mi vida, tú eres lo único que no me han quitado —se llevó las manos al rostro, respirando profundamente. Parecía un maldito llorica—. ¿Te dije que tengo siete hermanas cierto? —preguntó más por preguntar que por otra cosa, con las manos en su regazo, mirando el estéreo. Inuyasha asintió, pero no lo vio—. Yo era el del medio, y éramos muchos en esa maldita casa, mi padre estaba muerto y mi madre tenía que hacerse cargo de nosotros. Mi abuela nos cuidaba, pero le fallaba la vista y estaba enferma. Mi hermanas me odiaban porque cada que llegaba mi madre yo era al que más consentían, por eso cuando mi madre no estaba, que era todo el tiempo, ellas me hacían la vida imposible —dio una pausa, sumergido en los recuerdos. Inuyasha lo observaba con sorpresa y melancolía juntas, es decir, Jakotsu nunca hablaba de su familia—. Kaori, mi hermana mayor, me robó a mi primer novio, y al segundo. Para molestarme más, se los llevaba a la habitación donde dormíamos mis hermanas Yami y Hanna, y yo, a follar sobre mi cama —una amargura y resentimiento profundo inundaron su rostro—. Ellas me pegaban, me hacían hacer casi todas las malditas tareas en la casa, me gastaban bromas pesadas, arruinaban mis tareas, y por si fuera poco, como no había suficiente dinero, más de una vez tuve que usar parte de la ropa de mis hermanas, y la poca que tenía únicamente mía cada que podían la rompían. A mi abuela le daba igual todo menos la ropa porque se había desperdiciado buen dinero en ella, mis hermanas decían que yo lo hacía a propósito, y en general se encargaron de que mi abuela muriera teniéndome aversión. Mis hermanas eran… Inuyasha volvió a callarlo con un beso, sólo que esta vez más demandante y profundo. Abrió la boca dejando que le dominara, que le consintiera. El cuerpo de InuYasha era tan cálido y gentil que provocaba abandonarse en él, en sus brazos. Odiaba recordar estupideces como aquella, y odiaba más comportarse como un marica. Jakotsu abrazó a InuYasha de la cintura, buscando tenerlo más cerca, y gruñó. Desesperado por más, volcó su pasión en el beso, halando la costosa camisa hacia arriba, importándole una mierda si los botones volaban, ansioso por hundir sus dedos en la blanca piel. La situación era demasiado caliente para pensar en respirar por la nariz. Jadeando separaron sus bocas, sintiendo el halo de aliento del otro. —Lo hago porque puedo, porque quiero, y porque a los demás les molesta, por eso hablo como una maricona. Y si no quieres que te folle ahora, más te vale arranques el auto —amenazó Jakotsu, separándose por completo. —Ya quisieras —lo retó InuYasha, acomodándose en el asiento y encendiendo el motor. —InuYasha… —llamó, su voz más gruesa de lo que InuYasha le había oído nunca, sin haber sexo involucrado. —¿Dime? —respondió InuYasha mirándolo de refilón, buscando concentrarse en las calles. —También te amo. (5) Carecemos de todo, pero nos sobra una vida para luchar. Notas Finales: (1) Frase de Adam Smith. (2) Frase de Manuel Vincent. (3) Frase de Henry Miller. (4) Frase de Pablo Neruda. (5) Frase de Anselmo Lorenzo.
Re: Tranquilidad (Jakotsu/Inuyasha) Wow!! Shika-kun Me encanto, diablos!! No cabe duda que eres único para escribir de esta forma Corazón; también como que se te fueron los dedos, y escribiste algunas palabras de más por ejemplo: "le surgió un deseo de irremediable de besarlos." Y yo apoyo 100% a Jakotsu, con eso de la confianza ^.^ Joder Shika-Kun ¿“lindo” ?....... diantres suena extraño en ti, que utilices esa palabra…. Yo creía que no existía en tu vocabulario ^.^ ^. ^ Me moría de la risa cuando el Baka de InuYasha le pregunto sobre la cirugía a Jakotsu…. jajaja y eso de las sumas de InuYasha…. Joder ^.^ me dejaste sin aliento, sin palabras, sin pensamientos…Ô.o me dejaste en blanco al imaginarme la escena……jajaja Hay Kikyo no sabes que no hay que tentar a la suerte y al destino… ni modos te toco perder ^.^ Ò.o Sesshôumaru ¿riendo? Aunk la manera burlesca me sonó más a ti que a él ^.^ me encanto la frase cuatro encierra grandes verdades de uno mismo. La narración me pareció fenomenal, me envolvió de tal manera que pude imaginarme sin mentirte hasta el más mínimo detalle. La historia de lo que vivieron, en fin… todo!! Aunque eso de la familia, y de la abuela… no se porque me sonó familiar ^.^. y la frase final me dejo sin palabras. besos.... felicidades corazón!! sayonara!!... atte: te adora Reyka