One-shot de Pokémon - Tradiciones (actividad)

Tema en 'Fanfics Terminados Pokémon' iniciado por Hns, 28 Marzo 2013.

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    Hns

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    Aries
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    5 Febrero 2013
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    Inventory:

    Escritor
    Título:
    Tradiciones (actividad)
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    3523
    Esta historia es para la actividad "Cubone, un hueso duro de roer". quedo medio largo, pero espero puedan leerlo y me hagan saber sus opiniones :B

    Ahí estaba yo, rodeada por cientos de furiosos Charmeleon. Sujete con firmeza mi boomerang. Nunca había existido una Cubone tan valiente. Uno tras otro lanzaron sus lanzallamas contra mí; ¡Ja! Nunca me alcanzarían. Fui esquivándolos mientras corría entre sus patas, aproveche un sitio libre para dar un gran salto y lanzar mi hueso-boomerang. Dio un golpe seco en la cabeza de uno, luego a dos más que estaban a su lado derribándolos. El resto se enfureció con mi hazaña abalanzándose con letales garras de metal.

    — ¡Jamás vencerán a súper Fenny! La más grandiosa Cubone que ha existido.

    Mi leal arma regreso mis patas con suavidad. Dos de lagartijas me tomaron por la espalda, con un cabezazo noqueé a una, con el brazo libre tome mi hueso para golpear a la otra. El Charmeleon abrió la boca…

    — ¡Fenny! ¡Fenny! ¡Despierta cabezota! —me movía con fuerza el hombro.

    Volvió abrir la boca y esta vez lanzo un frío chorro de agua.

    — ¡Vamos Fenny! Deja de moverte tanto. Tienes que levantarte de una vez— repetía mi madre furiosa.
    — ¡Cof-cof! ¡Ay mamá! ¿Por qué me lanzaste agua? Estaba luchando con unos Charmeleon— proteste mientras me frotaba los ojos.
    —Ya basta de tus fantasías, tienes que levantarte es mediodía.

    Esto pasaba cada mañana… ¡Mama es una gruñona! Me levante de mala gana y salí de la cueva a enfrentar mi aburrida vida. Sin Charmeleon’s, ni boomerang, ni nada. Afuera un sol deslumbrante calcinaba la desierta llanura hasta los confines del horizonte. Delante de mí, sembrados de forma aleatoria crecían unos retorcidos espinos que eran todo el paisaje de mi reino. A un par de horas esta el bosque donde vamos a buscar bayas y a un día de viaje el Templo de las voces, colgando de un gran acantilado. ¡Vivimos en medio de la nada!

    Mamá salió al rato de la cueva, traía consigo unas bayas para el desayuno.

    —Toma Fenny, come algunas— me tendió unas Zrezas.
    — ¡Puag! Tú sabes que no me gusta la baya Zreza.
    —Si te hubieras despertado más temprano me podrías haber acompañado a buscar las bayas que te gustan— respondió con severidad— Ahora tienes que comerlas todas.

    Mamá es una Marowak muy estricta, demasiado diría yo. Siempre me está regañando por algo, estoy harta de que nunca este conforme con nada. De seguro trajo las bayas Zrezas a propósito, solo para molestarme. Sabe que no me gustan.
    Ya verá, cuando sea una Cubone completa me iré muy lejos a buscar aventuras, batallas y mucha acción. Seré libre de este punto perdido del planeta y lo mejor es que ya no falta casi nada.

    —No te enojes tanto mamá, relájate si no todo los días me levanto tarde. Además que no se te olvide que día es mañana. —le recordé con una sonrisa.
    —Si lo sé—respondió con tristeza. — como olvidar el cumpleaños de mi pequeña.
    —No te pongas así mamá, solo es mi cumpleaños. No el fin del mundo. —Mastique una baya y un desagradable escalofrío me erizo la piel.
    —Si sé cariño, ya es hora de que empieces a crecer— y me dio un pellizco en la mejilla.
    — ¡Mamá! —Rápidamente aparte sus caricias—que vergüenza alguien puede verte.

    Mire en todas direcciones buscando algún pokémon que nos estuviera observando. Como me iban a respetar los demás si ella me seguía tratando como a una bebita. Me levante de golpe resuelta a probarle mi madurez, corrí a la madriguera a buscar su boomerang. A duras penas logre cargarlo hasta afuera.

    — ¡Mira! …—le grite mientras levantaba su boomerang tratando de usarlo como un sable.
    — ¡Hey! Cuidado Fenny, no es un juguete. —grito desde su lugar.
    —…ya lo sé dominar—para probárselo lance con todas mis fuerzas un hueso boomerang, cayendo de bruces al suelo.

    Ella se levanto de un salto y lo tomo en el aire antes de que terminara su trayectoria. Se acerco a mí y me dio un golpazo en la cabeza con él.

    — ¡Au-au-au! — Coree muy adolorida— ¿por qué? —fue la pregunta que le dedique con la mirada.
    — ¿Que te he dicho de jugar con mi hueso? Esto no es ningún juguete, es un arma. No lo vuelvas a tomar Fenny ¿Entendido?
    — ¡Ay mamá! —Rezongue enojada— no jugaría con él si de una vez fuéramos a buscar el mío.
    —Fenny tu no entiendes, te lo repetido cientos de veces. Es una etapa muy importante en la vida de un Cubone recibir su hueso— reitero una vez más con gravedad (seriedad (?)— no se debe tomar a la ligera.
    — Yo ya estoy lista, no soy una bebe. Tienes que darte cuenta mamá— dije fingiendo solemnidad.
    Mamá suspiro con pesar. No sé porque pone tantas trabas para que consiga mi arma ¿No entenderá que yo quiero ser como ella?
    —Está bien Fenny, tu ganas. Mañana temprano saldremos a buscar tu hueso y cráneo.
    — ¡Yupi! —Festeje radiante— por fin, no hallo la hora de salir.
    Salte y baile como una loca alrededor de mi madre quien no se veía nada contenta.
    —Saldré a buscar comida al bosque para el viaje, no te alejes de aquí por favor—Fue lo último que le escuche antes de que se perdiera de vista por el sendero.

    Fue uno los días más largos de mi corta existencia. La impaciencia me comía por dentro y en nuestro paraíso del aburrimiento como de costumbre no había nada que me llamara la atención. Incluso recuerdo que una vez llegamos a tener de vecinos una pareja de Togekiss’s. ¡Esos pokémon solo llegan a los lugares más aburridos del planeta!
    De pronto cayó la noche sin aviso, mamá llego con las primeras estrellas cargada de bayas Perasi y Aranja. La noche se torno fría y desde el acantilado se veía flotar una niebla espesa que avanzaba lenta por la llanura.

    —Fenny, vete a dormir. Mañana saldremos antes del alba.
    — ¡Sep! — corrí hasta el montículo de hojas que compartíamos en el rincón, allí me sumergí sonoramente.

    Pronto sería una autentica Cubone, una guerrera. Pensé mientras me tapaba con algunas hojarascas. En un par de minutos ya estaba completamente dormida. Aquella noche tuve una horrenda pesadilla. Después de avanzar mucho entre tinieblas finalmente conseguí mi hueso, en ese instante comencé a caer sin control por una hilera interminable de vertebras, el vértigo se adueñaba de mi pero antes de poder despertar chocaba contra el suelo. A mi alrededor todo era oscuridad, a lo lejos podía ver la figura de mi madre. Me miraba seria, como odio esa mirada. Me invitaba a seguirla, yo trataba de acercarme pero mis pasos eran ralentizados por una fuerza desconocida. De la nada un cráneo se había puesto en mi cabeza, trate desesperadamente de sacarlo. Todos mis intentos fueron en vano, los huesos iban haciendo presión en mi cabeza en cualquier momento terminaría estrujando como a un limón. Mamá ya estaba muy lejos solo se escuchaba su voz que llegaba distorsionada por el eco.

    —Tienes que crecer Fenny… tienes que crecer…

    La presión era insoportable. Iba a morir, no podía acabar así. Yo era súper Fenny. De un momento a otro desperté como si se hubiera activado algún botón de escape. Empapada en sudor instintivamente toque mi cabeza, aún no había ningún cráneo en ella.

    —Uf! Qué alivio.

    Mire a mi lado. No estaba mamá, no tuve que buscar mucho para encontrarla. Estaba apoyada en la entrada de la cueva. Parecía absorta en sus pensamientos. Realmente este tema del hueso le afectaba. Se dio vuelta a mirarme y rápidamente fingí estar dormida. Ella no podía verme así, lo más seguro es que retrasaría nuestro viaje. Sentí sus pasos acercarse y se recostó a mi lado, acomode mi respiración para que no sospechara. Me tapo con algunas hojas y se durmió abrazándome. El calor de su cuerpo me brindo calma y pude relajarme olvidando mi mal sueño. Dormí con una piedra hasta el otro día.



    —Fenny… Fenny —sentía que alguien me mecía el brazo— vamos, esta por amanecer ya debemos partir.

    Entreabrí los ojos, aún estaba oscuro.

    —Mamá… un ratito más…— le dije entre bostezos.
    —No-no-no, arriba. Tenemos que salir ahora para llegar antes del anochecer.

    Me sujete de su cola y adormilada la seguí. Era una mañana fría, el suelo aun estaba húmedo y entre los espinos se veía caer el rocío matutino que había dejado la neblina. En nuestro reino del aburrimiento no se veía nada nuevo, a excepción de unos cuantos Diglett que removían la tierra. Pronto el bosque llegara hasta donde nosotras pensé. El sol comenzó a brotar en silencio desde el bosque, los primeros Pidgey dieron el aviso. Los primeros rayos nos alcanzaron casi al llegar al acantilado. Por un momento quise detenerme para poder absorber esa energía el mayor tiempo posible; era tibia y deliciosa. Solo basta un tirón de la cola mamá para darme entender que no teníamos tiempo que perder.

    — ¿Por qué tenemos que salir tan temprano? —pregunte pateando una piedrita que se había cruzado.
    —Tenemos que aprovechar las horas de luz, el acantilado es muy oscuro. Si vamos a buen tranco llegaremos al anochecer— me respondió resuelta.
    Gruñí en voz baja. No me hacía gracia tener que caminar todo el día.
    —Y cuando comeremos—dije luego de un rato.
    —Cuando lleguemos al borde del acantilado—contesto seca.
    —Tengo hambre—berrinché.
    —Tienes que aguantar Fenny, te vas a convertir en una Cubone completa y debes aprender a ser fuerte. —Parecía realmente molesta por mi comentario—Yo no estaré siempre para ti—agrego en voz baja.

    No pude evitar hacer morisquetas a su espalda. Que le costaba solo darme una baya, no era necesario que nos detuviéramos.

    Al fin llegamos al borde del acantilado, un precipicio enorme. Parecía una fea herida que alguna cuchilla gigante le hubiera hecho a la tierra, irregular en todo su largo estaba sembrado de pequeños senderos que se contorsionaban en sus laderas. Allí aún en la seguridad de la planicie descansamos y comimos algunas bayas. Un gran silencio se instalo entre nosotros hasta que mama comenzó hablar de las tradiciones y el motivo de nuestro viaje.

    —Bueno Fenny—empezó diciendo— ¿Tú sabes por qué hacemos este viaje? —pregunto un tanto nerviosa.
    —Obvio má, lo hacemos para conseguir mi hueso. Para convertirme en una ¡Súper Cubone!
    —En parte es cierto, pero no todos los Cubone consiguen sus huesos de la misma manera…— intentaba explicar algo de lo que no se sentía cómoda. — veras, la mayoría de los Cubone obtienen sus huesos al nacer…
    — ¡¿Qué?! ¿En serio? ¿Y porque tú no me has dado aun los míos? — está molesta con aquella confesión.
    —Solo si me dejas terminar. —hizo una pausa para seguir comiendo y luego siguió— como te decía, algunos Cubone obtienen sus huesos al nacer… pero en esos casos la mayoría pierden a sus madres.

    Yo guardaba silencio sorprendida por la suerte de ellos, realmente no me arrepentía de no tener en estos momento mis huesos. Su rostro permanecía impertérrito a lo que decía, solo en sus ojos se podían ver cruzar fugaces emociones que por fracción de segundos los dilataban y hacían brillar.
    Prosiguió con su historia al cabo de un rato.

    —Nosotras tuvimos suerte querida, es por eso que ambas estamos vivas. Para que puedas obtener tus huesos debes cumplir con el rito. Ese es el motivo de nuestro viaje, y también el de porque aun no eres una Cubone completa.

    Yo aún permanecía en shock por el descubrimiento, no me cabía en la cabeza la suerte que habíamos tenido. Y en un acto reflejo abrace la abrace.

    —Que suerte tenemos. — Me aparte un poco para mirarla— ahora tu podrás entregarme en persona lo que ellas no pudieron hacer con sus hijos.
    Unas lágrimas corrieron por las grietas de su pálido cráneo.
    —No lo hubiera querido de otra forma Fenny— murmuro mientras me abrazaba.
    Terminamos de comer nuestras bayas y partimos por el abrupto sendero que descendía entre las salientes rocosas.
    —Fenny pisa con cuidado, estos caminos no son muy estables. —Yo asentí en silencio mientras la seguía tramo a tramo.

    Avanzamos muy lento pues en varias ocasiones tuvimos que pegarnos a la pared para poder cruzar los estrechos caminos. Mientras avanzábamos yo no paraba de pensar en todos esos Cubone que no habían podido conocer a sus madres, que solos debieron de haberse sentido. ¿Sera que mamá tampoco pudo conocer a su madre? Nunca me había hablado de ella, en estos momentos tampoco me atrevía a preguntarle. Rodeamos una gran roca que obstaculizaba el camino. Tome su mano para no caer mientras en puntillas nos deslizamos por la saliente.

    —No mires abajo— dijo mamá usando su hueso como una picota en la piedra.
    Decir eso era una invitación de primera mano a mirar el vacio. Trate de evitarlo, pero mamá demoro buscando algún punto estable donde pisar y no pude resistir mas. Mire hacia abajo, vi mis pies en puntas al borde del gran desfiladero. Una sensación de vértigo me golpeo el estomago al tiempo que un sudor frio se acomodaba en mi espalda. Por suerte seguimos avanzando y el mal rato pasó dejándome solo un mareo.
    — ¿Mamá, cuales son las tradiciones de las que hablabas? —pregunte para matar el tiempo.
    —Emm… es una prueba que debes pasar mi amor, es muy dura… pero tienes que saber que te hará fuerte.
    —No tengo miedo, toda mi vida estuve esperando este momento.
    Ahora que lo pensaba no había esperado tanto, pero yo merecía sentirme completa, sin importar la edad que tuviera.

    La oscuridad comenzó adueñarse del acantilado, las sombras extendían sus brazos a lo largo de las paredes formando macabras imágenes. Solo nos faltaban unos pocos metros para llegar al final de nuestro largo descenso. Desde arriba se podía ver una planicie redonda que en una de las paredes se comunicaba con una pequeña cueva. Solamente alguien con mi tamaño podría entrar por ahí. A los lados corrían dos riachuelos que cerraban el semi-circulo. Mire hacia arriba para ver todo lo que habíamos bajado, solo se podía apreciar dos paredes que enmarcaban en una franja horizontal el cielo nocturno. Por una orilla se veía asomarse la llena, algunos débiles rayos lograban proyectarse sobre las paredes.

    —Llegamos— dijo mamá con un dejo de tristeza. Suspiro hondo antes de continuar—Mi querida Fenny ahora te convertirás en toda una Cubone. Quiero que sepas que desde que naciste estoy orgullosa de ti.
    —Tranquila, dejemos lo emotivo para después de la prueba.
    —Hija… no te lo había querido decir pero después de la prueba no podre verte más.
    Sus palabras chocaron con fuerza en mi piel, que se erizo a su contacto.
    —Mamá me estas asustando ¿De qué se trata esta prueba?
    —Quiero que sepas algo antes, pase lo que pase quiero que luego de que pases la prueba, que estoy segura lo harás, te escondas en aquella cueva hasta que amanezca—señalo una pequeña cavidad en la pared rocosa.
    — ¡Basta de tanto misterio! ¿Qué va a suceder aquí? ¿Por qué dices que no podre verte más? —Sentía que algo malo iba a pasar, miraba nerviosa las paredes esperando que algo cayera sobre nosotras.
    —Escucha Fenny, tienes que vencerme en batalla. En una batalla a muerte, si logras ganarme tendrás derecho a usar mis huesos como tuyos. —para entonces mama lloraba, aun así mantenía su habitual posición erguida.

    Me atacaron unas brutales nauseas. Yo no quería pelear con ella, ni menos usar sus huesos.

    — ¿Esto es una broma mamá?

    Ella avanzo hasta la otra esquina del circulo, desde allí lanzo su boomerang a mis pies.

    —Así estaremos en igual de posiciones, recuerda que debes darlo todo— hablaba mientras secaba sus ojos— ya sabes que tu vida está en juego.

    Recogí el hueso del suelo y mire a la Marowak que estaba frente a mí. Realmente no quería luchar con ella, debía de haber otra forma de conseguir mis huesos. De un momento a otro me embistió con un feroz cabezazo. El golpe me arrastro por el suelo dejándome sin aire. Ahogada trate de hablar, de hacerla entrar en razón.

    — ¡No quiero conseguir mis huesos de esta ridícula manera! —Grite — Soy tu hija, como puedes hacerme esto.
    —Porque te quiero cumplo con las tradiciones. —Murmuro casi para ella— No hay amor más grande que el de una Cubone y su madre.

    Nuevamente tomo impulso para atacar. Trate de escapar dejando el hueso a la deriva, pero ella era más rápida. En su carrera lo tomo y lanzo un hueso boomerang que choco contra mis piernas. Volví al suelo al instante. Esa no podía ser mi madre... la Marowak que se preocupaba por mí; que iba a recolectar bayas, con la que dormíamos juntas, la que me regañaba a diario. Ella no era. Allí estaba un ser distinto que decía ser mi madre. No entendía nada de lo que estaba pasando.

    — ¡BASTA MAMÁ! —mi grito reboto en toda la cueva, multiplicándose infinidad de veces en sus recovecos.

    Se tapo los oídos tratando de aislar el ruido. El eco se perdió en las cima de las paredes, la luna ya estaba en el centro del encuadre y ayudaba a iluminar gran parte del acantilado

    —Basta de actuar como una bebe Fenny—reclamo exasperada— debes hacerte una Cubone ahora. No hay vuelta atrás. —levanto el hueso…

    El eco de un lastimero aullido la detuvo en seco, permanecí atenta. Pasaron dos segundos y del otro extremo de la cueva llego el sonido de un segundo, finalmente una gran cantidad de ellos se agolparon en las piedras reproduciendo malversaciones de sonidos que se iban dilatando. Mamá corrió hacia mi presurosa, me tomo de la mano y me arrastro hasta la pared del fondo.

    —Vamos Fenny apúrate, no hay tiempo que perder. — Estaba muy nerviosa.
    — ¿Que está pasando mamá? ¿Que fue eso? —No sabía que pokemones eran pero sus aullidos me produjeron un pánico terrible. Eran muchos y llegarían en cuestión de minutos.
    —No sé que pokemones serán, pero no se oyen nada buenos. Escucha, vas a hacer lo que yo te diga ¿Entendido?
    —Si— respondí. Las piernas me tiritaban, era inminente que algo malo iba a pasar. No alcanzaríamos a escapar. Estaba aterrada, gruesos lagrimones nublaron mi vista.

    Mamá me tomo en brazos y me cargo hasta el agujero que habíamos visto antes. Me metió allí y lo bloqueo con una gran roca.

    —¡NO, SÁCAME DE AQUÍ! ¡MAMÁ! ¡ SÁCAME! ¡MAMÁ! — Pataleé desesperada. Sentía como el agujero se cerraba sobre mí. En cualquier momento me quedaría sin aire. En vano trate mover la piedra, solo alimentaba con más fuerza mi llanto.
    — ¡Fenny! No vas salir hasta que cese cualquier ruido. —sus palabras llegaban lejanas a través de la roca.
    —Mami, por favor… por favorcito sácame de aquí. —Gemía suplicante implorando su presencia— No quiero estar sola… por favor. ¡SACAME!

    Volvieron a escucharse aullidos, solo que esta vez se oían más cerca… más fuerte. Se oían claro como el agua, los muros no eran impedimento para ellos. Mi llanto ceso. El miedo se había instalado en mi espalda jalándome con fuerza el estomago. Guarde silencio…

    —Te amo Fenny—su voz llegaba más clara.

    Desesperada busque la corriente de aire, pegue mi cara a la diminuta grieta. Solo podía ver su rostro, lloraba. No como yo, su llanto era tranquilo. Lo que hizo un hueco amargo en mi corazón.

    —Recuerda que siempre estaré contigo…
    —Noo mama, no lo hagas... por favor quédate. —susurre entre sollozos.

    Desapareció para mover levemente la piedra, por la grieta dejo entrar su boomerang. Tome su mano con fuerza, jamás la soltaría.

    —No lo hagas… me tienes a mí, tienes que vivir… por mí. No me abandones mamá. —Sabía que mi suplica no encontraría cabida en sus oídos.
    —Recuerda siempre Fenny… no hay amor más grande que el de una Cubone y su madre. Cuida bien de mis huesos y yo nunca te dejare. —Soltó mi mano con una caricia, dejando caer la piedra tras de sí.

    No quise oír el resto, me aleje hacia el fondo y me quede ahí. Hecha un ovillo, tapando mis oídos para no escuchar los gritos, ladridos y demás. El tiempo transcurrió ajeno, no se con exactitud cuánto paso. Solo cuanto me sentí obligada a enfrentar la realidad hice palanca en la piedra.

    Afuera el campo de batalla estaba manchado en marcas de fuego y huellas de patas, me acerque a los restos que la manada había dejado. De entre los huesos saque el cráneo primitivo de mamá, me quedaba grande, aun así era mío. Siempre lo fue. Estábamos destinadas a estar juntas por siempre, ahora lo entendía. Llore amargamente. Ya no tenía miedo del eco o de los pokémon. Solo quería sentir de nuevo el cuerpo cálido que alguna vez me había cobijado. Mis gemidos amplificados por el acantilado de las voces marcharon recorriendo las grutas en jovial desfile. Me estremecí al sentir que el eco no solo se extendía por la gruta. Interiormente las vibraciones de mi llanto se repetían en mi pecho. Rebotaban en el cráneo deformándose. Mama me hablaba. Me mostraba el gran amor al que tienen derecho los Cubone.
     
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  1. Blackylight
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