One-shot Trabajo a tiempo completo. [Pokémon Rol Championship]

Y lo prometido es deuda, aquí traigo otra historia de Emily, Effy y Mimi. Creo que coincido con Nami con que poco a poco me voy enamorando de la relación de estas tres. Son tan diferentes... eso es lo que quise mostrar en esta ocasión. Como a pesar de sus diferencias se quieren y se cuidan.

Y además... siempre quise poner a Mimi a trabajar de Maid xDD

*****

— ¿Así que está trabajando?

Emily asintió.

—Hum. Dijo que estaba cansada de no poder costear sus caprichos— respondió ladeando la cabeza—. ¿Eso es admirable en cierto modo, verdad?

El sonido de los cubiertos resonando contra los platos y las animadas charlas de los comensales se sumó al ambiente apacible de la tarde. Emily y Effy habían decido tomarse un descanso de sus entrenamientos en islas Artistas y regresar a Acuarela, al menos para poder reposar unas horas y que sus pokémon recuperasen las fuerzas perdidas.

Effy enarcó una ceja.

La verdad es que cuando Emily le había dicho que Mimi a sus quince años había decido ponerse a trabajar, la idea le había resultado extremadamente inverosímil. Es decir, ¿ella, la mimada señorita Honda, la primogénita de unos de los mayores empresarios de Sinnoh y acostumbrada a una vida de opulencias y lujos esforzándose por llevarse el pan a la boca?

Linda historia para contar.

— Supongo que eso demuestra madurez por su parte— respondió, serena—. ¿Y dónde está trabajando? La verdad es que no puedo hacerme a la idea...

Emily, como si hubiera recibido un shock repentino, palideció casi tres tonos. Aquella era una pregunta que sinceramente no quería responder. Sobretodo, porque recordaba perfectamente las palabras de Mimi aquella misma mañana: ''¡No le digas a Effy que trabajo de maid en un café! ¡Si se entera será una hecatombe!''

Torció una sonrisa nerviosa.

—Esto...— titubeó, rascándose la mejilla con su dedo índice—. ¿Q-quién sabe...?

—¿Eh?

El pequeño café donde se encontraban ahora era un pequeño local que habían abierto hacía relativamente poco. Pero era económico, estaba cerca de un campo de entrenamiento pokémon y era fresco, nunca venía mal cambiar de aires y descansar de la comida del CP.

—Buenos días.

Unos pasos apresurados y una voz aguda y particularmente conocida interrumpieron la conversación de ambas chicas. Se trataba de una joven de cabellera larga y rubia, con unos ojos grandes y aguamarina que, aunque no era el caso ahora, solían presentar un ceño fruncido perpetuo. Llevaba un traje al más puro estilo de las doncellas victorianas, con unas medias largas con ligas y una bandeja de plata apoyada contra el pecho.

Hizo un graciosa reverencia, al parecer sin reparar en la identidad de las entrenadoras. Probablemente, si hubiera reparado en ellas, no se hubiera acercado tan resueltamente en primer lugar. De hecho, no se habría acercado en lo absoluto.

>> Me permitirían tomar su ped... ¿Ah?!

Su expresión angelical actual se contrajo en una mueca horrorizada. Effy y Emily la siguieron después.

— ¡¿Mimi?!

—¡N-no...!— balbuceó la otra, retrocediendo un paso de la impresión y sacudiendo las manos con nerviosismo. Su rostro había enrojecido— ¡Yo... yo no soy Mimi, no soy Mimi en lo absoluto! ¡Yo jamás seria tan linda y estilosa como ella!

—Mimi, ¿puedes atender la mesa cinco?— preguntó una joven de cabellera azulada desde una de las mesas más cercanas a la puerta.

La joven maid— que era la única que estaba vestida así en todo el local, al parecer— asintió sin titubear.

—Ahora mismo voy, Nor—... Tsk.

Y entonces se dio cuenta de que su patético intento por enmascarar su identidad había sido arrojado por tierra. Frunció el ceño, molesta. Effy por su parte, se llevó la mano a los labios para disimular una risa burlona.

—¿Así que estás trabajando aquí?

—¡E-eso no es asunto tuyo!— respondió dignamente, volviendo el rostro con orgullo. Algo bastante curioso, porque esos aires de niñita regañada no le pegaban nada estando vestida así.

Emily torció una sonrisa maliciosa. La verdad es que cuando Mimi le habló sobre su trabajo jamás se imaginó encontrarla vestida de maid. De hecho, no sabía dónde estaba trabajando exactamente, pero si ya tenía fotos de Noah y Liza con un traje así, esa era un oportunidad que no pensaba desaprovechar. No pasó mucho tiempo para que el flah de una cámara destellase un breve instante.

—¡Emily!

—¡Lo siento, lo siento!— se apresuró a disculparse frente a Mimi, sacudiendo las manos—. ¡Es que estás tan mona~!

—¡N-no es como si hiciera esto por gusto, diablos!— le espetó ella, ruborizada hasta las orejas. Suspiró con resignación, cansada, y quitándose la cofia de la cabeza tomó asiento junto a sus amigas. Sus ojos se clavaron en Effy—. ¿qué te hace tanta gracia?

Ella seguía riendo sin poder evitarlo.

—Nunca pensé que trabajarías en un maid café...— dijo— Creí que tu dignidad era mas importante que eso.

—Ya. Pues que sorpresa, ¿no?—respondió ella, reticente—. Además, no es un maid café... La única sirvienta aquí soy yo, es mi turno de esta semana. Estoy haciendo esto por un bien mayor, y en cuanto lo haya logrado me largaré. Trabajar es horrible.

— ¿Un bien mayor?

Mimi iba a abrir la boca para responder, pero la voz de la joven de cabellera azul la interrumpió antes de que pudiera musitar palabra.

—¡Mimi! ¡La mesa cinco!

—¡Ya voy, Nora! Tengo que irme. ¡Decidle a una de mis compañeras que os atienda!

****

—No puedo creer que esté trabajando de sirvienta. ¿No decía que era humillante rebajarse a obedecer las ordenes de los demás? ¿No te parece hipócrita?

Emily no respondió, parecía demasiado ocupada ponderando acerca de otras cuestiones.

—Hum... — musitó, pensativa— Un bien mayor... ¿qué querrá decir con eso?

—¿No lo sabes?

—No. A mí solo me dijo que quería costear sus caprichos, pero... últimamente ha estado muy rara.

Effy asintió en silencio. El sol empezaba ya a declinar por el horizonte, tiñiendo el cielo de un hermoso ocre. Este mismo tono se reflejaba en los semblantes de ambas entrenadoras, como un destello dorado en sus pupilas. El café quedaba ya muy lejos.

Después de aquel fortuito encuentro, regresaron a descansar al CP.

Los días se sucedieron sin mayores complicaciones. Mimi siguió trabajando— realmente su objetivo debía ser muy importante para ella si se esforzaba tantísimo en algo que odiaba— y Emily y Effy continuaron sus entrenamientos para el campeonato de Acuarela. No volvieron a preguntar sobre ''ese bien mayor'' del que tanto hablaba Mimi, pero si se pasaban por el café a menudo, incluso a veces se quedaban y ayudaban a recoger el local hasta tarde.

Hasta que un día al fin sus esfuerzos se vieron recompensados. Mimi recibió su primer sueldo. No era gran cosa, pero bastaba y sobraba para su empresa.

Era uno de esos momentos donde se encontraban reunidas en el CP. Mimi les había dicho que esperaran allí, que tenía algo importante que decirles... y cuando había aparecido después de algunas horas de espera, lo había hecho cargando dos pequeñas bolsas de origen desconocido. No dijo nada al respecto, simplemente sostuvo el asa de una de ellas y se la extendió a Effy con solemnidad.

—Ten.

Effy la tomó curiosa. ¿Así que ahí estaba la razón del porqué Mimi Honda había renunciado a su vida de reina? Le daba muchísima curiosidad... aunque también le hacía preguntarse si su Tsundere e irritable amiga no habría trabajado sólo por ellas.

— Emily— continuó—, también tengo algo para ti.

Los ojos de la joven destellaron con ilusión cuando le fue entregado su obsequio. Su corazón se aceleró a consecuencia de la emoción y, como era de esperarse, no tardaron mucho tiempo en descubrir que era lo que las bolsas guardaban. Fue una auténtica sorpresa. A la luz tibia del atardecer, destelló frente a los ojos de ambas una pequeña pulsera de plata. En el reverso, tenía una pequeña inscripción grabada en letras Unown .

''Mejores amigas por siempre''​

—Son... pulseras de la amistad— se apresuró a explicar Honda—. La dependienta me dijo que si se la dabas a una persona especial, esta estaría contigo para siempre. N-n es que crea en esas cosas... pero Emily me dijo que sería lindo poder compartirlas.

Effy alzó la mirada.

—¿Has... trabajado tan duro y en algo que odias solo por esto?— preguntó sorprendida.

Mimi no pudo responder, sin embargo, pues Emily se le lanzó a los brazos y la abrazó con efusividad, como si pretendiese demostrar con eso toda la emoción que se había apoderado de ella. La abrazó con fuerza, con más de lo que era estrictamente deseable.

—¡Mimi!— chilló emocionada.

Honda se quejó ligeramente ante tamaña muestra de afecto, confusa y avergonzada, pero no se apartó. Como un mimoso Purrloin, Emily rozó su mejilla contra la de Mimi.

—¡Compraste las pulseras que quería!— exclamó jubilosa. Sus ojos se habían anegado de lágrimas de la emoción—. ¡Ahora no nos separaremos jamás!

Y era cierto, hacía algunos días Emily se había detenido frente a una joyería, sus ojos fijos en esa misma pulsera de plata. Con gran ilusión había comentado que sería genial poder comprarlas, pero eran demasiado caras... Effy se sintió enternecida ante la escena, ante los regalos y ante el hecho de que Mimi se hubiese esforzado por algo así, pero no lo dio a entrever.

—No me puedo creer que trabajaras solo por esto— rió divertida.

Mimi frunció el ceño.

—¿Eh?— le espetó Honda, aún entre los brazos de Emily—. ¿Podrías agradecerme al menos, no? ¡Me han costado un ojo de la cara!

La entrenadora sólo rió más fuerte.

—Lo siento, lo siento... pero es que... ¡pfft!

—¡Effy!

En ese momento ella dejó de reír y su expresión se suavizó.

—Gracias, Mimi— dijo entonces, con una sonrisa cálida—. Te has esforzado mucho por cumplir el deseo de Emily y eso es muy noble. Si te soy sincera nunca pensé que harías algo así, pero me he llevado una muy grata sorpresa. Buen trabajo.

Mimi no pudo evitar que sus mejillas se tiñeran de un brillante tono carmín. Effy no solía reconocer sus esfuerzos con tanta facilidad. De hecho, aún siendo amigas, parecía ser algo reticente en ese sentido. Incluso cuando combatían el ''buen trabajo'' era una palabra muy rara en su vocabulario, aún si hacía algo bien. Eran amigas, sí... pero seguían siendo rivales de todas formas.

Honda mostró una sonrisa soberbia. De ese modo, pretendió restarle importancia al asunto y disimular lo feliz que le habían hecho las palabras de Effy.

—Tehee~ No es gran cosa— dijo poniendo los brazos en jarras e inflando el pecho con orgullo—. Un Honda puede con todo. Y ahora... aún me queda algo de dinero, ¡así que salgamos a divertirnos!

Emily asintió.

—¡Noche de chicas!— exclamó, alzando el puño en el aire.

Intercambiaron miradas y, en determinado momento las tres estallaron en risas. Mimi se guardó su pequeño discurso para ella. En realidad su plan había sido agradecerle a sus amigas el hecho de que siguieran a su lado a pesar de todo. Pero ya daba igual... la dependienta de aquella joyería podía haber dicho que aquellas pulseras las mantendrían juntas siempre... pero realmente Honda estaba muy segura de que no necesitaban objeto alguno para mantenerse unidas.

—¿Y si vamos a un maid café?

—¿¡Eh!?

No. Ninguno en lo absoluto.