Kimi ni Todoke Trágame tierra [Kimi ni todoke]

N/A: Dedicado a mi Dianis hermosa, que quería algo un poco más largo.




Shouta Kazehaya.



—¡SHOUTA! —La voz de pin me sacó de mi ensoñación. Mi mente se perdía junto a mis ojos siguiendo a la dueña de esa larga cabellera azabache. Era como un imán para mí—. ¡Shouta, no me hagas ir por ti!

Con renuencia y fuerza de voluntad despegué mi vista de ella para caminar en dirección al cuarto de servicio del gimnasio desde dónde provenía la voz de Pin. ¡Maldito Pin! ¿Por qué siempre debía interrumpirme? ¿Por qué el mundo entero se empeñaba en meterse entre nosotros y llevársela lejos de mí? Estaba harto, simplemente harto de tener que compartirla. Estaba cansado de que mientras ella estaba conmigo, esos pocos minutos también me fueran arrebatados. Me comenzaba a cansar la situación, y junto a ello la paciencia.

—¿Qué quieres? —cuestioné resignado, él pasó sus manos sobre mis hombros, acercándome a él mientras yo inútilmente intentaba alejarme.

—¿Es verdad que Sadako fue rechazada por ti?

Los colores se me subieron violentamente al rostro, ¡¿hasta cuando tendría que desmentir ese maldito rumor?!

—¡No fue así! ¡No la rechacé! —grité, entre molesto y humillado.

—Así que... ¿ella te rechazó a ti? —Se carcajeó. Me quité sus brazos de encima con brusquedad, mordiéndome los labios enojado. ¿Qué iba a decir?, ¿mentir? Ella había dicho que no quería salir conmigo antes de las vacaciones de invierno, ¿eso contaba como rechazo? Sabía que ella tenía una forma de pensar diferente, que era especial... pero igual me mortificaba—. Bueno, al fin sabemos que hay alguien inmune a tus encantos, Shouta.

Siguió riéndose escandalosamente. ¡Maldito, Pin! ¡Maldito tres veces! Salí de la habitación detrás un portazo fúrico. Gracias por restregarme en la cara lo que ya sé. ¡Sólo quería patear algo!

—Kaze-Kazehaya-kun...—Su melodiosa voz me hizo detenerme en seco, ahí estaba ella frente a mí, observando en primera plana mi arranque de niño malcriado. Quería que me tragara la tiera, me arrodillé escondiendo mi rostro enrojecido entre mis brazos apoyados en mis piernas, evitando su mirada completamente avergonzado.

—¡N-No me veas! —repliqué al notar que sus ojos preocupados estaban clavados en mí.

¡Bravo, Kazehaya! Con espectáculos como éstos vas a conseguir a la chica. Me reprimí a mí mismo. Sólo quería, que me tragara la tierra.