Crepúsculo Tinieblas [Alice]

Tema en 'Fanfics sobre Libros' iniciado por Lady Kyros, 13 Junio 2009.

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    Lady Kyros

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    Tinieblas [Alice]
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    Tinieblas [Alice]

    Este relato lo escribí para el Concurso 'Antes de...'; como ya ha finalizado el mismo, quise publicarlo para conocer sus opiniones. =)



    Tinieblas


    Nuevamente se oían aullidos desesperanzados inundar la calma de aquella impenetrable oscuridad. Les seguían lamentos tortuosos y chillidos estridentes provenientes de algún lugar que jamás llegaría a conocer: probablemente de otros calabozos de dolor y soledad, similares al mío... No podía precisar en qué momento del día iniciaba lo que yo nombraba como ‘la hora de las pesadillas’; apenas podía discernir cuántas horas habían pasado desde la última vez que abrí los ojos..., si es que puedo asegurar eso a pesar de esta profunda negrura que me envuelve sin tregua.

    No soy consciente de quién soy ni de dónde estoy, no podría aventurar siquiera qué irá a ocurrir conmigo. La imagen más nítida que han logrado captar mis ojos es la de las sombras recortándose contra la pared, colándose por las rejillas de la puerta. Estoy encerrada entre cuatro duras, frías y amenazantes paredes; una pequeña ventana se encuentra en lo alto de una de ellas como si se burlase de mí e intentase desafiarme a alcanzarla para poder ver qué hay más allá de estas tinieblas. Me yergo sobre mí, poniéndome de puntillas para alzar la mano hacia aquel lugar donde se cuelan débiles haces luminosos... Pero sé que toda esperanza es vana: jamás podré abandonar mi cautiverio.

    No recuerdo cuánto tiempo llevo aquí o si jamás me he movido de este sitio..., solo conservo la vaga impresión de haber estado en un lugar mejor mucho tiempo atrás. Pero este incierto presentimiento no es suficiente para creerlo como una verdad absoluta; muchas veces he visto paisajes floridos, ríos caudalosos, seres hermosos, una vida sin cadenas..., pero todo desaparece en la penumbra cuando recupero la razón. Qué irónico, aquellas bellas imágenes me parecen más cuerdas de lo que es vivir al borde de la locura.

    Al escuchar el chirrido de las bisagras de mi puerta al abrirse un escalofrío involuntario recorre mi espalda. Volteé rápidamente con una expresión de horror grabada en el rostro, pero una leve sonrisa se dibujó en mis labios al oír aquella voz tan armoniosa.

    —Alice, tranquila, soy yo. —Su tono de barítono llegaba a mis oídos como una dulce melodía. Sé que él no me haría daño, tengo la fuerte certeza de que me protegería aun del más grave peligro.
    —Me has asustado —repliqué con voz ronca: no acostumbraba a hablar mucho en aquella tenebrosa oscuridad.
    —Lo siento, pequeña —se volvió a disculpar—, pero sabes bien que yo no debería estar aquí...

    Pareció vacilar antes de dejar la frase inconclusa flotando en el aire, escondiendo un significado que jamás podría imaginar.

    Era verdad. Él no debería estar allí, nadie debería estar a mi lado actuando de manera amable, tratándome como un ser humano, porque todos allí me veían como un monstruo y yo seguía sin entender el porqué.
    Sentí una mano gélida rozar mi mejilla e involuntariamente dejé escapar un suspiro de alivio.

    —¿Te han hecho daño, preciosa mía? —preguntó con la voz llena de congoja.
    —Lo de siempre —respondí intentando restarle importancia—, pero esta vez me ha parecido que ha llevado más tiempo del acostumbrado —admití encogiéndome sobre mis rodillas.

    Sentía un dolor punzante en cada fibra de mi ser, una quemazón que ardía sin tregua inundando organismo, cada nervio a flor de piel para resentirse al menor roce del aire sobre mi maltrecho cuerpo... Y los humanos me llamaban monstruo...

    Él me acurrucó suavemente entre sus brazos para brindarme aquel alivio tan reconfortante de su fría piel; nunca dejaba de sorprenderme que tuviese la misma textura que las paredes de mi calabozo y a la vez la suavidad del algodón de sus ropas. Me aovillé sobre su regazo, para entregarme a un agradable letargo adormecida por su dulce aroma: a su lado podía olvidar mi prisión y, aunque fuese por breves momentos, ser feliz.

    Desperté envuelta en las mantas de mi cama con una sensación de desasosiego oprimiéndome el pecho. Había despertado bruscamente tras uno de mis extensos sueños con criaturas hermosas de pieles resplandecientes a la luz del sol..., pero esta vez me había visto a mí junto a ellas. Por primera vez en quién sabe cuánto tiempo vi mi rostro, inusitadamente bello, con rasgos finos y ojos escarlatas. Yo era el ser más perfecto que antes había imaginado siquiera en mis fantasías; pero algo en mi interior me advertía que era, a la vez, la criatura más peligrosa que pudiera existir.

    Los días pasaron, o al menos eso he de suponer, sin tener noticias de aquel sujeto tan amable. Me sentía avergonzada de no saber su nombre, pero él lo había preferido así y yo no haría nada por contradecirlo: estaba segura de que tendría alguna razón de valor para ocultarme su identidad.
    Día a día era maltratada, como si los sujetos que se hacían llamar médicos pensasen que podría ser ‘normal’ si me extraían el demonio por la fuerza. Finalmente supe que estaba allí porque afirmaban que el diablo poseía mi alma y me mostraba sus siniestros planes por medio de mis sueños.

    Yo estaba maldita, y ninguna tortura podría extirpar el mal que yacía adormecido en mi interior..., pero ¿ver a aquellos seres hermosos era obra del demonio?, ¿no eran ellos verdaderos ángeles? Quizás el verme entre ellos significaba que mis captores tarde o temprano acabarían por asesinarme...

    Me incorporé sobresaltada con la frente sudorosa y la respiración entrecortada. Lo había visto..., lo había visto a él huyendo de un ser peligroso. Vi su rostro pálido como la tiza, sus facciones hermosas centelleando a la luz de la luna con los colores del arco iris, los ojos escarlatas desorbitados del miedo...

    La puerta de mi calabozo fue retirada de su posición como si de apartar una hoja de papel se tratase. Me acurruqué en el rincón más alejado de la entrada, deseando con todas mis fuerzas que nada maligno atravesara esa puerta... Estaba segura de que pronto mi vida llegaría a su fin.

    —¡Alice! —Me llamó una voz imperiosa y a la vez preocupada.

    Salí de mi escondite al reconocer su tono de barítono, con el corazón saltando fuertemente en mi pecho: ¡él estaba bien!
    Me tomó entre sus brazos con una facilidad inconcebible, como si mi cuerpo no pesara más que el aire, y rápidamente dejamos atrás mi calabozo de dolor y soledad.
    Sentía el viento chocando en mi cara, veía un bosque aparecer y desaparecer frente a mis ojos a medida que escapábamos a gran velocidad de un enemigo que no podía ver. Mi protector me abrazaba con dulzura, susurrándome frases tranquilizadoras, prometiéndome que nada me haría daño.

    Fue entonces que, de un modo u otro, supe que ese sería el fin de todo cuanto conocía. Con un beso furtivo me dijo adiós, para luego posar sus dientes en mi cuello y arrancarme un alarido de dolor que terminó con lo poco que aún me quedaba de cordura...
    Y me sumí en la profunda oscuridad, anhelando la muerte...








    Desde ya, muchas gracias por leer.
     
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