Contenido oculto: Pequeña nota En mi opinión, no es para nada necesario que leas este otro fic mío del que decidí sacar un pequeño one-shot. Considero que lo escribí de forma que no hace falta leer esta otra historia... Pero, nada detiene a nadie de leer lo que hay detrás de esto (?) solo digo. La Navidad del año anterior inevitablemente fue muy gris para Gakupo. Navidad del 2017. Cuando llegaron las vacaciones de invierno, Gakupo y sus padres fueron de vacaciones con unos parientes que vivían en el extranjero. Estuvieron fuera del país por tres semanas. Después de un viaje en avión, los tíos de Gakupo los recibieron en su casa toda una semana. La segunda semana, esos mismos tíos decidieron que sería divertido rentar un remolque para viajar por carretera. La tercera semana la volverían a descansar en casa, antes de volver en avión. Inevitablemente, los tíos de Gakupo, su única familia además de sus padres, sabían que necesitaba distraerse y relajarse. Querían a Gakupo como si fuera su hijo y esperaban que el viaje le ayudara a despejar su mente. Después de todo, se suponía que el tiempo lo curaba todo, ¿o no? Tiempo. ¿Cuánto se necesita para superar algo así? ¿Por qué tuvo que pasarle precisamente a él, de todas las personas? ¿Qué tan común era que una mujer que pareciera amar con el alma a su pareja lo traicionara de esa manera? —La siguiente parada será el acantilado de nuestra Costa Roja— decidió el tío, quien manejaba. —Es un paisaje hermoso; el pasto de la cima está bajo constante mantenimiento, y la vista al océano no tiene precio. Me alegro de que por fin vayan a conocerlo— dijo la tía, emocionada. Gakupo hacía lo posible por mantenerse optimista y sonriente, pero le costaba mucho trabajo continuar con conversaciones de cualquier tipo con sus tíos y con sus padres. Se había pasado el viaje leyendo, escuchando música, mirando su teléfono, garabateando melodías y letras musicales en un cuaderno. No debería de estar componiendo canciones: solo estaba vaciando en papel los sentimientos de los que supuestamente se debía de deshacer durante esas vacaciones. Sus sentimientos sobre Luka. Esos sentimientos eran principalmente tristeza, dolor, resentimiento, hasta odio. Pero también, por alguna razón, estaba la culpa. Sus padres, y su mejor amiga, se lo habían dicho ya ¿no? Que no era posible que siguiera con la idea de que él hizo algo malo primero. Con el pensamiento de que él provocó que Luka se acostara con otro. Le dijeron que ella había cometido un error que no tenía perdón; por su propia iniciativa, porque ella así lo decidió, no por algo que hubiera hecho él. Luka misma se lo dijo. Ese típico y amargo “no eres tú, soy yo”. Era de lo más sincero. De hecho, esa no fue su única explicación. Pero la verdad completa, Gakupo no había querido contársela a nadie. Tal vez porque, muy en el fondo, sabía que era ridículo que lo pasara por alto. Muy en el fondo; lo sabía muy por debajo de esa culpa infundada. La historia que Luka le resumió a Gakupo comenzó con una reunión de ex alumnos en la escuela secundaria en que Luka estudió sus primeros dos años. Reunión en la que se reencontró con el único amigo que había tenido en aquella escuela. Amigo al que se sentía atraída en ese entonces. Atracción que era correspondida, pero ninguno de los dos dijo nada hasta el día de la reunión. Aquel sujeto seguramente pensó que aquella situación era un sueño hecho realidad; una obra del destino; una historia de amor que tenía que pasar. Debió sentirse muy afortunado. Luka se sintió así. Sintió que todo encajaba. Y lo que no encajaba, como el hecho de que ya tenía pareja, se le olvidó. Aún así, Gakupo no podía aceptar aquella como la verdad. No podía creer que Luka lo hubiese borrado de su mente así nada más. No podía asimilar que Luka tirase todo por la borda como si sus tres años de noviazgo no hubiesen significado nada. Él tendría que haber hecho algo malo ¿no? Ella no podía ser tan mala… ¿o sí? En parte, Gakupo era demasiado bueno. El amor lo tenía ciego. Estaba cien por ciento dispuesto a perdonar que Luka se acostara con otro hombre; estaba inmediatamente de acuerdo con la idea de tomar como suyo al futuro hijo de ese otro hombre. Porque amaba a Luka y porque no tendría problema en amar al bebé que llevara en su vientre. Pero, de repente, sin más, Gakupo no significa nada para ella. ¿Se suponía que un viaje por carretera le ayudaría a olvidarla tan pronto como ella lo olvidó a él? ¿Cómo se suponía que lo hiciera si no reconocía que ella hizo mal y él no? —Hemos llegado— anunció la madre de Gakupo, señalando por la ventana el letrero señalando hacia el estacionamiento de casas rodantes y remolques. Obviamente había que dejar el remolque un poco lejos del acantilado. Hacía falta caminar por una cuesta ligeramente inclinada para llegar a un pequeño local de renta de carros de golf, que principalmente era para quienes quisieran hacer un picnic más a las orillas del acantilado, y en vez de ir caminando necesitaran cargar cosas como cestas de comida, mochilas, hieleras, etcétera. El padre de Gakupo se encargó de la renta de un carro de golf en el que, sin problema, pudieran sentarse los cinco y cargar con sus cosas. La brisa marina que llegaba en la cima era bastante fresca, limpia, reconfortante; y el sendero por el que conducían los carros de golf quitaban el menor espacio posible del pastizal. El paisaje era tan hermoso como la tía de Gakupo había asegurado. Ciertamente el pasto parecía recién cortado y no se veía basura por ningún lado. El sonido del mar también era acogedor, rugiendo por encima del viento y apenas dejando escuchar el canto de las gaviotas que volaban más cerca de la costa que de la cima. Por primera vez en todo el viaje, Gakupo genuinamente se detuvo a admirar el paisaje. A observar, a escuchar, a oler. Todo a su alrededor era maravilloso. Por un momento se olvidó de todo lo demás y disfrutó del viaje. Incluso si era algo tan sencillo como de hecho sentir el viento en su cabello mientras se sentaba en el asiento trasero de un carro de golf; parecía ser algo que necesitaba. Y no es que los diferentes azules del cielo y el mar, o el verde del pasto, o el sonido de las olas y del viento fueran a ser suficientes para que todo empezara a ser mucho más fácil para él. Pero en un lugar había que comenzar a dejar ir las cosas, y ese parecía ser el lugar. Él no lo sabía, pero con el mero hecho de tener los sentidos tan alerta simplemente para absorber todo a su alrededor con asombro, empezaba el verdadero periodo en que se pensaría mejor las cosas. En que las cosas empezarían a encajar. En que la tristeza y culpa empezarían a desaparecer. En que las heridas empezarían a sanar. En que llegaría a encontrar la felicidad que se merecía. En que, lentamente, llegaría a buscar “la oportunidad que no se merecía”. Todo era cuestión de tiempo.
Fue.. sanador. Fue el momento en el que aceptas lo que pasó y aunque sabes que duele DECIDES seguir adelante. Donde te permites seguir y disfrutar de lo bueno que tienes alrededor. "Todo era cuestión de tiempo." Realmente me gustó esa frase como broche para este escrito, siento que fue bastante adecuado. La finalización e inicio de su nuevo proceso. Un placer leerte *-*