Sinopsis: La Reina Isabel I de Inglaterra está enferma de muerte, pero no ha dejado heredero alguno que ocupe su amado trono. Decidida en que no puede permitir que cualquiera ocupe su lugar convoca los cuatro jóvenes más polémicos de todo Reino Unido, bien sea por sus familias o por sus logros. Uno de ellos será el que tome el puesto del heredero, solo uno de ellos será el favorito de la Reina. The Queen's Favorite "Sólo aquel que se gane mi corazón con la pureza de sus sentimientos podrá ganarse también el mayor de mis tesoros: Mi Reino." Isabel I de Inglaterra. The Queen's Favorite. Prólogo Mira el humo diluirse lentamente mientras espera que su té se enfríe; se encuentra en silencio, perdida en sus propios pensamientos que parecen inalcanzables para los otros presentes en la habitación, que murmuran muy bajo para evitar que la joven Emma Valentine Greenwilde se percate de los comentarios críticos que hacen en su nombre. Aún así, ella sabe que todos en su familia hablan de ella. —Permiso, lord Dorian. —Una criada entra a la estancia, rompiendo con el ambiente tenso que se había creado; haciendo al instante una reverencia. El aludido, un hombre alto, fornido y de cabello blanco, se levanta de su asiento en la alargada mesa atendiendo al llamado de la criada—. El mensajero real ha dejado ésto para usted. La joven, no mayor de quince años, extiende hacia el patriarca de la familia un pergamino sellado con el símbolo que caracteriza a la Reina Isabel I. Al darse cuenta de ello, Dorian frunce sus negras cejas sosteniendo el papel. Hace una seña a la doncella para que se marche, acudiendo nuevamente a su asiento en la cabeza de la mesa. Sus hijos y su mujer mantienen miradas curiosas hacia la carta enviada por su Excelencia, salvo Emma. Ella sigue meditabunda, ajena a todo lo que sucede. —Ábrelo, Dorian —pide lady Anne, esposa de Dorian. Una mujer cuyo rostro manifiesta su experiencia, pero sus ojos azules transmiten jovialidad y carisma. Dorian no pierde demasiado tiempo, separando el sello de cera del papel pergamino, extendiendolo para poder leer su contenido. Los minutos pasan mientras las pupilas del mayor se deslizan por las finas letras grabadas en tinta sobre el papel. —Prepara tus cosas, Emma —murmura el hombre al dejar el papel sobre la mesa, atrayendo por fin la atención de su rubia hija—. La Reina solicita tu presencia en la Corte. Lady Anne gira su rostro añejo hasta el marmóreo de su hija menor, Emma, una joven de dieciocho años de piel pálida, ojos azules y un largo cabello de rizos rubios. La menor de las féminas siente como se clavan en ella las miradas de su madre y sus ocho hermanos, todos estupefactos al escuchar las palabras que el más viejo de la casa ha pronunciado. —¿Por qué Alteza querría a Emma en su Corte? —inquiere un hombre rubio sentado a la izquierda de lord Dorian, por jerarquía de posición en la mesa: su hijo mayor. —Los motivos no los señala, pero sí confirma lo que todos temíamos: Isabel está enferma. —Dorian da un largo sorbo a su copa de vino, entrecerrando aquellos ojos verdes—. Nosotros también acudiremos como compañía de Emma Valentine. Al otro lado de la mesa, junto a Lady Anne, otra muchacha de características físicas parecidas a ella suelta una pequeña risa, bebiendo largamente de su copa y suspirando al finalizar su contenido. —A lo mejor la Reina se ha apiadado de nosotros y ofrecerá a esta pérfida un buen matrimonio —suelta mordaz, dirigiendo una mirada suspicaz. —El que, evidentemente, no te dio a ti: casada con un viejo decrépito, miserable, asqueroso y arruinado. Tienes otra razón para envidiarme, hermana Margaret —habla Emma por primera vez, sin alterar su gesto al observar sobre el hombro a su propia sangre. Invadida por la rabia, Margaret casi salta sobre Emma para abofetearla, pero la mano firme de su madre la detiene y una mirada intensa la hace tragarse la rabia. La menor de los Greenwilde tan solo esboza una sonrisa radiante, enseñando sus perlados dientes casi perfectos. —Permiso, iré a arreglar mis cosas. —Se levanta, dirigiendo una última mirada al cabecilla de su familia antes de retirarse, sin acabar su cena. En silencio, el resto de los presentes se van retirando de la estancia, dejando en completa soledad a Dorian Greenwilde, quien posa su frente entre sus manos entrelazadas sobre la elegante mesa de madera. Greenwilde piensa, ¿qué ha hecho mal? Durante toda su vida se esforzó por obtener todas las cosas que hoy posee: sus tierras, su fortuna, su esposa y sus hijos. Pero, en ese entonces, no imaginaba cuán complicado sería ser la cabeza de una familia tan disfuncional. No sabe cómo han llegado a ese punto, pero sus hijos son prácticamente desconocidos los unos a los otros; tres varones y cinco mujeres que llevan sangre de su sangre, pero que viven como leones hambrientos y enjaulados. Cuidadosamente los estudia, buscando el motivo que los ha llevado a ese estilo de vida. El primero en nacer fue Cameron Joseph Greenwilde, siempre un joven aunque retraído, muy leal a sus raíces y muy cariñoso con su familia, especialmente con su madre. Luego llegó Catherine Evelyn, una muchacha audaz y aventurera, que dio muchos dolores de cabeza a Dorian durante su infancia y adolescencia. Al cabo de unos años Destiny Ella vio la luz y su carácter resultó en extremo agradable para sus padres puesto que toda su vida ha sido muy discreta, madura y colaboradora: la madre de sus hermanos. Eventualmente nació Ethan Eugene, rebelde, revolucionario y el eterno martirio del cabecilla de los Greenwilde, siempre metido en disputas contra los nobles y en problemas debido a su fama de jugador empedernido y mujeriego. Pocos meses después, lady Anne quedó encinta del que sería la luz de sus ojos: Thomas Byron, un muchacho bastante inteligente, elocuente y encantador; tanto que logró obtener el puesto jerárquico más alto entre sus familiares: la Princesa de Francia se enamoró perdidamente de él e insistió tanto a su padre, el Rey, que éste tuvo que concertar el matrimonio entre ambos. Los Greenwilde se llenan la boca cada vez que pueden diciendo que son los padres del que será el futuro rey de Francia. Anne Beatrice nació cuando su hermano Thomas tenía casi dos años cumplidos, y creció como una joven liberal, despreocupada y divertida, siempre atrayendo la atención de aquellos nobles que buscan poco compromiso y mucho peligro. En el otoño del año siguiente fue Margaret Elizabeth quien nació, cuando lady Anne cumplía sus 24 primaveras; apasionada por las artes, los deportes, una niña con mucha luz… luz que empezaría a extinguirse cuando, al año entrante, nació su hermana Emma Valentine, la menor de la familia. El nacimiento de la criatura fue un acontecimiento digno de recuerdo entre todos aquellos pertenecientes a la Casa Lancaster. Jamás ser más hermoso había visto luz; el cabello rubio abundante y aquellas perlas azules por ojos la hacían más parecida a un querubín que a un ser humano. Ese día, cuando se celebraba el aniversario de muerte de María I de Inglaterra, todos acordaron que aquella niña podría ser su reencarnación. Emma Valentine creció cada día añadiendo brillo a su belleza, logrando deslumbrar a cuanta persona se le acercara; pero su carácter dejaba mucho que desear: egocéntrica, taciturna e increíblemente avariciosa. —¿Qué desea Alteza la Reina de mi hija Emma? —medita Dorian Greenwilde, elevando sus ojos hasta el techo—. Sea lo que sea, espero que el honor de mi familia se mantenga en alto. ~.~ Prólogo de mi novela The Queen's Favorite. Créditos a: Sol Yépez. Laura Martínez.
Hola tu historia está muy interesante, ademas no tienes faltas de ortografía, me gustaría que me siguieras avisando cuando publiques los próximos capítulos. Gracias por la invitación.;)