Tenth Wish: Auto. — ¡Otra vez ya se descompuso esta chatarra! —pateo la parte trasera del auto mientras grito— se me hace tarde para el trabajo —respiro un poco y corro para tomar el metro. El metro está a reventar, y tiene un ligero retraso: “Voy a llegar tarde”, no puedo evitar pensar eso mientras siento como mis piernas se quiebran en cada empujón. Realmente me siento irritado, si no fuera por esa vieja carcacha no tendría este problema y no estaría llegando tarde al trabajo, pero bueno… ¿Qué puedo pedirle a un auto que tiene más de veinte años de antigüedad? Fue mi primer auto, el que me regalo mi padre cuando me gradué de la carrera de derecho, y recuerdo lo emocionado que me sentí cuando lo miré por primera vez. — Está un poco usado, pero espero que te sirva —decía él mientras encendía un cigarrillo. — ¡Es perfecto! —le decía mientras lo examinaba por todas partes— me gusta —sonreía alegre. ¡Oh! Recuerdo ese momento y me entra nostalgia, nostalgia que evita que cambie ese auto por algo mejor. Pero cuando tengo estas horribles mañanas en el metro, no puedo evitar odiarlo. Por eso, cuando llegó la navidad, pensé seriamente en un nuevo auto comprar y conseguí algunos catálogos para cotizar los precios; vi de todo y todo me parecía fabuloso, pero un dolor en mi pecho me invadió y volví a recordar el rostro de mi padre cuando ese viejo auto me regaló. Miro al techo, y deseo con todo mi corazón tomar la mejor decisión. Quiero un auto mejor, pero quisiera conservar ese obsequió tan bello que me dio mi padre, quiero sentir ese día una y otra vez, y recordar su sonrisa mientras fumaba. Por eso, cuando tengo un nuevo auto, deseo llevar, aún, una parte de mi padre conmigo a cualquier lugar a donde vaya. Porque aquellas cosas que me dio, las recuerdo, más fuerte, cada año. Hoy es una linda navidad, y estoy en ese viejo auto, escuchando la radio y despidiendo a este auto, para cambiar, para conservar, para recordar.
