Hola, soy Han Jung Ae, soy nueva en este lugar, pero quería compartir con ustedes esta historia, espero que les guste y pues espero opiniones sobre lo que lean, gracias. Sinopsis: Gu Hye Rin es la segunda mejor estudiante de todo el instituto Him, un poco tímida, e introvertida, pero con un gran talento en cualquier cosa menos relacionándose con personas, busca desesperadamente ayudar a su padre con las deudas de su pequeño negocio, llegando al límite de conseguir hasta 3 trabajos de medio tiempo. En uno de estos, conoce a Lee Kyu Jae, un hombre quien ella cree por error que le gusta cocinar perros, sin embargo cuando acepta tener una cita doble con su mejor amiga, el novio de esta, y el hermano de este último, quien nunca aparece y es remplazado por Kyu Jae. En esto, Hye Rin se da cuenta que todo lo sucedido en su entrega a domicilio había sido solo un mal entendido. Después de lo que parece ser una cita agradable, terminan intercambiando sus números, y desde ese momento comunicándose casi todos los días, hasta que llega el primer día de escuela, donde descubren que ambos son maestro y estudiante. ¿Qué sucederá de ahora en adelante? Prologo 07 de septiembre de 2003 ESTUDIANTE DE 15 AÑOS ASECINA A HOMBRE DE 25 AÑOS APUÑALANDOLO CON UNA SIMPLE NAVAJA EN MULTIPLES OCASIONES. El asesinato ocurrió la noche del pasado 05 de septiembre del presente año, en un callejón oscuro a varias cuadras del lugar donde trabaja el hombre S. Por el momento, no se encuentran posibles testigos del delito cometido, ni pruebas contundentes de que el Estudiante J sea inocente, ya que el cuerpo del hombre S fue encontrado a su lado, este de inmediato se culpó a sí mismo como el responsable de tal pecado, se dice que el acto fue incentivado por el amor que tenía el estudiante hacia la mujer de S y los celos que sentía al no tenerla a su lado, sin embargo nada es seguro hasta el momento. También se encontraron en la escena del crimen distintas muestras de sangre que coincidían con la mujer del hombre S, se cree que su hija de 4 años estaba con ella y el hombre S cuando sucedió el asesinato. Se sospecha que la mujer H y la niña desaparecieron en busca de ayuda cuando el estudiante J los ataco, siendo estas las únicas testigos posibles del delito, sin embargo la pasada noche se encontró el cuerpo de una mujer flotando en el rio que coincide con la mujer de S después de profundas investigaciones, se dio como resultado que había sido fuertemente agredida en distintas partes de la cabeza y luego lanzada al rio tras quedar inconsciente, todo podría indicar que el estudiante J fue el culpable de este acto después de asesinar a el hombre S, apuñalándolo en su vientre en diez ocasiones, fue de inmediato a matar a la mujer de este; ya que ella no deseaba nada con él y luego regresar a la escena del crimen. Actualmente se busca a la hija de S y H, quien está desaparecida desde hace dos días exactamente, se tienen altas sospechas de que el estudiante la mantiene secuestrada, pero el estudiante J no ha dado ninguna declaración concreta que lo sucedido y ni del paradero de la hija. Se espera que el estudiante J sea fuertemente juzgado, y reciba un castigo ejemplar por parte de las autoridades, no obstante por ser un menor de edad este podría solo permanecer en la cárcel por unos años, y llegaría a ser dejado bajo libertad condicional si este demuestra su arrepentimiento. Hasta que se dé una sentencia en los próximos días, su abogado el señor K ha dicho como insistente suplica en todos los medios posibles: “Es solo un niño que realmente no sabía lo que hacía en esos momentos, por favor tengan compasión de él, se dejó llevar por los impulsos de un amor imposible.” La familia del estudiante J a pesar de estar realmente avergonzados por este atroz acto, aseguran que el no cometió tal delito, y que es completamente inocente, pero de darse a conocer que realmente es culpable, ellos asumirán las responsabilidades encargadas a el estudiante J, ya que este es un menor de edad.
Capítulo 1 Abrió sus ojos de golpe aquella calurosa mañana de Julio, se encontraba en su cama con las ropas del día anterior aun puestas, del cansancio ni se había molestado en ponerse al menos su pijama, ni mucho menos por lo menos acomodarse de una forma más cómoda para su cuerpo, o incluso arroparse con sus sabanas, aunque esto era completamente innecesario, debido al clima tan exasperante que con el simple hecho de respirar ya botaba miles de gota de sudor por todo su delgado cuerpo. Se mantuvo unos cuantos segundos mirando el techo de su pequeña habitación, antes que de un salto se pusiese en pie para empezar otro día más similar al anterior. Su cuarto no era muy lujoso, era tan simple como ella, cuatro paredes completamente blancas, una ventana que mantenía cerradas y cubierta con unas cortinas azules, en la esquina más remota de toda la estancia que no era sino a varios pasos de ella, estaba su escritorio repleto de toneladas de libros y cuadernos del instituto, aunque después de tanto tiempo sin tocarlos por las vacaciones de verano era probable que estuvieran repletos de polvo. Junto a su cama había un pequeño armario de madera que su padre le había obsequiado varios años atrás como regalo de navidad para que así ya no tuviesen que compartir el armario de él, lo cual era bastante incomodo a la hora de vestirse. Tomo la primera toalla que encontró en el armario, y se dirigió un tanto soñolienta hacia el baño que compartía con su padre, el cual era el único a decir verdad. Su casa era quizás aún más pequeña que su habitación, al salir al pasillo se encontraba el cuarto de su padre, y a mano izquierda estaba el diminuto baño, con el cual si se movía descuidadamente se podía llegar a golpear con el lavamanos, y el retrete e incluso con la regadera y salir de allí con miles de contusiones. Pero ese no era un gran problema para ella, ya que había vivido en ese lugar desde que tenía memoria, nunca habían tenido intención de cambiarse a otro lugar más cómodo, su padre era feliz allí y ella también. Al salir del pasillo un tanto estrecho se encontraba la cocina, que era también sala de estar y comedor, en donde se encontraba en el centro un diminuta mesa de madera donde comían todos los días mientras veían las noticias en un viejo televisor que reposaba en una esquina al lado de la puerta de entrada y salida del apartamento. Se apresuró veloz como un rayo a escabullirse a su habitación antes de que su padre saliera y la viera en toalla, a su edad era bastante incomodo que su padre la viera de esa forma, aun cuando eran una familia, ya no era una bebe. Tomo el uniforme de su primer empleo del día, y respirando profundamente para darse fuerza para seguir adelante con todo lo que debía hacer para mantener a su familia en pie, se vistió. Gu Hye Rin, sí. Esa era la chica escuálida, ojerosa y pálida que se observaba frente al espejo de su cuarto. Tenía 16 años, y próxima a cumplir los 17, Era excelente en el instituto, la segunda mejor de todo el campus, de no ser porque su mejor amigo Jung Sa Jin siempre le tomaba ventaja quedando en primer lugar de alguna manera inexplicable, ya que este era un completo vago desde su punto de vista. Era buena en los deportes, buena trabajando, buena haciendo cálculos, buena aprendiendo otro idioma, buena estudiando, buena en todo lo que se pudiese imaginar, menos en relacionarse de la manera correcta con la gente de su entorno, y el ser una chica “atractiva”. Era un poco más alta que los estándares establecidos para su edad, no tenía un gran cuerpo, y la mayoría de la ropa que compraba le quedaban holgadas así fuesen la talla más diminuta para la gente de su edad, odiaba usar maquillaje con toda su alma así que gran parte del tiempo estaba completamente desarreglada, y poco llamativa a la vista de los chicos, aunque de vez en cuando le gustaba ponerse algún tipo de bálsamo en los labios, aunque eso no era muy habitual. Su cabello era un desastre al igual que su figura, este era negro como el carbón con ciertos visos azulados -haciendo juego con sus ojos cafés-, este le caía hasta las caderas completamente liso como cualquier chica desearía, sin embargo ella lo odiaba, mas desde que se le había ocurrido a su padre cortárselo, así que lo había dejado hecho un desastre y había tenido que mandárselo a arreglar, obteniendo como resultado un estúpido flequillo que no sabía cómo manejar a su favor. Así que en pocas palabras Gu Hye Rin, no tenía nada que fuese de admirar excepto su cerebro. “Buenos días, papá” Saludo cortes cuando se encontraron de frente en el pasillo, mientras Gu Hyun Sub salía de su habitación dispuesto a bañarse. “¡Oh, Hye Rinieeee!” chillo emocionado saltando a abrazarla. “¿Ya iras a trabajar?” “Si…” contesto con mala cara, apartándose del contacto. “Volveré para ayudarte en la tarde, te llamare.” “¡Que te vaya bien!” Grito dejándola sorda por completo aun cuando se encontraba en la sala apunto de marcharse, de inmediato la chica puso sus ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír ante la alegría de su padre. Gu Hyun Sub siempre había sido de esa manera tan extraña desde que recordaba, era un gran padre, había dejado sus estudios para montar un pequeño supermercado en el primer piso de aquel lugar en el que vivían después de que su madre los abandono por otro hombre, o eso era lo que su padre le había contado siempre, ya que ella no sabía nada de su madre, no la recordaba, ni tampoco había visto una foto de ella nunca, pero según Gu Hyun Sub, era idéntica a ella, no obstante no podía dar crédito a ello. Con el transcurso de los años el negocio de su padre, se había convertido en un negocio rentable que les había permitido muchas cosas a ambos. Sin embargo, para Hye Rin no era suficiente, así que a pesar de que trabajaba con su padre fuertemente todos los días después de clases hasta altas horas de la noche, cuando estaba en vacaciones, tomaba de dos a tres empleos para así ayudar más en el hogar. Aunque Gun Hyun Sub nunca se quejaba, ella sabía perfectamente que había deudas que pagar, por ende se esforzaba de tal manera tan exagerada, y Gun Hyun Sub nunca se quejaba de ello, solo la dejaba ser. Su primer empleo solo duraba hasta las 12 del mediodía, pero era quizás el más agotador de todos. Era el exasperante envió de domicilios, no tenía que esforzarse mucho ya que tenía su propia moto, la cual era prestada por la empresa, sin embargo el único problema era el tipo de gente al que debía entregarles las cosas que necesitaban en cualquier parte de la ciudad, había pasado por todo tipo de personas, desde los prestamistas quienes la obligaron a cantar mientras dejaba su entrega, hasta los frikis que habían intentado explicarle el mundo de los videojuegos mientras les entregaba el paquete de chucherías que habían ordenado, e incluso un grupo de religiosos quienes habían pensado que era la persona que daría la predica del día, habían pasado muchas cosas que la dejaban agotada día tras día, y que le mostraba lo aterradora que podía ser la gente. Aquel día no había sido muy diferente a los anteriores mencionados, había pasado por la casa de un sadomasoquista para empezar, quien no se controló ni un segundo para intentar convencerla de que jugara con él y su látigo, también había tenido que soportar los gritos de un niño por una equivocación en su pedido, y el regaño de su madre, y definitivamente las cosas no parecían mejorar cuando llego el final de su día, en su último domicilio se le pusieron los pelos de punta. Al principio el hecho de recoger un perrito –de raza bichón boloñés- a una tienda de mascotas había parecido normal, e incluso el montón de condimentos, y verduras que había tenido que comprar, pero lo aterrador llego cuando se plantó frente a la casa de quien había pedido sus servicios. Apenas todo el timbre, un chico con el torso completamente desnudo, y una simple pantaloneta fue el que la recibió, en su mano tenía un cuchillo cubierto en sangre, lo cual hizo que su corazón se acelerara, odiaba la sangre. Cuando era pequeña se desmayaba al verla, con el tiempo lo había superado, pero el temblar y el sudar frio era algo que no había podido superar. “S-su entrega…” tartamudeo. El chico parecía de unos veinte y tantos, era muchísimo más alto que ella, el simple hecho de mirarlo a la cara le producía un increíble dolor de cuello, su piel era blanca como la cal, su cabello rosaba el rubio cenizo, más bien parecía que fueran canas, sin embargo no se le veía mal en absoluto. Lo hacía ver más atractivo, más con sus ojos de un tono verde indescriptible, era como una mescla del color del pasto, con el amarillo de los pétalos de los girasoles, no estaba muy segura de ello, pero eran demasiado intensos como para poder verlos tan fijamente durante mucho tiempo. “Muchas gracias” sonrió el chico buscando entre los bolsillos de su pantaloneta el dinero. “No fue nada, es mi trabajo” susurro poniendo al cachorro en el suelo para que entrara a el apartamento, el chico le entrego el dinero sin borrar su cálida sonrisa que le provocaban unos tiernos hoyuelos en sus mejillas, Hye Rin tomo el dinero un poco atolondrada. “¡Hay va, Coco!” grito el chico a sus espaldas. “¿Comienzo a cortarlo?” grito como respuesta un hombre de voz gruesa en su interior, dejando a la chica hecha de piedra. ¿Se comerían al perro? No era quien para juzgar lo que comía la gente, pero aquello era atroz, sin embargo no podía hacer nada, débilmente le entrego las bolsas al chico quien la miraba burlón ante su expresión aterrada. “Habla del pescado… No del perro” Rio el chico guiñándole un ojo, ella asintió no muy segura de esto pero no podía hacer mucho así que lo único que pudo hacer fue despedirse mientras rezaba por dentro a que nada malo sucediera con el cachorro. El resto del día se mantuvo muy poco tranquila, aquel chico extraño la había dejado inquieta sobre el pobre perro, podía confiar en que estuviera bien por las palabras de su dueño que parecían sinceras, pero esto no era algo que fuese seguro, así que mientras trabajaba con su padre se había podido notar un tanto preocupada por el canino, no podía cesar de tener pensamientos distractores, en los que los dos extraños hombres hacían estofado de perro o quizás una sopa de perro, no estaba segura de que se pudiese hacer con la carne de perro, y la verdad no le interesaba saberlo en absoluto. “Hye Rin…” la llamo una voz familiar tras suyo, despertándola de sus ensoñaciones mientras limpiaba la ventana del local. “¡Young Mi!” chillo la chica volteando de inmediato al reconocer a la dueña de aquella voz melodiosa, quien se aproximó a toda prisa a brindarle un fuerte abrazo. “¡Tanto tiempo sin verte!” “¡Lo sé, Hye Rin! ¡A pasado casi una eternidad desde que te vi la última vez!” “¡Se vieron ayer, par de enanas!” Grito Hyun Sub desde la caja registradora, el cual las observaba estupefacto. “¡Cállate!” gritaron las dos al unísono dedicándole una mirada furiosa. Hyun Sub de inmediato rompió a reír, estaba acostumbrado a aquel espectáculo diario común entre ellas dos desde que eran pequeñas, siempre habían sido las mejores amigas; Gu Hye Rin y Cha Young Mi eran como el Ying y el Yang, como el agua y el aceite, tanto en su forma de actuar, pensar y físicamente pero las dos se complementaban aun cuando su hija tenía solo 16 y su mejor amiga 19 años. “¿Qué te trae por aquí?” pregunto Hye Rin emocionada de verla tan esplendida como siempre. Adoraba a su mejor amiga como a una hermana, era su guía, su apoyo y quien más la cuidaba después de su padre. Cuando esta había entrado en la universidad había sido un poco difícil verse muy seguido, sin embargo gracias a que vivían solo a dos casas de distancia las visitas ocasionales de ella eran pan de cada día. “Vine porque te tengo una propuesta, increíble…” susurro la chica agitando su corto cabello café con una de sus manos dándole un toque de picardía a su frase. “¿Qué tipo de propuesta?” “¿Qué te parecería si tenemos una cita doble?” propuso con una sonrisa. “¿Young Mí, sabes que te estoy escuchando desde acá?” gruño Hyun Sub quien no les había quitado la mirada de encima en ningún momento a pesar de estar atendiendo a su fila de clientes apresurados por pagar. “¿Cuál es la regla número uno de esta casa?” “¡Nada de chicos!” contestaron las dos moviendo su cabeza de un lado al otro a la par. “¡Nada de citas!” “Pero la cuidare, señor Gu. ¡Lo juro por mi vida!” grito la chica con sus ojos grises brillando en su máximo esplendor, dándole un toque de dulzura. “¿Y quiénes son los chicos?” quiso saber Hye Rin un tanto curiosa. “Recuerdas ese chico que te mencione la última vez, el que estaba en música en mi universidad y estábamos saliendo… pensamos que sería bueno que te conociera así que para que no fuese tan extraño salir los tres, pues le pedí que llevara a su hermano mayor no tiene mucho más años que él, así que se llevaran bien ustedes dos.” “Pero… ¿Por qué tiene que ser de esta forma?” farfullo la chica un poco nerviosa con la idea. “Sera más divertido, además nunca has tenido una cita, es la mejor forma de “practicar”” dijo su amiga mientras deambulaba de un lado a otro entre los estantes de los paquetes de papas, tomando unos cuantos de estos en su camino. “Hye Rin, no necesita practicar, Young Mi” le corrió Hyun Sub frunciendo el ceño, formando varias arrugas en su frente al juntar al máximo sus cejas negras. “¿Podrías soltar esas papas? ¡Al fin y al cabo ni las pagaras!” “¡Esta vez las pagare!” rugió la chica poniendo junto a la caja registradora las papas y unas cuantas monedas. “¿Sabes que no te alcanza ni para un chicle?” bufo el mayor tomando de todas maneras el dinero. “Deja ir a Hye Rin… ¿Sí? ¿Si? ¿Si?” “¿Quieres ir?” pregunto Hyun Sub a su hija quien estaba plantada en el mismo lugar en el que la había dejado su amiga varios segundos atrás, estaba petrificada. “Vamos Hye Rin… por favor, hazlo por mi” Rogo su mejor amiga haciendo pucheros a lo lejos. “Está bien, Young Mi” acepto sin pensar en las consecuencias que esto le podría llegar a traer no solo a su vida, sino a todos quienes estaban a su alrededor, quizás ese fue el inicio de las cosas trágicas que sucedieron después de haber seguido la cuerda a la insistencia de su mejor amiga, quizás ese era su castigo de no seguir las reglas de la casa que su padre le había enseñado, quizás fue por esas simples palabras que el destino quiso jugar un rato con su suerte solo por diversión, quizás por ello todos comenzaron a tener giros constantes en sus vidas, sin que los hubiesen previsto siquiera. Song Baek se había acostumbrado con el tiempo a vivir tras las rejas, pues aproximadamente 15 años eran más que suficiente para que sucediera esto, estaba acostumbrado a la asquerosa comida que preparaban de mala gana las personas de la cafetería para ellos todos los días, a las constantes peleas en el patio que formaban los reos solo por diversión, estaba acostumbrado a los castigos que se les imponían cuando hacían algo mal, estaba acostumbrado a las jornadas diarias de limpieza por toda la cárcel, a escuchar uno que otro alboroto sobre que alguien se había fugado, estaba ya tan acostumbrado a las constantes cosas, que nada le sorprendía. Ni si un prisionero se suicidaba, ni mucho menos si entre ellos se mataba. Estaba definitivamente sumido en el más profundo aburrimiento. Aquella tarde de julio mientras releía un viejo libro que le había llevado su madre para que se distrajera un poco, escucho por primera vez en mucho tiempo a sus dos compañeros de celda hablar sobre ese chico que había sido liberado muchos años atrás, y del cual nunca se había vuelto a saber algo de él, o eso pensaban todos. Era demasiado extraño ya que todos lo respetaban a pesar de ser de una edad mucho inferior a la de ellos, sin embargo cuando había llegado a aquel lugar por su delito se había ganado el respeto de todos y más el de él. Había sido su guardián y protector en toda su estadía allí, así que escucharlos hablar de una forma tan sucia e hipócrita del muchacho le exasperaba. De forma muy evidente se notaba que les hacía mucha gracia que Park Hae Byung aun buscaba la forma de vengarse sobre todo lo ocurrido en el pasado, aun estando en la cárcel; pero todos sabían que sus intentos ridículos siempre habían sido totalmente fallidos hasta el momento y no era impensable suponer que apenas este fuera dado en libertad en unos meses lo primero que fuese a hacer seria buscar aquel muchacho tan amable, quizás para asesinarlo antes de morir. “¡Preso 0919!” lo llamo un guardia golpeando con su bolillo la puerta de hierro. “Tiene visita” “¿Esta seguro que soy yo?” pregunto confundido dejando a un lado su libro sobre el suelo “Ya tuve mi visita de la semana” “¡Salga!” ordeno el hombre desde el pasillo. “Si, señor” Sus compañeros lo miraron extrañados desde el suelo donde se encontraban sentados jugando póker, detuvieron su juego por unos instantes mientras Baek salía de aquel cuarto diminuto y lo esposaban pero apenas desapareció de su vista continuaron con su partida como si nada hubiera sucedido. Caminaba tímidamente por el pasillo completamente gris, que se convertía en algo más tenebroso con cada paso debido a las miradas feroces de los reos clavadas en el atreves de las rejas de hierro, e incluso sus palabras subidas de tono e irrespetuosas le ponía los nervios de punta, pero lo mejor era ignorarlos. “¿Podría decirme quién es la persona que me visita?” “¿Quién soy yo para conceder tus peticiones?” refunfuño el guardia frunciendo el ceño. “Solo sé que te pondrás muy feliz cuando lo veas.” Sus palabras se quedaron por unos minutos repitiéndose en su cabeza buscando entre sus amistades cuales le haría feliz de ver, y solo podía pensar en una concreta. Al doblar la esquina para tomar el pasillo de la derecha en dirección a la sala de visitas, pudo vislumbran en la oscuridad de aquel lugar a Hae Byung, siendo empujado por un guardia mientras lo reprendía a gritos ensordecedores. Baek respiro profundamente al resignarse con el hecho de que Hae Byung tendría que pasar junto a él, ya que iba en la dirección opuesta, quizás al cuarto de castigos. Sintió desde mucho antes de que sus hombros se rosaran levemente como este hombre varios centímetros más alto que el, y millones de veces más musculoso que su menuda figura, lo asesino prácticamente con su mirada. Esos ojos negros llenos de odio le transmitieron las mil y una formas de acecinarlo en un instante, sin embargo el hombre lo único que hico fue dedicarle una sonrisa sádica bañada en sangre por los golpes que había recibido del guardia, una sonrisa que le helo todo su cuerpo. “Otra vez ataco al preso 1112 porque le gano en un estúpido juego” comento el guardia junto a él. “Siempre hace lo mismo, lo tiene como una bolsa de boxeo.” “Si sigue así es probable que los de arriba no lo dejen salir de aquí así este enfermo” Baek asintió en afirmación a aquellas palabras, esperanzado en lo más profundo de su ser de que esto se convirtiese en una realidad. Así estuviera Hae Byung en su lecho de muerte, tener al menos la más mínima posibilidad de pisar el exterior, alguien como él no se lo merecía. Cuando llego a la sala de visitas, el guardia soltó sus esposas para que pudiese estar más cómodo, cerró la puerta tras de el con seguro como si se le fuese a ocurrir la estúpida idea de escaparse como cuando era joven. Soltó un imperceptible bufido al recordar lo estúpido que había sido en esa ocasión, levanto su mirada al recordar porque estaba allí y para su sorpresa se quedó unos segundo estupefacto al ver a Lee Kyu Jae sentado al otro lado del cristal mirándolo con una amplia sonrisa. “¡Hermano!” grito Baek anonadado con su presencia. “¡Hyung!” sonrió Kyu Jae mientras lo seguía con su mirada mientras se sentaba en la silla de plástico al otro lado. Hacía más de seis meses que no se veían aproximadamente, habían cambiado tan solo una pisca, más Baek que Kyu Jae, ya que este tenía el cabello rizado por la humedad del lugar, además su melena le llegaba casi hasta los hombros, y ni hablar su barba. Realmente su Hyung era demasiado descuidado con su imagen como siempre. “¿Qué tal estuvo tu viaje al extranjero?” “Bastante bien, ahora tengo un nuevo empleo, empezare a principios de agosto.” “¿Qué harás?” “Seré profesor” contesto muy serio ganándose las carcajadas estruendosas de Song Baek. “Vaya, realmente nunca lo espere de ti.” Susurro cuando se hubo calmado un poco “Estoy orgulloso de lo mucho que has crecido, pequeñín” “Ya no soy un pequeñín, mira hasta tengo canas y todo.” Gruño despeinando su cabello cenizo con sus manos. “¿Qué te ha dicho el medico sobre eso?” pregunto Baek sorprendido. “Que debo dejar de estresarme tanto…” resoplo un tanto enfadado, no es que viviese estresado todo el tiempo, es que las circunstancias hacían que fuese de esa manera sin que el llegara a darse cuenta. “Solo tiene 26 años, Kyu Jae. Vive como alguien de tu edad, no pienses tanto, solo disfruta.” Murmuro Baek con una angelical sonrisa. Durante unos segundo Baek se mantuvo en silencio meditando si debía o no decirle a Kyu Jae sobre Hae Byung, pero al final la mira llena de preguntas del chico le obligo a abrir su boca: “Oye… no sé si debería decirte esto, más cuando estas de esa forma… pero… Hae Byung tiene leucemia.” “¿Eso significa que…?” pregunto bastante tranquilo. “Creo que le darán libertad dentro de unos meses, no se ha dicho nada todavía que sea seguro.” “Nunca lo creí de un tipo así, quizás todos sus males se le devolvieron de alguna forma.” “Tengo miedo que haga todo tipo de locuras cuando este en el exterior, si lo legas a ver solo huye, ¿vale?” “Vale, Hyung lo tendré en cuenta.” Asintió con una amplia sonrisa, que ocultaba por completo su miedo de que un preso como la clase de Hae Byung pudiese salir así fuese por un segundo a la vida normal. “No meterme con ex convictos, lo sé muy bien” “Es malo para la salud.” Se carcajeo Baek, pero esta alegría no duro mucho más tiempo, ya que el guardia no tardo en abrir la puerta y decirles que el tiempo se les había terminado. “Gracias por venir, y dejarme ver tu rostro.” “Siempre que quieras.” “Visítame más seguido, ¿vale?” “Lo prometo” “Ten cuidado, hermano” “Tu también, no te metas en problemas” le pidió Kyu Jae con una mirada suplicante que derretía el corazón de cualquiera que la viese. “Eso es imposible en este lugar, pero hare el intento” Kyu Jae observo con tristeza como el guarda esposaba de nuevo a Baek, y se lo llevaba lejos de su vista al cerrar la puerta con brusquedad, tomo un largo trago de aire para que las lágrimas no se desbordaran de las comisuras de sus ojos, él era un adulto hecho y derecho, llorar por este tipo de cosas a las cuales ya debía estar acostumbrado después de tanto tiempo, no era normal. Pero no podía evitar ver a Baek de esa manera, en ese lugar, no obstante no había nada que pudiese hacer para cambiar las cosas por mucho que lo intentara. Cuando el chico de cabellos blancos salió al exterior, sintió lo agradable que era sentir el sol sobre su piel, y el viento acariciar cada rincón por el que pasaba; deseo por primera vez en su vida, poder compartir algún día junto a Baek una sensación de ese tipo de nuevo. Por cosas mágicas del destino su destartalado celular comenzó a sonar interrumpiendo su gran momento de tranquilidad existencial, rebusco en el bolsillo de su pantalón, hasta que dio con él, pero era demasiado tarde ya habían colgado, espero unos segundos y este volvió a sonar de nuevo, indicándole que quien lo llamaba era nada más y nada menos que Kim Tae Mun. “Kyu Jae, es una emergencia necesito que me ayudes” fueron las palabras que alcanzo a escuchar cuando puso el teléfono sobre su oreja. “¿Qué sucede, Tae Mun?” “¿Te acuerdas que te mencione que debía ir a una cita a ciegas con la novia de Hee Bin y él?” “Si, por supuesto” “Sucede que mi jefe me a dejado mucho trabajo hoy y no creo poder alcanzar a ir, ¿podrías ir por mí?” “¿Gano algo a cambio?” pregunto interesado en propuestas de parte de su amigo, con el cual vivía desde que tenía 20 años. “Sacare a Coco por un mes, y hare todo lo que sea necesario de la casa, tú no tienes que hacer anda. ¿Trato?” “¡Trato!” Grito satisfecho “entonces ¿A dónde tengo que ir?” Deambulo por las calles de la ciudad repitiendo una y otra vez la dirección que Tae Mun le había dicho con rapidez antes de colgar, no era difícil de encontrar según la explicación de su amigo, pero a alguien como él, quien era difícil orientarse en una ciudad tan grande como esa, llena de edificios en todas las direcciones que se mirase, era un tanto más complicado que las personas normales. Recordaba con claridad que debía de llegar primero al parque central, de ahí debía caminar unas cuantas cuadras hacia abajo y así llegaba a la nueva heladería con temática ochentera como su amigo le había dicho, encontrar el parque fue tarea sencilla pero el lugar de encuentro real fue algo un tanto más complejo para su cerebro, tanto así que había tenido que llamar a Hee Bin para que fuese a buscarlo, porque estaba perdido. “¿Cómo es posible que lleves viviendo casi 6 años en esta ciudad y aun no sepas ni donde estas parado, Hyungnim?” se quejó Hee Bin revolviendo sus cabellos rojizos de la desesperación. El chico era casi de la misma estatura que él y su hermano Tae Mun, si pudiese describirse era sencillamente la réplica exacta de su hermano mayor solo que con unos cuantos rasgos más finos y aniñados, ambos tenían el cabello rojizo Hee Bin lo acostumbraba llevar rizado, mientras que su hermano mayor era más dado a aplacárselo con el cepillo de tal forma que se le viera completamente liso y perfectamente peinado, ambos tenían los ojos de color ámbar, casi parecían dos gemas preciosas cuando se les veía detenidamente, Hee Bin era quisquilloso, rebelde, y bueno en los deportes mientras que su hermano un tanto más organizado, responsable, y a veces tildado de torpe sin embargo ambos se llevaban de maravilla gran parte del tiempo. “A mi edad es fácil perderse, comprende mi vejez, Hee Bin” “No estas viejo solo aparentas estarlo” gruño el chico cruzándose de brazos mientras caminaban a la par en dirección a la heladería. “¡Si lo estoy! ¡¿No ves mis canas?!” rompió a reír ante la expresión malhumorada del menor. “No es divertido” Kyu Jae suspiro completamente resignado con la actitud del chico, sabía que no era muy gracioso que digamos en ningún sentido, más bien era visto como un idiota en algunos casos, quizás para la gente de menor edad que él era un completo retrasado mental, pero aun así intentaba dar lo mejor de sí para acoplarse a las personas, pero de alguna forma no encaja, ¿quizás era él? ¿O quizás eran las personas? Detuvieron su camino al encontrarse con dos señoritas muy bonitas, no obstante pudo percibir de inmediato que definitivamente el único que no encajaba allí era él. “Chicas, él es Kyu Jae” lo presento Hee Bin “Mi hermano no pudo venir así que envió al chico que vive con nosotros, es nuestro sirviente.” “No lo soy, cállate” “Soy Cha Young Mí, la novia de Hee Bin” se presentó la chica más baja de las dos, tenía el cabello por los hombros completamente liso, llevaba un espectacular vestido negro que se ceñía a su cuerpo, y sobre este una elegante chaqueta de cuero que relucía tanto como sus zapatos. De inmediato Kyu Jae noto que por su aspecto, su forma de mirar, su forma de hablar un tanto más madura para su edad, se veía a simple vista que era definitivamente el tipo de Hee Bin. “Ella es Gu Hye Jin” dijo señalando a la chica pálida junto a ella, quien era completamente opuesta, parecía una muerta viviente, daba miedo solo acercarse, sin embargo se percibía un cierto rubor en sus mejillas que indicaba que solo se sentía un poco tímida con la situación, dándole un toque dulce a su rostro, no era fea, para anda, era bástate guapa, solo que su forma de vestir un tanto nada sexy y su poca autoestima en su mirar dejaban mucho que desear, quizás con una pizca más de esfuerzo lograría ser mejor que su mejor amiga conquistando chicos. “Un placer” farfullo la chica débilmente extendiendo su mano para saludar a Kyu Jae, este la tomo sin dudarlo ni un segundo y le dio un cálido apretón que hizo que la chica lo mirara un poco asustada. “¡Vamos a llevarnos bien, todos!” Aplaudió Young Mi muy contenta. El grupo de nuevos amigos entraron en la heladería donde las chicas eligieron la mesa junto a la ventana, era el lugar idóneo para comenzar una charla para conocerse un poco mejor entre todos, podían hablar un tanto y a veces observar el exterior cuando estuviesen muy aburridos. Mientras la mesera en patines les llevaba sus pedidos, la charla paso de un tema a otro dando saltos inesperados cada segundo, primero hablaron de sus edades donde ambas chicas dijeron que eran de 19 años, aunque Kyu Jae no estaba muy seguro de que esto fuese completamente cierto, hablaron de sus películas favoritas, de la canción que más les gustaba, o incluso el último libro que habían leído. Descubriendo de esta manera que la chica llamada Hye Rin y Kyu Jae tenían gustos muy similares en algunas cosas, como la vieja película: “Posdata, te amo”, o la canción de Bon Jovi: “Como yo nadie te ha amado”. “Creo que tú y yo podríamos llevarnos bastante bien, incluso podríamos salir de nuevo en alguna ocasión” comento Kyu Jae de manera precipitada mientras comía su copa de helado de fresa, todos de inmediato lo miraron un tanto sorprendidos. “Ella actualmente no quiere un novio.” Susurro Young Mi soltando varias risitas nerviosas. “Podríamos ser amigos, no exactamente novios. ¿No te parece?” Sonrió Kyu Jae dedicándole una mirada cómplice a la chica, quien se puso roja como un tomate. “¿A-amigos?” Balbuceo torpemente antes de tomar un poco de su malteada de vainilla. “N-no estaría mal…” Kyu Jae al escuchar esa forma tan peculiar de hablar, sintió un extraño deja vu, estaba seguro de que a aquella chica era la primera vez que la veía, pero algo en su interior le decía que no era verdad. “¿Es verdad que tienes dos trabajos, Hye Rin?” pregunto Hee Bin interesado en la respuesta de la chica. “S-si, en las mañanas entrego domicilios, y en la tarde trabajo con mi papá en el supermercado” “Debe ser divertido.” “Ni lo creas, que días conoció a un tipo que quería cocinarse a su cachorro, y también gente loca que quiere obligarla a hacer cosas obscenas.” Le corrigió Young Mi poniendo una cara cargada de preocupación por lo difícil que debía ser para su amiga, pero de alguna forma esas palabras hicieron que Kyu Jae recordara lo que necesitaba. “Debe ser aterra…” corto su frase al observar la cara de la chica esa expresión aterrada, esa mirada de cachorro asustado, su forma de fruncir los labios en una diminuta línea, era la chica de la última vez que había llevado a Coco a casa “Tu…” rio Kyu Jae realmente sorprendido con las coincidencias de la vida, la chica de cabellos negros lo miro extrañada. “¿Nos hemos visto en algún otro lugar?” pregunto Hye Rin. “¡La chica que trajo a coco!” contesto Kyu Jae dedicándole una sonrisa de oreja a oreja que causo que se le marcaran los hoyuelos de sus mejillas. “¡El señor cocina perros!” chillo Hye Rin espantada al reconocerlo. “¿Ustedes ya se conocían?” Pregunto Hee Bin lanzándose miradas con Young Mí, quien no entendía en absoluto lo que estaba ocurriendo. “¡Te dije que Tae Mun solo quería cortar el pescado, no a Coco!” grito Kyu Jae fingiendo enfado en su expresión. “¿Hyung quería cortar a coco?” “No, Hee Bin, ella lo mal entendió todo.” “Pero… El cuchillo, y los vegetales extraños…” balbuceo la chica en busca de que creyeran en lo que decía. “Solo estábamos cocinando pescado, a Tae Mun le gusta comprar las cosas más rebuscadas del mercado” explico el mayor sin poder borrar su risa burlona de su rostro. “Eso es cierto, además Coco es como un hijo para nosotros, no lo podrían cocinar y servirlo de cena, seria asesinar a alguien de la familia” asintió Hee Bin muy serio. “Lo siento” se excusó “Malentendí todo, lo siento” “Eres muy divertida, Hye Rin” La chica completamente avergonzada continuo bebiéndose su malteada el resto de la velada, mientras que el chico frente a ella no dejaba de mirarla con una sonrisa que te robaría el aliento con solo verla, sus ojos verdes la tenían hipnotizada de alguna manera que no alcanzaba a comprender su cerebro, más su forma tan atractiva de verse tan casual, con su cabeza apoyada sobre una de sus manos mientras se comía su helado pacíficamente. Quizás tendría unos 10 años más que ella, no obstante era tan apuesto que era imposible no sentirse intimidada con su forma de ser, era alegre, un poco tonto en ocasiones, pero en todo momento alguien muy amable, te hacía sentir como parte de su vida aun cuando era la primera vez que lo veías. La cita doble se extendió inesperadamente hasta la casa de las chicas, ya que los dos caballeros se ofrecieron a llevarlas hasta sus respectivas residencias que lógicamente era en el miso sector, así que mientras Hee Bin se despedía de su novia dos casas más allá del supermercado, Kyu Jae y Hye Rin se quedaron plantados el uno frente al otro en la calle observándose en silencio durante unos instantes que parecieron infinitos. “Fue interesante esta cita, aunque no pude estar contigo mucho tiempo como una verdadera cita” murmuro un tanto deprimido en su tono de voz. “No es necesario” sonrió Hye Rin “Fue agradable de esta manera” El chico la observo durante unos segundos con cierta ternura, realmente no era una chica de su tipo pero algo en ella lo tenía tan atrapado de forma sobrenatural que no pudo evitar decir mientras se rascaba la cabeza, un tanto apenado: “¿Te parece bien si intercambiamos números?” “Creo que está bien, ¿no me cocinaras ni nada por el estilo verdad?” “No lo creo.” Kyu Jae veloz como un rayo le entrego su celular a la chica para que esta anotara su número, el cual rogaba por dentro fuese el verdadero y no uno falso para evitarlo, esta escribía los números lentamente mientras le dedicaba una que otra mirada nerviosa. A penas la chica le regreso su teléfono con el contacto guardado, este la llamo para asegurarse de que no lo hubiese engañado, para su felicidad, el celular de la chica comenzó a sonar de inmediato dejando su número guardado al colgar. “Vamos, Hyungnim ya es tarde” dijo Hee Bin pasando por su lado a toda prisa “Adiós, Hye Rin” se despidió agitando su mano por el camino. “Espero volverte a ver, amiga.” Susurro el chico metiéndose sus manos en los bolsillos del pantalón, ella asintió con una sonrisa antes sus palabras, y observo con los labios sellados, como Kyu Jae se giraba un poco vacilante para marcharse, pero de la nada, antes de que diera un paso para alejarse, regreso rápidamente y sin que ella pudiese reaccionar por lo menos para apartarse, el chico le planto un delicado beso en la mejilla. “Adiós, repartidora.” Se quedó allí de pie sin poderse mover, sin siquiera poder respirar con normalidad, ni mucho menos poder controlar los latidos enloquecidos de su corazón. Sentía de alguna manera aun el leve calor de sus labios sobre su piel, solo había sido un pequeño rose, pero este había sido una marca permanente que no se borraba de su rostro. “¡¿Te dio un beso?!” chillo Young Mi a través del teléfono. “Si…” “¡No hables más con ese chico, es demasiado grande para ti, podría ser tu papa!” “Vale, Young Mi” “Escúchame bien Hye Rin, tengo un mal presentimiento sobre esto, no hables con él, no le recibas las llamadas, ni le respondas los mensajes, ¿Ok?” “Ok…” acepto la chica un tanto insegura de que pudiese hacer aquello. Esa noche bajo el caluroso clima de Julio, por primera vez en su vida sintió que hacerle caso a su mejor amiga no era lo que realmente quería. Deseaba hacer lo que su corazón le indicaba, quería dejarse llevar por algo que no era exactamente racional, anhelaba saber hasta dónde podía llegar, quería descubrir por su cuenta si era el camino correcto o no. Lo único que nunca pensó en ese instante fue lo peligroso que sería esa decisión que había tomado. Estoy en casa, Coco y yo te mandamos unas buenas noches. Dulces sueños, repartidora. Con cariño, el cocinero de perros.
Aviso: dado que los capítulos de esta historia son muy largos, he decidido que solo publicare dos capítulos por semana, uno el lunes y el otro el domingo. :O Capítulo 2 Me he despertado muy temprano para comenzar mi trabajo con las mejores energías. Espero sea un día igual de productivo para ti también. Con aprecio, la repartidora de perros. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Desde que había conseguido aquel apartamento, lo único que le gustaba hacer cada noche después de llegar de su estresante trabajo, era pararse con una copa de vino frente a la gran ventana que tenía su sala de estar. Shin Neul Ra, vivía en el último piso de aquel rascacielos, desde allí podía ver como la cuidaba bajo la luz de la luna se llenaba de intensos colores todos los días, como los autos se movían de un lado a otro por las calles, e incluso sentía como podía llegar a tocar el cielo, aunque esta un estuviese demasiado lejos de sus manos. Bebió un largo trago de su copa, llenándose la boca de ese líquido tan amargo que relajaba cada una de las partes más remotas de su ser, sin poderlo evitar acariciaba mecánicamente con su mano libre un mechón de su cabello dorado, se sentía un poco extraña desde que se lo había teñido, sin embargo le gustaba como se veía su reflejo en el espejo, se sentía demasiado hermosa, el tono resaltaba los rasgos delicados de su rostro, sus grandes ojos cafés, y sus pequeño labios rojos, más que todo. Mientras disfrutaba de la tranquilidad de la soledad, su teléfono comenzó a sonar, al ver el nombre de quien provenía la llamada, contesto con un: “¿Encontraste lo que te pedí, Dong Wook?” “Neul Ra, creo que es un poco difícil para mí decirte esto pero...” Susurro al nerviosa voz del hombre de unos 30 años al otro lado de la línea, era normal que siempre estuviese asustado cuando hablaban, ya que Neul Ra era realmente aterradora al estar enfadad, aunque en ese momento no era el caso. “Deberías resignarte con buscarlos a ambos, Soo Nam ni ha sido encontrada por la policía en todos estos 12 años, ni mucho menos se ha sabido algo de Sa Min desde que fue liberado, es como si se hubiese desaparecido todo tipo de información sobre los dos. Para la policía y la sociedad ambos están muertos de alguna manera” “O quizás alguien borro todo información de ello.” Le corrigió la chica pensativa analizando más detenidamente sus palabras. “No puedo asegurarte nada, Neul Ra” dijo Dong Wook con su voz temblorosa, regalándole a Neul Ra la oportunidad de imaginárselo sentado en la silla de su despacho muerto del pánico mientras hablaban. “Lo único que puedo decirte es que te rindas con ello, no hay forma de encontrarlos, se esfumaron del mapa, se los comió la tierra, olvídalos ¿sí?” “Estaré en el país en unas semanas, espero que al menos tengas algo más interesante que decirme cuando vaya a visitarte, tienes tiempo detective Han.” Comento la chica rápidamente para cortarle con sus quejas, las cuales eran constantes. Observo un tanto pesarosa, la estancia a sus espaldas, algunas cosas ya estaban en sus respectivas cajas, y otras cuantas estaban totalmente desordenadas sobre el sofá de cuero. “Neul Ra, por favor no me hagas esto…” suplicaba como niño pequeño “He desperdiciado casi dos años, y aun no tengo ni una sola pista” “Has un buen trabajo, Dong Wook.” Musito Neul Ra bastante divertida con el sufrimiento del mayor, sabía que no era algo muy sencillo lo que le había encargado; ya que ni la policía había podido con aquello, pero estaba segura que él sabría manejar lo que le encargara, de lo contrario no sería el detective más solicitado. “Confió en ti” dijo con una sonrisa burlona antes de colgar. No es que a ella le gustase ponerle las cosas de esa forma tan ardua, pero con cada segundo que pasaba estaba aún más segura de que estaba a miles de pasos atrás de esos dos, sentía como si nunca pudiese encontrarlos. No importaba cuanto esfuerzo pusiera de su parte, ni cuanto trasnochara el detective Han, cuando sentían que habían encontrado la más diminuta pista para saber su ubicación, de repente las cosas se truncaban en su contra, y parecía que estaba de nuevo en ceros, como si todo el tiempo vivieran caminando en cirulos, pero no se daría por vencida, si Dong Wook no daba con ellos, ella misma los buscaría así tuviese que viajar de rincón del mundo, definitivamente debía encontrarlos a los dos. Debía hacerlo sin lugar a dudas, de lo contrario no podría morir tranquila. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Ambos se habían mantenido en contacto casi todos los días, no eran mensajes a cada minuto como Hye Rin se había esperado, pero a veces un simple buenos días, un breve comentario sobre lo que estaban haciendo, unos tiernos deseos para que pasara un feliz día, o unas gratas buenas noches, eran más que suficiente para la chica, quien por primera vez en tanto tiempo podía hablar de esa forma con otras personas que no fueran sus dos únicos amigos, y su padre. Por lo general era siempre Kyu Jae el primero en enviar varios textos al día uno en la mañana diciéndole que se había despertado sano y salvo, otro después de almuerzo con una foto de lo que estaba haciendo, que por lo general era una tonelada de papeles sobre la mesa, o a veces era coco mordiendo su hueso, y el último era al final de la noche, cuando su día por fin había acabado. Hye Rin se había comenzado a adaptar a aquella rutina tan fuera de lo que ella creía era común, sin embargo mantenerla oculta de su padre y su mejor amiga, había sido quizás la tarea más complicada de todo el resto de las vacaciones. Había tenido varias experiencias catastróficas en las que Young Mi por accidente había tenido la oportunidad de descubrir su relación con Kyu Jae, aunque no era en si una relación más allá de una simple amistad, si es que así podía llamarse, no obstante sabía muy bien que a su mejor amiga no se le podía mentir, incluso podría ser una razón para que esta empezará a desconfiar y su amistad se dañara por completo. Así que aunque había sentido ganas de decirle la verdad, sentía que lo mejor era permanecer de esa forma, en completo silencio. Su padre por otro lado sabía que algo estaba ocultando; ya que a horas exactas estaba siempre observando su celular a la espera de ese pitido que le indicaba que tenía un mensaje nuevo, el hombre se había mantenido en silencio, completamente ajeno a lo que sucedía, porque pensaba que su hija tenía derecho a la privacidad, por ende después de varios días había tomado la decisión de ignorar los hechos. Desde mañana oficialmente seré profesor de una escuela de preparatoria. ¿Y tú cuando empiezas clases, en la universidad? Saludos, del chico hambriento que no tiene ningún perro que cocinar. PD1: Coco se fue con Tae Mun a buscar la cena. Hye Rin leyó a toda prisa el mensaje que había recibido segundos atrás mientras barría el local, estaban a punto de cerrar, y así como su padre hacia el inventario y las cuentas, ella debía limpiar y reorganizar todo, pero esto se le estaba volviendo cada día más demorado por culpa de Kyu Jae. Dejo su celular a un lado sobre los estantes de la leche para bebes, mientras analizaba una y otra vez las palabras del chico pensando en que era lo correcto para responder. Kyu Jae pensaba que tenía la misma edad que Young Mí, lo cual no era cierto, pero ella no se había molestado en decirle la verdad, ni que aun iba al instituto, lo único que era cierto es que sus vacaciones se habían acabado, y aquel era el último día de estas. Después de terminar de pasar la escoba por cada rincón para sacar la mugre, tomo el trapero y veloz como una bala paso pasillo por pasillo dejando todo reluciente como solo ella podía hacerlo. Había esperado en lo más profundo de su ser que ella y Kyu Jae se pudiesen ver en alguna otra ocasión después de la cita, pero nunca se había dado la oportunidad, ni llevando domicilios ni mucho menos proponiendo la idea, debido a que sabía que el mayor no tenía tiempo para ella, o eso creía; ya que él nunca había dicho nada sobre salir en ningún momento desde que empezaron a escribirse. ¡También mañana! Att: La chica que ya no podrá ser repartidora, hasta las próximas vacaciones. Fue su simple respuesta. Se mordió su labio inferior un poco impaciente a que el chico contestara, observo la pantalla de su celular caminando sin cesar de una esquina a otra, ganándose por esto la mirada estupefacta de su padre quien puso sus ojos en blanco y continuo contando los billetes de la caja. En cuestión de segundos tenía un nuevo mensaje: Eso es genial, al final nunca supe que estudiabas. PD: Ya tengo comida, y no es un perro. PD2: ¡Eres libre de la gente extraña por fin! Había metido la pata, mordió sus uñas sin poder controlar su ansiedad. Tenía que pensar a toda prisa una carrera, una que se acoplara a ella, que fuese tan real al imaginarlas jutas, que no se notara que fuese una mentira. Respiro profundamente y envió lo primero que curso por su mente. Arte… Bellas artes. ¿Enserio? ¡Yo soy profesor de artes! Definitivamente, eres una repartidora con buen gusto. Se sentía fatal mintiéndole, pero ¿Quién en su sano juicio seria a miga de alguien de su edad? No, ¿Quién en su sano juicio seria amigo de alguien como ella? No es que fuese mala persona, ni mucho menos irritante, pero la mayoría de las personas no la querían, ni siquiera se molestaban en conocerla, sencillamente mantenían una distancia prudente cada vez que la veían. Antes de que pudiese contestar, Hyun Sub se plantó frente a ella, sobresaltándola en el acto: “¿Tienes ya todo listo para mañana?” pregunto con una sonrisa. “Si, papá” tartamudeo la chica guardando al instante su teléfono celular en el bolsillo de su pantalón. “Espero que este año seas igual de aplicada, pero por favor intenta no pensar solo en tus estudios necesitas divertirte.” “Si, señor” asintió Hye Rin muy obediente, estaba ya acostumbrada a escuchar siempre las mismas palabras todos los años, su padre sabía que era dedicada en sus estudios solo para obtener la beca en el instituto y para poder tener más oportunidades cuando fuese a la universidad, buscaba la forma de que su padre no tuviese que ayudarle ni un poco con el precio de su educación, ya con todo lo que hacía era más que suficiente. Hyun Sub se cruzó de brazos y arrugo su frente al fruncir el ceño. “¿Qué sucede?” pregunto la chica al ver que su padre se mantenía con la mirada fija a sus espaldas. “Tendremos un robo en 3… 2… 1…” refunfuño dándole a entender de inmediato de quien se trataba. “¡Hola familia!” grito Young Mi saltando a abrazar a Hye Rin por detrás. “¡Young Mi!” dijo dedicándole una gran sonrisa de bienvenida. “¡Mi Hye Rin, está más guapa que nunca!” chillo su amiga pellizcando con delicadeza sus cachetes. “Suéltala, no me la enteques” gruño Hyun Sub tomando los brazos de Young Mí, para alejarlos de su adorada hija. “La verdad el único guapo aquí soy yo” “Papá…” rio Hye Rin avergonzada. Young Mi se quedó sin respiración por unos segundos que fueron imposibles de percibir para los dos que estaban junto a ella, un tanto nerviosa soltó sus brazos del agarre de Hyun Sub, y para ocultar el rubor de sus mejillas comenzó a tomar de los estantes varios snack. “Quiero esto, y esto…” Sentencio “Hoy celebraremos el final de nuestras vacaciones” “¿Acaso eso es algo que se deba celebrar?” refunfuño Hyun Sub. “Mi ley es que todo lo triste se debe celebrar, ¿cierto, Hye Rin?” “¡Si, señorita Young Mi!” secundo Hye Rin a todo pulmón “¿Quieres venir con nosotros papa?” “¿Podrían dejar que un viejo como yo este con ustedes?” “Oh, vamos señor Gu. No se haga el rogado no tiene ni los 40 años, aún usted es muy joven.” “Vale, preparen todo mientras cierro la tienda.” “Lo esperaremos.” Le aseguro Young Mi antes de partir hacia el segundo piso enganchada al brazo de Hye Rin, quien no dejaba de reír. Esa noche mientras su padre y su mejor amiga vivían alcohol, ella tomaba tristemente jugo de naranja, aquella noche mientras charlaban sin parar de las cosas vividas cuando pequeños, ese último día en el que su vida parecía salida un cuento de hadas, pudo ver lo feliz que era, y lo difícil que sería volver a recuperar eso cuando los cabos de su destino, que estaban fuertemente amarrados comenzaron a desatarse para su desgracia. Al otro día debido a que se había quedado hasta muy tarde porque realmente se estaba divirtiendo, la factura de no dormir las horas necesarias se estaba cobrando con todas las de la ley cuando se despertó, se había quedado dormida en la ducha, y ponerse el uniforme sin caer rendida sobre su almohada había sido todo un desafío, en el cual había salido victoriosa. Antes de salir corriendo de su habitación, cepillo su cabello un poco, tomo su celular y le envió un mensaje de buenos días a Kyu Jae, gracias a esto pudo ver que pronto serían las ocho de la mañana, por ende de inmediato cayo en cuenta de que llegaría tarde al instituto. Su padre aún estaba durmiendo y posiblemente estuviera con resaca por todo la cerveza que había tomado, así que sus esperanzas de tener un desayuno decente se rompieron por completo, llevándola a la resignación de comer solo un pan y un poco de leche de la botella. Tomo su mochila la cual reposaba junto a la puerta, porque casi siempre la olvidaba si la dejaba en algún otro lugar y debía devolverse por ella, bajo corriendo las escaleras hasta el primer piso, donde decidió salir por la puerta alterna del local, para no tener que perder más tiempo cerrando la principal. En el callejón tras su casa, guardaban barias cajas viejas, y sus respectivas bicicletas, cogió la suya que era de un bonito color carmesí; ya que sabía que si iba caminando hasta el instituto que no quedaba muy lejos, llegaría cuando la bienvenida que daban todos los años se hubiese acabado. Dejo en la canasta de su bici su pesada mochila mientras se subía con una agilidad sobrehumana, y de inmediato comenzó a pedalear esperando en lo más interno de su ser alcanzar a llegar a tiempo, de lo contrario tendría el primer fallo de asistencia en toda su vida. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Lamento no haberte respondido anoche, estuve con mi papá y mi mejor amiga celebrando el fin de las vacaciones. ¡Bueno días! Con cariño, la chica que va tarde para sus clases. Kyu Jae con su elegante traje caminaba por los pasillos del instituto Him pisándole los talones al subdirector Park, quien era un abuelito que se veía bastante amargado. Había sacado su celular del bolsillo de su chaqueta cuando había escuchado aquel pitido característico que le informaba que era Hye Rin quien le había escrito. Leyó el mensaje un tanto entretenido para sus ojos, y sin poderlo evitar soltó unas risitas, que hicieron que el hombre delante de él se detuviera para dedicarle una mirara diabólica. “Lo siento” se excusó escondiendo su celular tras su espalda. “Realmente odio a la gente joven que trabajan como profesores, no tienen el sentido de la responsabilidad, y la madures que tenemos los viejos.” Refunfuño haciéndole una cara que demostrada el infinito desagrado que le causaba tener que verlo allí de ahora en adelante. “Perdón, subdirector.” “Ni siquiera sé porque el director te acepto, no tienes ni presencia.” Bufo girándose sobre sus propios pies para seguir caminando con cierto aire de superioridad. Aquellas palabras de alguna forma se habían clavado en lo profundo de su corazón, quizás no era el mejor maestro del universo, pero podía lograr grandes cosas si se lo proponía, así que algún día el subdirector se arrepentiría de esas palabras seguramente. Yo llegue a tiempo, pero no alcance a tomar el desayuno que Tae Mun me hizo. Con hambre, el profesor que ha sido regañado por el subdirector por andar con el celular. El subdirector con una expresión de poco amigos, se tomó la sorprendiste molestia, aunque realmente ese era su deber con los nuevos profesores, de mostrarle cada rincón del instituto el cual era bastante extenso, tenían tres edificios que se conectaban entre si formando una clase de u si lo veías desde el cielo. Cada edifico tenía tres pisos en donde en el primero el cual era el principal se concentraban los salones de clase, los casilleros de los estudiantes y la sala de maestros, el segundo que estaba en el medio era el de los salones alteros y donde se encontraban los clubs extracurriculares de los estudiantes, como por ejempló: los de música, arte, teatro, etc. El tercer y último edificio era la biblioteca, la enfermería y la cafetería. Al fondo detrás del segundo edifico se encontraba el teatro que también era un gimnasio cuando estaba desarreglado, y junto a este estaba una pequeña casita que era posiblemente donde guardaban todo lo referente a la clase de educación física. Después de caminar durante casi media hora sin parar, llegaron a la sala de maestros por fin. “Quiero presentarles al nuevo profesor de artes, el señor Lee Kyu Jae” dijo el subdirector con un tono despreciable en su voz. “Cuiden de mi por favor…” murmuro Kyu Jae observando anonadado en todas las direcciones de esa estancia, lo primero aterrador era el montón de papeles y libros regados por todos los escritorios, y lo segundo aún más terrorífico era que en aquel lugar solo trabajaban, hombres. Todos asintieron desde sus puestos como si su llegada les fuese irrelevante, para seguir con lo suyo. El instituto Him desde tiempos remotos, según se sabía el director nunca aceptaba maestras, ya que estas se casaban pocos años de estar trabajando, quedaban embarazadas y lo que seguía después era la rotunda carta de renuncia, así que para que todo fuese más llevadero se había limitado a contratar puros varones. Lo cual era bastante aburrido desde su punto de vista. “Soy Go Yong, un gusto” dijo un hombre carismático de unos 30 años extendiéndole una de sus manos, cuándo se sentó en el escritorio libre el cual quedaba junto a él. “Encantado.” Susurro Kyu Jae tomando su mano con una sonrisa. Go Yong, quien llevaba puesta una sudadera gris, una franelilla blanca y unos tenis bastante sucios, los cuales desentonadas con los demás maestros, podía verse que era el maestro de educación física a veinte kilómetros de distancia. “Go Yong el tutor de la clase 2-A no podrá venir.” Mascullo el subdirector pasando tras de ellos con un gran pasillo lleno de café. “Encárgate de ellos solo por hoy.” “¿Enserio?” rio Go Yong “¡Gracias, Subdirector!” “¿Por qué te emocionas tanto?” Pregunto Kyu Jae extrañado, mientras buscaba entre su portafolio el horario de clases que tendría que dar. “A los más jóvenes nunca se les encarga una clase, al profesor Lee lleva diez años acá y nunca tenido esta clase de oportunidad.” Le explico repleto en dicha. “Yo soy el tutor de la case 3-C” dijo mostrándole el papel que le había entregado el subdirector al llegar, indicándole las tutorías que tendría que dar durante todo el año, dejando al profesor Go con la boca abierta de la sorpresa. “¡Suertudo!” gruño el mayor. “Puede decirse así” Varios minutos más tarde, cuando la campana sonó por todo el campus, los maestros en grupos pequeños se dirigieron al gimnasio unos detrás de otros, por los pasillos pasaban algunos estudiantes a toda prisa, algunos se detenían a dar los buenos días, y otros simplemente seguían su camino. El profesor Go se mantuvo a su lado todo el recorrido, perturbándolo con el palo de madera con el que jugaba haciéndolo girar rápidamente con una de sus manos. “¿Por qué traes eso?” pregunto alejándose un poco para que no saliera lastimado, si al profesor se le iba de las manos el jueguito. “Aun cuando es el primer día de clases hay ciertos estudiantes que se les da por llegar tarde, así que hay que castigarlos” “¿Golpearlos no es demandable?” “¿Quién dijo que voy a golpearlos?” bufo “esto es solo para parecer con mayor autoridad” Kyu Jae no pudo evitar reír por lo bajo ante las ocurrencias extrañas de su nuevo compañero de trabajo. En el gimnasio, los estudiantes formaron grupos dispersos con sus amigos para chismosear sobre sus aventuras de verano, llenando todo el lugar de murmullos sueltos que no se entendían en lo más mínimo al estar todos hablando al tiempo. Algunos se detenían para observarlo admirados al pasar en dirección a la tarima, otros solo le dedicaban una mirada sínica que le ponía la piel de gallina, estaba acostumbrado a toda clase de estudiantes, pero a los que más temía era a los que intentaban con todas sus fuerzas destruir al maestro que detestaban. Kyu Jae gracias al cielo, nunca había tenido que vivir experiencias desagradables, pero si había escuchado muchas historias de maestros que se habían terminado suicidando ante tanta presión. Tomo asiento junto a los demás profesores quienes tenían una cara muy seria, la mayoría hablaban sobre los estudiantes que portaban mal uniforme, o sobre a quienes debían mandar a dirección porque tenían el cabello muy largo para estar allí presentes. Observo con detenimiento como los estudiantes por su propia cuenta se formaban en filas de menor a mayor estatura, dependiendo a su sexo. Los hombres en un lado y las mujeres en otro respectivamente. Poco a poco en todo el lugar se hizo un completo silencio que fue llenado con la voz del subdirector Park, y posteriormente por el himno del instituto. Sigilosamente saco su celular, y comenzó a teclear sin que nadie se diera cuenta de ello: ¿Ya estás en la universidad? El chico aburrido con la bienvenida escolar. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Había dejado su bicicleta bien asegurada en el estacionamiento de estudiantes en primera instancia, luego se había empeñado en correr hasta los casilleros donde había guardado su mochila a toda prisa, para finalmente desplazarse como alma que lleva el diablo por los pasillos, sin importarle que su falta de cuadros vino tinto se levantara con el viento y se le pudiese ver sus shorts, ya que sabía que todo el mundo debía estar en el teatro a esas horas. Cuando logro plantarse sin una gota de aire en sus pulmones a unos pasos de la entrada del gimnasio, pudo ver a su mejor amigo discutiendo con el profesor Go, quien era el que siempre vigilaba los eventos de ese tipo en el instituto, y el que no se molestaba en imponer los castigos a los estudiantes que no llevaban el uniforme completo, los que llegaban tarde, o los que se portaban mal. Respiro profundamente al ver que era la única que acompañaba a su tonto amigo, el cual era habitual que siempre estuviese castigado, aunque de alguna manera mágica este siempre lograba liberarse de todos ellos. Jung Sa Jin era un idiota completo incluso desde que estaban en el jardín, siempre desobediente, y haciendo lo que quería, rompiendo por completo las reglas a donde sea que fuese, aun no entendía como era que después de tanto tiempo se llevasen bien cuando eran dos polos opuesto, quizás era eso lo que hacía que se juntaran aún más. Sa Jin, era una completa varilla, era tan alto como un poste, lo cual le sacaba de quicio a Hye Rin ya que siempre estaba usándola para poner sus brazos sobre su cabeza y reposar sobre ella cuando estaba cansado. Sus cabellos eran anaranjados, aunque esto era solo porque se los teñía, sus ojos eran achocolatados, tanto que a veces daban ganas de querer probarlos, no obstante esos no eran los deseos de Hye Rin, pero si los de muchas niñas que estaban locas por su mejor amigo. “Déjalo pasar por esta vez, ¿Si, Hyung?” le rogaba Jung Sa Jin haciéndole unos tiernos pucheros. “¿A quién crees que llamas Hyung?” gruño el profesor Go golpeando suavemente la cabeza del chico con su palo. “Buenos días” saludo Hye Rin inexpresiva. “Mire hasta la estudiante número dos del instituto se le pegaron las cobijas” murmuro Sa Jin poniendo uno de sus brazos sobre su cabeza en cuestión de segundos, esta se apartó bruscamente poniendo sus ojos en blanco. El profesor Go los observo fijamente de hito en hito, revisaba que todas las prendas estuviesen en su lugar de la forma correcta. Comenzando por la camisa manga corta blanca con el escudo del instituto Him al lado izquierdo, en el cuello de la camisa debía llevarse una corbata del mismo color que la falda en el caso de las niñas, y para los hombres era un pantalón de cuadros junto con la corbata, que estos últimos casi nunca usaba bien cuando no estaban los profesores cerca. Como era verano no debían usar la chaqueta negra, ni mucho menos el suéter del mismo color que se usaba en invierno. Los zapatos según las reglas del colegio debían ser acordes a los colores respectivos del uniforme, si se llevaban colores como verdes o amarillo, no se podía ingresar a clases, así que la gran mayoría de estudiantes llevaban tenis o tacones; como algunas niñas, de colores blancos, negros o rojos. Y con las medias era el mismo caso, si se quería se llevaban y si no pues no. “Lo dejare pasar por esta vez, pero al final de clases los espero en sala de profesores, les pondré un castigo” “Claro, claro” canturreo Sa Jin tomando a su amiga del brazo para caminar de esta manera al interior del edificio. “¡Es enserio, Jung Sa Jin!” gruño el profesor Go a sus espaldas. “Gracias, Sa Jin” susurro Hye Rin mientras era guiada por el chico por entre los estudiantes, hacia sus respectivos lugares. “¿Cómo estuvo tu viaje a Alemania?” Pregunto la chica curiosa, ya que estaba acostumbrada a que el chico se la pasara en todo tipo de lugares del mundo, gracias a que su familia era muy adinerada. “Aburrido, te traje una muñeca, pensé en ti cuando la vi” dijo sacando del bolsillo de su pantalón, una extraña clase de llavero, donde de este colgaba una muñeca vudú hecha con varios retazos de tela de diferentes colores, tenía dos botones rojos como ojos, y su boca era un montón de costuras mal hechas. Daba miedo con un solo vistazo. “Esta muñeca da miedo” mascullo tomando su regalo con sus manos temblorosas. “Tú también.” Musito el chico haciendo mala cara. “¿Cuándo llegaste?” “Anoche, no he dormido mucho” Hye Rin se hizo en medio de Choi Ha Na, quien estaba delante de ella, ya que era un poco más baja, y la gran amiga de esta, Gang Jung Da a sus espaldas como siempre había sido desde el primer año de preparatoria. Por otro lado Sa Jin no seguía los parámetros establecidos, así que siempre se hacía al lado de su mejor amiga en la fila de chicos, para contarle todo lo que había sucedido con él en el verano, empezando por los lugares que había visitado con sus padres, las chicas con las que había ligado y hasta el montón de dinero que había gastado. Saco cuidadosamente su celular del bolsillo que traía la falda de chicas, y observo con detenimiento en todas direcciones mientras escribía un mensaje para Kyu Jae, lo que menos quería era que los profesores la pillaran así que se limitó a asentir a todo lo que su amigo decía aunque no le estuviese poniendo atención en lo más mínimo. He llegado justo a tiempo. Gracias por preocuparte. La chica con un amigo parlanchín. Gracias a Dios se le había ocurrido poner su celular en vibrador, de lo contrario cuando llego un texto de respuesta ese trasto hubiera opacado el discurso del subdirector Park. El anciano siempre era el encargado de tomar el lugar del director cuando no eran cosas realmente importantes las que sucedían o cosas de vida o muertes, así que el anciano pensaba que era como amo y rey de aquella escuela, por ende era imperdonable que alguien se quejara cuando se extendía en sus poco interesantes palabras. Estoy que me duermo, pensé que el primer día sería más divertido en este instituto. Al menos soy director de una clase. ¿Eso es bueno? Por supuesto, un profesor me dijo que era casi imposible conseguirlo el primer año. ¡Debes ser un gran profesor! De la nada sintió como las huesudas manos de Jung Da se clavaron en su espalda empujándola hacia el frente, haciendo que se estrellara su débil cuerpo contra el delegado de la clase del año anterior, Dam Ok Jeong. Causando que su celular callera al suelo a varios pasos de ella, y que lastimara lógicamente a Ok Jeong. “¡Subdirector Park, Gu Hye Rin está chateando por celular!” grito Ha Na alzando su brazo derecho para que el anciano la notara más a prisa. “Estudiante Gu Hye Rin, castigada.” Anuncio desde la tarima haciendo que todos los estudiantes de inmediato la miraran, y comenzaran a murmurar cosas sobre ella. “Por favor, parece al frente de sus compañeros hasta que se acabe la bienvenida escolar.” “Lo siento, Ok Jeong” se excusó realmente avergonzada antes de salir corriendo, hacia donde le había indicado el anciano, tomando su celular en el camino. Se plantó con su rostro rojo como un tomate bajo la fija mirada de todo el mundo, podía ver desde donde se encontraba como varias personas se reían, en especial Ha Na y Jung Da, la primera era la hija de una famosa actriz del país, y un reconocido empresario de modelaje, por ende era de esperarse que fuese todo una belleza, que todos los hombres desearían tener. Su espectacular cabello rojo como las rosas, caía rizado hasta su cintura, su cuerpo era mucho mejor que incluso la misma Young Mí, y ni hablar de su rostro, empezando por sus ojos azules como el cielo, y su diminuta nariz perfecta, y sus labios proporcionados donde siempre llevaban un tono labial rojizo intenso. Era una chica sinceramente encantadora a la vista, al igual que Jung Da, quien era tan atractiva como su amiga, con el cabello castaño hasta los hombros totalmente liso, y su cuerpo escultural, que remataba con su rostro en forma de corazón, donde lo que más resaltaban eran sus grande ojos cafés, los cuales se fusionaban de inmediato con su linda sonrisa. “¿Gu Hye Rin?” escucho que susurro una voz muy familiar tras de ella. ¡Era imposible! Esa persona no podía estar exactamente en ese mismo instituto, era una absoluta broma del destino, estaba soñando, si era eso. Y debía despertarse cuanto antes, pero no importaba cuantas veces se pellizcara las piernas disimuladamente, aquella era la cruel realidad. “Queridos estudiantes, les presento a su nuevo profesor de arte” Dijo el anciano con un tono molesto en su voz. “El profesor, Lee Kyu Jae” Sintió como las silabas de ese nombre se separaban una a una, en su cabeza sonando cada vez más fuerte a medida que el anciano las pronunciaba. Involuntariamente se dio la vuelta cuando los estudiantes comenzaron a aplaudir, y si, allí de pie junto al subdirector Park, estaba ese chico de cabellos cenizos, con un elegante traje negro el cual lo hacía ver más sexy de lo que ya era, este la miro desilusionado cuando sus ojos se encontraron durante unos efímeros segundos. Sus mentiras habían sido descubiertas, y todo está completamente perdido, Lee Kyu Jae era su profesor, y ella, era solo una insípida estudiante más del montón. “¿Sucede algo?” le pregunto el anciano al ver que Kyu Jae no se dirigía a tomar asiento nuevamente. “No, nada” Kyu Jae sin dudarlo ni un instante se dio la vuelta, y regreso a su lugar sin molestarse en todo el resto de la bienvenida dirigirle la más diminuta mirada. Su tutor de remplazo aquel día había sido el maestro Go, quien era un completo torpe, durante la clase de indicaciones breves que siempre hacían, Ok Jeong había sido elegido de nuevo como el delegado de la clase, y este sin rechistar había aceptado, como se esperaba del primer día, la gran parte fue más charlas sobre las vacaciones que clase, gracias al cielo ese día no tenían ni una hora con Kyu Jae de lo contrario no podría haber tenido ninguna cara para verlo. Desde lo ocurrido no había enviado ni un solo mensaje, ni ella tampoco se había molestado en escribirle, no tenía ni idea de que era lo mejor para decir. El único desafortunado momento en el que se había topado con el nuevo maestro había sido durante el almuerzo, cuando salía de la cafetería junto a Sa Jin, quien había guardado silencio ante la presencia de Kyu Jae, el cual solo se limitó a observarlos unos instantes y luego seguir su camino hacia el interior. Así fue como empezó su segundo año de instituto, como un rotundo desastre.
Capítulo 3 Sal un momento de tu casa, estoy al otro lado de la calle. Tengo que hablar contigo. Había tenido el peor día de su vida en pocas palabras, empezando por que Gu Hye Rin no era una estudiante de universidad como esta le había hecho creer en su cita a ciegas, si no que era una estudiante de preparatoria, ni siquiera de último año, lo cual era en parte algo a su favor ya que los estudiantes de los que estaba a cargo eran realmente insoportables, los chicos solo se habían dedicado a observarlo con desagrado sin molestarse en atender a sus indicaciones, mientras que una que otra chica se le había acercado a pedir su número causándole bastantes molestias al tener que rechazarlas prácticamente. No podía negar que tenía su cabeza demasiado revuelta, pensando en todo lo que había sucedido, organizando las cosas en su cabeza de forma que pudiese entenderlas, pero no había nada claro para él. El subdirector tan buena persona como se veía, le había dejado un montón de actas para completar, y el preparar las cartas para los acudientes de todos los estudiantes de la institución invitándolos a la primera reunión de padres del año, así que había tenido un muy largo día en el que no había podido olvidar el tema con respecto a Hye Rin, sin poder concentrarse en lo que realmente debía hacer, decidió salir a tomar aire fresco, pero de manera inconsciente mientras se hallaba sumido en sus más profundos pensamientos, había terminado de pie frente a la casa de Hye Rin a esas horas de la noche. El supermercado estaba a punto de cerrar, ya que el papá de la chica se veía a la distancia contando la plata de la caja registradora. “¿Qué quieres?” Pregunto Hye Rin cuando se detuvo frente a él. “¿Tu papá no piensa que esto es extraño?” mascullo señalándole con uno de sus dedos al señor que observaba disimuladamente en su dirección mientras barría la estancia. “No lo creo, piensa que eres un compañero del instituto” “¿Realmente me veo como un chico de colegio?” rompió a reír a carcajadas ganándose la mirada molesta de la chica, lentamente fue guardando silencio al ver que a Hye Rin no le hacia ninguna gracia, lo cual formaba una cierta tensión entre los dos; así que solo se limitó con ir al grano: “¿Por qué no me lo dijiste?” “¿Qué tengo 16 años?” resoplo poniendo los ojos en blanco. “¿Tienes 16 años?” gruño sintiendo unos grandes deseos de propinarle una patada a cualquier objeto para liberar su impotencia. “¿En qué demonios estabas pensando cuando me dijiste que tenías 19 años? ¡¿Acaso no sabes que puedo ir a la cárcel?!” “Realmente no fui yo la que lo dije, fue Young Mí, pero no me moleste en corregir mi edad te veías muy feliz con ello, además ¿ir a la cárcel? ¿Acaso te has acostado conmigo?” refunfuño fulminándolo con sus penetrantes ojos negros. “¿Qué ley nos prohíbe ser amigos?” “Vale, ser amigos es una cosa, Hye Rin.” Asintió dándole a entender que tenía toda la razón. “Pero eres mi estudiante, no puedo ser tu amigo, la gente comenzará a hablar, y a sacar conclusiones erradas, podría ser peligroso para ti y para mí.” “¡¿Acaso todos deben enterarse que somos amigos?!” “¡Podría perder mi título de enseñanza y tu podrías ser expulsada, las posibilidades de entrar en una universidad serian nulas!” soltó subiendo drásticamente el tono de su voz, exasperado de ver que la chica sería una completa cabeza dura. “¿Realmente no estás en tus cinco sentidos?” “¿Querer que sigamos estando de la forma en que estamos para ti es no estar en mis cinco sentidos?” balbuceo entre dientes, por unos instantes sintió la rabia apoderarse de todo su ser, pero debía controlarse, ella no era ese tipo de personas explosivas. Se mordió su labio inferior hasta el punto de sentir el sabor de la sangre en su boca, así que sin más remedio grito enfurruñada: “¡Solo somos amigos!” “Las mujeres y los hombres no pueden ser solo amigos, Hye Rin.” Le corrigió de inmediato con una expresión demasiado sensata como para ser tomado a broma. “Y en especial yo no puedo ser tu amigo” “Entonces porque todos los maestros siempre dicen: espero que nos llevemos bien, que seamos grandes amigos… ¿Eso no funciona para nosotros dos?” “¡No funciona, Hye Rin!” “Entonces, ¿ya no seremos amigos?” Solo había dicho lo que ya era demasiado obvio, el rumbo de la conversación iba dirigido precisamente a ese punto, pero una parte de su ser esperaba que aquel chico que había hablado con ella durante casi todas las vacaciones de verano, que poco a poco se había ganado un pequeño pedazo en su vida, decidiera en última instancia continuar con su relación como ya estaba, sin preocuparse de nada. “Mantengamos una sana relación de alumna-profesor.” Propuso con una sonrisa afectuosa “Lo único que haremos será causarnos problemas si seguimos en contacto, rompamos todo laso que tengamos, Hye Rin” susurro pasándose una de sus manos por su cabello, pareciendo de esta forma tan despreocupado con el asunto, que le daban ganas de golpearlo. Pero las palabras que siguieron después de esas, fueron tan sínicas y destructivas, que tuvo que contenerse con todas sus fuerzas de no permitir que las lágrimas se desbordaran de sus ojos: “No formemos más recuerdos que solo van a dificultarnos el futuro, no nos llamemos, no nos enviemos mensajes, solo seamos como se es correcto en el instituto, de ahora en adelante tu para mí no existes y yo para ti no existo fuera del aula de clases.” Apretó sus manos en puños, clavándose las uñas en las palmas de su manos, no había dolor más grande para ella que perder una amistad, no era de muchas como se podía ver, pero para Hye Rin quien nunca era capaz de comunicarse de una manera normal con gente, conocer a alguien como Kyu Jae, quien le daba un giro a su vida de 180 grados y de repente perderlo, era demasiado insoportable. Agacho su cabeza ocultando su rostro de la vista del mayor, cuando sintió que las lágrimas comenzaban a caer lentamente por su rostro, Kyu Jae la observo en silencio unos segundos, sintiéndose realmente mal por ello, pero no tenía más opciones factibles que esa. Respiro profundamente y estiro temeroso una de sus manos para acariciar la cabeza de la chica frente a él, pero de la nada sintió un golpe sordo en su costado izquierdo que lo mando a volar varios pasos de dónde estaba, dejándolo sin aire. Young Mi había estado accidentalmente escuchando todo lo que habían hablado, mientras se dirigía hacia el supermercado para visitar a su mejor amiga, había querido contenerse por un poco más de tiempo, pero al verla llorar, sus impulsos la dominaron por completo. “¿Por qué no me hiciste caso, Hye Rin?” la cuestiono enfadada. “Lo siento…” “Pensé que éramos grandes amigas y que no nos ocultábamos nada” “Perdóname, Young Mi” fue lo único que salió de su boca, al ver la expresión decepcionada de su mejor amiga. Sin pensarlo dos veces se abalanzo a abrazarla como disculpa, pero esta se mantuvo estática, rígida como una roca. Estaba realmente molesta, lo sabía. “Oigan, lamento interrumpir su nostálgico momento, pero creo que me rompiste una costilla” se quejó Kyu Jae quien intentaba por lo menos sentarse en el suelo, pero ni eso era posible para él. “¡Me alegro por ti!” Rugió Young Mi mostrándole sus dientes como si fuese un salvaje animal de selva, que estaba a punto de hacerlo picadillo. “¿Estas bien, Kyu Jae?” pregunto Hye Rin acercándose un tanto asustada al ver que no se podía mover mucho que digamos. “No puedo respirar…” murmuro entre dientes. “¿Debería llamar un taxi para ti?” “¡No!” chillo adolorido “¡Solo ayúdame a poner en pie!” le suplico extendiendo una de sus manos. “¡No lo ayudes, Hye Rin!” ordeno su amiga muy firme “¿No que para ti ella no existía, ni tu para ella?” “Lo siento, Young Mi.” Susurro Hye Rin cabizbaja “Pero es mi profesor… tengo que ayudarlo.” Young Mi estupefacta como nunca en sus 19 años de vida, observo con la boca abierta como su mejor amiga, ayudaba con el sumo cuidado de tendría quizás un médico, a su enclenque paciente. Lentamente este pudo pararse un tanto tambaleante, de no ser porque Kyu Jae tenía uno de sus brazos sobre los hombros de Hye Rin, de lo contrario este estaría de nuevo en el piso lloriqueando por sus dolencias. Ambos dieron unos cuantos pasos para ir en dirección a la salida de aquel lugar. “¡Ese chico no se merece tu preocupación!” escupió furiosa “Hye Rin, no lo hagas, estaré muy brava si lo haces.” “Perdóname, Young Mi… Enserio” repetía una y otra vez mientras caminaba lejos de allí, dejándola completamente sola en medio de la calle. Auxilio en silencio a Kyu Jae durante un largo rato, ya que no paraba de soltar leves quejidos con cada paso que daba, realmente era un chico muy delicado, porque por lo general Young Mi a pesar de ser fuerte con sus golpes, con las patadas no era tan buena, según recordaba. Caminaron de esta forma tan cercana, con sus cuerpos tan juntos como lo estaban sus cabezas, unos cuantas calles un tanto oscuras, hasta que de un momento a otro antes de llegar a la parada de autobuses, el chico susurro muy cerca de su oído poniéndole los vellos del cuello a flor de piel: “Creo que desde acá puedo caminar solo… no es tan grave” “Si se siente realmente mal, puede decirme, profesor…” “No te preocupes, estaré bien.” Le aseguro el chico con una sonrisa bañada en desconsuelo, se fue soltando poco a poco del cuerpo de la chica, aunque era imposible mantenerse en pie, lo había logrado mágicamente frente a los ojos de Hye Rin “Regresa a casa, gracias.” Contemplo como la chica se marchaba un tanto vacilante de si realmente dejarlo así era lo correcto, sin embargo sabía que después de la charla que habían tenido, que actuara de esa forma tan amable se sentía demasiado incomodo desde su punto de vista. Hye Rin, volteaba a mirarlo unos segundos cada tantos pasos, para asegurarse de que no le hubiese pasado nada, hasta que finalmente desapareció de su vista al doblar la esquina en dirección a su casa. Respiro profundamente tratando de no perder el equilibrio, dio varios pasos torpes enredando sus pies en el acto, pero gracias al cielo no se había caído de bruces. Espero con mucha paciencia el autobús que lo llevaría hasta su apartamento compartido, este no demoro mucho en llegar para su sorpresa, así que se subió apenas las puertas se abrieron, se sentó en una de las sillas vacías junto a la ventana. Las punzadas a su costado no cesaban en absoluto, eran repetitivas y molestas, cada vez que el bus frenaba, o incluso si respiraba era ya un gran problema. Pero había logrado soportarlas a medida que avanzaba. Subió las escaleras de su edificio apoyado en la pared, gracias a Dios vivía solo en el segundo piso de lo contrario, se habría tirado al suelo, y se habría arrastrado como gusano hasta el apartamento. Apenas cerró la puerta al adentrarse en la pequeña sala de estar, se despojó de su camisa, para darse cuenta que tenía un cardenal gigante en su torso, soltó un bufido completamente indignado, aunque no había mucho que pudiese hacer al respecto, ya cambiar las cosas era imposible. Así que se tiro en el sofá a reposar mientras llegaba Tae Mun con Coco, este era el único que sabía cómo debía tratarse cualquier tipo de heridas, además era quien sabia mejor que nadie donde estaba el botiquín. “¿Qué paso contigo?” Pregunto Tae Mun anonadado al entrar en su residencia, y verlo tan lamentable por primera vez en muchos años. El chico dejo los paquetes con comida sobre el comedor, y de inmediato se apresuró a asistirlo. “La estúpida novia de Hee Bin me golpeo.” Respondió Kyu Jae llenándose de enfado con solo recordar el rostro de esa chica. “¿Acaso que le hiciste?” “¡Nada! Solo… hable con la amiga de ella.” Mientras su mejor amigo revisaba su situación, Coco entro corriendo por la puerta seguido por Hee Bin quien llevaba aún más paquetes en sus brazos. ¿Cuántas cosas había comprado Tae Mun? Coco saltaba de un lado a otro de la estancia, agitando su cola bastante emocionado por quien sabe qué cosa, por otro lado Hee Bin no se había molestado ni en saludar, apurado había soltado unas cuantas risitas por lo bajo al ver su expresión acongojada cada vez que Tae Mun presionaba alrededor de la herida. “Eso se ve realmente grave” comento preocupado “Pero, creo que no se te ha roto ninguna costilla, solo necesitas reposo” Tae Mun tras decir esas palabras se dirigió en silencio hacia el baño donde tras el espejo, se encontraba el botiquín, el cual no entendía como aun no eran capaces de encontrar los otros dos, lo tomo y regreso a la sala de estar, para aplicarle a Kyu Jae una crema para bajar el dolor por un rato. “¿Por qué no mejor vas a un médico, Hyungnim?” propuso Hee Bin escarbando entre las bolsas, hasta que dio con lo que quería, su pastelillo de chocolate “especial” que se comía él solo casi todos los días. “Yo de ti no confiaría en las capacidades de mi hermano como médico.” “Todo es culpa del chico que tienes como novia.” “¿Young Mi es muy fuerte, cierto?” “¿Acaso ella es al que te defiende, princesa?” “Al menos no me derrumban con un solo golpe” “¿Esto fue con un solo golpe?” interrumpió Tae Mun su intensa discusión. “¡No!” grito Kyu Jae avergonzado. “¡Claro que sí!” se carcajeo el menor “Y te lo mereces, Hye Rin realmente te apreciaba mucho, ella es una chica muy introvertida, así que cuando consigue un amigo más a su corta lista, para ella es como un tesoro. Tú eras su tesoro, Kyu Jae.” Hee Bin le dedico una sonrisa burlona al terminar su frase, no estaba totalmente seguro de si tener muy en cuenta sus palabras o simplemente hacer caso omiso, sin embargo era bastante probable que la chica realmente le hubiera tomado mucho cariño, ya que había insistido que no rompieran su relación de amistad, y quizás si la había herido profundamente con sus palabras, pero ser amigos no era la respuesta. Lo que también coincidía con Tae Mun quien tras escuchar su historia de la había felicitado por hacer lo más prudente, pero también había tenido una reprimenda por su falta de tacto. ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Lo primero que extraño al despertar, fue su peculiar mensaje de buenos días. Aun cuando reviso el teléfono antes de meterse a la ducha y mientras se vestía, no había ni una sola notificación de él. Ni tampoco llamadas de Young Mí, quizás duraría malhumorada durante unos cuantos días, cuando se sintiera un poco mejor consigo misma y la situación mejorara ría a disculparse, y de ante mano explicarle todo detalladamente. Su padre se levantó muy temprano para tenerle listo el desayuno cuando saliera de su habitación, pero aun cuando todo se veía muy apetitoso, solo había probado uno que otro bocado de lo que estaba en los platos, se había despedido apresurada diciendo que llegaría tarde pero la verdad es que no podía fingir por mucho tiempo frente a su padre cuando realmente no estaba bien. Aquel día decidió caminar para que de esta forma sus pensamientos se esfumaran con el viento que soplaba agitando sus cabellos y las copas de los árboles a su paso. Estaba a unos pasos de la entrada del instituto, cuando sintió los brazos de Sa Jin rodear su pequeño cuerpo, noto que este le daba vueltas para marearla como solía hacer cuando estaba de buen humor, y quería cabrearla, pero esa mañana ni un solo quejido pudo sacarle. Dejo que hiciera con su cuerpo como con una muñeca de trapo bajo la mirada criticona de los estudiantes que pasaban a su lado, en cuestión de segundos la dejo en el suelo un tanto abrumado con el hecho de que no lo hubiese golpeado, pero no tenía ánimos de jugar. Siguió su camino en el momento en que su cabeza ya no daba tantas vueltas, Sa Jin la siguió tocándole la frente confirmando que no tuviese fiebre, quizás pensaba que estaba enferma. También reviso sus oídos detenidamente, tal vez creía que algún espécimen extraño se había apoderado de su cuerpo. Pero aquellas no eran las razones reales de su estado anímico tan bajo. “¿Te sientes bien?” “De maravilla…” mascullo con un tono sarcástico en su voz. Para lo que pensaba era un punto a su favor, las primeras horas de clase eran educación física, no obstante, en el juego del ponchado había sido la primera en salir, así que Sa Jin se había sentado junto a ella en las bancas a observar su mirada perdida en el techo del gimnasio. No había visto a Kyu Jae desde la noche anterior, ni por los pasillo, ni tampoco tendría clase con el ese día de nuevo, no sabía si estaba bien o si realmente el golpe de Young Mi había sido mucho más grave de lo que imaginaba. No se atrevía a mandarle un mensaje primero, porque él le había pedido que rompieran todo laso, pero no podía sacárselo de la cabeza ni un segundo. Sin percatarse de lo apresurado que corría el tiempo, la clase termino en un abrir y cerrar de ojos, se dirigió arrastrando los pies hasta el vestier de chicas. Se ganó la mirada de muchas de sus compañeras al irrumpir la estancia, algunas le hacían cara de pocos amigos al pasar, y otras sencillamente torcían su boca en una muestra de desagrado, que para ella era irrelevante. Después de todo nunca les había caído bien a ninguna, abrió su casillero para sacar de este una toalla para secarse cuando saliera de las duchas, pero su camino fue detenido por Ha Na quien la empujo contra las puertas, proporcionándole un agudo dolor en su espalda baja. “¿Qué quieres?” pregunto Hye Rin fulminándola con la mirada. “Sabes que todos los años elegimos a alguien con quien divertirnos, es la ley de esta clase, ¿quieres saber quién es la elegida del segundo año?” “No me interesa.” Sonrió de manera forzada, dispuesta a escabullirse a las duchas, pero Ha Na la empujo de nuevo. La peli roja de repente le lanzo una manotada de algo blanco que impacto en su rostro violentamente, era maicena. “Felicidades, Hye Rin eres la afortunada ganadora.” Las chicas a su alrededor comenzaron a reírse a todo pulmón, disfrutando de lanzarle todo tipo de cosas a cualquier parte de su cuerpo, contra ella habían impactado huevos podridos, una salsa extraña que parecía miel, y más maicena. Sabia esas reglas perfectamente, no sabía quién las había inventado, ni bajo que parámetros era elegida la víctima, pero el año anterior el elegido había sido Sa Jin quien no se había molestado ni un poco por las cosas horribles que le hacían, más bien le divertían, por ende habían decidido cambiar por el delegado de la clase, y para su grata sorpresa ese año, la que sería maltratada seria ella. Las chicas una a una después de volverla una masa extraña casi podría decirse que mutante de pies a cabeza se habían marchado, dejándola completamente sola. Un poco decaída con su mala suerte, había permanecido en la ducha aproximadamente más de media hora intentado quitarse todo el mal olor, más que las cosas que tenía encima, las cuales se habían caído con la simple agua, pero no importaba cuando jabón se echara, o cuantas veces se restregara hasta sentir arder su piel, la podredumbre no se le quitaba. Resignada con ello, se limitó a secarse con la toalla y a vestirse para en el pasillo encontrarse con Sa Jin, quien siempre la esperaba. “¿Estas segura que no tienes nada?” insistió. “Si…” “¿Qué es ese olor?” preguntó el chico olfateando en todas las direcciones como si fuese un perro. “No lo sé…” contesto apresurado el paso. El resto del día fue de la misma manera, a veces llegaban hojas con cosas horribles escritas por todos sus compañeros del salón dedicadas para ella especialmente, pero no se molestaba en leer ni la primera silaba, así que cada cosa que llegaba a sus manos la arrugaba y botaba en la basura. Sa Jin le había enseñado que ante esas cosas no era bueno dejárselas fácil, pero sabía que mientras más se resistiera más pesados se pondrían, y no se equivocaba con esto, ya que al finalizar la jornada, varias chicas se habían reunido a su alrededor cuando intentaba salir del salón. “¿Así que eres muy dura, Hye Rin?” pregunto Ha Na pasando su dedo índice por su mejilla. “¿Deberíamos dejarla en vergüenza?” susurro Jung Da soltando una diabólica sonrisa, que le puso la piel de gallina. Ha Na fue la primera en lanzarse contra su cuerpo golpeando su espalda contra la pared mas cercana, entre todas a pesar de imponer su fuerza al máximo para evitar sus ataques, lograron desgarrar sus ropas, al punto de dejarla prácticamente desnuda. No supo en que momento sus lágrimas habían comenzado a bañar su rostro, ni mucho menos se molestó en detallar cuando la habían abandonado allí de esa forma, quizás cuando vieron un resultado favorable en su castigo la habían dejado desamparada para ver que podía hacer para salir de esa, sabían que no podría irse a su casa de esa forma, y las muy astutas se habían llevado su ropa de gimnasia dejándola sin alternativas. Marco apresurada el número de Sa Jin quien debía estar en el club de béisbol entrenando, pero este no contestaba. Se sentó en un rincón bastante frio, rodeando sus piernas con sus brazos, odiaba todo eso. No sabía muy bien que había hecho para merecer tal trato, nunca había sido mala con nadie de sus compañeros, siempre intentaba ayudarlos en todo lo que estos le pedían, pero quizás su bondad no había sido suficiente. Nunca se había metido en este tipo de juegos malévolos cuando entro en la preparatoria, y posiblemente el objetivo más apto había sido ella. Hye Rin no era la típica chica de seguir tendencias, ni modas, y tampoco era la chica que siempre quería estar con el montón, ella era diferente por completo. Pero a pesar de ser como una alíen para sus compañeros, su interior era igual de frágil a cualquier chica, tan así que si se le hería mucho su interior se rompía en miles de pedazos, que luego eran realmente difíciles de pegar y terminaba llorando desconsoladamente como en esos instantes. “¿Estas bien?” escucho que preguntaba la encantadora voz de Kyu Jae. “¿Kyu Jae?” Hye Rin levanto su rostro poco a poco, para encontrarse con su maestro de cabellos cenizos de pie bajo el marco de la puerta. Su rostro en cuestión de segundos se tornó rojo completo, primero por la felicidad que le daba verlo, pero por otra instancia que era más predominante, la pena que le daba que la viera de esa manera tan desastrosa. “¿Qué sucedió contigo?” “N-nada…” mintió abrazándose con más fuerza para que el mayor no viese algo que fuese innecesario. “Solo… cosas malas sucedieron con mi ropa.” “¿Crees que no me doy cuenta?” Kyu Jae desabotono la chaqueta de su traje gris, mientras esta lo miraba con los ojos abiertos como platos, malentendido sus acciones por completo. El chico se arrodillo frente a ella, y como todo un caballero puso su chaqueta que era bastante grande para su cuerpo sobre sus hombros. “Vamos, te llevare a casa.” Le informo con una dulce sonrisa que le robo el corazón en cuestión de segundos. Kyu Jae extendió una de sus manos para que ella la tomara en aprobación a sus palabras, pero justo cuando Hye Rin estaba por hacerlo, el inoportuno de su mejor amigo apareció con sus aires de padre sobreprotector. “Apártese, es mejor que no se entrometa de lo contrario será mucho peor para ella.” Dijo levantando ágilmente a Hye Rin del suelo como toda una princesa, sin que Kyu Jae pudiese hacer algo para evitarlo. “Vamos al gimnasio, te prestare mis ropas.” Si pudiera describir ese momento sería el peor día de toda su existencia, salvo por que tenía la chaqueta de Kyu Jae protegiendo su cuerpo de ser revelado al mundo, lo había visto uno instantes pero había sido suficiente para sanar un poco de su dolor y de nuevo sumirla en la tristeza. No obstante la expresión de su rostro al ver como Sa Jin se la arrebataba de sus manos, aquel rostro desfigurado en una fusión entre rabia y tristeza, duro grabado en su memoria, todos los días que había decidió faltar al instituto. Las clases los días siguientes a ese habían sido por completo aburridas, Hye Rin no había aparecido por ningún lado, lo máximo que se sabía de ella era que se habían enfermado y que por ello no asistiría al instituto por unos cuantos días, según lo que había entendido del tonto profesor Go. Las cosas sin Hye Rin no eran de la misma forma, se la pasaba solo en la azotea en los descansos escuchando música, o sencillamente faltaba a clases para dormir en la enfermería, era más cómodo que ver la cara de todos esos estúpidos chicos de su salón, e incluso ver a los maestros uno seguido tras otro, explicando diferentes cosas que le sacaban de quicio, prefería aprender por su cuenta, a seguir bostezando con cada palabra poco interesante que salía de la boca de aquellos adultos. Si su mejor amiga no estaba a su lado para molestarla un tanto, sentía que sus ojos se cerraban por su propia cuenta, Hye Rin para su desgracia era la única que lo mantenía entretenido. Los días pasaron muy despacio, exasperándolo por completo. Había soportado paciente casi toda la semana a que la chica apareciera mágicamente, pero ni el viernes se había molestado en pisar esa prisión. De alguna manera había logrado mantenerse consiente gran parte de la tutoría del día sin dormirse, ya que el profesor Go lloraba al tener que despedirse de sus estudiantes, para volver a ser un maestro cualquiera, de poca importancia, lo cual era bastante gracioso. La nueva tutora según había escuchado de su propios labios cuando se presentó frente a todos, no había podido llegar a tiempo a las clases debido a asuntos personales con su anterior trabajo, la mujer de unos veinte tantos con su espectacular cabello rubio, había dejado con la boca abierta a más de uno. Era espectacular, sin duda alguna pero se notaba que la mujer tenía más confianza en sí misma de lo que debería, y eso le daba una cierta mala espina. “¿Estudiante Jung Sa Jin, verdad?” pregunto la nueva maestra cuando se encontraron en el pasillo después de que acabara su clase. Su nombre era Shin Neul Ra, dictaba matemáticas, podría decirse que era la única que podía no aburrirlo por completo por lo que había visto. “Si” asintió “¿Qué quiere?” “Me han dicho los maestros que eres un buen amigo de Gu Hye Rin…” comenzó a hablar con una sonrisa maternal que le causo escalofríos por todo su cuerpo, realmente que ella fuese la única maestra femenina de todo el instituto era un tanto aterrador. “¿Podrías llevar estos apuntes a su casa? Es para que no se atrase con las clases” dijo extendiéndole un bonito cuaderno de tapa roja. “Vale, se lo entregare” “Gracias” Reviso el cuaderno en busca que no hubiese nada escrito por parte de sus compañeros, que pudiese afectar a Hye Rin de una forma más profunda, analizo página por página con escritura manuscrita casi perfecta, un cuaderno que parecía del delegado de la clase por lo elegante que eran sus anotaciones, tan detalladas y minuciosas. Camino apresurado por los pasillos pensando que era lo mejor para hacer, odiaba estar allí sin esa chica, así que sin más remedio decidió escaparse del instituto. Tomo su mochila de su casillero, y al cerrar este con brusquedad, se encontró de frente con el profesor que más aborrecía de todos. “¿También faltaras a mis clases?” preguntó el hombre de cabellos cenizos haciendo una expresión que demostraba que aquello le rompía el corazón. “¿Cuándo me he interesado por alguna de las clases de esta porquería de lugar?” resoplo divertido caminando a toda prisa lejos de Kyu Jae, pero este no se dio por vencido, comenzó a pisarle los talones veloz como un rayo. “¿A dónde iras?” “¿Porque tengo que darle explicaciones, Profesor Lee?” “¿Por qué soy tu maestro y debo cuidar de ti?” “Ocúpese de sus asuntos, yo me cuido solo como siempre he hecho, ¿vale?” Ante sus palabras frívolas como era de esperarse de un chico cabeza dura como el, Kyu Jae detuvo sus pasos dejándolo marchar del instituto. Decidió que para no desperdiciar tiempo, llamar a su chofer era la mejor opción, este quien no estaba muy lejos haciendo recados de la casa, lo había llevado hasta la casa de Hye Rin, aunque el menor se había bajado varias cuadras antes, para que su ostentoso auto no llamara mucho la atención en aquel lugar. Cuando entro en el supermercado del papá de Hye Rin, sin hacer él más mínimo ruido pudo observar, que no había cambiado mucho desde la última vez que había estado allí varios años atrás, cuando hacia grupo de estudio con su mejor amiga para los exámenes. Pudo ver a lo lejos a Hyun Sub dialogando con Young Mi en la caja registradora, como era habitual siempre se estaban picando el uno al otro, como gato y perro. “¿Así que quieres pagar tus papas y todo esto?” pregunto Hyun Sub con la boca abierta de la sorpresa observando el montón de chucherías que llevaría la chica para comérselos sola, por supuesto. “¿Dónde debería hacer la línea que jamás se borre ante este acontecimiento inesperado?” “No juegues, dame mis vueltos.” Gruño Young Mi haciéndole mala cara. “¿Te peleaste con Hye Rin?” murmuro el mayor entregándole las pocas monedas que le sobraban. “¿Por qué lo preguntas?”