One-shot de Pokémon - Te encontraré

Era de noche, lo recuerdo bien. La Luna brillaba en el firmamento, "sonriente". Hacía algo de frío, mas en ese momento no nos importaba.
Recuerdo que nos encontrábamos jugando, como tantas otras noches, saltando de tejado en tejado, corriendo por las calles de una silenciosa ciudad. Corría todo lo rápido que podía, pero él siempre era más rápido, a duras penas conseguía seguirlo por las tortuosas calles.
Oh, disculpadme, creo que no me conocéis. Soy Quilava, aunque mi amigo siempre me llamaba Lava. ¿Que quién es él? Él es mi mejor amigo. Su nombre es Furret.

Sin embargo, él nunca fue normal. Mientras otros de su especie portan colores marrones en su pelaje, el de mi amigo era rosado y brillaba cuando luz de la Luna se posaba en él. Me acuerdo perfectamente de él, de su voz, de su risa, sus gestos...
No debo olvidarlo.

Aquella noche, Furret y yo decidimos salir al bosque a jugar, abandonando la seguridad de la ciudad. Nunca habíamos salido antes. Recuerdo la sensación del viento en mi rostro. Me sentía completamente libre y feliz. Furret y yo nos miramos, sonreí y él me devolvió la sonrisa. Corrimos juntos hacia el interior del bosque.

Yo subí a un árbol, él permaneció en él suelo, observando el lugar. Miré hacia arriba, a la Luna. No quería volver a la ciudad, quería permanecer en aquel lugar para siempre. No me di cuenta de que alguien se acercaba, mas Furret sí se percató e intentó llamar mi atención, pero estaba tan sumido en mis pensamientos que no lo oí. Lo último que escuché de boca de mi amigo fue un "¡Sal de aquí!" desesperado.

Como bien habréis imaginado, yo conseguí escapar. Furret no tuvo tanta suerte. Fue capturado por un joven entrenador que pasaba por allí. Claro, ¿cómo dejar escapar a un Pokemon variocolor como él? Si yo no hubiera sido tan cobarde eso nunca hubiera sucedido. Si no le hubiera insistido a Furret para ir al bosque nunca le habrían capturado. Pero eso ya no importaba. Al día siguiente volví al bosque. Pude oler al entrenador que había capturado a mi amigo. Mis llamas ardieron con más fuerza y seguí su rastro.

Dos años de duras travesías, de arduos combates, momentos en los que la lluvia borró el rastro y estuve a punto de darme por vencido. Pasé hambre y sed, mas no me detuve. Hubo momentos en los que pensé: "¿Y si me ha olvidado?". Mas esa idea fue deshechada rápidamente. Encontrarlo se había convertido en mi meta, y no pensaba ceder ante una estúpida pregunta.

Mi determinación (y mi buen olfato) me han traído hasta esta cueva. Escondido tras unos arbustos observo con alegría contenida al entrenador que hay en la entrada, aquel al que he seguido por toda la región para recuperar a mi amigo. Observo como entra en la cueva y me dispongo a seguirlo. Basta con que aparezca ante él y sacará a su equipo Pokemon para luchar. Solo tendré que aguantar unos cuantos combates más y...

Voy por ti, amigo.