Nota: SweetSorrow . Ichiinou Aun shoro. Hana & Bibi Ira líquida como ácido le quemó en las venas. Si hubiese tenido su espada en la mano habría atravesado a ese viejo estúpido sin pensarlo dos veces. Maldito fuera mil veces tocando sin decoro a Hana. Osando besarla como si fuese suya. Antes de que su rabia explotara allí frente a todos la apartó de él, llevándola afuera por la fuerza. La chica gritaba y se quejaba a medida que caminaba literalmente arrastrada por él. ¿Quién era esa desconocida y qué había hecho con su dulce Hana? La Hana que él conocía y que había dejado atrás hace tres años jamás se dejaría toquetear por otro, mucho menos le daría sus labios a otro que no fuese él. —¡Bibi! ¡Suéltame! Me estás lastimando —Se quejó la adolescente, tratando de soltarse, pero él la mantenía sujeta con mano de acero. Nunca lo había visto tan enojado como ahora, su rabia parecía burbujear y desbordarse de su densa aura. —¡Dímelo! ¡¿Qué estás escondiendo de mí, Hana?! —exigió, al borde de explotar. —¡Nada, te he dicho que nada! —gritó, mientras las lágrimas comenzaron a desbordarse de sus ojos. —¡¿Entonces porqué maldita sea?! ¡¿Por qué te atreves a besar a otro hombre y a mí me niegas tus besos, ah?! —Gritó de vuelta, sacudiéndola por los hombros. Acercó su rostro al de ella en un intento de capturar sus labios. Ella colocó su mano como barrera, cerrando los ojos y forcejeando—. ¿Por qué me niegas tus besos? ¿Acaso ya no me amas? —¿Y por qué tú estabas cuchicheando con esa secretaria tuya, ah? ¿No es tu novia? ¡Te atreviste a dejarme por tres años y estar con otra mujer mientras yo esperaba por ti! —¡Ella no es mi novia! No hay nadie más que tú para mí, Hana. Nadie más... La agarró de la barbilla forzando el beso que tanto ansiaba, devorando sus labios, saboreandola con su lengua hasta hacerla deshacerse y gemir en sus brazos, entregándose por completo. —N-No me vuelvas a dejar, Bibi. No podrías soportarlo —sollozó, aferrándose a su cuerpo. Él la abrazó, acariciando su largo y sedoso cabello. —Nunca más te dejaré, Hana. —Le prometió dulcemente, tomó su rostro entre sus manos y viéndola a los ojos dijo—. Te amo, Hana. Te amo más que a nada en el mundo. —Yo también te amo, Bibi. Quería paralizar el tiempo allí. Poder repetir mil veces esas palabras hasta que algún día muriesen. No quería pensar en el futuro o en las cosas que podrían separarlos. Ahí, justo ahora. Sólo sabía que la amaba y que ella lo amaba a él. Y que sin importar qué tan espinoso fuese el camino, estaba dispuesto a recorrerlo por ella. Por su flor. Porque después de todo, estaba condenada a marchitarse bajo su toque. Ella era una hermosa flor y él no más que un sombrío demonio que aprovechaba absorber cada pequeño rasgo de luz que ella pudiese ofrecerle. Estaba... escandilado por su humanidad.