(Cuento corto) Te acabaré porque por eso estoy viva

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Amara Silberschatz, 27 Diciembre 2010.

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    Amara Silberschatz

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    (Cuento corto) Te acabaré porque por eso estoy viva
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    Humm... La historía que traigo es diferente a algunas que cuenta la gente, la mía es más simplista e indiferente.


    Lentamente se escuchaban los pasos del enemigo que se aproximaba a mí tratando, con todas sus fuerzas, de matarme. Él no se rendiría así como así, buscaba en casa rincón y poco a poco de acercaba más a la pequeña abertura en el suelo donde me encontraba tirada. Quizás no era el mejor escondite pero era el único que pude pensar en ese momento y justo cuando se acercaba a mí…

    —Yuzu, ¡Levántate! —Gritó una voz a pocos centímetros de mi cama.

    Con muy mal humor pues habían interrumpido abruptamente mi sueño me levanté y luego me quejé: “¿Qué quieres?”.

    —Nada Yuzu-san solo que necesito tu ayuda —Explicaba la razón de su visita una “indefensa” ancianita de unos 85 años aproximadamente.

    En un dos por tres me aliste y en mi mente todavía vagaba el nombre que esa señora había dicho, la razón no la entiendo pero sé que alguna ha de haber, más no puedo hacer nada. Llevo casi 30 minutos caminando en la dirección que me fue otorgada por la mujer de edad bastante avanzada y nada que me encuentro con mi objetivo. Hay algo que me parece sospechoso, porque a pesar de que me dijo que llegaría a él lo único que logro ver es un pueblo, uno muy destruido por las guerras y por los fenómenos climáticos, esta lleno de gente muy humilde e ingenua puesto que ninguna se ha preocupado por mi presencia aunque llevo una ropa de asesina que me hace bastante sospechosa, pero para ellos solo soy una más.

    —“Que raro” —pensé—. Había visto una casa muy destrozada, por lo que parecían ser armas de largo alcance.

    —Niñata —llamó una voz a mis espaldas— no es bueno que andes merodeando este lugar.

    —¿Por qué? —Cuestioné— es solo una simple casucha.

    —Aquí murieron muchas personas —miró la patética casa— y se dice que sus espíritus no han encontrado el descanso, por eso siguen merodeando el lugar.

    No le creí ni una palabra a esa mujer y por se le dije: “Puros cuentos de la gente” mientras me encaminaba de regreso a la “base” (si es que se le podía llamar así a ese lugar de mala muerte), pero una voz comenzó a llamarme.

    —Creí que venías por mí, pero —habló alguien cuya voz se me hacía familiar— veo que decidiste proteger tu vida de nuevo.

    Esa voz solo podía pertenecerle a una persona, él era el asesino de mis padres. Apenas descubrí quien era regresé lo más rápido que pude al sitio y sin prestarle mucha atención a la advertencia que me habían hecho antes, terminé de romper la puerta y entré cual si la casa me perteneciese.

    El lugar estaba polvoriento y lleno de manchas de sangre, todo se veía igual a ese día y la pequeña rendija en la que me escondí. Todos los recuerdos que había dejado morir retornaban de nuevo a mi mente; de pronto escuché un crujido que provenía de las maltrechas escaleras que poseía la casa. Un hombre de brazos fornidos me había tomado por sorpresa, me tenía el movimiento restringido con su cuerpo y la boca tapada con una de sus manos… Este maldito… era el culpable de que yo fuera una asesina. Aunque en aquél entonces él era solo un chiquillo, no es excusa para lo que hizo…

    —Has crecido bastante —soltó una risa escandalosa— mocosa, pero lamento informarte que no creí que siguieses viva.

    No podía creer en la situación el que me encontraba… Hace tantos años escapé de él y ahora volvía a ser su presa, parecía una horrible jugarreta del destino. He de corregir eso, no lo parecía lo era y, para mejorarlo, todo estaba en mi contra.

    —Es una lastima —atravesó mi cuerpo con una espada— que hayas vivido tan poco.

    —Idiota —susurré— me las pagaras —solté una bocanada de sangre—. Sentí como comenzaba a dejar de ejercer presión en mi cuerpo y muy bruscamente sacaba la espada, en ese instante un: “Maldita sea” —pasó por mi mente.

    —No debiste haber regresado niña tonta —tomó mi cara para verme fijamente a mis orbes azabaches— aunque ahora no veo el miedo que antes se dejaba apreciar en tus ojos.

    Él bastardo me amordazó, luego me dejó ahí tirada (en el suelo que era de madera podrida por el paso de los años) y se sentó a esperar que muriera, mas no si antes darme una buena golpiza y después prender su cigarro; estaba tan indefensa como una gatita asustada y con el más mínimo movimiento de él podía prescindir mi final.

    Seguramente moriría por la perdida de sangre, y él para asegurarse no se había movido de su “asiento” (el mismo suelo en que yo me encontraba). Con cada segundo que pasaba me sentía más indefensa, y aun no entendía el porqué de que no pudiese ni defenderme de él, si he luchado contra tipos más fuertes. Pero luego lo comprendí todo, cada vez que miraba a sus ojos miraba la muerte de mi familia y con ella la muerte de mí espíritu, mi esencia, de mi verdadero ser… todo, absolutamente todo, había muerto ese día.

    En ese momento solo estaba segura de algo, y era que me lo llevaría conmigo a la tumba, sabía que yo no tenía oportunidad de sobrevivir, pero estaba cerciorada de que él se iría al infierno y yo, con mis propias manos, sería quien me lo llevaría; le lancé con todas la energías que quedaba una bomba de las más poderosas y como lo esperaba la esquivó, aunque eso no era el final le había preparado algo más.

    A pura fuerza de voluntad me puse en pie, había predicho que su ataque sería a mi punto siego, la espalda, y me incrusto su espada nuevamente… dejándome malherida y en ese momento aproveché para engancharle en sus ropajes los potentes explosivos, luego lo agarré con todas mis fuerza y comencé a rezar. Apenas el vio esto intentó zafarse de mí, pero ya era demasiado tarde, ambos, estábamos condenados a muerte en ese lugar donde las cosas iniciaron, por cosa del destino, terminaron.

    PD: Espero que les haya gustado.
     

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