¡Hola, y bienvenidos a este proyecto que se me ocurrió mientras debía estar trabajando! Seguramente leyeron el título y pensaron curiosos ¿un taller literario? O tal vez no, y mi estrategia de atraer lectores falló horriblemente. Continuando, esta pequeña actividad (que si sale bien será todo lo contrario a pequeña) es una iniciativa que se me ocurrió debido a una frase que leí, de Neil Gaiman (autor de American Gods, Coraline y muchos otros trabajos) sobre la escritura, frase que mostraré en un momento. Y a partir de allí, devino la idea de hacer como un Taller Literario o de Escritura, para compartir consejos, experiencias y ayudas entre todos los escritores del lugar. Si bien soy nuevo en el foro (creo que tan solo estuve recorriendo las calles de esta ciudad durante casi un mes), tengo, y ahora voy a tirar mi modestia por la ventana, bastante experiencia como escritor, al venir escribiendo desde los siete años. Sí, todavía tengo un escrito de esa época. Y sí, es horrible y venía con dibujos de acompañamiento, hechos por mí mismo. La cuestión, varias personas, y mi mamá (especialmente mi mamá) me dicen que, al menos, me defiendo bien con las letras, entonces pensé que tal vez, podría armar este espacio para las actividades que ya mencioné arriba y no repetiré. Así que sin más preámbulo, empezaré con lo que sería el primero de estos talleres, titulado “La Eterna Lucha”. “Ser un escritor es un trabajo de un tipo muy particular: siempre eres tú frente a un pedazo de papel en blanco (o una pantalla en blanco) y la mayoría de las veces es ese trozo de papel él que gana”, Neil Gaiman Tal vez algunos se estén dando una idea ahora de lo que va a tratar este Taller. Todos, no importa cuán verdes o experimentados estemos en el arte de la escritura, nos enfrentamos a ese mortal enemigo, a esa incansable batalla, cada vez que decidimos escribir: esa hoja en blanco, que parece que nos mira burlona desde su cómodo asiento en nuestro escritorio, o aquel cursor que titila, como marcando los segundos que estamos perdiendo al no poder plasmar nuestras ideas sobre el papel. Venimos con una inspiración exorbitante, llenos de ideas, y sentimos que debemos dejarlas salir o nuestra cabeza explotará; pero cuando nos sentamos dispuestos a liberarlas, nuestra mente se queda en blanco. Este problema nos acaece a todos por igual, y es un mal del cual es imposible librarse. Empezamos escribiendo una oración, para luego arrugar el papel y tirarlo a la basura; una palabra surge en la pantalla, para ser eliminada por aquel cursor burlón; un párrafo empieza a tomar forma, para luego ser olvidado entre los millones y millones de fallidos intentos. Y eso es desesperante, en especial para aquel que recién inicia. Es por eso que quería hablar sobre la esa parte, la parte más difícil en todo escrito: el inicio. ¿Cómo puedes iniciar una historia? Es una muy buena pregunta. Y como buena pregunta qué es, merece una muy buena respuesta. Yo voy a intentar dar una parte de ella, pues lo que me sirve a mí puede que no les sirva al resto, ya que todos somos distintos; y por otro lado, el resto de la respuesta la tienen que ir dando ustedes, con consejos, ayudas y experiencias personales, para aquel novato inexperto que llegue buscando como empezar de una buena vez esa historia que tiene entre dientes y no puede soltar. Bien, mi primer consejo es el siguiente. Cuando escribas una oración, una palabra o una frase, y tengas la intención de borrarla, no lo hagas de inmediato. Transcríbela a un bloc de notas, a otro trozo de papel, o a donde sea, y analízala. Por algo fue tu primer impulso. Piensa que puedes sacar de ella que te sirva. ¿Acaso esa primera palabra daba una sensación de fortaleza? Rehúsala. ¿Esa descripción hacía que tus sentidos se despiertan? Recíclala. Nunca, repito nunca, tires tus ideas. Las ideas no se descartan, se transforman. Este es un consejo que te servirá no solo para comenzar a escribir, sino también para todo el proceso de plasmar tu historia en el papel. Mi segundo consejo sería tener un esquema general de cómo se desarrollará tu historia. Esto es aconsejable hacer siempre, para tener un control y un límite, siempre necesario cuando hacemos trabajo creativo. Sin embargo, lo que aquí tienes que tener presente es cómo iniciará la historia, y cómo terminará. No te importa lo del medio, eso ya vendrá luego. ¿Tienes pensado una historia que empiece feliz, pero tenga un final trágico? Demuéstralo con la primera oración. “Era un hermoso día…”, “[Personaje Principal] no podía creer su suerte…”. ¿Acaso tu historia es un drama, lleno de matices grises y negras? La primera palabra puede decirnos todo. “Oscurecía”. Ahí tienes. Con tan solo una palabra, puedes empezar una historia. El tercer consejo es simple. Empieza a escribir y no te detengas. Escribe, escribe, escribe. No te frenes a pensar si aquella analogía que usaste era correcta, si esa frase era la mejor opción, o situaciones parecidas. El agua no fluye si la canilla no está abierta. Lo mismo pasa con la escritura y la imaginación. Déjala fluir, y te saciará. Y por último, ve escribiendo de a palabras. Palabra tras palabra tras palabra es poder, decía Margaret Atwood. Y esto va de la mano del consejo anterior. A medida que vayas escribiendo, el resto de la oración irá surgiendo solo, como si tímidamente su hubiera escondida a esperar que te animaras a comenzar. Esas son las herramientas que mi conocimiento y experiencia puede brindarles para ayudarlos en esa titánica tarea que es comenzar a escribir. Pero ahora es su turno, lectores míos. ¿Qué técnicas o secretos utilizan para darle nacimiento a sus relatos? Espero que esta presentación les haya gustado y servido, ¡y nos vemos en el próximo Taller Literario!
Un tema realmente interesante. Acabo de verlo, y creo que podría comentar mi experiencia en el inicio de historias. Lo que yo siempre hago antes de empezar a mover una historia mía desde mi mente a un documento de PC es siempre tener planeado a grandes rasgos que es lo que sucederá. Si no tienes idea de que es lo que ocurrirá en la historia, nunca vas a encontrar una manera de empezar a escribir lo que ocurrió al principio. ¿Cómo voy a empezar si no tengo idea de a donde quiero apuntar? Si no sabes a que dirección quieres ir, no sabrás donde comenzar. Otra cosa que hago (últimamente) antes de empezar una historia es estructurar los capítulos que le dan inicio a todo. Para evitar hacer un primer capítulo muy bueno, y luego que los capítulos siguientes sean malos; y también para dividir el principio de tal manera que el lector tenga información suficiente para conocer de que trata la historia y engancharse a la misma, pero no la suficiente como para que descubra todo lo que tenía planeado antes de llegar hasta allá. Luego de que tengo los primeros siete capítulos en mi mente, asegurándome de que puedan convencerme a mí y también a otros lectores, es ahí cuando empiezo a escribir. En caso de que haya algo que no me convenza, no doy arranque a nada y me replanteo todo lo que hice. Si mi historia no me convence a mí, no creo que llegue a convencer a los demás. Una vez que todo eso está listo, doy arranque al primer capítulo. Ese primer capítulo es lo que considero lo más importante en una historia. Se busca que el lector se enganche, por lo que la introducción debe estar bien hecha. El capítulo 1 (para mí) nunca debe ser menor a 1900 palabras ni mayor a 3300. Si el capítulo es demasiado corto, el lector llegará al final con poca información que lo pueda mantener enganchado, y probablemente piense que perdió el tiempo al ponerse a leer. Por el contrario, si es demasiado largo, la lectura le puede resultar pesada, y en el primer capítulo es algo que no puede pasar. Si el lector se aburre, se irá. Es un comportamiento normal. Además de que corres el riesgo de revelar información de más, al punto de que ya sabrá que es lo que le espera por delante. Esto es algo que puede funcionar, pero en el final de dicho capítulo se debe incluir un suceso que intente dejar al lector con la boca abierta. Algo que no pueda ver venir, y que lo sorprenda, y que le prometa más sorpresas como esa más adelante. Lamentablemente, no puedo dar consejos sobre como debe estar narrado un primer capítulo, o que tipo de personajes deberían aparecer en él. Eso ya depende de cada uno. Así que en resumen, antes de un primer capítulo, yo siempre: Planeo lo que quiero que sea la historia, para que el primer episodio apunte a eso. Planeo los primeros siete episodios, para asegurarme de que el lector se vea enganchado de a poco y de que el primero no se robe todos los reflectores. Trato de darle una extensión adecuada para que el lector se enganche y no se aburra. Dejo una sorpresa al final, para asegurarme de que el lector siga leyendo. Eso es lo que puedo decir sobre como planear un primer capítulo. Espero que a alguien le sirva.
Me quito las palabras de la boca el gran Reydelaperdicion . Últimamente he escrito siguiendo un método parecido y por ello me tardo tanto en escribir, aunque en realidad tampoco me fijo mucho en la cantidad de lectores que tendré ─por alguna extraña razón no tengo muchos lectores, tal vez porque los fandoms en los que he escrito en el transcurso del último año no son muy conocidos o toco temáticas que no son atractivas para las masas, aparte en que yo soy de las que escribe mucho en un primer capítulo y subsecuentes... ☺─, sino en que la historia me guste a mí y a la gente que sé realmente me sigue. Buen tema, estimado Reual Nathan Onyrian, sigue adelante aportándonos tus conocimientos.
Yo tomo el tercer consejo muy a pecho; escribo fluido sin detenerme. A veces me siento frente al computador, abro el documento y comienzo a escribir cuanto mi mente produzca; hasta donde ya no pueda más, o en su defecto me tenga que ir a dormir. Posteriormente, re-leo todo lo que escribí anteriormente y me dispongo a quitar y-o poner ideas mejoradas. Pero claro, siempre teniendo en mente la idea general de lo que quiero transmitir, no es que me ponga a escribir y que mis dedos junto a las teclas construyan la historia xD Sin embargo, lo que siempre he pensado es; ¿existe algo más difícil que empezar una historia? Creo que sí; darle final (o, llegar al final). Mi mente es muy creativa, y fácil de influenciar por ello cuando termino de ver o leer algo que me ha gustado, mi mente comienza a maquinar una historia inspirándome en eso que leí o vi, por lo que termino empezando una nueva historia. Lo malo de todo es que, al final, esa historia se queda en eso, en el comienzo; y rara vez es finalizada y, no por que no tenga el final establecido (pues antes de empezar a escribir planeo en el principio y en el final), me estanco en el desarrollo; me quedo atorado en el punto en el medio camino. Respecto a eso, no utilizo ningún secreto, es más, el comienzo de mis historias es muy convencional. Aunque creo que eso depende de la historia y del escritor. Por ejemplo, la mayoría de mis historias comienzan de manera tranquila porque así me gustas hacerlo; presentar de alguna forma el ideal o pensamiento del protagonista o de los personajes principales. Ya después, apunto a que la historia comience a ser mejor que los anteriores capítulo y poco a poco más llamativa (esa es mi forma de escribir). No sé, quizá la mayoría de lectores tras leer el primer capítulo y no les guste y no continúen leyendo por la simpleza misma, a pesar de ello, continuo utilizando el mismo método. Quizá algunos si le den una oportunidad y no juzguen la historia por el primer capítulo y terminen gustándole la historia, a esos lectores los aprecio mucho. Pensando en eso y, que esto es mi gran flaqueza , tiendo a agregar un prólogo o introducción que si llegan (o esa es mi intención) a atrapar al lector, o mínimo les nazca el deseo, la curiosidad, de continuarla. Los gustos varían mucho, pue que la historia comience de manera frenética y épica pero al final el desarrollo se vea tranquilo y haga un contraste con el primero o primer capítulos y el lector termine abandonándola o exigiendo que vuelva a ser como lo fue sus primero capítulos. O al contrario, la historia comience tranquila y simple y poco a poco la historia vaya tomado un giro melancólico o deprecio que a esos lectores que les llamó la atención esa historia por ser tranquila y cotidiana ya no les guste el rumbo que esta llevando la historia. La verdad es que, escribir no es algo sencillo. Y creo que me he ido de las ramas (nada anormal en mí), así que me despido por ahora.
Me gustan mucho tus consejos, y la verdad es que son muy acertados. Casi no tengo nada más para añadir, sólo una cosa. A mí me pasa al revés que a ti en el último. No me gusta aquello de escribir sin parar. Yo lo llevo por días; hay días malos en los que las palabras no nacen, y hay otros en los que pueden fluir. A veces voy caminando por la calle, pensando, y se me ocurre una sola oración o una frase. Vuelvo a mi casa y la escribo, luego cierro el documento. Necesito más horas, más días, para poder resolver ese último "punto y seguido". Si las palabras no me salen desde dentro, entonces no pongo nada. Con paciencia y cuidado, creo que las cosas terminan por salirme solas. Si escribo mucho, me doy rienda suelta y no me detengo, siento que lo que escribo, de alguna forma, no es muy honesto y al fin y al cabo será objeto de reestructuración total. Creo que yo sólo tendría una técnica (y por lo tanto consejo) para comenzar a escribir. Si no tienes una idea fija en la mente, que te esté revoloteando por semanas, que la puedas construir y le puedas dar forma, sustento y cuerpo dentro de tu imaginación, y sobre todo, que sea una idea válida, que merezca la pena ser transmitida de alguna manera, entonces no escribas. Una buena historia rara vez comienza con una frase que nos puede parecer deliciosa (quizá un poema sí). Una buena historia requiere y merece estar metida en todo un mundo ya creado. Un personaje ya necesita estar confeccionado en nuestra mente; incluso hasta sus más íntimos detalles, para al fin poder darle vida a través de la primera oración del texto. Para mí, la disciplina no consiste en sentarnos a escribir sin parar. La disciplina consiste en ser capaces de cazar oportunamente las mejores ideas, las mejores palabras, las mejores oraciones. Por respeto a uno mismo, al texto y a los lectores.
