Long-fic Takeda Minamoto [Samurai Sensō]

Tema en 'Mesa de Fanfics' iniciado por Amelie, 13 Agosto 2020.

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    Amelie

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    Miembro desde:
    12 Enero 2005
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    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    1212
    Rol: Samurai Sensō
    Breve explicación: Esta es la ficha de personaje de Takeda Minamoto desde su infancia hasta su futuro encuentro con los personajes de los jugadores del rol
    Edad actual en el rol: 24 años





    Vida en Kioto

    Creció en Kioto junto a su familia; su padre Sogo Minamoto era el líder del clan. Un hombre al que siempre consideró honorable. Su hermano mayor Noishi con quince años, quien sería el siguiente sucesor por tradición; su corazón era noble y compasivo, siempre buscaba en ayudar a la gente en Kioto por lo que era muy querido. Su siguiente hermano era Shigeari de catorce años, él era muy callado; por lo que se especializó en técnicas de sigilo, siendo un hábil informante. Takeda era el menor de los tres hermanos, pero nunca fue tratado como sólo un pequeño, debía entrenar bajo tutelaje de su padre y correcciones por su hermano mayor.

    Su madre le era un misterio; el rumor del clan era que la mujer había huido por miedo a terminar en una afrenta; Sogo jamás hablaba de ella con Takeda; Shigeari simplemente no le hablaba si no era necesario, consideraba a Takeda como un estorbo, el hermano que no había sido planeado y que seguramente se dedicaría a las artes, caligrafía; poesía, música y rituales. Nishio era el que mas procuraba a Takeda y le contaba todas las historias, del cómo su madre los había querido, su cocina la cual añoraba, y sus paseos por los santuarios en la Ciudad. Noishi le enseñó a tocar la flauta, el instrumento musical favorito de su madre, Noishi solía acompañar sus cantos con su flauta en armonía, es por ello que le enseñó a Takeda a usarla, ambos tenían una relación de hermanos bastante unida pues Noishi le decía que Takeda le recordaba mucho a su madre, esto hacía feliz a Takeda, saber que algo de ella vivía siempre en él.
    El no sabía que gracias a eso, tanto Sogo como Shigeari lo resentían; veían a Hana Harima, la mujer que los había abandonado.

    Dentro del clan había dos personas que cuidaban mucho de Takeda; la mano derecha de Sogo: Obata y la esposa de este: Hamami. Ambos eran grandes informantes para el clan.

    Cuando Takeda tenía nueve años, fue elegido junto a sus dos hermanos para asistir a un duelo que definiría el estatus de su clan; un desafío directo al Clan Taira; dónde su padre combatiría con Sakurai, el líder del otro clan para ver quién podía portar el honor de ser el clan principal en la Ciudad Imperial.

    El día llegó; el pequeño grupo del clan Minamoto ingresó al Castillo Imperial, donde ya era esperado por el pequeño grupo del clan Taira. Sakurai estaba adosado de las armaduras imperiales para samurai, mientras que Sogo portada las viejas armaduras para ser un samurai más ágil; la contienda tenía un favorito, la mayoría consideraban a Sogo con mejores capacidades que Sakurai, el cual había estado descuidando su entrenamiento dejándole eso a sus pupilos, presentes detrás suyo. Pero antes de que se diera por iniciado el duelo, Sogo cae muerto tras ser atacado con una flecha directamente al corazón, su contrincante estaba bastante molesto mirando alrededor buscando al culpable. Akishino era quien sostenía el arco mientras observaba desde su balcón.


    —Hay algo que no les ha quedado claro; yo soy quien toma las decisiones en Japón. Esta acción de Sogo Minamoto es catalogada de traición ante el Imperio; he dado fin a su error; con la muerte del líder la insurrección de su clan ha quedado saldada; el resto puede irse y tomar su lugar como protectores de Kioto, no como el clan Imperial—

    Para Noishi Minamoto, el asesinato de su padre había sido un deshonor al código Bushido; pero trató de guardar compostura mientras le indicaba a su hermano Shigeari que tomará al menor de la familia,Takeda y regresaran al dojo a alertar al resto; debían huir de Kioto. Al inicio Shigeari se negó mientras Takeda permanecía inmóvil mirando el cuerpo de su padre; pero Noishi insistió pues sabía que los presentes no saldrían de territorio Imperial, así se perdería el legado Minamoto.

    Shigeari tomó a Takeda y corrió sin mirar atrás; mientras que Noishi dirigía su ataque final al clan Taira; asesinando a toda la elite incluyendo a Sakurai; pero poca fue su victoria, arqueros imperiales los acribillaron a todos, terminando con el conflicto en sólo unos segundos mientras Akishino observaba.

    Shigeari llegó al dojo con Takeda, escapando gracias a sus grandes cualidades de sigilo y agilidad; llegó con el espíritu destruido. Avisó de lo sucedido a todos en el dojo obligándolos a escapar, Shigeari se quedó allí mientras los demás huían junto a Takeda quien no quería irse sin su hermano. Eventualmente los guardias Imperiales entraron al dojo y Shigeari los enfrentó hasta morir permitiendo el escape de su clan.

    —Debo de quedarme y pelear...— decía con su pequeño tamaño. Takeda siempre va a recordar con claridad cuando Obata lo tomó entre sus brazos y evitó que mirara atrás —Vas a pelear; pero no ahora— decía Obata mientras Takeda se intentaba librar del agarre —Un samurai siempre está preparado para morir— decía el pequeño tratando de liberarse de aquel agarre.

    —Aprecia el tiempo que te han dado tus hermanos para poder seguir con vida; un samurai debe saber que hay peleas donde puede perder la vida, enfrentarlas sin miedo es el camino; lo sé muy bien; pero no lo es cuando el samurai simplemente descarta su vida. Una pelea ahora no te dará ningún honor, sólo les darás la victoria eliminando a toda tu clan—

    Takeda no lloró en todo el camino hacia Nara; se limitó a observar cómo los sobrevivientes a aquella masacre lo abandonaban, no querían nada que ver con aquel apellido maldito; se alejaron entendiendo por qué Hana Harima había huído del clan Minamoto. Y así, de un gran clan, sólo quedó Takeda, al cuidado de Obata y Hamami.

    Llegaron a Nara días después; se presentaron ante Eizo Hidetoshi y su esposa Ako; los cuales les permitieron permanecer en Nara, ocultando por completo el apellido Minamoto; así vivió un año allí, conociendo a Tenshin el hijo de Eizo, aunque no lograron formar una gran amistad pues Tenshin consideraba maldito a aquel niño, pues la mala fortuna decendió al clan Minamoto desde su nacimiento. Takeda era muy reservado y simplemente no parecía importarle nada. Sólo se sentaba a las orillas del río a observar el agua. Obata y Hamami estaban preocupados por él, pues no reaccionaba a sus palabras comprensivas y de amor; no lograron que Takeda hablara con ellos, mucho menos que llorara, pues a pesar de quererlo no podían entenderlo. A veces incluso no comía. Era un cuerpo sin alma. Todos los días miraba aquella katana, se la había dado su padre al cumplir seis años, y jamás la había utilizado; pues para entrenar usaba siempre una de madera; Shigeari se burlaba constantemente de él diciéndole que su katana sólo era un adorno, que jamás lograría desenvainarla y Takeda sabía que tenía razón.

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    Amelie

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    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
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    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    727
    Una vida ausente

    Escapó de Nara por un tiempo, no soportaba el cuidado constante de Obata y Hamami; pero no sabía nada de orientación y perdido llegó a la Prefectura de Osaka a la pequeña ciudad de Hannan, donde se ocultó entre los arrozales; jamás había viajado solo.

    En Hannan estaba siendo difícil conseguir mano de obra para los arrozales, el clima era muy difícil por los aires tan fuertes que se desplegaban haciendo que los aldeanos desistieran en plantar más; Takeda observaba aquello, le era fascinante ver problemas que se veían tan simples. Pero el dueño de las tierras recalcaba la importancia de la agricultura a sus empleados los cuales lo ignoraban. El cielo amenazaba con lluvia al día siguiente y el dueño consideró dejar alguna parte sin plantar. De repente, llegó el muchacho de baja estatura, sin que se supiera bien de dónde provenía. Era Takeda quien sin decir nada imitó los movimientos de los aldeanos poniéndose a trabajar. El dueño de aquellas tierras lo dejó trabajar, tal como era su deseo. A la hora de comer lo llamó, pero no pudo encontrarlo por ninguna parte; más tarde reapareció y permaneció arando el suelo y trabajando la tierra. Varios aldeanos al ver esto se unieron a ayudar junto con el dueño de aquellos arrozales, así pudieron terminar todo el trasplante de ese día, Takeda sonreía. No tenían idea del lugar del que provenía aquel niño pues sólo se concentraba en el trabajo y no en sus palabras, cuando fueron a invitarlo para que fuera a cenar con todos, supieron que había desaparecido nuevamente.

    Había desaparecido pues Obata lo había rastreado; obligándolo a volver a Nara; Takeda no opuso resistencia, pero aquellos días en los arrozales serían de las memorias más vívidas y tranquilas en su memoria, se sentía en paz y aquel sentimiento lo cargaría el resto de su vida.

    Regresaron a Nara después de casi una semana desde que Takeda había desaparecido. Pasó el tiempo y lo único que parecía motivar a levantarse a aquel niño era la agricultura; comenzó a apreciar a los agricultores en Nara los cuales lo recibieron como uno de los suyos, a pesar de que Takeda no parecía hablar con nadie. Pero tanto como Takeda como Obata sabían que aquella vida no era para él, debía seguir otro camino, uno marcado por el filo de su katana.

    Un día Takeda se levantó y decidió ir al Santuario del área comercial; acababa de cumplir diez años; llevó su katana consigo lo que hizo que Obata se preocupara y lo siguió, era raro que la cargara. Takeda sacó la katana de su funda, la cual dejó en el suelo; y clavó a profundidad el arma detrás del árbol Bodhi, muy famoso en Nara. Takeda estaba frustrado y enojado; deseaba una vida tranquila, pero sabía que sería imposible, no podía seguir huyendo a su propia historia. Se sentía sumamente perdido y lastimado; a pesar de eso no podía llorar; pero dejó salir un fuerte grito de desesperación.

    Obata se acercó a él abrazándolo; Takeda también lo abrazó mientras por fin hablaba —Aquí dejo al viejo Takeda. Necesito irme de aquí; debo entrenar; debo hacerme más fuerte. Necesito un maestro Señor Obata; ¿Cómo puedo pronunciar mi apellido con orgullo si permanezo de este modo?— esas eran las palabras que Obata esperaba hace tiempo; palabras que no iba a forzar en el muchacho; ya hasta comenzaba a asumir el hecho de una vida tranquila en Nara olvidando su pasado; pero esas palabras lo alegraron —Conozco a la persona perfecta— dijo tomándolo de la mano para caminar juntos a casa donde Hamami los esperaba con la cena; los ojos de Takeda eran distintos, no se veían tan apagados, era momento de irse de Nara por un tiempo; ella sonrió y los abrazó a ambos.

    Tanto Hamami como Obata, eran informantes; sigilosos y rápidos; de los pocos seres humanos que podrían ocultar sus rastros de cualquier hábil experto. A su vez podían ellos rastrear a la gran mayoría de las personas, su habilidad era muy grande. Para esta misión se separaron; Hamami debía buscar información referente a las atrocidades cometidas por el clan Taira; mientras Obata debía llevar a Takeda a su entrenamiento con su nuevo maestro.

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    Amelie

    Amelie Game Master

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    Título:
    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
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    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
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    2406
    Maestro y alumno

    Viajaron a la Prefectura de Niigata; y de ahí tomaron un bote hacia una isla. Takeda estaba confundido por lo que iba a encontrarse allí; por unos instantes consideró el hecho de que Obata lo dejaría ahí; solo para que entrenara con la naturaleza misma. Pero no fue así; caminaron un tiempo entre maleza hasta encontrar una pequeña cabaña de madera; allí estaba un hombre el cual los miraba con intriga.

    — ¿A qué han venido a mi isla? — dijo desenveinando su katana; Takeda lo miró maravillado, sabía que el sería su maestro. Obata se acercó —Soy Obata, Hiro— este se acercó para mirarlo; seguro eran años sin verse.

    —Este es Takeda; será tu nuevo pupilo— dijo Obata mientras Hiro reía a carcajadas.

    — Oh no Obata; no soy fanático de andar golpeando niños; váyanse y déjenme solo— Obata lo tomó del hombro para mirarlo con firmeza y que este no pudiera evadirlo.

    — ¿A qué has venido a esta isla? ¿a desaparecer como espuma de mar? además, tienes una deuda de honor conmigo — dijo sacando un viejo pergamino doblado, lo extendió hacia Hiro el cual lo vió y no se dignó a abrirlo.

    —Maldita sea Obata; claro que me acuerdo— Hiro bufó y miró a Takeda.

    — ¿Quién eres muchacho? — Preguntó Hiro.

    — Me llamo Takeda; será un honor ser su alumno— decía Takeda mientras hacía una reverencia.

    — ¿Takeda? ¿Esa es tu presentación? Vaya, estás demasiado roto; no creo que soportes mi entrenamiento — dijo mientras se giraba hacia Obata negando con la cabeza; Obata le negó de regreso —Bien, bien, pero se va a romper aún más y no podrás culparme — dijo hacia Obata para luego voltearse nuevamente a Takeda

    — MI NOMBRE ES SUGUITA NO HIROYUKI; hijo de Suguita no Hiroaki; creador del estilo Futatsunomichi — "dos senderos" miró a Takeda quien estaba intimidado ante el grito de Hiro — Ese es mi nombre; y estoy orgulloso de poder llevar el apellido de mi familia con honor — apuntó su katana hacia Takeda — Y mi meta es lograr que grites tu nombre con orgullo; Takeda —

    Takeda se inclinó ante Hiro; este sólo se volteó y pidió que lo siguiera. Takeda tenía diez años todavía.

    Su primera tarea fue tallar espadas de madera, fue algo que hizo por varios meses; no entendía por qué necesitaba tantas, hasta que llegó el momento de sostener una, el entrenamiento no eran series de ejercicios; no eran repeticiones de fuerza; su maestro era un firme creyente de aprender sobre la marcha. Lo atacó con su katana enfundada; golpeando sus manos y con eso lograr desarmar a Takeda —Un samurai sin katana se puede dar por muerto; mi primera enseñanza es...— Dijo golpeándolo en la cabeza con la funda — ...JAMÁS DEJES QUE TE DESARMEN; la katana es una extensión de tu brazo; no es un adorno que sirve para intimidar a los idiotas — Takeda afirmó y corrió por la espada de madera; Hiro volvió a atacar, esta vez rompió la espada de madera — segunda enseñanza...— dijo nuevamente golpeando su cabeza con la funda — ...JAMÁS DEJES QUE DESTRUYAN TU KATANA; aprende a respetar a la katana, es tu compañera; jamás debes dejarla— esto hizo que Takeda recordara lo que había hecho con su vieja katana; la culpa lo inundó. Takeda se colocó en el suelo en señal de disculpa.

    — Perdón maestro; esto es un castigo porque abandoné mi katana en Nara — Hiro lo miró extrañado; desconocía de aquello. Se coloco de rodillas y tocó la espalda de Takeda indicándole que se enderezara.

    — ¿Usaste esa katana?— Takeda negó con la cabeza ante la pregunta de su maestro.

    — Esa katana nunca fue tuya; te la dieron. Tu no abandonaste tu katana, simplemente regresaste algo que nunca fue tuyo — Takeda lo miró extrañado; Hiro esperaba que aquel niño llorara, pero no lo hizo; así que se levantó y volvió a golpearlo con la funda de su katana — ¿Qué esperas? Toma una nueva espada —

    Los entrenamientos siempre eran así; combate cuerpo a cuerpo; katana enfundada de Hiro contra las espadas de madera de Takeda. Cada vez Takeda era más hábil creando las espadas; al menos entendía mejor la madera y sabía cómo colocarla para hacerla más resistente. No le servía de mucho pues Hiro las rompía de todos modos.

    — ¡No seas inútil! a Este ritmo vas a deforestar este lugar; aprende a usar tu cuerpo para recibir impactos; aprende a utilizar mi fuerza en mi contra — decía mientras lo arrojaba; lanzándolo hacia el tronco de un árbol, estaba muy lastimado. Hiro se detuvo y lo miró.

    — A este ritmo jamás conocerás esta katana — dijo con su katana enfundada; era cierto, jamás había visto su filo — Hay algo que te detiene; y yo no soy quién para decirte que es. Sólo puedo decirte que si no te conoces a ti mismo; cómo planeas vencer a alguien que sabe lo que es y por lo que pelea —

    Esa noche Takeda fue al pequeño río de dónde sacaban el agua dulce para beber; lo observó recordando el río que mucho tiempo observó en Nara; miró su rostro golpeado, sus manos hinchadas, llenas de callos y heridas, incluso le faltaba la uña de su dedo meñique; pero nada de eso le causaba el mismo dolor que sentía en su pecho; y no era por el golpe contra el árbol, ese era un dolor interno que cargaba ya por casi dos años.

    Takeda se dejó caer de rodillas, y por fin lloró; lloró toda la noche con mucho dolor, recordando a su familia, recordando cuando era feliz con ellos libre de responsabilidades. Takeda era un Minamoto, pero era el menor de ellos, el peso del apellido no caía en sus hombros en esos momentos cuando peleaba con sus hermanos. Noishi, él era quien había cargado con ese peso durante años; y luego Shigeari al ver caer a Noishi sabía que ese peso era suyo; por eso peleó para que los demás pudieran escapar. Por fin lo entendía; ahora el peso caía en él, era algo que jamás habría imaginado, estar sin sus hermanos.

    — Esto es ahora mi responsabilidad; padre... hermanos...madre... voy a pelear, voy a ser fuerte — levantó su frente — Y restauraré nuestro apellido —

    Al día siguiente Takeda tomó una espada de madera; y apuntó con ella a Hiro quien aún estaba desayunando; lo ignoró por unos segundos.

    — YO SOY TAKEDA; HIJO DE MINAMOTO SOGO; HERMANO DE MINAMOTO NOISHI Y SHIGEARI — miró a Hiro quien dejaba a un lado su desayuno, tomando su katana —Desenfunda tu katana y pelea contra mi Hiroyuki Suguita; mi nombre es MINAMOTO TAKEDA; ORGULLOSO LÍDER DEL CLAN MINAMOTO —

    Hiro sonrió; pero no desenfundó su katana; atacó directamente. Pero Takeda logró esquivarlo brincando sobre de él apuntando el sable hacia su cabeza; sería un golpe directo en Hiro. Pero el orgullo de Hiro también estaba presente; desenfundó su katana cortando la espada de Takeda de un tajo.

    — Casi lo logras muchacho — Takeda sonreía ante las palabras de su maestro; su mirada era distinta, algo en él era muy diferente.

    — No logré el golpe; pero ahora conozco su katana — Hiro miró su katana; no se había dado cuenta de lo que había hecho, después miró a Takeda, preocupado de haberlo cortado, no había ni un razguño en el niño. Hiro rio a carcajadas.

    —Estoy orgulloso de ti...— sacudió el cabello del niño — ...Takeda Minamoto— sujetó su katana frente a él —Ahora que tienes nombre; te la puedo presentar; se llama Kaishi y junto a ella te enseñaré el estilo Futatsunomichi — Kaishi significaba "inicio"

    Takeda asintió —¿Por qué se llama Futatsunomichi? ¿Dos caminos? —

    Hiro sonrió ante su apaleado alumno —Porque siempre hay más de una opción Takeda; que nunca te digan que sólo existe una forma de hacer algo en vida— golpeó en la cabeza a Takeda con la funda — Y no vuelvas a llamarme Hiroyuki, con Hiro basta —

    Así el entrenamiento siguió; esta vez Hiro usaba la katana desenfundada atacando constantemente a Takeda quien seguía con las espadas de madera; aun así Takeda lograba detener el ataque como si de acero se tratara. A pesar de que ahora si había una mejora en su entrenamiento, Takeda seguía sintiéndose débil y ahora constantemente lloraba en las noches escondiéndose de Hiro; Obata lo seguía ocasionalmente y lo consentía de abrazos, algo que Takeda agradecía.

    El entrenamiento para perfeccionar la técnica de Hiro era muy difícil; pues se basaban mucho en velocidad de ataque por lo que estaban en constante movimiento, había veces dónde Takeda sólo se desmayaba del cansancio; a veces se deshidrataba por no detenerse y muchas otras veces tenía que vomitar por la presión. Aquel entrenamiento era muy duro, pero tenía que pasar por él. Hiro sólo lo cuidaba cuando enfermaba de esta manera y si aún estaba consciente le decía la siguiente frase "Nosotros no somos los mismos de ayer; renacemos cada día"

    Lentamente se fue curtiendo, sus reflejos mejoraban junto a su fuerza y agilidad; Hiro cada vez aumentaba la presión, era la única manera de enseñanza para él, la técnica la iba puliendo en el camino. No había principios básicos, era puro combate. La técnica de Futatsunomichi consistía en girar en el aire hacia dos direcciones; creando un ataque el cual el enemigo no podría esperar. El primer golpe se dirigía al pecho; este al acertar sería una estocada grande pero no profunda; el siguiente golpe es el que nadie esperaría, un giro en el aire causado por la fuerza y velocidad del portador, atacando directamente al cuello del oponente; la estocada no sería grande, pero si profunda; es por ello que la técnica se denominaba como tal "dos senderos" elegir entre dos rutas al mismo tiempo.

    Con el tiempo Takeda comenzó a perfeccionar la técnica, al haber entrenado siendo niño le ayudó a que sus movimientos fueran más rápidos, aun así, le faltaba mucha precisión en sus técnicas, tardó varios meses en poder lograr hacer el giro en el aire; pero lo logró, golpeando en el cuello de su maestro quien no lo logró bloquear, pero el golpe no fue tan duro; de esa manera comenzó a entrenar para lograr ejecutarla perfectamente.

    Ese mismo día Takeda había acabado apaleado; lastimándose la muñeca con aquel impacto al cuello de su maestro; pero no quería preocuparlo, así que se alejó a su sitio especial para llorar; esta vez lo hacía por el dolor físico. Takeda notó que Hiro lo observaba a distancia; avergonzado se limpió las lágrimas mientras Hiro se acercaba.

    —Perdón maestro; esto no volverá a suceder — dijo Takeda inclinándose en disculpa.

    Hiro lo sacudió de los hombros rompiendo la reverencia, lo miró a los ojos los cuales estaban completamente rojos; tomó su muñeca y untó algo en ella que olía fatal, después la comenzó a vendar. Nada podía escaparse de los ojos de Hiro Sugita.

    — ¡El cielo no pide permiso para llover! — gritó en la cara de Takeda después de vendarlo; quien lo miraba confundido y asustado — Si en tu espíritu hay dolor la única manera de sacarlo es llorando; no me vuelvas a pedir disculpas si lloras ¿Oíste? y no me vuelvas a esconder tus heridas — Takeda afirmó; mientras Hiro lo soltaba de los hombros — ¡Quiero oírlo!— gritó Hiro

    —¡El cielo no volverá a pedir perdón por llover!— Hiro rio ante las palabras de su pupilo; así no iba el proverbio; sacudió el cabello de Takeda haciéndolo reír también. Pues a veces, después de unas lágrimas hace bien reír.

    Al día siguiente Takeda volvió a despertar temprano; fue hacia dónde se encontraba Hiro; normalmente estaría desayunando; pero esta vez no estaba allí, por lo que Takeda decidió buscarlo dentro de su casa, no tardó en encontrarlo, tosía fuertemente y escupía sangre. Takeda quedó impactado al ver esto, poniéndose en guardia; esperando un ataque sorpresa de aquel que había dañado a su maestro. Hiro se levantó y le sacudió el cabello a Takeda.

    — Tranquilo, no hay nadie aquí; sólo yo y esta vieja amiga mía— Takeda lo miró confundido aun buscando a esa "amiga" lo que provocó que Hiro riera fuertemente mientras limpiaba la sangre de su boca; después le indicó a Takeda que se sentara, algo que hizo sin alegar. Takeda comenzó a creer que esto se debía al golpe que le había dado al cuello y se preocupó.

    — Estoy enfermo Takeda; un veneno llamado batracotoxina, un nombre complicado ¿eh? pues me hubiera encantado saber de él hace unos años, antes de que afectara a este grado mi estado. Este veneno es introducido en pequeñas cantidades, es un veneno fantasma que viaja en tu cuerpo por años hasta que por fin hace efecto y comienza a debilitarte de a poco— mencionaba Hiro limpiando su sangre.

    — ¿Cuál es la cura? —Preguntó Takeda preocupado.

    — Hace unos años se descubrió que un drenado de sangre continuó puede limpiar tu sangre del veneno; por lo que colocan sanguijuelas por todo tu cuerpo, no suena lindo, pero es efectivo. No te preocupes, ve a despertar a Obata, es hora de desayunar — Takeda afirmó con una expresión de tristeza.

    Ese día despertó fuertemente a Obata; sabía que él era un gran conocedor en muchas áreas.

    — ¿De dónde se sacan las sanguijuelas? — Obata se levantó confundido antes la pregunta de Takeda; y medio dormido sólo le pudo decir que de los pantanos; antes de que pudiera preguntarle para que quería saber eso, Takeda ya se había marchado. Fue hacia los pantanos de la isla. Lanzándose a ellos como carnada para las sanguijuelas, atrapando a varias cargándolas envueltas en su ropa. Tardó en llegar de nuevo a la casa pues se había perdido; al llegar Hiro lo esperaba molesto, pues había llegado demasiado tarde para su entrenamiento. Pero Takeda desdobló su ropa mostrándole las sanguijuelas mientras sonreía.

    Esto quebró a Hiro; quien cayó de rodillas frente a Takeda que aún sostenía las sanguijuelas. Hiro las tomó volviendo a envolverlas; las dejó a un lado y abrazó fuertemente a Takeda, que por unos instantes se quedó inmóvil, después correspondió el abrazo con cariño

    — Voy a curarte Suguita-sensei — esto hizo que Takeda sintiera como su maestro comenzaba a llorar sobre él.

    — Ya son cinco años tarde para mi Takeda; no hay cura cuando el veneno vivió en ti por un largo tiempo — Takeda se aferró a él, no sabía que decir; así que lloró. Ambos lloraron fuertemente.

    Ese día no hubo entrenamiento.

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    Un encuentro, dos despedidas

    Takeda ya había cumplido once años cuando en uno de sus entrenamientos irrumpió un hombre que llegaba arrastrado a la costa; el cual aparentemente quería defender a Takeda de Hiro, pero su energía era nula para intentarlo. Obata se acercó a ayudarle mientras Takeda y Hiro seguían entrenando.

    Aquel hombre se llamaba Ukita quien tenía veintidós años, no se veía en buenas condiciones por lo que se quedó en la isla recobrando energías. Un día este hombre había seguido a Takeda después de un entrenamiento; lo vio llorar y Takeda al sentirse atacado lo logró derribar con su espada de madera.

    — Toma una espada y pelea — dijo Hiro hacia Ukita quien se quedó atónito; la voz más intimidante que había escuchado en su vida, se alejó pensando que se dirigía a Takeda y que seguramente le daría una paliza por andar llorando. Al girarse sintió un golpe agudo en la espalda antes de caer fuertemente al piso, era Takeda de nuevo golpeándolo.

    — ¿No escuchaste a Sugita-sensei? Toma una espada y pelea — dijo Takeda, aun portando una voz chillona adecuada a su edad; pero con ojos húmedos y mirada desafiante. Ukita se levantó y recibió el arma de madera que Hiro le había lanzado. Seguramente lo estaba usando para entrenar al niño; así que tomó la katana de madera y miró a Hiro.

    — No necesitas darle una lección por llorar, ya está muy lastimado del entrenamiento de hoy — justificaba Ukita ante Hiro haciéndolo reir, después tosió fuertemente lo que logró distraer a Takeda volteando a verlo con preocupación.

    — No es a él a quien estoy aleccionando y tú Takeda, que demonios estás viendo, tu rival está frente tuyo; concéntrate — dijo Hiro hacia ambos.

    Takeda volvió a girarse hacia Ukita quien sostenía la katana de madera confundido; Takeda atacó y Ukita colocó la katana en defensa, él creyó que al impacto podría empujarlo para lanzarlo lejos, pero para su sorpresa la katana de Takeda rompió a la mitad la de Ukita, quien cayó de sentón frente a un niño.

    — El dolor está deteniendo tu espíritu — dijo Hiro — Yo no soy un hombre de mucho llanto, porque todo mi pasado lo cargo resuelto; el dolor no me detiene más, y si lo llega a hacer, lloro — señaló a Takeda — Su espíritu es más fuerte que el tuyo, porque ese dolor que llevas dentro lo único que hace es someter al tuyo — se giró hacia Takeda — ¿Qué es lo que te enseñó tu maestro, Takeda?—

    —¡El cielo no pide permiso para llover!— gritó Takeda.

    —Bien— Hiro se arrodilló frente a Takeda y sacudió su cabello; haciendo que Takeda lagrimeara, miró a Ukita — Contener tus emociones es lo que te debilita; mira tu cuerpo; no sana a pesar de los cuidados, eso es debido a que tu alma está muerta — Takeda lo miró con sus ojos llorosos, algo en esa mirada lo destruyó; obligándolo a que las lágrimas escurrieran por su rostro. Takeda se acercó a él e hizo lo mismo que su maestro hacía, sacudió su cabello, y del mismo modo, Ukita también no pudo dejar de llorar —Es importante no llevar las emociones a un combate; es por ello que debes aprender a dominarlas. Para ello debes entenderlas, la tristeza sólo se entiende llorando—

    Después de esa noche, Ukita comenzó a entrenar junto a Takeda bajo el mandato de Hiro Sugita. Fue un largo año; de muchas inclemencias del clima y de golpes fatales de Hiro; Takeda cumpliría doce años en esa isla; y Ukita veintitres. Hiro y Takeda se enteraron de lo que guardaba Ukita en su interior, la muerte de Usagi, su esposa.

    Ukita por su parte se enteraría de la ascendencia de Takeda; de el clan Minamoto junto con Obata. Que Hiro Sugita no viviría mucho tiempo más, estaba bastante enfermo, lo ha estado por mucho tiempo.

    — Veneno, uno que no traté a tiempo; queda en tu cuerpo por años hasta que decide que es hora de morir — decía Hiro a Ukita — Los estragos de esto se hacen cada vez peores; por ello debo de pedirles que se vayan, les he enseñado todo lo que me ha sido posible; quiero que me recuerden así, no quiero que me vean en mi peor estado, no es justo ver a alguien en agonía—

    Ukita se fue sin dudarlo; respetando los deseos de su maestro no sin antes despedirse de Takeda; se inclinó ante él —Volverté a Uto, debo despedirme de Usagi como es debido; allí estaré si es que algún día requieres de mi ayuda—

    Takeda afirmó despidiéndose de su amigo.

    Pero Takeda no quería irse y abandonar a Hiro Suguita; por lo que Hiro tuvo que sentarse a su lado, algo que los llevaría a una plática muy profunda.

    —Aún puedo aprender más de ti, quiero estar contigo hasta el final — dijo Takeda quien recibió una sacudida de cabello como siempre.

    — Hay cosas que debes aprender por tu cuenta, ahora que has abierto tu corazón puedes aprender hasta el último de tus días. Algún día entenderás por qué no quiero que me veas en mis últimos momentos, no es orgullo Takeda, no quiero que guardes recuerdos tan malos, quiero que me recuerdes así, sentado a tu lado mientras hablábamos; no en tus brazos en agonía — decía Hiro desviando su mirada.

    — Pero... separarme de usted me causará mucho dolor — decía Takeda mirando al suelo.

    — Takeda... entiendo que las despedidas son dolorosas, te hacen llorar. Pero el despedirse no siempre simboliza el final, a veces son necesarias para que exista un nuevo inicio — dijo Hiro sonriendo hacia las estrellas — Temo que si te quedas junto a mi hasta el final, no quieras irte de aquí jamás, y algo de ti muera conmigo. Por eso debo pedirte un favor...—

    Hiro se colocó frente a él; lo miró con profundidad, ambos habían creado un lazo sumamente importante. Cómo padre e hijo.

    — Permíteme vivir en ti —

    Takeda levantó su mirada, la cual ya estaba nublada de lágrimas.

    — ¿Vivir en mí? —Preguntó el pupilo. Hiro afirmó; y extendió su katana hacia él.

    — Es tuya — dijo entregándosela.

    — Kaishi es suya maestro, no podría...— Hiro lo detuvo.

    —Esto es lo que quiero. Takeda Minamoto, quiero que tú conviertas mi sueño en realidad; un Japón libre de las garras del clan Taira ¿Eres lo suficientemente valiente para hacerlo?— Hiro suspiró, sabía que aquello podría implicar una gran carga para Takeda, pero era su destino.

    Takeda lloró fuertemente; pero tomó la katana con firmeza con sus dos manos, aun muy pequeñas.

    — Nunca lo decepcionaría; Sugita-sensei — Hiro lo abrazó.

    — Jamás he estado tan orgulloso de alguien Takeda —decía Hiró también llorando.

    Permanecieron en ese abrazo por un largo momento hasta que Hiro se separó.

    — Sólo que ahora no se podrá llamar Kaishi; ese era su nombre conmigo, la forjaron para mí y por eso la llamé así — rio — Inicio... yo sabía desde el momento que la vi, esta katana no se iría conmigo, yo sólo era el inicio de su historia —

    Takeda se quedó en silencio unos instantes mirando la katana en sus manos.

    — Genji — pronunció Takeda.

    — Dos inicios... — Hiro rio mientras escribía los kanjis en la arena — 源氏 el segundo kanji es Señor y el primer Kanji es Minamoto — sonrió hacia Takeda — También eres listo ¿eh?—

    Takeda y Hiro rieron; al mismo tiempo las lágrimas caían.

    Al siguiente día Takeda se iría de la isla con Obata; y con ello, por un tiempo la sonrisa de Takeda volvería a perderse.

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    Amelie

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    Título:
    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    811
    Muerte

    Al llegar a la orilla de Niigata descendieron del bote para encontrarse con un joven con una katana desenvainada — Mi nombre es Takamatsu, Kumon; he venido a recuperar lo que es mio, aléjense de ese bote, ahora me pertenece —

    Takeda lo miró aun con sus ojos enrojecidos de tanto llanto — ¿Qué es lo que te pertenece?—

    Kumon observó que Takeda cargaba una katana, lo miró con detenimiento y se molestó señalándolo —La katana que llevas contigo; es creación de mi padre Takamatsu, Kyuzo. El cobarde Hiro Sugita huyó traicionando al clan, no puedes quedarte con esa arma, dámela o paga con tu vida —

    Takeda limpió su nariz con la manga de su kimono antes de bajar del bote de un brinco, dejando a Obata en el indicándole que esperara allí.

    — No pienso entregártela, no me hagas hacerte daño, por favor — dijo Takeda.

    El joven rio frenéticamente — Yo soy quien te hará mucho daño si no me la entregas; puedes huir ahora con tu vida y la de tu abuelo, yo sólo he venido por la vida de Sugita y por esa arma—

    Esas palabras ardieron con odio en el corazón de Takeda — ¿Matarás a Sugita-sensei? — preguntó molesto.

    — Es tu maestro; eso lo cambia todo, tú también morirás aquí — Kumon rio — Va a ser tan satisfactorio ver el rostro de Hiro cuando le diga que acabo de matar a su estudiante —

    Kumon lo atacó subestimándolo; Takeda bloqueó el ataque temeroso con la funda de Genji, jamás había desenvainado una katana contra un ser humano — Eres rápido — dijo Kumon volviendo a atacar mientras que Takeda esquivaba por inercia — Igual de escurridizo que Hiro Sugita, ambos un par de gusanos — decía Kumon pateando a Takeda para que este perdiera equilibrio, no lo hizo; Takeda brincó y golpeó con la funda la cabeza de Kumon.

    — Si desenvaino esta katana, el golpe que sentiste ahora volverá a suceder, esta vez te matará; no me hagas hacerlo — dijo Takeda nerviosamente.

    —Admito que subestimé tus habilidades niño; pero no vas a interferir con mi sueño — Mencionó Kumon con sentimiento hacia Takeda.

    — ¿Qué clase de sueño es este? ¿Matar por venganza?— Takeda estaba confundido.

    Kumon rio nuevamente ante aquellas palabras de Takeda — No hay otro motivo para matar; no voy a dejar que traidores utilicen un arma forjada por mi padre; van a morir hoy y al volver con esa espada podré ser parte del clan Taira—

    Kumon corrió hacia Takeda, el cual recibió un corte en su hombre y a su vez cortó su cabello; Takeda no tuvo más que desenfundar la katana haciendo un corte transversal en Kumon hasta el cuello, aquel hombre deseaba matarlo y debía impedirlo. Al instante Kumon cayó a la arena, sin vida.

    Takeda sacudió su katana con un movimiento veloz quitando así la sangre impregnada en el filo, luego la guardó delicadamente. La sangre de Kumon adornaba su ropa y su rostro; esta era la primera vez que Takeda tomaba una vida.

    Se dejó caer de rodillas junto al cuerpo inerte de Kumon y con suavidad cerró los párpados de su enemigo; era momento de enterrarlo, no podía dejarlo simplemente así; de nuevo de sus ojos brotaban lágrimas; matar era horrible.

    Obata se colocó a su lado — Has tomado esta decisión siguiendo el código Bushido; Gi, justicia; era incorrecto dejar vivo a alguien que sólo mataba por razones vacías. Yu; Coraje, has reemplazado el miedo por el respeto y la precaución, no dudaste en ese último ataque. Jin; Benevolencia; tienes compasión, le ofreciste vivir. Ayudaste a los tuyos en esta oportunidad y lo hiciste sin hacer sufrir al enemigo. Rei; Respeto; Los samurai no tienen motivos para ser crueles, has demostrado respeto no solo por tu fiereza en la batalla, sino también por tu manera de tratar al enemigo. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros. Makoto; Honestidad; no te detuviste en realizar lo que has pensado, jamás mentiste en tus acciones, no engañaste. Meiyo; Honor; las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo. Chugi; Lealtad; para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel, protegiste a tu maestro sin dudarlo un segundo— Obata le sonrió a un Takeda desalentado por haber asesinado — Tu padre estaría muy orgulloso de ti en estos momentos, así como sé que lo está Hiro —

    Takeda afirmó y miró hacia el mar —Debo avisarle que el clan Taira lo está buscando...— Obata lo detuvo — Él lo sabe muy bien Takeda; no debes mirar atrás, nunca más — Takeda bajó la mirada, sabía que lo que decía Obata era cierto.

    Enterraron el cuerpo de Kumon Takamatsu con respeto y honor; para emprender su camino hacia a Nara.

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    Última edición: 13 Agosto 2020
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    Amelie

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    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
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    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
    Palabras:
    1912
    Regreso a Nara; nuevos inicios

    Volieron a Nara cuando Takeda cumplía trece años; hablaron nuevamente frente a Eizo y sus hijos; Eizo reconoció el nivel de entrenamiento que Takeda había obtenido en esos años; pues podía derrotar con facilidad a sus guardias. Así Takeda tomó juramento hacia Eizo, de ser el samurai que lo protegería hasta su muerte.

    Eizo le otorgó el viejo dojo; el cual había permanecido sin maestro durante años, a lo que Takeda aceptó junto con Obata, abriendo sus puertas a nuevos alumnos. Miró hacia el río, aquel río dónde había pasado parte de su infancia mirando sin ningún propósito; ahora lo tenía, junto a un destino que cumplir.

    Takeda aún seguía sin sonreír, la pérdida de su maestro le había afectado demasiado, y el hecho de haber tomado su primera vida con sus manos era un peso fuerte para un niño. Takeda ocultó todas sus dudas y dolor en una máscara de arrogancia, sabía que de esa manera nadie se acercaría a él y así nadie debería saber por lo que había pasado.

    Al día siguiente abrió el dojo junto con Obata; él sólo lo observaba mientras Takeda estiraba un poco y atajaba con una espada de madera, manteniendo a Genji siempre enfundada en su cintura. En ese momento llegaba Yamagata con escasos diez años y sin ningún respeto apuntó su katana de madera a Takeda quien lo veía sin emoción. Yamagata retó a Takeda a un duelo; este lo ignoró, y siguió entrenando, así que Yamagata atacó sin más, Matsuda observaba en la entrada del dojo con dieciocho años.

    Takeda empujó a Yamagata con la espada de madera, haciéndolo volar pues Yamagata había atacado brincando, en esos segundos, Takeda había bloqueado el impacto con su mano y desarmado a Yamagata. Matsuda al ver a su amigo caer hizo exactamente lo mismo con el mismo resultado. Ambos acabaron en el suelo mientras Obata reía.

    —Vaya que tienen valor, o son demasiado ingenuos; sea cual sea la razón, deberían unirse a las clases, así aprenderían algo, pueden llamarme Obata, la clase al día son diez monedas y este es Takeda, será mejor que no lo ataquen de esa manera —

    Ambos afirmaron a Obata y miraron con odio a Takeda. Takeda miró hacia Obata cuando ambos se habían ido de aquel lugar.

    —Yo no pienso entrenar a nadie —

    Obata negó acercándose a Takeda — Sabes que yo no utilizo armas; entrenar conmigo no será de utilidad para ti mientras estamos aquí; en cambio entrenar con alguien más permitirá que pulas tu técnica —

    — No quería venir aquí, pudimos irnos y ser viajeros, así practicar con cualquiera que intente hacernos daño— decía fríamente Takeda.

    — No; aislarte sólo hará que tu corazón se cierre a nuevos encuentros; además...— decía Obata antes de ser interrumpido por unos golpes en la puerta del dojo, al girarse pudieron observar a Hamami, la mujer de Obata, ambos corrieron a saludarla con mucho cariño.

    — Cuánto has crecido pequeño ¿Y qué le pasó a tu cabello? — dijo Hamami pues estaba muy mal arreglado, después de el corte con katana por Kumon — ¿Y qué le ha pasado a tu higiene?— dijo mirándolo completo — No, no, no, cuida el exterior tanto como el interior; porque todo es uno— dijo sacudiendo su ropa llena de polvo y mirando con desaprobación a Obata, Takeda se veía avergonzado — Ven pequeño, irás a casa y tomarás un buen baño; después cortaré como es debido tu cabello — Takeda sonrió con lágrimas hacia Hamami, ella no lo había visto desde hace unos años, para ella esta era la primera vez que veía a Takeda llorar desde la masacre de su familia. Lo abrazó con fuerza.

    Al día siguiente Takeda regresó al dojo, con un corte de cabello decente y con ropa limpia. Matsuda y Yamagata ingresaron al dojo, no estaba Obata, sólo Takeda.

    — Llegan tarde, es de mala educación hacer esperar a su maestro — decía Takeda molesto.

    Yamagata y Matsuda se miraron entre si, respondiendo que Obata no había llegado aún.

    —Obata no es su maestro; soy yo —

    Ambos rieron para hacerlo enojar, pero Takeda se mantenía estoico observándolos.

    —Si no quieren entrenar pueden irse; necesito practicar, no perder el tiempo —

    Yamagata y Matsuda se molestaron demasiado, ambos lo atacaron al mismo tiempo y no obtuvieron mejores resultados que el día anterior; Takeda los desarmó, esta vez no los golpeó y apuntó a sus rostros con la katana de madera, mientras en la otra sostenía las suyas.

    — Aquel que no controla primero su cuerpo, está siendo utilizado por el arma que toma en sus manos; si no pueden controlarla no merecen usarla —

    Ambos se miraron y asumieron su derrota; Takeda les devolvió las armas y así iniciarían su primer entrenamiento, dónde ambos terminarían agotados. Takeda no enseñaba igual que Hiro, él era más disciplinado gracias a los recuerdos del entrenamiento con su padre, Sogo. Los observó para ver cuáles eran sus cualidades y defectos, notando que Yamagata tenía buena técnica la cual parecía estar arruinando por querer atacar con fuerza; y Matsuda tenía más fuerza, pero una pésima técnica.

    Lentamente una amistad surgía en ellos a pesar de los enojos, las peleas de Matsuda con Yamagata lo hacían reir en los entrenamientos, y a ellos les divertían las historias que Takeda les contaba de su viaje con Obata por Japón; ya que aquel hombre parecía conocer a todo mundo, pero a su vez parecía que su torpeza no tenía límites. No tardaron mucho en hacerse amigos, haciendo que Takeda pudiera abrirse más con ellos.

    Un día Yamagata le presentó a Fuji, una niña de diez años y le contó de su gusto por los entrenamientos; a Takeda le costaba trabajo las presentaciones, así que ignoró un poco a Fuji después de saludarla cortesmente. Ella comenzó a ir esporádicamente a los entrenamientos, no rugurosamente todos los días, pues tenía otras ocupaciones. Pero Takeda veía en ella potencial, a pesar de que no tenía casi nada de entrenamiento. Fuji por su parte estaba más enfocada en las armas y su creación por lo que no pudo evitar sentir asombro al ver que Takeda portaba una katana de acero real y le pidió verla. A lo que Takeda reaccionó alejándose mientras abrazaba la katana con fuerza, demostrando aún que era un niño pequeño. Fuji se disculpó con Takeda al acercarse tan agresivamente; y le explicó que ella no iba a los entrenamientos diarios para ayudar a sus padres en su comercio y a su vez a Katsushiro en la armería; pues su verdadera pasión eran las armas.

    Lentamente, Takeda fue tomando confianza en ellos; era de entenderse pues había estado aislado en su entrenamiento con Hiro, sólo conoció a Ukita en esos años y fue un mero accidente; además de que Ukita era mucho mayor a él, por lo que estar con Yamagata, Matsuda y Fuji lo ayudaron a recuperar aquella juventud que parecía perdida.

    Cuando Takeda tenía catorce se acercó a Fuji quien tenía once en aquel momento; ambos hablaron sobre las armas.

    —Matsuda siempre habla de lo buena que eres con las armas— dijo Takeda hacia Fuji quien se sonrojó al instante al oír que Matsuda la consideraba así —Si él confía tanto en tus manos, no veo por qué yo no pueda hacerlo— Le extendió su katana —Se afilarla y limpiarla por mi cuenta, es parte del entrenamiento de un samurai; pero me gustaría ver cómo lo haces tú—

    Fuji no pudo evitar sonreir enormemente ante esas palabras y jaló a Takeda a la Casa de Armamento, donde le enseñó su ritual de limpieza. Genji era una obra de arte, Fuji estaba impresionada, la limpieza de la hoja era impecable. Miró a Takeda preguntándole si podía desarmarla para limpiarla a profundidad; Takeda aceptó, tomó la katana y la desarmó para Fuji; ella estaba impactada, el brillo continuaba incluso hasta el nakago. Takeda tenía demasiado cariño por el arma y eso se notaba.
    "Kyuzo" leyó la inscripción en la hoja; miró confundida a Takeda y este le explicó.

    — Es la firma del artesano; Kyuzo Takamatsu, es bastante famoso aparentemente, esta espada la hizo ya muchos años atrás. Para mi maestro— esto lo dijo con tristeza mientras señalaba la hoja y debajo del nombre de Kyuzo decía "Hiro" —Ese es, ese era el nombre de mi maestro — lágrimas comenzaron a caer del rostro de Takeda y Fuji lo abrazó con fuerza al instante; lloraba por su maestro y lloraba por Kumon, cargar con la muerte de alguien era pesado para él.

    Takeda se limpió las lágrimas mientras Fuji lo miraba con ternura —Deberías grabar tu nombre debajo del de tu maestro; ahora tu eres su dueño, la katana debe saber esto. Déjame hacer esto por ti un día, cuando mejore mis habilidades déjame grabar tu nombre en ella; así como en tu vieja katana— Takeda afirmó ante Fuji mientras sacudía su propio cabello, Fuji suspiró —Takeda Minamoto, ¿cierto?— Preguntó Fuji mientras Takeda quedaba atónito ante Fuji mientras miraba a todos lados, ella conocía su apellido.

    —Pero cómo...— comenzaba a decir Takeda.

    Fuji se levantó y jaló un tatami debajo de la casa de armamento — Yamagata la encontró hace ya unos años en el Santuario, clavada detrás del árbol, sabes... las espadas no deben dejarse morir de ese modo, mucho menos si tienen tu nombre en ellas. La limpié hace unos meses pensando que sería un buen regalo para Matsuda; pero al limpiar el nakago encontré tu nombre y por tu reacción creo que no me equivoqué, tú eras su antiguo dueño; pensé que sería de un samurai muy viejo— Fuji estaba temerosa de la reacción que pudiera tener Takeda; pero le sorprendió que este sonreía.

    —Ese Takeda ya no está más; mi maestro decía que se renace todos los días, yo lo hago siempre para no volver a ser lo que era cuando clavé esa espada en el Santuario — Empujó la espada hacia Fuji —Puedes quedártela, planeo llevar siempre a Genji conmigo; le encontraremos un dueño que sepa apreciarla — dijo Takeda mientras Fuji lo veía algo confundida "Gengi"

    Cuando Fuji cumplió quince años; logró comprarse con todos sus ahorros un kit para la reparación de armamento, muchas de esas herramientas eran de un acero de alta calidad; no tardaron en volverse el tesoro de Fuji y con ellas pudo tallar el nombre de Takeda en su katana, quien ahora tenía dieciocho años.

    — Takeda Minamoto; hasta yo sé que ese es un apellido peligroso ¿Seguro que no quieres mantenerlo en secreto? Si alguien ve esto en tu katana hará que los Taira vengan por ti—Dijo Fuji mientras Takeda negaba.

    —No voy a dejar que alguien en el que no confíe vea esta inscripción; permanecerá oculta en el nakago, el corazón de Genji, al igual que mi vieja katana— Fuji escuchó a Takeda y se sintió especial al ser considerada de confianza por él.

    —¿Genji?— Fuji hizo la pregunta que había guardado por tanto tiempo.

    —Si; ese es el nombre de mi katana, Genji, significa "Dos inicios" — Dijo Takeda mirando a Genji, ahora Fuji entendía por qué no quería dejar ir esa katana.

    Takeda también formó una buena amistad con Fuji, quien de vez en cuando iba a sus entrenamientos; Takeda sabía perfectamente que no era para entrenar, más que nada era para estar junto a Matsuda y al parecer Matsuda era el único que no parecía darse cuenta.

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    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
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    Drama
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    11
     
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    2088
    El legado Minamoto

    Cuando cumplió veintiún años tuvo que hablar con Obata y Hamami; esa noche el hizo la cena, una muy especial.

    —Es tu cumpleaños pequeño...— Decía Hamami, aparentemente jamás le dejaría de decir "pequeño" — ...debería ser yo quien te haga esta cena tan especial— dijo mirando el esmero de Takeda en el arreglo y la preparación de la comida.

    —Debo decirles algo importante— Decía Takeda con confianza.

    Obata sonrió y afirmó, sabía perfectamente lo que iba a decir —Si tú crees que es el momento ideal para hacerlo, hagámoslo; me he adelantado un poco con mis contactos, creo que he encontrado a un par de personas que se puedan unir a la causa—

    A su vez Hamami habló —Yo iré a buscar a más personas por mi cuenta; saben perfectamente que soy buena en ello—

    Takeda no tuvo que explicarles nada, a final de cuentas, Obata y Hamami siempre habían entendido la misión tan importante que tenía Takeda, ellos mismos eran informantes del clan en aquellos tiempos, y sabían perfectamente que aquel "pequeño" no se quedaría con los brazos cruzados.

    Takeda se inclinó ante ellos —Les agradezco todos estos años de cuidados, me permitieron tener una infancia, me llenaron de amor y jamás me dejaron solo; ustedes son parte de mi familia, y no hay suficientes palabras como para agradecerles, así que les demostraré todo con acciones, se sentirán orgullosos de la crianza que me han otorgado—

    Obata y Hamami lo abrazaron.

    Al siguiente día Hamami ya se había marchado; Takeda realizó su última clase con Yamagata, Matsuda y Fuji; sabía que el entrenamiento de ellos no había terminado, pero aun así debía partir, por ello les dijo su secreto pasado.

    —Nos volveremos a encontrar Takeda y cuando así sea, me uniré a tu familia— dijo Yamagata.

    Matsuda hizo una reverencia — Meishu; espero que el viaje le traiga aliados valiosos. Aquí en Nara lo esperaremos para unirnos a su causa—

    Fuji lo abrazó; ella ya sabía de su pasado —Sé que todo saldrá bien—

    Takeda les sonrió para después abrazarlos en grupo; pues en verdad extrañaría a sus amigos.

    Takeda salió de Nara dirigiéndose hacia la Prefetura de Ehime; así cruzar y llegar por mar a Ooita. En Ehime esperó en Seiyo a que un bote apareciera en su escaso puerto; Seiyo es una Ciudad muy desolada, pero posee manantiales de agua privilegiados. Takeda visitó el manantial de Kannon-sui donde disfrutó de una caminata en soledad mientras Obata hacía intercambios y conocía a diversas personas en el puerto.

    Caminando junto al manantial se detuvo a mirar a alguien que parecía estar entrenando, no había nadie más alrededor, así que Takeda se acercó lentamente; no lo hizo para evitar ser descubierto sino todo lo contrario. Al estar a una distancia prudente pudo distinguir que se trataba de una mujer, su estilo con la espada era muy delicado y rápido; ella lo miró, ambos eran samurai, ambos supieron al instante que ninguno de los dos buscaba una pelea.

    —Viajero; si sigues por este camino llegarás al bosque y te perderás— dijo la mujer en tono de burla mientras guardaba su katana.

    —No debe preocuparse, ya estoy perdido— dijo Takeda con el mismo tono; logrando hacer reír a la mujer.

    —¿Te gustaría entrenar un poco? Prometo que seré suave, no suelo dejar mal parados a los viajeros— mencionaba la mujer apuntando hacia Takeda.

    Takeda sonrió —Preferiría mantener enfundada a mi katana— la mujer rio, mientras caminaba hacia un árbol, allí estaba dormido un hombre que Takeda había ignorado por completo, a pesar de estar dormido logró ocultar su presencia. La mujer tomó dos espadas de madera de las varias que había allí y le lanzó una a Takeda.

    —Yo soy Fujiwara no Kirara; orgullosa descendiente del clan Fujiwara— dijo apuntando consu katana —¿cuál es tu nombre viajero?—

    Takeda se colocó en posición de ataque —Viajo sin nombre— la mujer volvió a reír. El hombre que permanecía aparentemente dormido despertó y clavó su mirada en Takeda.

    —No confió en aquellos que ocultan su nombre— dijo aquel hombre junto al árbol.

    Kirara miró a su compañero y le sonrió —Estoy de acuerdo con Taiyō; así que te diré algo, viajero —habló hacia Takeda — Sé que no vienes con malas intenciones, así que te propongo un trato, si logro derribarte me dirás tu nombre—

    —Esta bien — dijo Takeda con una sonrisa — Lo prometo por mi apellido— rio "un samurai no debe prometer"

    Kirara comenzó el ataque; Takeda lo esquivó sin problemas y después ella logró cambiar a velocidad su movimiento, eso tomó a Takeda por sorpresa, pero no desprevenido bloqueando el ataque. Al parecer esto también le había sorprendido tanto a Kirara como a Taiyō.

    —Vaya... el viajero tiene talento— decía Kirara preparándose para un siguiente ataque.

    —Futatsunomichi..— dijo Takeda emocionado, esperando que ambos reaccionaran, la técnica de Kirara era la misma que la suya. Taiyō fue el primero en reaccionar.

    —¿Cómo conoces esa técnica?— preguntó Taiyō mientras Kirara no dejaba de observar a Takeda.

    —Es la técnica de mi maestro...—

    —Hiro Sugita— terminó de decir Kirara interrumpiendo a Takeda, quien se giró impactado, su maestro jamás le dijo de ningún otro alumno.

    —¡Conoces a Sugita-sensei!— el niño interno de Takeda parecía surgir de la nada, dejando la formalidad que siempre procuraba mantener en combate. Kirara y Taiyō se miraron preocupados, esto hizo que Takeda volviera a su posición de ataque. Kirara hizo lo mismo.

    —Dime tu nombre —demandó Kirara. Takeda se negó

    —No me has derribado— Dijo Takeda con seriedad.

    Kirara atacó con más fiereza y Takeda no la subestimó; el choque de las espadas le recordaban a aquellos entrenamientos con su maestro. Y por pensar en ello Taiyō aprovechó la oportunidad y tomó a Genji para robarla de su cintura, Takeda abandonó la concentración del combate por el vuelco que le dio el corazón al sentir como alguien tomaba a Genji, detuvo de una patada a Taiyō, un golpe fuerte que lo hizo retroceder; pero Kirara aprovechó esto derribando a Takeda quien se había desconcentrado.

    —Sabes que eso fue trampa.— dijo Takeda molesto, guardando a Genji nuevamente.

    —Lo sé; pero no me interesa en estos momentos, dime tu nombre y honra tu promesa— apuntó Kirara con la espada de madera.

    Takeda se levantó, aun seguía molesto. Dejó caer la espada de madera y tomó el mango de su katana, honraría su palabra, pero no podía dejar testigos.

    —Soy Takeda Minamoto...— Dijo atacando a Kirara quien desenfundo su katana y bloqueó el ataque, empujándolo, Kirara comenzó a darle la espalda a Takeda; Takeda pensó que aquello era una preparación para un ataque y corrió a embestirla, pero se detuvo en el momento en que Kirara se dio la vuelta por completo; en su espalda llevaba la cresta de los Minamoto.

    — Cómo...— Takeda sentía que los ojos se nublaban de lágrimas que limpió al instante, no era momento para llorar, seguía en combate. A pesar de que aquello le removiera el alma, hace años no veía el emblema de su familia.

    — Lo dije muy claro desde el inicio; soy Kirara Fujiwara; no puedo creer que un Minamoto no reconozca el apellido de mi familia— Kirara se giró nuevamente y sonrió — Por eso Hiro Sugita confió en ti—

    Taiyō quien había permanecido atento habló —El clan Fujiwara traicionó al clan Taira cuando este traicionó la confianza de Sogo Minamoto en Kioto— dijo inclinándose en disculpa, algo que también hizo Kirara. Takeda se quedó ahí parado, sumamente confundido.

    — Hemos estado huyendo del clan Taira por años; nuestro clan ha sido lentamente exterminado por ellos, quedamos sólo diez de nosotros— dijo Taiyō aún con su rostro en el suelo

    — Hiro Sugita fue el mejor amigo de mi padre antes de que este muriera, él también conocía la técnica que después yo aprendí: Futatsunomichi — dijo Kirara, también ella permanecía con el rostro en el suelo

    — Cuando exterminaron al clan Minamoto; los Fujiwara no nos quedamos con los brazos cruzados, días después tratamos de amotinarnos, pero nuestro plan ya se sabía en los mandos de clan Taira, así que acribillaron a la mayoría. Hiro Sugita nos ayudó a escapar mientras nuestro padre se quedaba peleando y por nuestra debilidad, Hiro Sugita resultó muy herido de aquel combate, aun así nos ayudó y sobrevivimos-- dijo Taiyō

    — ¡Nos disculpamos contigo; el último de los Minamoto. No logramos proteger a nadie, sólo causamos más muerte!— gritó Kirara avergonzada.

    Takeda los observó en silencio por unos instantes, la información que recibía lo llevaba a recuerdos dolorosos, no sabía la edad de Kirara o Taiyō, pero no podían ser más grandes que él, eso los dejarían en la misma posición en la que él estaba hace trece años. Tardó en reaccionar para colocarse de rodillas frente a ellos, y él se colocó en posición de disculpa con su rostro en el suelo —Honorable familia Fujiwara; yo Minamoto no Takeda, estoy profundamente conmovido y agradecido por los sacrificios que tuvieron que realizar en nombre de la justicia...— Kirara y Taiyō se miraron confundidos —... en nombre de mi familia—

    Kirara levantó la mirada del suelo al igual que Taiyō, incorporándose aun de rodillas, miraron a Takeda —No merecemos sus palabras; al menos no nosotros que tuvimos que huir de la pelea— dijo Taiyō.

    Takeda también levantó la mirada, incorporándose quedando sentado sobre sus piernas —Entiendo perfectamente su sentimiento— cerró los ojos y suspiró — Nos dieron la oportunidad de proteger nuestras vidas, nos dieron la valentía para poder seguirlas; conservar la vida en este momento es un regalo, no un castigo. Nosotros no somos los mismos de ayer; renacemos cada día, eso me decía Suguita-sensei—

    Kirara y Taiyō sonrieron entre ellos, Kirara se acercó a Takeda para pedirle que se levantara —Nos has redimido Minamoto, Takeda, al verte aquí, ahora. Como integrante del clan Fujiwara puedo afirmar que has encontrado aliados en nosotros, nuestro líder Tadashi Fujiwara estará honrado en poder conocerte—

    Takeda sonrió ante el ofrecimiento; aquello resultaba perfecto, había salido de Nara para buscar nuevos integrantes al clan, con los Fujiwara tenía asegurado aliados fuertes, capaces de derribarlo. En esos instantes un silbido se hizo presente, a lo que Taiyō salió corriendo hacia las profundidades del bosque, Takeda se preparó para un posible ataque, pero Kirara lo detuvo —Es el llamado de mi hermano menor, Shinkō. Estamos aquí cazando a un traidor; Yami lo ha rastreado; estamos muy cerca de poder exterminar a aquel que dio la información a los Taira de la traición de mi clan—

    —Puedo ayudarlos; así después pueden acompañarme, estoy reclutando samurais preparados para combatir a los Taira; no puedo hacerlo solo— dijo Takeda esperando una respuesta positiva.

    Kirara no podía negarse ante Takeda por su honor, aun así tenían una misión en movimiento que no podían abandonar; a su vez no podían arriesgar involucrar al último Minamoto.

    —Takeda— dijo sin formalidades —Los Taira te creen muerto, esto que hacemos debemos hacerlo solos, si te involucras podemos desatar una guerra que aún no debe llevarse a cabo; confío en que los Fujiwara acabaremos con esta pequeña amenaza y nos reuniremos contigo—

    —Lo entiendo Kirara, por favor, tengan cuidado; saben que los Taira no actúan con el código Bushido. Siempre jugarán sucio. Podrán encontrarme en Nara, la capital de la Prefectura con el mismo nombre— dijo a velocidad; notaba que Kirara quería correr a ayudar a su clan.

    Kirara afirmó, y se quitó aquel segundo kimono que portaba con orgullo encima de otro, aquella flor azul bordada en la espalda. Se la entregó a Takeda —Nos veremos en Nara, toma esto, es la cresta de tu familia; la tomé aquel día... — se refería al asesinato de su clan —... desde entonces la he usado, ya era momento que volviera a las manos adecuadas—

    Takeda la tomó con cariño —Muchas gracias Kirara; sólo prométeme que volveremos a vernos—

    Kirara rió ante Takeda mientras aquel silbido se volvía a hacer presente; Kirara debía irse —Un samurai siempre cumple sus palabras— hizo una reverencia —Gracias Takeda Minamoto; esperaré con ansias nuestro próximo encuentro—

    Kirara se fue corriendo, perdiéndose en el bosque; dejando a Takeda quien dobló la capa; debía mantenerla en secreto por un tiempo más. A diferencia de Kirara, no se perdió entre la maleza, sino que se perdió de verdad. Obata tuvo que subir a la montaña a buscarlo como si fuera un niño pequeño; algo que avergonzó profundamente a Takeda, el futuro líder del clan Minamoto perdido en un bosque por dos días.

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    Hermandad

    Días después partió de Ehime a Ooita; y de ahí moverse hacia Fukuoka, allí Obata había recibido informes de un vagabundo que vivía en los bosques; aparentemente era muy fuerte, había derrotado casi a un ejército el solo; aquella búsqueda fue difícil, el hombre parecía eludir a los contactos de Obata.

    Localizaron a aquel hombre casi un año después en el bosque de la ciudad de Asakura; lo observaron por varios días, su dolor era palpable. En esos momentos Takeda tenía veintidós años.

    Un día mientras aquel hombre prendía su fogata para cocinar; Obata y Takeda se acercaron; el hombre los miró extrañado, Obata era un hombre el cual podía acercarse a alguien sin ser detectado, pero no se acercaba a él con sigilo, quería que aquel hombre lo viera sin que se sobresaltara. Takeda también se acercó con serenidad, aunque esto no sirvió porque el hombre se abalanzó hacia él por su miedo a ser nuevamente cazado como una bestia. Takeda logró detener su ataque, pero aquello le fue difícil, el hombre tenía demasiada fuerza. Así que tuvo que someterlo hasta que este se tranquilizara; cuando logró su cometido lo soltó de inmediato.

    Obata se sentó frente a la fogata como si fuera un viejo conocido; Takeda lo acompañó mientras el hombre se quedó de pie muy confundido, así se quedaron por varios minutos en completo silencio hasta que Obata, mirando al fuego habló — Mereces redención muchacho; no sé qué es lo que has hecho para que te estés castigando de este modo; una vida entrenando y orando en silencio—

    — Nadie merece estar solo; necesitas una familia que pueda entender esto que eres ahora; sígueme si es que quieres curar esas heridas que cargas contigo...— dijo Takeda levantándose de la fogata y extendiéndole una mano; aquel sujeto apretó su mano en la muñeca de Takeda, este hizo lo mismo saludándose.

    Aquello había sido muy sencillo, Takeda no podía creerlo, eso demostraba el deseo de aquel hombre por tener un amigo — Me llamo Takeda; ¿Cuál es tu nombre? —

    —Chikusa...— se notaba que hace mucho no hablaba con alguien más que con su sombra; Takeda le sonrió mientras volvía a sentarse junto al fuego; allí le explicó la situación a Chikusa, toda su historia de cómo su familia fue traicionada por el clan Taira. Chikusa, un hombre de veintiocho años, escuchó aquella historia y no podía dejar de sentir pena, identificaba su dolor con el de Takeda, su causa le parecía justa y no quería simplemente quedarse a vivir en los bosques sin un propósito.

    —Encontrarte ha sido muy complicado Chikusa— mencionaba Obata

    — Soy una bestia para cualquiera que me ve; siempre tratan de cazarme como si fuera un trofeo. Sé que he cometido crímenes; pero no quiero volver a estar solo y encerrado — decía cubriendo sus muñecas.

    — Nosotros no somos los mismos de ayer; renacemos cada día — aquella frase ya era un mandamiento para Takeda, era la manera de entender que era la redención y el verdadero perdón.

    Pero algo alertó a Takeda quien se colocó en guardia frente a Obata, protegiéndolo. Chikusa notó esto e hizo lo mismo, aunque no entendía que pasaba. Lentamente varias flechas comenzaron a llover en su dirección; Takeda intervino bloqueando varias con su katana defendiendo a quien iban dirigidas, una le rozó en el hombro y otra en la pierna.

    —Vaya, vaya, conque un forastero quiere robarse nuestra cacería— dijo una voz a lo lejos —No nos gustan los cazadores como tú, que se acercan a la presa con trucos baratos— el hombre salió de entre los árboles, seguido de al menos quince personas más.

    —Yo no estoy de cacería, estoy conversando con un amigo — dijo molesto Takeda — He de decir que su pelea no es honorable, quince arcos en mi contra es demasiado bajo — Takeda siempre se regía por su código Bushido.

    Chikusa quien escuchaba y observaba parecía estar perdiendo el control; comenzaba a recordar la historia que Takeda la había contado, el cómo asesinaron a su padre y a todo su clan con cobardía; miró la herida de flecha en el hombro de Takeda y su odio se acrecentó.

    — No voy a permitirte que lastimes a mi hermano — dijo Chikusa hacia aquel cazador que los miró confundido. Takeda sonrió, hace mucho no escuchaba aquella palabra, hermano.

    — Y no permitiré que comparen a mi hermano con un trofeo de caza — dijo Takeda, mientras le indicaba a Obata que corriera; este lo hizo y las flechas fueron por él; pero detenidas por la katana de Takeda dejando que este lograra escapar con facilidad.

    —Bien; iremos tras de él cuando acabemos con ustedes— decía el cazador mientras Takeda reía.

    —Para ser cazadores son muy poco observadores, no tienen posibilidad contra nosotros— decía Chikusa desenvainando su katana.

    La pelea fue compleja; la mayoría de ellos portaban armas para largo alcance, haciendo difícil que Takeda y Chikusa pudieran acercarse a ellos; resultaron bastante heridos en el proceso, pero lentamente cortaron atreves de todos sus enemigos; ambos con varias heridas de flechas en su cuerpo.

    Se dejaron caer, jadeando de cansancio.

    —Debemos ir a una clínica...— Dijo Takeda mientras Chikusa lo miraba preocupado, temía que todos lo vieran como a un monstruo, Takeda rompió un poco de su hakama; aquellos pantalones usados por los samurai, y envolvió las muñecas de Chikusa con la tela, sabía que aquellas cicatrices le impedían salir a la luz, estaba muy avergonzado de ellas.

    Con eso ambos pudieron dirigirse a una clínica seguidos por Obata dónde fueron atendidos y después pudieron darse un buen baño en un balneario local; algo que jamás había hecho Chikusa y después descansar en el Shukusha.

    — ¿Cómo puedes luchar sin odio en tu rostro? — preguntó Chikusa a Takeda quien observaba el techo despreocupado, la pregunta lo hizo bajar la mirada para encontrarse con la de su amigo.

    — Un verdadero guerrero no lucha por odio a los que tiene enfrente; sino con amor a los que tiene detrás— dijo sonriendo

    Chikusa lo observó; por primera vez se sentía en paz.

    —He de admitir que las heridas de flecha son lo que menos duele en este momento; el impacto del bloqueo a tu ataque es lo que más me molesta; si no hubiera bloqueado estaría muerto— mencionó Takeda

    Chikusa lo observaba mientras hablaba, se le notaba preocupado —Perdóname; pensé que venías a matarme, jamás creí que alguien me buscaría sólo para conversar—

    Takeda río — Jamás me gustaría tener que pelear contigo hermano, no tienes idea de cuan afortunado soy de saber que estás de mi lado —

    Chikusa sonrió y río a un lado de Takeda; algo que no había hecho por años.

    A la mañana siguiente Chikusa y Takeda se levantaron, el aroma de la habitación era de madera, un olor placentero y familiar para ambos. Takeda había descansado perfectamente, pero Chikusa parecía haberse desvelado.

    Takeda estaba listo para irse; pero Chikusa lo detuvo, no podían irse sin antes pasar al Santuario a elevar una oración importante, Takeda era un firme creyente del código Bushido, no tenía una religión específica ya que su enseñanza en el sintoísmo quedó trunca con los eventos de la traición del Imperio con su familia, por lo que no solía rezar ni pedir protección, sólo confiaba en la velocidad de sus reflejos. Aun así conocía algo de la enseñanza de Buda pues era mencionado por su viejo maestro en su entrenamiento. Aceptó la propuesta de Chikusa y los dos se dirigieron al Santuario más cercano.

    —Hay varios aromas en el incienso tradicional— dijo abriendo la cajita de inciensos en el santuario, tomó uno y lo olió — Este es Manaban — dijo extendiéndolo para que Takeda lo oliera; Chikusa sonreía como niño pequeño; le gustaban los inciensos y hace tiempo no se paraba cerca del santuario —Este es Kyara— decía pasándole otra varilla que se veía exactamente igual; Takeda lo olió — Huelen igual — Chikusa negó seriamente con su cabeza — Claro que no — Takeda rió pero siguió oliendo la varilla — Seguramente si lo encendemos pueda notar la diferencia — Chikusa afirmó; después sacó de su casaca un par de collares con esferas de madera, uno se veía bastante viejo y el otro bastante nuevo — Cada uno tiene ciento ocho esferas; a esto se le llama un mala, es para hacer oraciones a Buda — Le entregó el más nuevo a Takeda — Lo hice en la noche; necesitas protección espiritual. Así como una vela no brilla sin fuego, el hombre no puede existir sin una vida espiritual — suspiró — Takeda; atacas sin un escudo; ahora esto te servirá de protección — Takeda tomó el mala con cuidado, cómo si el tocarlo fuera a dañarlo — Ahora, a impregnarlos de incienso — tomó una varilla, la olió nuevamente y la deshizo sobre su mala; ahora entendía Takeda porque el suyo ya se estaba tornando negro; por el incienso impregnado en él — Este incienso es Rakoku; es mi favorito —dijo Chikusa tomando otro y encendiéndolo en el altar; ese aroma si lo podía reconocer perfectamente, era muy dulce. Chikusa tomó otro, era uno de Kyara, el aroma amargo — Este será tu aroma de ahora en adelante — Decía Chikusa pulverizando la varilla en el mala de Takeda y después prendiendo otra varilla del mismo aroma. Chikusa sonrió — A esta ceremonia se le conoce como kōdō; es de las tres artes clásicas del refinamiento japonés, siendo las otras dos el ikebana y el chadō -- Takeda estaba sorprendido; aquel hombre que vivía alejado de las viejas costumbres conocía unas tan antiguas como aquellas; Takeda desconocía la del incienso por completo. Tomó su mala entre sus manos; Chikusa hizo lo mismo y ambos oraron.

    Desde entonces ambos portaban ese mala envolviendo su muñeca. Cada quien con un aroma distinto.

    —¿Quién te enseñó del budismo, Chikusa? —

    — Un viajero ciego que acampó un tiempo en el bosque dónde vivía; oraba mientras yo lo observaba desde la copa de un árbol, el pobre hombre estaba muy enfermo. Pero su enfermedad no la pasó en agonía sino en en paz. Aprendía de él mientras el moría lentamente sin darse cuenta de mi presencia, sus palabras me tranquilizaron, sin ellas seguramente me hubiera perdido en un entrenamiento a base de odio — sonrió hacia Takeda — Pero ha sido tu amistad la que me ha traído verdadera paz — sonrió — Buda dijo: un momento puede cambiar un día, un día puede cambiar una vida y una vida puede cambiar el mundo. Takeda, hermano. Yo creo que tú eres quien puede cambiar este mundo dónde vivimos, y quiero estar a tu lado cuando lo logres—

    Takeda sonrió — Si tan sólo fuera tan sabio como tú —

    — Yo no soy sabio; sólo sigo las enseñanzas de Buda —

    — Así como una roca sólida es inamovible por el viento, los sabios son inquebrantables por la alabanza —Dijo Takeda solemne para después soltar en risa mientras Chikusa negaba con la cabeza, él no se consideraba sabio —Esa es una frase de Buda ¿Me estás diciendo que se equivoca?— culminó Takeda antes de recibir un golpe en las costillas de parte de Chikusa mientras ambos reían.

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    El peso del Apellido Minamoto

    Después de aquella ceremonia, se volvieron a encontrar con Obata quien los esperaba impaciente en la salida de la Ciudad.

    —El siguiente objetivo es llegar a Odawara; en la Prefectura de Kanagawa...— decía Obata — ...El hombre al que deben buscar es a Jiin...— decía avanzando al bosque mas cercano —Deben evitar viajar mas por caminos de ambulantes; procuraren mantenerse escondidos entre bosques, al ingresar a las Ciudades procuren no hablar con quien no necesitan —Obata se escuchaba preocupado, por lo que hizo que Takeda sintiera lo mismo.

    — ¿Qué es lo que sucede Obata?— preguntó Takeda.

    —Debo resolver algo con suma urgencia Takeda; no podré seguir acompañándote en este recorrido, debo buscar mas fuentes y recursos, me volveré a poner en contacto contigo por medio de misivas, mandaré recomendaciones mias a Nara...— Takeda lo intentó detener en su monólogo sin éxito —... Así debe ser Takeda, esta es mi misión, así como la de Hamami; confía en mi— Dijo Obata hacia Takeda el cual afirmó.

    —Confío en ti con ojos cerrados; agradezco tu entrega conmigo, sé que tus decisiones son lo mejor para este movimiento— dijo Takeda con pesar, Obata siempre había estado a su lado, y separarse de él le resultaba difícil.

    —Esto es para ti Takeda— dijo Obata entregándole una daga —Esto es conocido como tantō, y odio tener que ser yo quien te lo entregue— Takeda lo tomó; sabía perfectamente que representaba un tantō, era la daga para el ritual del seppuku; Obata le estaba entregando el arma con la cual debía quitarse la vida si su honor se veía perjudicado.

    —Mi honor siempre permanecerá en alto Obata; todo saldrá bien, confía en mi— esto lo dijo colocando su mano en el hombro de Obata, no podía prometérselo, pero al menos podía pedirle su confianza. Obata lo abrazó.

    —Oh pequeño; que el camino no nuble tu visión— Obata soltó unas cuantas lágrimas; Takeda hizo lo mismo —Tú me nublaste la mirada justo ahora— dijo riendo mientras limpiaban las lágrimas. Se desprendieron de aquel abrazo.

    —Cuida de Takeda por mi— dijo Obata hacia Chikusa, quien afirmó e hizo una reverencia mientras este desaparecía en el bosque.

    Takeda permaneció allí hasta perderlo por completo; en su cintillo llevaba el regalo de su maestro Hiro Sugita, la katana Genji; del otro lado colocó el tanto, el regalo de Obata; amarrado a un lado tenía doblado el kimono adicional, el regalo que le había dado Kirara con el emblema de su familia; y ahora en su muñeca llevaba el mala que le había obsequiado Chikusa. Se sentía sumamente afortunado y protegido, aún así con emociones vulnerables, reconocía que aquello era su punto débil.

    Chikusa y Takeda viajaron por Japón, fue un viaje extenso; casi todo el tiempo permanecieron ocultos, evitando conflictos, pero ninguno de los dos podían quedarse sin hacer nada si veían una injusticia; peleas con bandidos parecían el pan de cada día, por lo que se hicieron muy hábiles peleando codo a codo, de esta manera ambos seguían entrenando, perfeccionando sus técnicas y resistencia. Ambos crearon un ataque increíble, el cual consistía en romper el arma del enemigo. En esos momentos Chikusa y Takeda eran inseparables, parecían ser capaces de leerse la mente uno al otro.

    Cuando llegaron por fin a Odawara; ninguno de los dos eran hábiles rastreadores, tampoco tenían la habilidad de tener a amigos que pudieran informarlos; por eso tardaron tanto en encontrar a Jiin; el cual se escondía al ver desconocidos. Dieron con él pues Takeda se detuvo a jugar con los niños del poblado; esto alarmó a Jiin, pues ver a un hombre con katana jugar tan cerca de ellos le parecía bastante extraño, por lo que enfrentó a Takeda; pero Chikusa se interpuso entre Jiin y Takeda.

    —¿Harima, Jiin?— La pregunta de Takeda hizo que Jiin bajara su guardia.

    —Nos ha enviado Obata a buscarte— dijo avanzando hacia a él tranquilizando a Chikusa; Jiin lo observó con detenimiento sin confianza —Mi nombre es Minamoto Takeda—
    Jiin lo observaba
    —¿Por qué no ha venido Obata contigo?— preguntó Jiin desconfiado.

    —Seguimos buscando a personas capaces para poder reclutar— Takeda tomó a Genji, la desfundó alertando a Jiin; pero de dos movimientos en el mango, desarmó la katana para mostrarle su nombre en el nakago; nombre que Fuji le había grabado debajo del de su maestro. Jiin leyó ambos nombres y afirmó.

    —Muéstrame la técnica Futatsunomichi— Jiin sujetó su katana, el era muy precabido, no dejaría que lo engañaran fácilmente. Takeda volvió a armar su katana, enfundándola nuevamente.

    —Lo entiendo; pero será con espadas de madera. Evitemos causarnos daño mutuamente— dijo Takeda mientras Jiin sonreía; estaba creyendo en él, aun así necesitaba estar seguro en su totalidad.

    Con espadas de madera pelearon; Takeda estaba impresionado, Jiin era muy fuerte; si no fuera por su constante entrenamiento junto a Chikusa, seguro sus impactos lo hubieran arrojado contra un árbol. Tardó un poco en encontrar la abertura perfecta para atacar a Jiin con Futatsunomichi; cuando lo logró, Jiin recibió el impacto quedando noqueado.

    Takeda y Chikusa se preocuparon; y lo llevaron al poblado, donde lo atendieron con premura; pues Jiin era muy querido en aquel lugar. Esto provocó el enojo de la población y fueron atados y encarcelados. Dentro de la celda Chikusa rompió sus amarres sin problemas, aquello le traía malos recuerdos; ofreció en ayudar a Takeda el cual se negó.

    Dos días después Jiin estaba recuperado, y fue a visitarlos a la celda. Odawara era un poblado muy pequeño; la celda era muy pobre, podría detener a un aldeano que robó arroz a sus vecinos; pero no podía detener a un par de samurais; esto lo sabía Jiin perfectamente.

    —Pudieron haber escapado; tomado sus cosas e irse de aquí, pudieron haberme matado, o simplemente abandonado cuando me noquearon. No lo hicieron— Jiin sobó su cabeza con una sonrisa — Jamás creí que el Futatsunomichi fuera tan difícil de esquivar— Los tres rieron. Fueron liberados y recuperaron sus pertenencias.

    —No podía irme sin ti, Jiin; te necesito a mi lado, debemos pelear contra los Taira— decía Takeda mientras revisaba a Genji, un par de días sin ella habían sido una tortura.

    Jiin suspiró —Aún no puedo unirme a ti, el clan Harima debe unirse a ti por completo; los demás clanes en Kamakura se han dispersado por culpa de la locura de mi padre; pero aún hay guerreros hábiles que pueden ayudar a la causa, sé que sólo yo puedo ayudarlo a entrar en razón, y mi hermana, seguramente a ella también la escucharía; si tan solo mis hermanos supieran de tu existencia, todo el clan te creía muerto Takeda, eso enloqueció a mi padre, quien fue gran amigo del tuyo— hizo una reverencia —No puedo pedirte que esperes, sé que debes irte pronto, pero quiero que entiendas que el clan Harima estará de tu lado siempre.

    Takeda no podía ocultar su decepción —Lo entiendo Jiin; permaneceremos unos días mas por aquí, así podemos ayudar un poco al pueblo y descansar antes de avanzar hacia Uto, en Aomori—

    —Pensé que volveríamos a Nara— dijo Chikusa confundido.

    —Tengo a un viejo amigo en aquel puerto, iremos por él; será el viaje más largo antes de volver a Nara— Dijo Takeda hacia Chikusa quien suspiró.

    Un par de días habían pasado; Chikusa y Jiin parecían llevarse de maravilla, ambos disfrutaban retándose uno al otro en demostraciones de fuerza bruta; dónde Chikusa siempre vencía. Mientras tanto Takeda aprendía a tocar la melodías locales en flauta junto a los niños del poblado, esto le parecía muy entretenido.

    En el último día de su estancia fueron a cenar a casa de Jiin; allí estaba su esposa y a su hijo recién nacido; Jiin lo cargaba sin preocupaciones mientras Chikusa ayudaba a la esposa de Jiin en la cocina. en ese momento fueron atacados, una kunai iba directo a la garganta de Jiin quien no podía soltar a su hijo; fue allí donde Takeda reaccionó y sometió a la atacante sólo con sus manos. Enseguida entró otro hombre, parecía haberse rendido en el momento que la mujer con el kunai había sido sometida.

    —Takano; Shinrin. Llevó mucho tiempo tratando de decirle esto a mi padre, su pensamiento está nublado por su pasado y no quiere escuchar. El es Takeda; el último del clan Minamoto— Dijo Jiin ante los atacantes, Takeda soltó a Shinrin en ese instante no sin antes desarmarla. Tanto como Takano como Shinrin se veían muy confundidos, así que Takeda volvió a desarmar su katana mostrándoles el nombre en el nakago, esperando que esto y la palabra de su hermano Jiin fueran suficientes. No quería volver a atacar a alguien con el Futatsunomichi.

    —Yo aún no puedo acompañar a Takeda en su movimiento; no puedo hacerlo mientras nuestro padre no quiera escuchar, sé que él ayudaría al hijo de Sogo; pero su mente no está dónde debe, ustedes no deben contagiarse de esa locura—

    Shinrin miró a Takeda; aún no entendía que sucedía, pero ese hombre la había superado en velocidad; y consideró que era alguien digno. Takano parecía mas reacio a asumir que todo eso era cierto.

    —Formar una familia no es una debilidad, al evitar los lazos estás dejando morir tu pasado, tener amigos, familia, eso es lo que permite que tu fuerza viva— le dijo Jiin a Takano —Ve con Takeda; nuestro deber como parte del clan Harima es proteger a los Minamoto, eventualmente volverán a Kamakura y debo de preparar a mi padre para ello— Takano escuchó esas palabras como una orden mas, al sentir que la cordura de su padre no estaba en un buen lugar, decidió desistir del plan de asesinato a Jiin. Shinrin también quería acompañar a Takeda pero Jiin la detuvo; pues necesitaba de ella para convencer a su padre.

    —¿Entonces vamos a ignorar que querían matarte?—preguntó Chikusa a Jiin —Nos estás diciendo que de ahora en adelante viajemos con alguien que no dudaba ni un segundo en tomar tu vida— Chikusa miró con odio a Takano el cual ni se inmutó; aquel hombre parecía nulo en sentimientos —Matar a su propio hermano— dijo imaginando el escenario de atacar a Takeda con esa misma mirada tan fría.

    Takeda tranquilizó a Chikusa.

    —Yo haré siempre lo mejor para el clan Harima— dijo Takano sin moverse ni mirar a Chikusa.

    — Hace unos instantes ese objetivo cambió; ibas a matar a tu hermano porque tu creías que era lo mejor para tu clan— dijo Chikusa, esto hizo que Takano lo mirara.

    —Las estrategias en la guerra cambian en cada instante; un estratega se adapta a ellas, es por ello que yo no dudaré en seguir a Takeda Minamoto y protegerlo— Takano seguía estoico; mientras tanto Shinrin parecía adaptarse a esa nueva realidad con mayor facilidad, acercándose a su sobrino con curiosidad.

    —Podemos confiar en Takano; además nos caería bien tener alguien en el equipo que no se pierda en todo Japón, seguro con él podremos llegar a Uto sin perder tanto el tiempo—dijo Takeda avergonzado; ya que él era pésimo trazando las rutas a tomar, por eso se habían tardado tanto en encontrar a Jiin; Chikusa confiaba en Takeda, pero no en Takano.

    Así al día siguiente los tres partieron de Odawara en rumbo a Uto, en la Prefectura de Aomiri; fue un camino muy pesado, y no por el hecho del camino, sino de la convivencia; principalmente entre Chikusa y Takano quien en ese momento tenía veinticuatro años. Era la primera vez que Takeda tenía el reto de unificación dentro de su clan. Con Yamagata y Matsuda también había tenido problemas al inicio, pero al menos ellos mostraban sentimientos, tanto de enojo o desesperación; Takano no mostraba absolutamente nada.

    —¿Cómo puedes creer que tu hermano se debilitó el día que decidió ser padre?— Decía Chikusa hacia Takano

    —Shinrin pudo haberlo matado en un instante si tan sólo Takeda no hubiera intervenido, fuimos creados para este tipo de situaciones, si a mi me dicen que debo de morir para que Takeda pueda huir, tomaré la muerte. Gracias a que mis sentimientos no interfieren con los planes— dijo friamente.

    —Estaba defendiendo a su hijo; cualquier otra acción lo hubiera puesto en peligro. Y yo jamás dejaría a uno de los míos morir mientras yo huyo— atajó Takeda mientras pensaba en aquel momento.

    —Están actuando con sus emociones y eso los va a matar un día de estos— Dijo con severidad Takano.

    Chikusa y Takeda quedaron en silencio; era cierto. A ambos les faltaba un largo camino para poder controlar sus emociones.

    —Lo entiendo; nos falta control de emociones; pero no por ello estamos errados al amar a alguien, o simplemente el tener este sentimiento de hermandad-- dijo Takeda mientra Takano bufaba negando con la cabeza.


    —Yo siempre me navegaré bajo el código Bushido— Dijo Takeda — Gi, justicia; Cree en la justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto—

    —Yu; Coraje; Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución--

    —Jin; Benevolencia; Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los seres humanos. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla—

    —Rei; Respeto; Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los criminales. Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros—

    —Makoto; Honestidad; Cuando un samurai dice que hará algo,es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de dar su palabra, no ha de prometer; el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción—
    名誉
    —Meiyo; Honor; El auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo—
    忠義
    —Chugi; Lealtad; Haber hecho o dicho "algo", significa que ese "algo" le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya—

    Recitó rigurosamente Takeda hacia Chikusa y Takano —Cada punto en el código habla sobre algún sentimiento, ahora dime que no debemos de tener sentimientos, seguramente tú también los tienes—

    Chikusa rió fuertemente como un adolescente burlándose de su amigo al que acababa de regañar su maestro frente a él. Takano no dijo nada por un tiempo; el había estudiado el código pero no de esa manera.

    —Mi padre tomó el código y lo sintetizó. Me encerró en una celda hasta que me lo aprendiera. Justicia; haz lo que creas correcto. Coraje; se fuerte, jamás demuestres debilidades. Benevolencia; debes ayudar a tu clan, los demás deben buscar su propia justicia. Respeto; jamás levantar tu voz al líder del clan o un superior en la familia. Honestidad; las palabras deben ser crudas, ese es el camino a la verdadera honestidad. Honor; jamás debes mostrar tus sentimientos, al hacerlo perderás tu honor. Lealtad; jamás traicionar al clan o tu familia— Dijo Takano.

    Takeda lo miró preocupado; ahora entendía por qué Jiin debía quedarse atrás.

    —¿Entonces no lloras? ¿No ries? — preguntaba Chikusa

    —No— respondió tajante Takano.

    —Te vas a hartar de nosotros dos muy rápido; Takeda llora todo el tiempo— dijo haciendo que Takeda se avergonzara y Chikusa se burlara de él — Ya sé, ya sé; El cielo no pide permiso para llover— dijo Chikusa citando la frase que decía Takeda al llorar, frase enseñada por su maestro Hiro Sugita. Ambos rieron mientras Takano los observaba algo asqueado.

    —Son mas molestos que un par de moscas— dijo Takano; algo que molestó a Chikusa pero Takeda intervino.

    —El sarcarso también es comedia— dijo Takeda haciendo que a Takano se le escapara una sonrisa —¡Pero si sonríe!— dijo señalándolo mientras Takano trataba de contenerse —Mira Chikusa, este par de moscas lo han hecho sonreír— Chikusa lo miró y rió — Si lo rodeo constántemente se molestara aún mas— Takeda rió

    —No seas tonto, eso provoca que alguien mate a la mosca y se termine la diversión— ambos rieron provocando que por fin Takano soltara una pequeña carcajada.

    —¡Ya cállense!— gritó molesto Takano

    —Las moscas jamás dejan de zumbar; te tienes que acostumbrar — Dijo Takeda riendo junto a Chikusa, observando a Takano perder el control.
     
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    Amelie

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    Título:
    Takeda Minamoto [Samurai Sensō]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    11
     
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    Un viejo amigo

    Aquel viaje ayudó a suavizar la relación entre ellos; Takano les contó su historia, había vivido en una mentira creada por su padre, si alguien desobedecía sería castigado físicamente; por lo que no pudo mostrar emociones, algo que siempre le costaría trabajo, pero al menos el enojo lo comenzaba a mostrar perfectamente. Takeda y Chikusa también contaron su historia, Takano los consideró como personas fuertes, su vida había sido dura pues jamás pudo expresar amor o afecto; pero ellos habían pasado por tanto y perdido demasiado.

    —Te hace falta amar a alguien Takano— dijo Chikusa — en el momento que lo hagas no dejarás de hablar poesía, podrás escribir los haikus más hermosos de Japón; así como Takeda, que se enamoró de una chica que sólo ha visto una sola vez—

    Chikusa era especialista en avergonzar a Takeda; lo conocía demasiado bien. Takano miró con firmeza a Takeda, él no debía de enamorarse de nadie fuera del clan Harima.

    —Pues... pues al menos yo pude mantener una conversación decente con ella ¿O quieres que te recuerde cómo te quedaste ahí parado mientras aquella mesera te entregaba un vaso con agua?— Dijo Takeda hacia Chikusa, quien se avergonzó al igual que Takeda, ambos comenzaron a golpearse como lo hacían los hermanos, sin fuerza bruta, sólo por molestar. Takano los golpeó a ambos con firmeza; no sabía que aquellos golpes debían moderarse en fuerza, y en especial la fuerza se dirigió a Takeda, pues él debía comprometerse con alguien del clan Harima; Takano desconocía el hecho de que Takeda no conocía nada de las viejas tradiciones rituales en los clanes. Chikusa y Takeda lo miraron enojados; pero Takano comenzó a reír, aquello daba tanto miedo como ternura, jamás había reído tanto. Takeda sonrió mientras Chikusa se quejaba por el golpe.

    Al llegar a Uto en la Prefectura de Aomori; Takeda quien tenía veintitrés años en ese momento, buscó a Ukita de treinta cuatro, mientras que Chikusa de veintinueve y Takano veinticinco esperaban en el puerto; aún no se llevaban de maravilla, pero al menos podían sostener una conversación sin pelearse constantemente.

    Ukita no fue difícil de encontrar; era guardia en el cuartel de la Ciudad; andaban en mucho ajetreo por unos atentados que sucedieron en Hokkaido, una masacre más creada por los Taira.

    Ukita tardó un poco en reconocer a Takeda; la última vez que lo había visto era sólo un niño —Necesito tu ayuda...— le dijo Takeda con una gran sonrisa, Ukita aceptó, observando en su cintillo la vieja katana de su maetro Hiro Sugita —Y cuando todo esto termine; volveremos a la isla; a hablarle a Sugita-sensei de lo que hemos logrado— Ukita afirmo. Takeda ya no era más un niño.

    —Has crecido Takeda y espero que también con ello tus habilidades— dijo Ukita a su viejo compañero de entrenamiento.

    —Espero la edad no afecte las tuyas— Dijo Takeda riendo, a lo que Ukita correspondió.

    Pasaron un par de días en Uto, mientras Ukita se despedía de su familia y renunciaba a su puesto en el cuartel, no podía mantener su empleo, pero si podía hacer lo posible por ayudar a las fuerzas armadas de Aomori; el clan Taira no podía salirse con la suya ahora que habían devastado al norte, y sabía que junto a Takeda podía atacar este conflicto de raíz.

    Los cuatro se encaminaron hacia Nara; Takano agradeció la unión de Ukita a aquel equipo, la personalidad de Ukita era muy formal y calmada, así que gracias a ella podía esquivar un poco la siempre ruidosa amistad de Chikusa con Takeda. En ese largo recorrido a Nara pudieron conocer la historia de Ukita; Takeda ya sabía de su pasado y le hacía muy feliz saber que había reconectado con sus sentimientos hacia su difunta esposa Usagi, pudiéndose despedirse de ella como era debido. Chikusa y Takano se enteraron del pasado que compartían Ukita y Takeda junto a su maestro Hiro.

    —¿Siempre ha sido así de ruidoso?— preguntó Takano a Ukita mientras ambos observaban como Takeda y Chikusa no dejaban de hablar frente a ellos.

    —No, antes no hablaba mucho; verlo así también es nuevo para mi— Decía Ukita negando con la cabeza.
     
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    De vuelta en Nara

    Llegaron sin problemas a Nara gracias a la orientación de Takano y Ukita. La primera en ver el regreso de Takeda fue Fuji con veinte años cumplidos; quien brincó a abrazarlo sin reparo, después llegó Matsuda de veintiocho quien lo saludo con formalidad.

    —Meishu; me da gusto que ha regresado— dijo Matsuda después de recibir el abrazo de Fuji, quien estaba emocionada.

    Takeda, al ver aquella escena se quedó impactado; ellos no solían ser tan cercanos a menos que...

    —¿Esto que veo es real? Ustedes dos son ahora... — decía emocionado Takeda

    —Esposos— dijo Matsuda sonriendo; Takeda no pudo ocultar su sorpresa y alegría abrazándolos.

    —Uno se va unos años y pasa todo esto— sacudió el hombro de Chikusa, pues su emoción era palpable —Este de aquí es Chikusa — tomó con su otra mano y abrazó por el cuello a Takano — Él es Takano— soltó a ambos y se dirigió hacia Ukita a quien sujetó de los hombros por su espalda —Y él es Ukita— Takeda estaba muy emocionado de er a todos juntos —¿Y el viejo Obata?— Fuji negó ante la pregunta.

    Esto preocupó un poco a Takeda, el esperaba reunirse con él en Nara —Creí que ya estaría aquí cuando yo llegara, pero veo que aún sigue ocupado en su misión— dijo pensativo, Obata era muy hábil ocultando su rastro, así que sería difícil saber de él, pero debía confiar en que estaba a salvo —¿Alguien más ha llegado a Nara?— Preguntó Takeda

    —Acaso vino una bella señorita con cabello en una coleta, ojos color gris y con el aroma a primavera que...— decía Chikusa mientras era golpeado en el estómago por Takeda, haciendo callar su burla; la cual ruborizó a Takeda e hizo reír a Fuji.

    —Puede diferenciar el aroma de una persona y aún se sigue equivocando en colocar el incienso correcto en el altar— dijo Chikusa hacia Ukita quien no pudo evitar sonreír; Takano estaba molesto por esos comentarios, cada vez que los hacían pensaba en Shinrin, su hermana; quien seguramente debía ser la futura esposa de Takeda.

    —No ha llegado alguien con esas características a Nara; Meishu— dijo haciendo una reverencia hacia Takeda para ocultar su sonrisa. Takeda suspiró decepcionado.

    —Ánimo, ya vendrá; por lo pronto vamos a celebrar con un buen sake, seguro Yamagata ya ha de estar allí— dijo Fuji jalando a Takeda.

    Fueron al comercio de los Hatsu; dónde Yamagata los recibió con un gran abrazo, ya estaba un poco borracho. Allí pasaron la noche entera, los Hatsu dejaron el comercio abierto en manos de Fuji pues no querían detener aquella reunión.

    Al pasar los días Takeda volvió a abrir el dojo, entrenando con sus nuevos compañeros; Ukita se unió a las fuerzas de la guardia en Nara, no tardó en adquirir el puesto de capitán y volviendo a Matsuda en su asistente personal. Yamagata aún se enfrentaba con la espada de madera constantemente con Takeda; Chikusa comenzó por fin a sentirse en paz, adoptando el Santuario como su lugar favorito. Fuji aún iba a los entrenamientos con Takeda, esta vez sólo a entrenar pues no debía impresionar a nadie, esto lo hacía por cuenta propia. Takano les enseño artes marciales a sus nuevos compañeros, seguía siendo un ser muy osco en su habla, aun así comenzaba a sentir aquello que consideraban como fraternidad; en especial se preocupaba por Takeda.

    Mientras tanto, Takeda siempre despertaba temprano; lavaba su rostro como le enseñó Hamami y Obata desde niño; pulverizaba incienso en su mala como le enseñó Chikusa, haciendo que siempre oliera a incienso. Practicaba al alba, como siempre lo hacía con Hiro Sugita, y esperaba que en el horizonte apareciera Kirara con su clan; o Obata junto a Hamami.
    Al no ver a nadie se dirigiría al dojo, el cual limpiaba con cariño antes de que sus estudiantes llegaran, aún entrenaba a Yamagata, Matsuda y Fuji; mientras que Ukita y Takano practicaban con Chikusa. Esa era la rutina, antes de ir al comercio a comer; Chikusa iba de vez en cuando a la clínica después del entrenamiento, pues Suguino le parecía una mujer muy atenta con él, después se dirigía a orar al Santuario antes de reunirse con el resto a comer.

    Yamagata y Tenshin siempre eran los primeros en llegar al comercio, mientras Yamagata se ponía borracho su hermano solía simplemente tomar un poco de té antes de retar a Takano; quien siempre comía a velocidad impresionante, acostumbrado a hacerlo así en Kamakura; sacaban el tablero para una partida de Shogi, la cual siempre terminaba perdiendo Tenshin, esto hacía que Takano en verdad riera y sonriera constantemente; le gustaba ganarle a quien se supone era el mejor estratega de Nara. Fuji iba constantemente a reparar armas con Katsushiro en la armería; solía hacerlo de manera gratuita para mejorar sus habilidades, algo que Matsuda desaprobaba constantemente, pues Fuji ya era profesional de aquel arte, odiaba que ella no creyera en sus habilidades. Ukita normalmente comía en silencio, haciendo de vez en cuando un comentario, normalmente regañando el comportamiento de Yamagata pues un guerrero jamás debía estar borracho.

    Takeda se sentía alegre con su nueva familia; pero él sabía que esa familia debía crecer, por lo que ponía suma atención a cada viajero que pasaba por Nara, algunos entraban al dojo a probar suerte y entrenar un poco; pero la mayoría de los viajeros eran sólo comerciantes, de vez en cuando uno que otro mercenario; pero no pasaban con frecuencia guerreros.

    Así pasó un año; en el que Takeda entendió que aquello no podía durar para siempre, debía comenzar a moverse. Por fin se colocó aquel kimono que le había regalado Kirara, con el emblema de su familia en la espalda, dejándolo sin amarrar encima de otro kimono, haciendo que pareciera una capa. La espera no podía ser para siempre; debían avanzar y hacerse de mas aliados.

    "Incluso si se acumulan muchos granos de polvo se forma una montaña"

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