Sus últimos días

Tema en 'Relatos' iniciado por Circe, 12 Mayo 2012.

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    Circe

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    Leo
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    Escritora
    Título:
    Sus últimos días
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    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    910
    Hola queridos lectores :3 Bueno, este pequeño fic es para la actividad “Antes de morir yo…” y nada, espero que les guste!


    Sus últimos días

    Lo que durante tanto tiempo había temido, evitando a toda costa el tema e incluso prohibiéndose pensar en él finalmente se había cumplido: solo le quedaban tres meses de vida. Aquella enfermedad que poseía, un extraño trastorno conocido como “enfermedad de Hutington”, lo estaba matando lenta y dolorosamente. Esta enfermedad hereditaria provoca el desgaste de algunas células nerviosas del cerebro y, aunque se puede ayudar a controlar algunos síntomas no se puede curar ni detener su avance.

    León siempre había vivido con el miedo de poseer esa enfermedad pero pasada su adolescencia lo había olvidado, parecía imposible que justo él la hubiese heredado. Le descubrieron la actividad a una edad muy temprana, solo tenía veinticuatro años cuando le confirmaron el diagnostico, pero esta ya estaba demasiado avanzada como para poder controlarla. León tenía dos opciones: someterse a rigurosos exámenes médicos que podría o no retrasar su muerte o podía vivir el poco tiempo que le quedaba como alguien normal. León eligió lo segundo.

    A veces no reconocía a sus familiares, otras no podía hablar, caminar ni tragar bien pero normalmente solo debía lidiar con sus movimientos descontrolados, su excesiva torpeza y sus constantes perdidas de equilibrio. Sin embargo, podía vivir una vida medianamente normal, por eso nadie había notado el abrupto avance de la enfermedad. También el hecho de que León siempre fue un hombre muy tímido y cerrado fue un factor dominante: si el hubiese dicho todos los problemas que tenía al inicio, quizás hubiera tenido más tiempo. Pero no, él quiso sufrir en silencio sus episodios de depresión y la disminución de la memoria y concentración, además de los problemas físicos que siempre tuvo y a los que ya estaba acostumbrado.

    Su hermana pequeña fue la que alertó a sus padres acerca de los problemas de León y gracias a ella él se hizo su primer análisis a los quince años, el cual fue mal hecho ya que dio negativo. Los años pasaron y la familia estaba tranquila: ese gen no había afectado a sus hijos. Nadie notaba lo que le pasaba a León, todos estaban demasiado concentrados en sus vidas.

    León tuvo una vida muy difícil pero aún así la valoraba, el habría dado lo que fuera por un poco de tiempo más con su familia y amigos. Pero como su destino ya estaba marcado, decidió que no valía la pena pasar sus últimos días encerrado en un hospital llorando. Por eso lo dejó y comenzó a vivir al máximo y a cumplir todos sus deseos.

    Durante esos tres meses León confeccionó una lista de lo que quería hacer antes de morir y la fue cumpliendo de a poco. Viajó al exterior, fue al circo, pasó un día entero sin preocuparse por nada, se peleó por primera vez, venció su fobia a los insectos, saltó en parapente, nadó junto a tiburones, se enamoró y, lo más importante de todo, fue despidiéndose de a poco del mundo: de la naturaleza, de los libros que amaba, de sus queridos amigos y familia. Les aconsejó que no lloren por él, que él estaba bien y que aceptaba lo que le estaba pasando y les hizo prometer que no desperdiciarían ni un minuto más de sus preciadas y cortas vidas.

    Para cuando solo le quedaba un mes de vida ya había hablado con todos lo que creía necesario, arreglando asuntos, terminando las cosas y haciendo lo que siempre había querido, ser él mismo por una vez en la vida. Lloró, peleó y se quejó pero realmente no sentía pena ni tristeza, solo una nostalgia por todo lo que le hubiera gustado hacer (casarse, tener hijos) que nunca lograría.

    Ya en los últimos días la demencia lo dominaba por completo, sus seres queridos eran desconocidos para él y los pensamientos suicidas iban en aumento. Finalmente tuvo que ser internado. Los médicos intentaron todo por él pero ya no había solución, era demasiado tarde para una cirugía cerebral y ningún otro medicamento lograría ayudarlo de verdad.

    Además, León había decidió que no quería antidepresivos, sedantes o neurolépticos anti psicóticos, él creía que podía vencer solo a la enfermedad. Su familia no sabía que hacer, querían ayudarlo a terminar con su sufrimiento pero tampoco querían contradecir la voluntad de un moribundo. Al final decidieron que ya no tenía sentido, ya era demasiado tarde.

    León, sin embargo, tenía razón en algo, aunque no pudo vencer a su enfermedad al menos pudo terminar a su manera. No se suicidó a pesar de que lo deseó y, solo con su fuerza de voluntad, aguantó hasta que su corazón ya no dio para más.

    Sus familiares y amigos lloraban desconsolados, habían perdido a una gran persona. Lo único que los consolaba era que estaba en un lugar mejor donde ya no podría sufrir, que él aceptaba su suerte y que él fue feliz.

    Fin.
     
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  1. Coraline Rosée
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