One-shot Sueños [Calígula]

Rol: Calígula.
Personajes: Katherin Manson y Tony Montana.

Se despertó con un sobresalto. La cara empapada y los pectorales húmedos; con las cicatrices viejas de aquella misión.

Esa maldita misión.

Se talló los ojos con las manos y bostezó. Ya había pasado alrededor de 4 meses de Calígula. Cuatro meses de aquella pesadilla.

Se sentó al borde de la cama con la mirada perdida en algún punto sobre la alfombra del suelo. Era la quinta noche que dormía en casa de Katherin y ya no podía recordar cómo tan lentamente fue adquiriendo espacio en su departamento. Giró el cuello y la observó. Dormida era el cuadro de un incendio; pero despierta era el fuego mismo. Le tapó hasta la cintura con las sábanas y caminó hacia el refrigerador.

"¿Dónde está mi dinero?"

Podía escuchar la voz de Planters riéndose de él. Le había ganado la apuesta... y aunque no había hecho propuesta de matrimonio había terminado enfrascado con la capitana. Él, el rebelde Montana; el soldado raso ascendido a mayor luego de la misión...

Esa maldita misión.

Abrió el refrigerador y bebió un trago de leche descremada. El sabor no era tan bueno pero Manson había insistido en que la entera engordaba a la larga. Tony sonrió levemente antes de cerrar el refri.

Observó por la ventana la gran ciudad, el movimiento del centro en un sábado a las cinco de la madrugada. Viendo a las personas caminando se imaginó a los marines marchando al matadero. La Calígula rescatando como en una película épica a siete. Siete de veinticinco. Siete. Todos heridos, algunos mas muertos que vivos. Jessica Ventura había logrado estabilizar la nave y emprender la huída, dejando el terror y horror atrás.

Pero las pesadillas volvían todas las noches. Estaba negado a tomar píldoras de dormir. Katherin no le dejaba de todas formas.

—Te odiaba pero ahora que no estás me doy cuenta que te extraño. Ya no tengo a quién odiar. —habló al aire pensando en su amigo. Planters era una perdida que jamás podría superar.

Volvió al cuarto, se tapó junto Katherin y le besó la frente. Ella gruñó y se dió vuelta en la cama, dándole espacio para que se pegue a su espalda. Montana volvió a sonreír y se acomodó, pensando que tenía junto a él un atrapa sueños perfecto.