One-shot de Naruto - Su verdadero nombre [Lazos de Amistad]

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por Red, 25 Mayo 2014.

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    Red

    Red Entusiasta

    Aries
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    Escritor
    Título:
    Su verdadero nombre [Lazos de Amistad]
    Clasificación:
    Para todas las edades
    Género:
    Amistad
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1775
    El silencio envuelve la oscuridad, donde, con calma, una mujer anciana camina con lentitud. En ese silencio, puede escuchar como las gotas caen de un techo que no alcanza a ver, hasta un suelo cubierto de un agua que no moja. Cada paso en ese suelo encharcado crea una onda que se extiende en la oscuridad infinita, perdiéndose. Sin embargo, nada de eso le importa a esa mujer, quien ya ha estado en ese lúgubre y oscuro sitio otras veces. Camina a lo largo de esa oscuridad durante un rato hasta que, finalmente, escucha un desagradable gruñido a lo lejos. La anciana sonríe calmadamente y continua su camino por la oscuridad hasta llegar a una inmensa sala. La sala está cubierta por ramas, por árboles marchitos, que dejan caer gotas de agua que ni aumentan ni disminuyen el nivel de agua. Dentro de la sala, sigue caminando hasta llegar a la mitad, deteniéndose al ver unos enormes árboles que funcionan a la vez de puerta y de cárcel. En una de las uniones de esos árboles se puede alcanzar a ver un papel donde hay escritos unos kanjis, que ya, como el papel, están desgastados y listos para desaparecer. En esos kanjis, se puede alcanzar a ver todavía lo que hay escrito: "Sello".

    — ¿Qué haces aquí, vieja?—Pregunta una grave voz que resuena por toda la sala.

    — Pensé que te agradaría verme—Responde la anciana con una leve sonrisa.

    Del interior de la cárcel de árboles, se alza una colosal figura, imposible de verse por completa debido a su tamaño y a la oscuridad. Se escucha un nuevo gruñido y se oye como golpea fuertemente el suelo, provocando una pequeña ola que se extiende por todo el lugar.

    — ¿Agradarme?—Dice con sarcasmo el coloso mientras esboza una leve sonrisa que deja ver una interminable fila de enormes colmillos—Te trituraría entre mis fauces y te devoraría con gusto si estos árboles no me lo impidieran. Solo viniste aquí una vez, y fue cuando intenté escapar mientras dabas a luz, y no fue una reunión amistosa. ¿Qué es lo que has venido a hacer en realidad?

    La anciana suspira ligeramente y camina hacia una de las ramas que sobresalen del agua, la cual es lo suficientemente grande para poder sentarse. Una vez hecho, se empieza a desamarrar la cinta del kimono, para con cuidado, dejar ver un poco del sello que lleva en la arrugada piel de su estómago. Una vez lo ha visto, lo vuelve a tapar con cuidado.

    — Nueve colas... Me pregunto cual es tu verdadero nombre...—dice con calma la anciana— He venido a decirte, nueve colas, que voy a morir pronto.

    El Nueve Colas bufa mientras su sonrisa se amplía. Una vez hecho, el colosal zorro se tumba colocando su cabeza sobre sus dos patas delanteras con aires de superioridad.

    —Espero que sea verdad, vieja. Y que hayas hecho los preparativos necesarios, porque si no, como tenga la más ínfima oportunidad, voy a arrasar con todos vosotros.

    La expresión de la cara de la anciana se torna ligeramente mas seria y se vuelve a colocar su ropa debidamente. Luego, tras una breve pausa, mira al frente con calma.

    —Sabes Nueve Colas, siempre había pensado que eras una gran masa de odio, caos y destrucción con forma de animal. Un peligro sin límites capaz de hundir al mundo en tinieblas.—El zorro mantiene el silencio, pero se aprecia una mueca de desagrado en su rostro mientras ella habla— Pero hace poco, he conocido a una jovencita con una bella sonrisa y un hermoso pelo rojo. Es ella la que me sustituirá en la labor de tu manutención, y lo cierto es que me ha hecho pensar en si podrá ser capaz de llevar tan pesada carga como es el llevarte en su interior.

    — Espero que hayáis acertado con esa mocosa, porque como no sea lo suficientemente fuerte, ni todos los sellos del mundo os protegerán de mí—Interrumpe con ferocidad el zorro, mostrando odio y energía.

    La anciana duda unos segundos, pero luego finalmente se levanta y camina hasta quedar frente a la cárcel de árboles, mirando directamente al zorro.

    —Nunca escaparás, Nueve colas. —Dice tajantemente la anciana.

    Éste, con ira y de forma repentina, se levanta e intenta atravesar la cárcel de árboles con sus garras, pero los árboles se quedan completamente estáticos. Una de las garras queda a pocos centímetros de la tranquila anciana, la cual ni siquiera hace ademán de apartarse, o de pestañear siquiera. Se puede oír en esa oscura cárcel y en todo el ambiente, la ruda y fuerte respiración del furioso zorro, que no aparta su mirada de la anciana, la cual inclina ligeramente la cabeza

    —No podemos dejarte libre, zorro. Eres demasiado peligroso para todos, e incluso para ti mismo. A mi edad, viviendo una vida llena de dificultades y alegrías, me he dado cuenta de que lo único que he necesitado para ser feliz es... amor. Yo he conseguido obtenerlo, gracias a mi marido, gracias a mis hijos, gracias a mis conocidos. Y siempre pensé que encerrándote los protegía a todos. He pensado mil veces en porque causabas tanto dolor y sufrimiento, en porque desde siempre has sido objeto de maldad, de caos y sangre. Y no es hasta que he conocido a esa jovencita de pelo rojo, que me he dado cuenta. Vi algo en ella, que me llamó la atención desde un principio, y que me recordó algo que vi hace muchos, muchos años, cuando nos conocimos aquí por primera vez, algo que en su momento no comprendí y que ahora lamento entender. Lo que vi en esa pequeña, y lo que vi en ti, Nueve Colas, es la tristeza.

    El Nueve Colas baja un poco la intensidad de su respiración, y se sorprende al oírlo. En un momento está a punto de echarse a reír, y a burlarse de la tranquila anciana que ha sido su carcelera durante tantos años. Pero entonces, la anciana se acerca a la garra que aún permanece entre los árboles y la toca con su mano. El Nueve Colas se estremece, pero no aparta la garra, ni hace movimiento alguno, así como tampoco dice ninguna palabra. Finalmente, reacciona y aprieta la mandíbula casi al punto de hacerse sangre. Siente ira, lástima, melancolía y miedo. ¿Por qué debería sentirse así por culpa de un humano? ¿Qué derecho se habían ganado esos seres a hablarle tan tranquilamente? Aquellos quienes le miraban con odio; Aquellos quienes le insultaron; Aquellos quienes le atacaron; Aquellos quienes le convirtieron en lo que es ahora y lo que siempre sería. Un monstruo. ¿Tristeza? No, lo que el Nueve Colas sentía no era tristeza, era odio. Odio por los humanos, los verdaderos monstruos.

    Pero, a pesar de todo, incluso sabiendo todo eso, el Nueve Colas es capaz de ver como esa anciana ya no siente miedo por él, no le insulta, no le ataca, no le llama monstruo. La anciana, sin apartarse un centímetro, vuelve a empezar a hablar.

    —Nueve Colas, yo ya estoy vieja, y pronto te separarás de mí. No tendré oportunidad de redimirme por mis acciones, ni por mi trato hacia ti. No podré enseñar a esa pequeña como lidiar contigo. Pero, no permitas que todo lo que hemos hecho hasta ahora, como yo misma te he tratado, te imposibilite ser feliz. Tal y como esa pequeña, sé que algún día encontrarás a alguien que te ayude cerrar ese vacío, alguien que te permita sentir el amor que tanta felicidad me ha brindado a mi. —Una lágrima se le escapa a la anciana mientras una sonrisa se forma en su rostro. El Nueve Cola sabe perfectamente, que esa anciana habla desde el fondo de su corazón— Sé, Nueve Colas, que algún día encontrarás un amigo de verdad.

    El zorro aparta su garra de la anciana, quien pierde ligeramente el equilibrio al apartarse su apoyo tan repentinamente. Éste no dice nada, y tan solo retrocede en la oscuridad de su celda. En ese momento no siente odio, ni ira, ni lástima, melancolía o miedo. Siente, lo que esa anciana ha descrito. Tristeza. Mira ligeramente a su alrededor para ver esa cárcel en la que tanto tiempo ha estado, pero en la que por primera vez se siente prisionero, en la que por primera vez en toda su vida, se ha sentido verdaderamente solo. Al ver de nuevo a la anciana, aún puede ver la brillantez del camino que ha dejado la lágrima en su rostro, y su sonrisa borrada por la culpabilidad y la lástima. El Nueve Colas retrocede aún mas en la oscuridad hasta desaparecer de la vista de la anciana, la cual baja su mirada y se da media vuelta.

    —Vieja... —Dice con calma el Nueve Colas, llamando la atención de la anciana, la cual se gira rápidamente. El Nueve Colas cierra los ojos antes de continuar— Mi nombre es...

    El Nueve Colas nota la oscuridad rodeándole, pero de repente una brillante luz se nota incluso con los ojos cerrados. El sonido de un sello rompiéndose y unas puertas abriéndose cortan repentinamente su recuerdo, el recuerdo de la primera vez que estuvo hablando con un humano no como un monstruo, sino como un ser vivo. Al abrir los ojos, puede ver a un joven de pelo rubio frente a él con los brazos extendidos.

    —Tu ya... no eres un monstruo—Dice el joven aún de espaldas, sorprendiendo al Nueve Colas— Eres uno de mis compañeros de equipo de la Hoja.

    El Nueve Colas, al oír eso, recuerda como acabó su reunión con la anciana. Donde cuando estaba a punto de decir su nombre, la anciana le interrumpió.

    —Gracias. Pero yo ya perdí esa oportunidad hace mucho tiempo. Espero, de todo corazón, que algún día encuentres a quien te llame por tu verdadero nombre.

    El Nueve Colas sonríe ligeramente. Desde la oscuridad, ve como la anciana se aleja.

    —Adiós, Mito.

    Las puertas se abren del todo y el Nueve Colas sonríe de todo corazón mientras observa la espalda del chico que le ha liberado de la prisión en la que llevaba metido desde hacía tantísimos años, incluso antes de que le encerraran en el sello. Observa al joven que es aquel quien ha llenado el vacío de su interior y ha borrado la tristeza de su corazón. Es un joven impredecible, bruto y torpe. Pero ante todo, responsable, alegre y bondadoso. Ese joven, es el primer amigo de aquel a quien llamaron el "Zorro Maldito". El primero que lo llama por su verdadero nombre. Ya con las puertas abiertas, el joven extiende su enorme sonrisa y grita con fuerza.

    — ¡Vamos allá! ¡Kurama!
     
    Última edición: 13 Julio 2014
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    Knight

    Knight Usuario VIP Comentarista Top

    Libra
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    Pluma de
    Escritor
    Ay Red, tenía que comentarte esto. Y es que como me ha gustado tu historia...

    De hecho creo que es la primera historia de Naruto donde el centro de todo es Kurama, y visto desde esta perspectiva es... realmente adorable. Me gusta como lo manejaste, el hecho de que la que le hable y le diga todas estas cosas sea la anciana que lo contuvo antes de Kushina es un bonus.

    Y de por si estoy encantada con la situación actual, pues al parecer ya hay una especie de "lazo" entre Naruto y el zorro en el manga. Y verlo tan... vulnerable, solitario, ¿triste?
    Me cautivó, simplemente eso.

    Al parecer las mafias solo eran una prueba de lo buen escritor que eres :D espero que sigas escribiendo muchas cosas mas.

    Tu narración es muy buena, fluída, entendible y sencilla. En cuanto a ortografía tuviste un dedazo al principio y una que otra tilde ausente, sin embargo no son cosas dignas de recalque.

    Excelente historia :D

    Saludos.
     
    Última edición: 4 Julio 2014
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    Red

    Red Entusiasta

    Aries
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    Gratze jefa, es una pena que el concurso de fics de Naruto se cancelara, tuve curiosidad por el resto de historias que saldrían xD Me alegra que te haya gustado, no suelo escribir fanfics muy a menudo, pero la verdad es que me entusiasmó la idea de escribir sobre Kurama. Si te digo la verdad, ya me había olvidado de que lo había escrito xD
     
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