Strike the Blood [One Shot] Las profundidades del bosque.

¡Buenas!
Un poco tarde para publicar el one-shot, pero he de admitir que no tenía ni idea de este anime (¡sigo sin tener idea de él!), pero me informé un poco y... bueno, llegué a esto.

De antemano aviso que no conozco del todo a los personajes, por eso me limité mucho en cuanto a estos se trataba.
Este fic está ambientado después del capítulo 8 del anime.

¡Gracias por leer y espero sea de su agrado!

Anime: Strike the Blood.
Hecho: Un demonio involucrado.
Acvitidad: Anime de Terror.
Palabras: 2022.


~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Las Profundidades del Bosque​

Desde el secuestro de Asagi, había estado mucho más alerta cuando se trataba de ella; no quería involucrarla en las situaciones que mi posición me obligaba a estar, pues sabía que solamente la ponía en peligro, aunque era muy tarde para querer sacarla por completo de ese mundo independientemente de su trabajo, pues había demostrado que su inteligencia estaba por encima del humano común y corriente, así como de aquellos seres que trataban de vivir protegidos, cuyas entidades no eran humanas pero no buscaban problemas; y claramente, mucho más inteligente que yo.


El problema era la situación en que me encontraba ahora, Asagi había faltado a clases un par de días, cosa que nunca hacía, pero lo verdaderamente preocupante llegó cuando encontré los mensajes en la puerta de mi casa, el simple olor de la sangre con la que estaban marcadas aquellas letras me había puesto inestable, sentía un hambre incontrolable, pero había cosas más importantes que consumir ese delicioso y nutritivo líquido carmesí: Asagi estaba en problemas. Sin importar lo que hiciera, no podía tener mi atención en ella todo el día, todos los días, y eso hizo que algún gracioso se aprovechara de eso y secuestrara nuevamente a mi compañera.


Las pistas para encontrar a Asagi habían llegado a mí por distintos medios, siguiendo una serie de detalles muy minuciosos que me daban a entender que el conocimiento que tenía ese o esos sujeto(s) sobre mí, era bastante, un tanto perturbador, pero últimamente la gente conocía más cosas de mí de las que yo mismo conocía, o por lo menos tenía esa sensación.


El camino por el que las pistas me habían llevado era bastante inusual, el bosque parecía mucho más lóbrego que de costumbre, los sonidos habían sido sedados completamente por un rotundo y sórdido silencio, era un sentimiento espectral que me hubiese hecho marcharme si fuese un simple humano. La presión que emitía la soledad de ese sitio era asquerosamente deprimente, era un sentimiento de vacío interno que por momentos me hizo perder mi propio objetivo, ¿quién era tan fuerte como para tener una presencia tan triste y maligna a la vez?


Mis pasos sonaban fuertes, las pequeñas ramas en el suelo hacían crujir mis pisadas de vez en vez de una forma un tanto estresante, aunque yo sabía que no podía hacer nada para mantener mi sigilo, pues desde que atravesé esa abrumante barrera de oscuridad, estaba en la boca del lobo. Conforme avanzaba, una mezcla de olores se hacía más y más fuerte, olía a esa fragancia de Asagi, combinada con un aroma a sangre que me intrigaba, me provocaba hambre pero sólo de pensar que ésta fuese de mi compañera, me causaba más impaciencia.


—Por fin apareces, Akatsugi Kojou. Pensé que dejarías que esta dulzura fuese devorada por mí... —una profunda voz femenina había sonado, sólo podía distinguir una silueta negra junto a Asagi, quien estaba inconsciente, hincada sobre el suelo y con las manos amarradas hacia arriba en un árbol, mientras que del costado izquierdo de su cabeza corría sangre.


Exasperado, corrí a toda prisa hacia Asagi y la sombra se desvaneció, apareciendo entonces detrás de mí, bloqueando la entrada, aunque en ese momento tenía mi atención ocupada en otras cosas.


—¡Asagi! ¡Asagi! —grité un par de veces sin obtener respuesta alguna. La cólera me embargó por completo, haciendo que de forma automática mis colmillos se exhibieran con fiereza—. ¡¿Quién eres, maldita?! ¡¿Qué buscas con Asagi?!


—¿Asagi? No me interesa la mocosa. Pero me interesa el Cuarto Progenitor —la risa volvió a sonar, lúgubre y tentadora, como si fuese un sonido de ultratumba, antes de decir un nombre en tono divertido—. Abrahel~.


La súbita iluminación de la luna reveló ante a mí la apariencia de ese demonio. Su cuerpo era similar a la de una humana, pero su piel tenía una tonalidad más pálida, sus orejas eran largas y puntiagudas; encima de ellas había un par de cuernos negros bastante opacos. Descendiendo un poco más, sus labios finos y curvados dibujaban una sonrisa coqueta y traviesa, su dedo índice tocaba de forma seductora el borde de su labio inferior, mientras sentía cómo sus ojos me examinaban de pies a cabeza. Su cuerpo era magnífico, cualquier hombre la buscaría con deseo y cualquier mujer la odiaría con envidia, pero lo que realmente delataba su verdadera naturaleza eran sus alas finas y su delgada cola puntiaguda, se trataba de una súcubo, el demonio de la lujuria.


—¿Y-Y por qué tienes interés en mí? —cuestioné, mientras mis dedos bloqueaban mis salidas nasales, podía sentir la sangre fluir por estas. Tragué con dificultad un trago de mi propio líquido carmesí, pues estaba perdiendo el control por completo de mí.


—Qué lindo~ hehe~ —respondió burlesca—, todavía no voy a morderte, ¿tiene algo de malo que quiera acercarme al Cuarto Progenitor?


La mujer acortó la distancia, arrinconándome poco a poco contra el árbol que tenía detrás de mí, ese del cual estaba sujeta Asagi. Tragué saliva con dificultad, ¿qué quería? Me sentía completamente perdido. Ella no quería hacer daño a Asagi, ¿no? ¿Pero para qué me quería a mí?


—Aléjate... no te acerques a nosotros...


—¿"nosotros"? —vuelve a reír burlesca—. Ya te he dicho que no tengo interés en la mocosa. Sólo te deseo a ti, Cuarto Progenitor...


Se acercó aún más. Sus manos se posaron en mi pecho, presionándome contra el tronco, acercó su rostro al mío y exhaló un cálido aliento que más bien parecía algún tipo de afrodisiaco. Mi cuerpo comenzó a dejar de responder a mis órdenes, su cabeza se deslizó entonces con lentitud, sonriendo seductora mientras dejaba que mi cuello sintiese ese cálido aliento de nuevo. Su olor era distinto al de mi compañera, pero era rico. Sin duda alguna manipulaba la lujuria como nadie, mi mente se encontraba en blanco, estaba siendo dominado por ella. La sangre comenzó a salir de mi nariz cuando acercó un poco más su cuerpo al mío, haciendo que volviera un poco en mí. Giré la cabeza para no mirarla, para intentar dejar de sentir atracción hacia el demonio que estaba frente a mí.


—A-Asagi... —levanté mi mano con dificultad, intentando alcanzarla, pero ese fue mi error.


La risa seductora de Abrahel había desaparecido. Hubo de nuevo un corto silencio abrumador antes de escuchar un grito de ira. Mi cabeza se giró rápidamente hacia la demonio, viendo que su cara se encontraba enojada, sus orbes rojos se habían hecho completamente blancos y entonces caminó, molesta, dándole una patada a Asagi en un costado del cuerpo, golpe que incluso le soltó los brazos y la hizo volar un par de metros de distancia.


La excitación se convirtió en un instante en furia, en rabia. Mirar cómo Asagi había sido golpeada frente a mí, hizo que me hirviera la sangre. Rápidamente me puse de pie y corrí hacia ella, empujando a Abrahel a mi paso, sólo para tomar a mi amiga entre mis brazos. Miré a la demonio con furia, y sin siquiera quererlo, Regulus Aurum trataba de salir, podía sentir la electricidad alrededor de nuestros cuerpos.


Abrahel sonrió nuevamente, relamiéndose los labios y mostrando su verdadera naturaleza. La risa que había sido seductora y traviesa se había convertido en una desquiciada y malévola. Se elevó unos cuántos metros ayudándose con sus alas.


—¡Mensch Verrottet! —gritó, levantando sus manos mientras un miasma negro se levantaba del suelo.


Un grupo de manos salió de la tierra, abriéndose paso entre esta hasta que un grupo de cuerpos sin vida se hicieron presentes. La mujer observaba desde arriba, riendo triunfante; pero eso no sería suficiente para detenerme en ese momento. Un fugaz rayo de electricidad desintegró a aquellos seres, aunque rápidamente un grupo de los mismos se hizo presente, esta vez mayor en multitud.


—¡¿No lo entiendes, Cuarto Progenitor?! ¡Yo te quiero para mí! ¡Tu poder va a ser mío! ¡Mío, mío! —otra risa desquiciada salió de los labios de Abrahel.


—No digas tonterías... —repliqué molesto, dejando de lado el cuerpo de Asagi que permanecía inconsciente aún—. Yo, Akatsugi Kojou, sucesor de Kaleid Blood, te ordeno que liberes tus restricciones, ¡ven, quinto familiar: Regulus Aurum!


El familiar del rayo se hizo presente, rugiendo con un fuerte estruendo e iluminando todo de forma que los seres sin vida se desvanecieron sin más; la demonio, por otra parte, parecía aterrada al igual que encantada por el poder que se mostraba frente a ella. La mujer no podía ocultar su emoción; descendió lentamente hasta ponerse a una distancia cercana a mi familiar. Mi mano se levantó casi de forma automática, buscando ordenar a Regulus Aurum de acabar con lo que había frente a él, pero hubo algo que me detuvo, un tacto repentino en mi pierna.


—¿K-Kojou...? Kojou, ¿eres tú...? ¿Qué está pas-? —la suave voz de Asagi me hizo volver a mi sentidos, rápidamente me incliné para estar cerca de ella y no dejar que se esforzara. Podía sentir el dolor tras sus palabras.


—Asagi, tranquila, no hables, te explicaré todo después, pero ahora...


La tierra comenzó a temblar de forma repentina, un gran monto de la misma comenzó a levantarse por debajo de Regulus Aurum, develando un ser grande y oscuro de apariencia áspera; era un familiar, el que se había encargado de levantar esos cuerpos no vivos.


—Un familiar... Abrahel, voy a acabar contigo.


Poniéndome de pie lentamente, ignorando por un momento que estaba Asagi allí, volteé hacia mi objetivo, esta vez ordenándole con un ademán a mi familiar que atacara, y este lo hizo así, aunque con más poder del que pensaba. Atacó al familiar contrario de una forma devastadora, fue tan fuerte su ataque que esa barrera que la demonio mantenía fue completamente destruida. Frente a mis ojos el familiar de mi oponente se esfumó, mientras escuchaba gritos de dolor procedentes de Abrahel.


Empuñé mi mano, quería que sufriera, que pagara por lastimar así a alguien tan importante para mí, estaba completamente poseído por mi sed de sangre, por mi familiar que buscaba la destrucción, sin embargo, una presión alrededor de mi abdomen me hizo flaquear: Asagi me estaba abrazando. Lloraba por lo bajo, murmurando que me detuviera, podía sentir cómo su cuerpo temblaba con ligereza, y entonces lo entendí; ahora mismo yo era un simple ser que buscaba destrucción, que eran tan malo como los que tanto odiaba. Me repudié y mordí mi labio con fuerza, retrayendo mis colmillos y ordenando a Regulus Aurum que volviera.


No había más esa barrera, las estrellas habían comenzado a brillar y los sonidos de animales se hacían presentes de nuevo. Asagi me abrazó con más fuerza, aterrada, llorando a pecho abierto esta vez. ¿Abrahel? No estaba; no había ningún rastro de ella, fue como si nunca hubiese existido, pero conforme abandonábamos el bosque, la risa de ella aún resonaba en mi cabeza.



Días más tarde...


—Gracias por venir a visitarme al hospital, Kojou... aunque parece que se está volviendo costumbre...


—¡No! ¡Para nada! Yo encantado vengo a visitarte, además, esto fue mi culpa...


Hubo un silencio incómodo hasta que ella lo rompió con una risita.


—Me alegra saber más de ti... pero no creo que haya sido la mejor forma de hacerlo, como castigo tendrás que estudiar por tu cuenta. Hmph.


Me encogí de brazos, riendo apenado, no había mucho qué decir.


Todo aquello había pasado de una forma tan rápida que sentía era mentira, tenía un peso menos al haberle confesado quién era a Asagi, aunque de igual forma sentía que eso era un arma de doble filo, si ya la habían secuestrado una vez por mi culpa, había probabilidades de que lo hicieran de nuevo y la simple idea me aterraba.


Sobre Abrahel, escuché en varias noticias que hombres habían sido encontrados sin energía, desechados como simple basura, probablemente era trabajo de ella. La simple idea de volver a encontrármela me daba dolor de cabeza, pero por fortuna tenía a gente que me apoyaba y estaba a mi lado. Por otra parte, aunque detesté que Sayaka no me hubiese ayudado, no podría imaginarme la guerra que se hubiese armado entre ella y Asagi. La vida es difícil.

Fin.