Sorna.

Tema en 'Relatos' iniciado por Morphine, 4 Noviembre 2011.

  1.  
    Morphine

    Morphine Iniciado

    Virgo
    Miembro desde:
    3 Noviembre 2011
    Mensajes:
    16
    Pluma de
    Escritor
    Título:
    Sorna.
    Clasificación:
    Para adolescentes. 13 años y mayores
    Género:
    Misterio/Suspenso
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    1721
    Hola :) Ojala les agrade *-* Lo había echo para un concurso que se cancelo :c

    Sorna.

    La agudeza de su voz hacia eco en las paredes del oscuro recinto, este, se hallaba iluminado solo por una pequeña vela, ya consumida casi por completo.
    Sus ojos, dirigidos a la cerilla que caía cada vez con mas lentitud, oscuros y profundos, emanaban odio y rencor, burla y sorna.
    Sus manos, torpes e inexpertas se adentraban a un pequeño cofrecito, algo azulado.
    Algunos pasos, lejanos y lúgubres, se escuchaban tras las paredes (tal vez obra de su locura) entorpeciendo aun mas los movimientos de la pálida. Su cara se contrajo al sentir la piel de las yemas siendo atravesada por un fino metal.
    -N-no
    Repetía constantemente, se quejaba de quien sabe que, lloraba angustiada, reía nerviosa.

    Locura
    • Trastorno o perturbación de las facultades mentales de una persona, demencia.
    • Acción irreflexiva o desatinada, que implica imprudencia o temeridad.
    • Entusiasmo o amor excesivos que siente una persona por alguien o algo.
    • Privación del juicio o del uso de la razón.
    • Acción inconsiderada o gran desacierto.
    • Exaltación del ánimo.
    • Perturbación de las funciones psíquicas, prescindiendo de su caracterización en cuanto a causas y efectos, que son muy variados y dan origen a enfermedades mentales.

    Extrajo el pequeño filo del cofrecito, su mano temblaba mientras delineaba con sus ojos el cuerpo verdoso que yacía en frente de sus ojos.
    La locura podía llegar a límites extremos, irreparables, mas, cuando una no tan joven sociopata se obsesiona con alguien o algo, cuando pasa días mirando, observando y fotografiando.
    -¿Por qué?
    La voz se quebraba, el pecho se comprimía.
    Un tajo, un tajo preciso, firme. Ni ella misma sabia que la llevaba a eso, ni mucho menos que le reclamaba al joven cadáver. Luego de esto, en su mente solo quedaban recuerdos difuminados de la persona, era un juego.

    Dicen que si uno no le ve el mal a las cosas, no son pecado.

    Las fotografías colgadas en su cuarto se volvían oscuras y empolvadas, dándole a entender que necesitaba otro “amante”, uno mas jovial y mas bello, uno que cayera en sus trampas, uno que dejara ser fotografiado.
    Su cabeza se ladeaba, comenzó a reír, dándole paso a un llanto, chillón y exagerado.
    Sus manos comenzaron a temblar, botando el fino metal al suelo, haciendo eco en el lúgubre lugar.

    La luz se escondía poco a poco, ocultándose tras de el basto mar, el día estaba tranquilo, el mar se movía con calma, desparejando levemente la arena húmeda, el viento movía el cabello sutilmente, casi imperceptible.
    Los finos labios de la mujer se alzaban en una sonrisa, disfrutando del toque de su presa. Cada vez envejecía mas, cada vez sus movimientos se hacían menos vibrantes, su cara se volvía menos jovial, pero sus tácticas no cambiaban,

    El frío había comenzado a caer en la ciudad, se hallaba con una taza de café en las manos, mirando por el gran ventanal de la tienda en la que se encontraba, el paisaje que otorgaba no era muy agradable para todos, pero para ella era como una revista de productos, cada uno diferente, unos altos, unos bajos, miraba a la gente, inspeccionando cada una de sus facciones.
    Un joven, alto y pálido paso por fuera, ganando toda la atención de la mujer.
    Dejo la taza y la plata en la mesa, olvidando todo, llevaba consigo una cámara, azulada y profesional.
    Un flash llego a los ojos del joven, encandilándolo, entorpeciéndolo.
    -Oh, disculpa…no quise.
    Se disculpo, falsamente, todo preparado, siempre igual.
    -No te preocupes… Y, ¿para que es esa foto?
    -Para un trabajo, estudio fotografía.
    -¿Vas apurada?
    Tal vez era el escote pronunciado que ocupaba para esas ocasiones o era esa brillante y esplendida personalidad o solo su belleza oscura.

    Su mirada paso por las fotografías esparcidas en el suelo, mirando los detalles, recordando los momentos vividos, aquella vez que había echo un mini-estudio de su cuarto, por esa vez que el le había preguntado por los demás jóvenes de las fotos y ella aclaro “trabajos”, no comento en ningún momento que esos jóvenes se hallaban desaparecidos, muertos, que habían sido sometidos a tortura, al igual que el en el futuro, ahora.
    Recordó.
    El sonido ocasionado por sus manos al aplaudir era estridente, su locura, pareciera que crecía cada segundo, cada milésima de segundo su cara se desfiguraba mas y mas, cada vez su risa era mas chillona, mas forzada.
    Tocaba el cuerpo fríamente, como si nunca hubiera tenido un apego a el (si es que se le puede llamar así) miraba los detalles que se había esforzado en guardar en su memoria, pero que ahora, al salir de ese cuarto olvidaría por completo, o tal vez no tanto, pero solo como pinceladas en algo que pudo ser su pasado. A ella no le avergonzaba, a ella no le parecía mal, a ella solo le parecía una parte mas de vivir, un paso que se debía dar para continuar adelante, más, ella no avanzaba, se quedaba estancada en sus actos horrorosos.
    Su perfil aguileño se esbozaba sobre la pared, agrandándose, alargándose, las lagrimas comenzaron a salir.
    Su voz, paso de ser un sonido aberrante a ser un sonido melodioso, afinado. Se encontraba cantando quien sabe que melodía, aunque grotesca, hermosa.

    A veces cuesta aceptar que una sola persona pueda tener tantas facetas, tantos caracteres, tantas personalidades; que pudiese albergar tanto odio, tanto amor, que su mente se retorciera tanto que pudiera ver un acto asesino como algo de suma naturaleza. Que pudiera hablar y mirar con tanta sorna y desprecio a una persona y que anteriormente le hubiera declarado amor eterno.

    Le miro, su cuerpo le asqueo, le abomino el echo de haberlo “amado”, le miro con desprecio poco disimulado, tampoco queriendo disimularlo, odio por primera vez el perfil irregular, odio el tono pálido, pero a la vez verdoso de la persona que había sido su “amante”, su “amor”, movió su pie descalzo, en un intento de apartar el cadáver de sí.

    -Me das asco.

    Dijo en volumen elevado, cada vez las nauseas aumentaban, cada vez mas sus ganas de vomitar eran mas grandes.
    Vomito. Vomito sobre parte de las fotos, el cadáver le daba asco, no era su aspecto ni nada, era saberse responsable de haber amado a la persona equivocada, de haberse equivocado otra vez.
    La risa le invadió, tanto que debió pararse, sus piernas le fallaban, se adormecían, se doblaban solas, logro llegar a la puerta a penas, casi arrastrándose, riéndose, siendo liberada totalmente de sus actos, volviendo a ser la mujer inocente, en busca de su amor, no sentirse culpable le volvía inmune a los síntomas que vienen luego del acto, ni siquiera un leve cargo de conciencia.

    La puerta se hallaba cerrada, a llave, le mareaba la idea de pararse e ir a buscarla y tener que acercarse al cuerpo nauseabundo.
    Sus fuerzas le fallaron y la hicieron caer al suelo, de bruces, la cara golpeo con la fría cerámica, rasgándose el labio superior, quebrando la nariz, enrojeciendo la frente y el cuello. La sangre mancho parte del lugar donde se encontraba botada.
    La cabeza le hervía, le punzaba, todo le daba vueltas.
    Estaba de espaldas, dejando sus manos ensangrentadas a sus costados.

    Revivió a aquellas victimas ya muertas, ya putrefactas, ya sin carne.

    Vio otra vez la piel morena de Gaspar, sus brazos alrededor de su menudo cuerpo, evoco las fotos de su cuarto, evoco el brutal momento en que descubrió a Gaspar siéndole infiel, evoco sus quejidos al sentir su piel atravesada, vio, como su vida, de allí para adelante se vio afectada fuertemente, como no volvió a confiar en otro hombre y los vio solo como un medio de descarga, observo en su mente sus siguientes objetos de obsesión, imagino el sonido de el gatillo de la pistola siendo activada, sintió el frío de el metal en sus manos.
    Recordó su infancia, aquella llena de sobresaltos, aquella llena de golpes, ya no afectaban.
    Tembló al imaginarse junto a Gaspar, siendo cobijada por sus brazos, gritó, gritó desgarrando su garganta, tanto que escupió sangre, sus gritos se volvían gruesos, como si no fuera ella la que los emitía, como si fuera alguien mas allá de lo visible el que gritaba de aquel modo.
    Lloró. Ya no había risillas, ya no había cosas que le causaran un poco de gracia dentro de aquel oscuro cuarto, la vela se había acabado hacia rato, el cuerpo había desaparecido de su mente, al igual que todos los demás.
     

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