One-shot Solo una cosa especial [Masuyo|Gakkuen Rolplay]

Solo una cosa especial.

Contenido oculto: Paganos

Este fic es cannon

Era de noche, estábamos con las chicas en un karaoke no muy concurrido. Unas se habían colado algunas cervezas, pero para mi suerte al menos evitaron ponerse a fumar dentro, cosa que agradecíamos un par. Era un buen banquete en la penumbra, con las luces semejante al neón alumbrándonos las caras, transparentes a esas alturas tanto con nuestras virtudes como con las debilidades.

Algunas lloraron, otras se quejaron, yo estuve ambivalente un buen rato; consolando y calmando, el papel que había tomado ese último año en el Club de Natación, el cual sentía que era ideal para mí. Era una lástima, tal vez el sentimiento de que pudiera ser la última noche donde estaríamos todas me dolía en el pecho, pero con mi habilidad maldita sabía tragarme las lágrimas y sonreír, bromear, ya sea de manera ligera o pesada; coqueta o inocente; infantil o sofisticada. Me amoldaba a las chicas, las chicas a esas alturas me dejaban ser con un amplio margen de error.

Éramos... todas muy distintas, pero nuestra pasión por la natación terminó creándonos actitudes en conjunto: Perseverancia, compañerismo, autosuficiencia, confianza, esperanzas, solemnidad, fe.

Altruismo.
Nos habíamos vuelto altruistas, cada una a su manera y con sus caprichos.
​

No lo iba a decir nunca en voz alta, pero extrañaba demasiado a las senpais del año anterior, las que se graduaron y cada vez tenían menos tiempo para visitarnos. Una en especifico me hacía sentir dé repente, entre risas y bromas, una soledad poco habitual. La soledad de que has perdido un complemento, la soledad de que te falta una herramienta; de que antes eras uno, ahora estas dividido. Mi senpai fue mi primera enemiga, la primera chica a la que le llegué a tener un odio visceral, reciproco quería creer, por ese motivo creo que nunca me permití verla como a una igual, como a una amiga. Competíamos tanto, tantas veces, solo para comprobar quien era la mejor por sobre la otra.

A golpes, a insultos; a argumentos, a palabrería barata; en el agua, revolcándonos en la tierra cuando nos tironeábamos el pelo.

Quién tenía los mejores valores,

quién resaltaba por su genética.​

La más linda, la más amable, la más querida...
La más odiada, la más iracunda, la más apática.

Terminamos por compararnos en tantas cosas, tantas veces, que un día simplemente ya no hubo nada más que comparar.

La calma tras la tormenta.​

Paz, después de hacernos la vida cuadritos.

De tratarnos como la peor escoria del mundo.​

Conseguimos paz, y casi parecía que obtuvimos la telepatía gracias a ello.​

Aprendimos a la mala el poder de la honestidad, de ser genuino y de siempre,
con esperanza, hacer lo mejor
tanto para ti, como para los otros.
​

Porque en las carreras de relevo no había espacio para el individualismo,
no le podías cargar toda la culpa a un solo nadador.
Éramos un solo ente, distintas células de un solo ganador.
​

Éramos una, mientras al mismo tiempo ninguna se identificaba con la otra.

Ninguna hasta que nos dimos cuenta, demasiado tarde, del gran grupo que éramos.

​

Contenido oculto: Puzzle Jigsaw

No el mejor,
no el ganador,
no el más llamativo.​

Éramos el grupo con más compañerismo que habré visto en cualquier competencia.​

Estábamos tan unida, que ni todos los problemas y desgracias del mundo impedirían que nos desvinculáramos, lo contrario.



​

La escoria nos hacía aferrarnos con fuerza:

A la esperanza de que una,

la otra ​

o alguien ajena...


​

podía cambiar.​

Contenido oculto: BUDA