Me detuve súbitamente escuchando extinguirse aquel sonido metálico con el que me había familiarizado. Contemplé mi dominante figura reflejada, la cual formaba parte de mi pero era tan irreconocible. Mi alma se rompió y las lágrimas comenzaron a caer sin poder hacer algo para detenerlas. No había decidido nada de esto, cada uno de mis errores habían sido cobrados de la peor manera. ¿Qué había hecho de malo? querer ver aquella sonrisa, de la mujer que más había querido, una vez más. ¿Mi recompenza? Mi cruel realidad. Observé mi reflejo, que seguía estúpidamente sin imutarse, sin poder demostrar la lluvia de emociones que muy dentro de mí luchaba por salir. ¿Por que me sentía tan mal conmigo mismo? La nostalgía de mi antigua vida antes de que aquél suceso marcara mi vida se apoderaba de mi alma, pero el ahora no era tan malo. —Alphonse Elric, tú no eres una mala persona, eres una persona fuerte, capaz y con un gran corazón que haría cualquier cosa por proteger a la gente que quiere. Eres una persona admirable que se enfrenta a las adversidades con el mejor humor y paciencia.— Las palabras endulzaron el dolor que me embriagaba— además no estas solo, tienes a Edward. Mis propias palabras hicieron el efecto tranquilizador en mis sentimientos y lograron animar a mi alma nostálgica. Nosotros encontrariamos la piedra filosofal, nuestros cuerpos volverían a la normalidad y las cosas estarían bien.
Que difícil la vida de Alphonse, es impensable para cualquiera no poder siquiera ver reflejados sus sentimientos, de una manera literal haber perdido casi todo, transmites de una manera maravillosa su melancolía, miseria y melancolía, así como luego su consuelo, rendición y esperanza, razón por la que debes de tener siempre presente tu talento para la escritura preciosa. Siempre es genial leerte, hasta el próximo.