Sine nomine I La nuestra era una de esas historias imposibles. Y lo sabía. Y tú, amor mío, también lo sabías. Lo nuestro fue la espera de un adiós ineludible. Y lo aceptabas. Y yo, en tu abrazo, a veces lo olvidaba. Cada beso marcaba el fugaz tempo de un encuentro, y las caricias componían una sinfonía íntima de jadeos, de húmedos labios y traviesos cuerpos. Entre sábanas de luna revoltosa y en secreto, tejían los dedos con hebras de huracanado deseo, breves ráfagas de éxtasis que robaban el aliento. Sin embargo, amanecía siempre en otros brazos. Y la mañana era un preludio de horas suspiradas, donde ambos jugábamos a ser sólo dos extraños. El nuestro era uno de esos finales previsibles. Y te quería. Y sé bien, que tú también me querías. Ya no importa, porque aquel nunca fue nuestro momento. Y te recuerdo. Y a lo lejos, titila en tus pupilas mi recuerdo.