Sin título

Sin título

Nota: Puede que lo noten raro, está escrito "Argentinamente"

Sin título.

La habitación tiene esa hediondez característica que siempre puedo apreciar al acompañarte. Mezcla de sexo malsano, cigarro y seguramente alguna hierba la cual desconozco. Bien sabés que de esas cosas no se demasiado, y no pretendo saber.
Sonreís al oír mis ingenuas preguntas acerca de qué sucedió aquí, pues una habitación en estas condiciones no es normal. Pero pareciera que te divertís como la mejor conmigo y evadís por completo mi preocupación mezclada con celos.
–Creo que lo mejor es que no te enteres. Me agrada que permanezcas a mi lado.
Sonrío ante ese comentario, tratando de obviar el siniestro significado que se oculta por detrás. ¿Acaso son cosas tan aberrantes que ni la cara te da para decirme? ¿O simplemente no querés escuchar mi, casi seguro, sermón?
Dejás tu bolso sobre una vieja silla de madera, y colgás tu abrigo en el pequeño y viejo placard al cual ni las puertas le quedan.
Yo solo te observo, estás tan cambiada de lo que solías ser…
Esa joven vivaz, coqueta, de la que todos soñamos ser dueños; aquella joven con la que sigo soñando a pesar de todo.
Ahora puedo asegurar que todos han logrado ya su cometido más de una vez, aunque no de forma permanente. Después de todo, no es nada difícil poseer tu cuerpo, tu cabello, tu voz; al menos por una noche. Hasta yo me he adueñado de esas pequeñas pero deseables tetas, más de una vez pude oírte gemir mi nombre en el silencio de esta habitación, y agradezco a Dios el haber podido compartir la luz contigo y no sólo la oscuridad, como tantos otros lo han hecho.
–¿Ahora que te pasa? Sabés que no me gusta que me mires de esa manera, me cohibís.
¿Cohibirte? ¿Acaso eso es posible Alejandra? Sonrío y volteo mi mirada hacia otro lado de la habitación.
La humedad de las paredes forma figuras bastantes curiosas, un psicólogo seguro se entretendría muchísimo dando aquellas manchas a sus pacientes para que le busquen sentido. Incluso son más coherentes que las que suelen utilizar.
¿Acaso es ET? Ya estoy delirando, por Dios… Frunzo el seño tratando de descubrir el secreto oculto tras el moho, pero una poco melodiosa, pero ensoñadora voz, me trae de vuelta a la realidad.
–Tampoco te he dicho que me quites la mirada de encima… –me decís con un tono algo molesto.
Maldita egocéntrica y ciclotímica, ¿quién te entiende?
–Siempre dije que tenés unos ojos hermosos. No me prives del placer que me da tu mirada…
Y yo siempre dije que tenés una gran habilidad para dejarme sin palabras de un segundo a otro.
–Es tarde, mejor me voy –digo volteándome, en un fallido intento de escape.
Pero no lo logro, ya es muy tarde. Como siempre termino cayendo en tu red. No puedo evitarlo, soy masoquista y débil. Mi debilidad sos vos, es algo que ya asumí desde el primer día en que te vi. Sos la única capaz de hacerme flaquear con solo un roce de tu piel.
–La noche recién comienza, no te me escapes… –me susurrás al oído, mientras tus brazos rodean mi cintura.
Yo me giro nuevamente y acaricio tu cabello con cariño, acaricio tu rostro, acaricio tu cuello. Vos sólo cerrás los ojos y sonreís, sabés que tu presa acaba de caer en la trampa y no hay forma de que se escape.
Das unos pasos hacia atrás y te sacás la remera, arrojándola lejos, para que no nos estorbe. Seguís con el resto de tu ropa, siempre sonriendo y mirándome a los ojos, pendiente de mis reacciones.
Cuando terminas, y ya no hay nada que cubra ese hermoso cuerpo del que ni vos sos propietaria, te quedás inmóvil esperando que yo actúe. Te gusta martirizarme, te gusta hacerte desear, sentirte anhelada por alguien...
Sabés que más de un minuto frente a vos en aquellas condiciones no aguanto, y que por más que luche con controlarme, el deseo me gana; no, mas bien el amor.
Me acerco y con mis manos recorro cada centímetro de tu cuerpo. Siento estremecerte ante mis caricias y eso me enloquece. Me gusta, me encanta, estar así. Sentirme, aunque sea por un instante, ser quien tiene el control.
Pero a vos no te gusta ¿verdad? Te asusta que las cosas se te puedan ir de las manos. Es por eso que más de unos minutos no duro en mi rol de capitán; un beso en mi cuello es lo único que necesitás para que pierda la conciencia y quede nuevamente a tus pies.
Sacás mi ropa rápidamente. Querés pasar rápido a la acción, donde sólo vos mandás, donde yo no soy más que un simple juguete al que manejás como querés.
Me tomás de las manos y me llevás con vos a la cama. Yo sobre vos, comienzo a besarte sin reparo; ambas sabemos que no es el momento apropiado para fingir decencia ni mucho menos.
Y así, entre besos y caricias se nos va la noche.
Por un momento, la habitación semi-podrida recuperó el color y la viveza de años atrás. Es en este instante cuando vos recuperás tu ángel Alejandra. Es cuando, a través de tus ojos, puedo ver tu verdadero ser; cuando al llegar al clímax, me mostrás lo que ocultás tras esa fría imagen que aparentás. Es cuando, tonta yo, siento que correspondés una mínima parte mis sentimientos.
Ilusiones efímeras que se van tan rápido como llegan.
Agitadas nos quedamos mirando el techo, una junto a la otra, en silencio. Sólo se puede oír nuestra presurosa respiración; nada más. Como quisiera en este momento voltearme y abrazarte. Demostrarte que no sólo es algo de una noche, que te quiero para mí, hoy y siempre.
Pero no quiero.
No quiero ni puedo.
No quiero, ni puedo, ni debo.
No quiero porque hacerlo significaría que algo entre nosotras se perdería, y algo nuevo, bueno o malo, nacería; eso me da pánico.
No puedo porque no soy capaz de causarte angustia alguna, y se que mi declaración te haría sufrir.
Y no debo, porque si lo hago, te obligaría a ser lo que no sos. Trataría como sea de que vuelvas a ser la dulce Alejandra de hace un par de años, y eso ya es algo imposible.
No hay forma de que cambies; ya esa Alejandra está muerta y no hay forma de resucitarla, es algo que debo asumir aunque cueste y duela. Enterrar el pasado y amarte como sos ahora, con tus defectos y virtudes; pero no puedo, por más que lo intente tengo la vana esperanza de que una de estas noches vuelvas para quedarte, y no como un vago fantasma que aparece sólo cuando estamos presas de la lujuria.
–¿Martina, vos me querés? –me preguntas inocentemente, sin ninguna segunda intención; raro en vos.
–Me encanta vivir estos momentos con vos –te contesto, y vos no respondés.
No te quiero Alejandra, te amo.
Pero no te amo.
Amo tu recuerdo, pero aborrezco tu presente.
Es algo malsano pero es lo que siento, y creeme que me duele más de lo que te dolió esa respuesta.
Te siento sollozar a mi lado. Pero no soy capaz de abrazarte y calmarte. Me limito a seguir con mi análisis del moho, sin siquiera pensar en que quizás, un sí de mi parte, pudiera ser el milagro que se necesita para tu resurrección.


Fin :3~




Agh xD odio el final que tomó u_ú

Bueno, algo que escribí como un supuesto song fic, pero que luego se me fue para otro rumbo muy distinto de la canción así que lo dejé como un simple cuento -w-
No se, no suelo betear mis cosas así que si hay errores pido mil dsculpas :o
Tampoco sirvo para poner nombres, así que lo lamento ._.
En fin, agradezco si alguien le da un vistazo y me dice qué les pareció. Personalmente lo siento raro, siento que no terminé de darle un cierre a la idea que tenía, pero ya no veo que agregarle/quitarle/mejorarle.

Saludos a todos :3~
No se sientan comprometidos a decir algo bueno x'D Si lo leen y les pareció malo, agradezco sus comentarios :3~