Microrrelato Sin título.

Dicen que algunas personas están predestinadas, que nacen para estar juntas. Están conectadas por lazos invisibles que finalmente los unirán. Es como si siempre hubiese existido una especie de conexión especial entre ellos. Y tú simplemente estás ahí, expectante. Miras cómo los caminos de tu alrededor se cruzan mientras te mantienes inmóvil en el centro de ellos. No sabes cuál tomar, ni a dónde te conducirá cada uno de ellos. Prefieres no arriesgarte. Está bien como está. Tampoco abres la boca para quejarte, ni te arrodillas para mendigar un poco de amor, tan solo los ves pasar. Ves cómo se unen y cómo se separan, cómo se dedican miradas buenas y malas. En ocasiones prefieres mirar al cielo para soñar y escapar de la realidad, incluso alzas la mano y das pequeños saltos tratando de alcanzar las estrellas. Parecen estar tan cerca y a la vez se ven tan lejanas… Tal vez si alguien te diese alas podrías rozarlas. Tan solo acariciar tus sueños, regalar un pedacito de tu tiempo por un momento de felicidad. ¿Y qué más da si jamás consigo el amor de la Luna? Incluso la estrella más pequeña de todas me bastaría. Quiero brillar en el firmamento como hacen ellas, ser capaz de sonreír aún cuando me pudra por dentro. Mas no son más que sueños. Tal vez yo no haya nacido para nadie. Tal vez mi destino sea vagar de acá para allá suspirándole al cielo. Volverme a chocar contra la realidad una vez más.

¿Y qué más da si jamás consigo alcanzar el amor? Un poco de cariño me bastaría.

Juliet.