Esta es una historia que no terminé...pero pienso continuar xD Solamente es una "primera parte", pero es lo que tengo, aunque no todo lo que escribí. Lo publico para recibir opiniones. Ya de antemano, gracias por leerlo (si alguien lo lee :P). No tiene un nombre todavía. Perdón si se hace un poco largo y si hay alguna falta de ortografía o concordancia. El suelo estaba crujiente y rasposo, sus pies desnudos bailaban brusacamente a un compás sin tiempo sobre la tierra. Cling. Cling. Cling. A través de la ventana, rodeada de una marco de madera vieja, observaba atentamente, con miedo, con ansiedad, como casi sabiendo lo que iba ocurrir en solo unos minutos, el pelo le estorbaba la cara, lo corrió, vio mejor, casi tan bien que las ganas de mirar se diluyeron de sus pensamientos y fueron volando a otro plano, pero no, tenía que ver. Cling. Cling. Cling. El puto ruido otra vez pensó, eso lo alteraba. La carroza se movía, avanzaba. Divisó 4 hombres a caballos negros rodeando el vehículo por ambos laterales, por detrás unas 10 mujeres y niños encarcelados por unos grlletes en las manos y unidos por una cadena de metal por los cuellos. Nada importante, se dijo. Por más extraño que pareciera, era verdad, aunque si era grave, la gente se acostumbraba a no darle importancia ya que veían cientos de carrozas iguales por día, después de todo, así es la guerra, por lo menos en sus tierras. Ja, como si hubiera otro tipo de guerra. Cling. Cling. Cling. Había dos cosas que le preocupaban, más bien, atemorizaban. Primero. El hombre a caballo sumado a los otros 4, este era diferente, su caballo era extremandamente flaco hasta el punto de que parecia que se iba a quedar muerto ahí, en medio de la nada y que si abrieran su panza no iban a encontrar nada más que un desierto árido y polvillo acumulado por años, pero andaba y eso es lo importante de un caballo. El jinete, si así se lo puede llamar a ese hombre alto y pálido que no aparentaba tener más fuerza que su propio caballo. Otra vez la vista en su caballo, no era negro, era blanco y tránslucido como el cuarzo, pero le llamó la atención que estuviera "pintado" por una costra colorada. El "jinete" tenía un pelo negro, espeso y grasoso que recorría toda la punta de su cabeza y se alargaba hasta la mitad de su espalda en una terminación brusca en forma de mechones, en la parte frontal de su cabeza, se bifurcaba y ocultaba detrás de las orejas. Sus ojos eran dos semicírculos trazados perfectamente y en sus pupilas en vez de proyectarse la luz del sol, la reflectaban como si fueran dos pedazos de diamentes negros en donde el brillo queda opacado. Fue lo único que pudo ver de su cara antes de que el jinete" y su caballo escuálido quedaran paralelos a él, siendo capaz de solo observar su perfil. Segundo. Cling. Cling. Cling. Su vista se desvió del jinete y se proyectó sobre la carroza. Estaba sostenida por unas ruedas de madera rudimentarias, "hechas en el acto", aunque era lo único rudimentario de la carroza la carcaza era, de lo que a su vista parecía, un fino metal en forma de cubo en la parte inferior, con un rectángulo en un lateral, servirará para descender, pensó. Sobre el cubo metálico, que parecía reflejar la luz con la intensidad de un diamente, se erigían en los cuatro vértices unos tubos del mismo metal con una terminación en forma de cúpula en la parte superior. En los espacios en blanco entre la cúpula y el comienzo de los tubos se encontraba presente unas telas que le pareció identificar como seda, lo único que dejaba entrever eran los destellos de unas sombras. He ahí la cuestión de su inquietud y miedo, por la forma de las sombras podía percibir que por lo menos un humano había tras esos paños, pero lo que veía no era solo una figura, sino, varias. El ruido insoportable y que le carcomía la cabeza provenía de ahí, y el muchacho lo relacionaba con esas sombras desconocidas. Parecían danzar de una forma macabra, macando un tempo impenetrable, y sin error, perfecto; con un movimiento tozco, duro y recio a la vez, pero también de alguna forma bello, era un movimiento impenetraba e impérito sobre el resto del mundo y lo que había a su alrededor, como si lo demás se tubiera que arrodillar ante eso. Menos mal eatá detrás de la seda, pensó, solo son sombras.Si pudiera verlas trás el manto estaba seguro que podía desencadenar la locura misma de una forma tan incorregible o una sapiencia extrema. Pero ahí estaba el ruido que le producía ganas de llorar y llenaba su cabeza de remordimiento con solo oírlo y lo hacía sentir sucio, tanto por fuera como por dentro. En ese momento, su mundo se tiñó del color rojo sangre impregnado sobre sus ojos y que amenzaba con dejarlo ciego, si los hechos sucesivos no hubieran sucedido la historia y el tiempo hubieran cambiado y todo hubiera tenido un final diferente. Ocurrieron dos cosas: el chico se dio cuenta de algo que lo perturbó y lo dejó sin aliento, como si al inspirar, un aire gélido se metiera dentro de sus fosas nasales y boca y pasara por su garganta hasta instalarse en sus albéolos pulmonares y dejara todo tan frío como la escarcha; antes de que pudiera sacar conclusión de lo que sus pupilas tenían en frente, el dedo, el dedo, el dedo asomó por la seda, como si la seda se contrajera al sentir eso que los humanos suelen tener cumbriéndoles sus cuerpos, llamado piel, y un dedo salió y un dedo fijó su línea sobre el chico y luego este perdió el aliento, el dedo parecía un revoltijo de piel en torno a un hueso corroído por el tiempo. En el mismo instante en el que el dedo atravesó el aire y señaló el engendro sobre el caballo rojizo, este tomó parte de la historia. Con un giro brusco y tonto puso su caballo de lado y se giró en torno al lugar en donde se encontraba el joven, la carroza se detuvo y el jinete pareció atraer cierta vitalitud del aire que hizo que de sus ojos se desprendiera un tenue brillo de lo que antes había sido un opaco negro. El chico tenía miedo, mucho miedo, pero sabía lo que iba a ocurrir: según lo que él pensaba era que sería tomado como esclavo, pero en el fondo, muy en el fondo sabía que moriría. Rememoró, pero no recordó, una y otra vez, y otra y otra, el jinete se acercaba a paso firme aunque también tonto, la distancia se acortaba. Recordó y en su mente se formó el recuerdo de una cama y volvió en si. Sus pies volvieron a danzar y cruzar la tierra y se dirigieron al cuarto contiguo. Allí estaba, la niña durmiendo, tan sana, tan libre , tan viva. Trash, un sonido quebradizo como cuando se rompe un vidrio, pero el turno fue de la puerta. Volvió a danzar, vio, solo vio, no obsevó. Se quedó tieso como una espada y con la dureza de un escudo. -¿Qué pasa pendejo?- Soltó la voz. -Yo...yo... -Su voz era como cristal, quebradizo y frágil-Puedo servir, si lo necesitan.- -Lo que queremos es tu vida, ¿Nos la vas a dar? Antes de que pudiera conceder una respuesta, la mano enguantado se disparó como una de esas armas tan extrañas que había visto hace solo unos días, y lo cazó del cuello, otro disparo y lo tenía agarrado del pelo. Lo sacó a la calle. -¿Qué hago con el pibe? No hubo respuesta, el jinete sabía muy bien que podía hacer lo que le plazca, pero volvia a preguntar: -¿Y con la nena? ¿Cómo lo saben? fue la pregunta que se hizo el chico. Desde la seda un dedo gorda girado en torno hacia abajo indicó la respuesta y el jinete soltó un alarido de alegría. Su mirada se dirigió hacia el muchacho y dijo: -¿Qué hago con la putita esa? Un simple nada fue la respuesta, cortante como un cuchillo de hielo y duro como un trozo de metal. -Seguime pendejo. Ambos se dirijieron dentro de la casa, ya no era un tesoro de recuerdos y diversión como hasta hace unos minutos antes, ahora era una casa de horror y sombras, una casa oscura, entraron a la habitación y la vieron postrada en la cama en su silencioso sueño, su último sueño. El jinete sacó de su cinturón un cuchillo y se lo tendió al muchacho. -Se que estas pensando en hundirmelo en el abdomen y que luego me harías tantos cortes como a un pedazo de carne, hasta hartarte, pero abstenete o antes de que puedas girar, tu cuello va a soltar un vómito de sangre. Si que me habría gustado pensó, pero el monstruo tenía razon, no podía hacer nada. Tomó el cuchillo y el jinete habló: -Quiero que el corte sea en el cuello, rápido y seco, sin nigún remordimiento. -No.- Respondió el joven en tono seco y árido nuevamente. -El pendejo tiene huevos. Sos un hijo de puta se dijo en su mente. -Seguime.- Afirmó el asesino. Al salir nuevamente el jinete tomó un pedazo de madera de la puerta rota y lo acercó al fuego de la hoguera artesanal hecaha de barro ubicada en una esquina de la casa, con la que generalmente hacían pan, la llama acarició la punta de la maderia recia y comenzó a quemarla. Salieron y vio por última vez su casa con todas sus cimientos. -Si hacés algo te degolló y le doy de comer tu carne a los esclavos hambrientos y sucios que tengo atados ahí atrás, ¿Si? ¿Qué queres que responda? A vos te haría falta comer un poco hijo de puta, se dijo a si mismo. El fuego inundó la madera recia pero húmeda, trepo por los cimientos y tomó el techo de paja, parecía una cascada invertida. De repente se acordó de su hermana y sintío el impulso de entrar y sacarla del baño de fuego y ceniza. Torció su cabeza en dirección al jinete y dijo: -Po... -¿Qué decís pendejo? -¿Por qué no la matas con el cuchillo en ves de hacerla sufrir?- Se guardó el hijo de puta para sus adentros. -Porque esa puta no vale más que un cerdo, y yo cazo cerdos cor arco y flecha. ¿Vos ves que tenga uno a mano?- Hizó una mueca que resultó ser una sonrisa. La impotencia que sintió dentro y la desesperación, la ira, el odio, el amor, el recuerdo, la valentía, la cobardía de seguir viviendo se transformo en moviento y antes de que pueda accionarlarlo por segunda vez...Crac...Cayó al suelo, como cae un muerto a la tierra. Cuando despertó era solo ceniza y todo estaba tan vívido como antes, ni siquiera el sabor de que pareciera un sueño amargo se dio el gusto de sentir, y el rencor y el dolor cayeron sobre sus hombros imposibles de levantar y sintió un dolor, peor, no metal ni psicológino, sino físico, de su boca nació un aullido y una sombra cubrió su cara, y trás la sombra apereció un rostro, y trás el rostro un cuerpo, y trás el cuerpo, la sombra y el rostro un jinete, pero no cualquier jinete, aquel que le arrebató algo preciado y precioso que amaba y cuidaba. -Si queres cobrarte por lo que hice, hacelo, por eso te doy esta oportunidad, aprovechala, nutrite de odio, rencor, pero sobretodo miedo. Cómo vez, soy un hombre justo y benevolente,¿No te parece? Tené cuidado, porque esto lo hago porque maté a alguien que no tuvo oporunidad de luchar, no soy un salvaje, por eso tenés este regalo, pero la próxima se que vas a venir a mi, es algo que no lo dudo, es como una predicción sabes, pero más vale que sepas lo que hagas porque un ataque más y no va a haber perdón.- Acompañó todo el acto, con lo que le pareció, una sonrisa sardónica. Las palabras danzaban en su cabeza y luego se clavaban como agujas. Igual de rápido que apareció, rápido se fue, y rápido se volvió a formar otra sombra. Su vista estaba nublosa, como un pedazo de vidrio empañado por el frío de la mañana, todo lo que veía tomaba una forma borrosa y un color marrón, a los costados de su retina comenzaba a aparecer un negro que amenazaba con hacerlo desmayar nuevamente. De se boca salía un hilillo de sangre y luego a borbotones unas burbujas que parecían grumos en una leche pasada, también le pareció sentir que algo "sólido" salía de su boca, pero no pudo identificar que. A su costado empezaba a formarase un círculo de sangre sobre la tierra y teñía el camino en forma de rocío. Un perro flacucho se acercó a su lado y comenzó a lamer el fluído rojo del suelo. La sangre brotó por unos minutos más hasta que la sombra apareció y el chico cayó rendido ante la desesperación y su mente se lleno de pesadillas. En su pesadilla se veía frente a lo que había sido su hogar, ahora en llamas, y él quieto con el jinete a su lado sin inmutarse ni sentir rencor ni ira, es más, parecía como si lo disfrutase y su "amigo" lo miraba con gesto de aprobación. Por más que la escuchaba proferir gritos horrorizados y de agonía, se mantenía en su lugar, sin inmutarse. En otro sueño en forma de pesadilla se vio nuevamente frente a la cama de su hermana, pero esta vez aceptaba el cuchillo con taotal desacuerdo y percance. Subía el cuchillo y con semblante dolor lo hacía descender, una y otra vez, hasta que se punta y mango estuvieran contaminadas de sangre y realizaba la acción de nuevo, para asegurarse que ya no hubiese vida, pero ahora el que se manchaba era él y sus manos sanguiolentas, como si estuvieran impregnados de un líquido viscoso y sucio. Entonces su jinete "caballero" aplaudía con gesto de locura. Cuando volvió a abrir los ojos se encontraba suspendido en el aire por unos brazos espeltos y de contornos bien marcados. De su boca asomó un regerillo de sangre que serpenteó por su mejilla y descendió por su cuello y de sus entrañas salieron gotas de sangre en forma de una tos inundada que salpicaron el blanquecino rostro. Entonces sus ojos se cerraron nuevamente. Su vista estaba desactivada, pero podía sentir el áspero tacto de los brazos sobre la mitad de su espalda y sobre sus muslos. Oía crujir la tierra debajo de él por lo que parecía ser el aplastamiento de unas zapatillas pesadas e inhalaba, cuando podía, un aire cargado por la humedad que había dejado la lluvia unos días atrás. En su interior se forja un sentimiento cálido, no sabía si era por el crujir de la tierra y el aire que de cierta forma lo llenaba de vida o por la esperanza de que alguien lo estaba auxiliando tal véz. Luego pensó si el hombre no sería algunos de los jinete que venía por orden de su "caballero" que había cambiado de opinió. Esta última idea fue desterrado a los más recóndito de su mente, para que no pueda volver a forjarse. Entonces sobre su tez brotaban pewueñas lágrimas que se mezclaban a su vez con la sangre y formaban una pitura densa y horrorosa. Se decía a si mismo, "quiero vivir". Y cerró los ojos nuevamente. -Este chico está mal, no creo que vaya a morir, pero creo que tiene algunas costillas "rotas".- Su semblante denotaba seriedad, ni compasión (por si pensabas que un cirujano ayudaría a una persona sin cobrar, en el mundo real nada es gratis, lo gratis empobrece) ni desprecio (un paciente es un paciente, si puede pagar es bienvenido, y si no, no. Además, con salvarle la vida a alguien te aseguras que tu bota toque un escalón al cielo.) -El muchacho necesita ayuda, y lo que usted quiere es dinero, así que si lo hace se lo ganará. -. muy bien, tómelo de la camilla (en donde había concluído con su veredicto el cirujano) y sígame. Entraron a lo que se suponía era la sala de operaciones y el hombre depositó el cuerpo del muchacho sobre la mesa de operaciones ubicada en el centro de la habitación. Estaba contituída por una serie de baldosas cuadradas blancas como la harina que devoraban el suelo y arañaban las paredes, como tratando de escabullirse de la tan tétrica habitación conformada allí. El techo terminaba de una forma abrupta y cupulosa, como si levantaras la cabeza y de repente te la blandiera una pelota de cuero, también blanco. Por los costados de la habitación serpenteaban unas mesitas bajas, y muebles acajonados, construídos de madera pintada de un gris pálido, era el único color que contrastaba con la monotonía del blanco del lugar. Sobre los muebles había toda clase de utensillos para lo que supuestamente era cirugía, se encontraban escarpelos, bisturís, cuchillos largos y cortos, muchas jeringas de diferentes tamaños y mayor o menor grosor y altura de la aguja, demasiadas. Una increíble cantidad de líquidos en frascos se encontraban contrarios a la posicón de los materiales quirúrjicos en la parte derecha de la habitación. En la parete trasera de la habitación había una especie de heladeras, frigoríficas donde estaba almacenada todo tipo de sangre para esos casos en donde una persona pierde un brazo o cuando su sangre se le sale a litros, y algunos órganos de repuesto para esa situación en donde uno necesita de estos para seguir respirando y bombeando sangre, anterior a estos había otras mesitas en donde se podía ver hilo y aguja y algunos aparatos de uso electrónico. Más que una sala de operaciones el lugar parecía un asilo para locos, solo faltaba que las paredes estuvieran acolchadas y en vez de haber un chico medio muerto hubiera una persona con problemas mentales. El cirujano hizó un ademán con su mano indicandole al hombre que se fuera. El otro hizo caso y se retiró por el mismo lugar que llegó. Al salir dio media vuelta y dijo: -Más vale que lo salve. -El muchacho está es mis manos, es obvio que se salvará- Finalizó su respuesta con una sonrisa sardónica, que no le generó ninguna confianza al hombre, parecía un sentimiento vacío, hueco, expresado por una conveniencia. Lo más triste es que así lo era y sintió como dentro suyo se arremolinaba un sentimiento de repugnancia y odio haci la vida misma. -Eso si no se olvidé de pagarme. Y así el hombre turnó su cuerpo y dejó la habitación con un sabor escabroso en la boca y avergonzado por su reciente pensamiento. El cirujano preparó la anestesia, lavó sus manos (instrumentos de dios dados a un avaro), se colocó los guantes y aplicó la anestesia. El muchacho quedó sumido en un sueño hipnótico. Tomó un bisturí y realizó un corte sobre la superficie de la piel, quería terminar todo lo más rápido posible, el corte parecía como el rozar de la yema de un dedo sobre la tez blanca de una mujer, delicada, cálida y suave, como si estuviera practicando una caricia. El bisturí recorrió la piel como un movimiento de una bailarina recorre el escenario, lento, apacible y de una belleza y magnificiencia como lo es el ballet. Tan abrupto y a la vez tranquilo como comenzó el acto, el telón bajo y los espectadores se fueron del lugar y el cirujano se sacó sus guantes.
Si bien mencionas la falta de el titulo hace que uno no sepa que esperar de la historia a leer. Tuve que releerlo varias ocasiones porque las constantes faltas ortográficas o las errores de dedo me distraían. Para el lector es importante que exista separaciones entre los párrafos, un doble espacio, esto lo menciono porque es un poco cansado leer todo de corrido además de que muchas veces nos perdemos al leer el párrafo o leemos el mismo, e incluso no podemos dejarlo como referencia si es que tenemos que cesar la lectura por una distracción. Te sugiero de igual manera usar guion largo pulsando alt0151 — esto para las conversaciones, hablando sobre estas es importante que si usas lenguaje ofensivo o altisonante pongas una advertencia en el resumen, esto es porque no todos estamos siempre de humor para leer este tipo de historias, no quiero decir que no se lea a futuro o que el lenguaje es tan ofensivo como para no leerlo, lo menciono porque hay días que a uno se le antoja leer algo así o no. Me ha gustado lo descriptivo que eres en unas escenas, en otras hace falta detallar un poco más no sé si el ambiente o algo más al inicio... Eres muy descriptivo y eso hace que sea fácil el transportar al lector a la historia. Me ha gustado aunque a la vez ha sido enredoso. jajaja... espero la continuación. Saludos.