Hola muy buenas, me hice una cuenta en Cemzoo hace años, cuando era adorable y tenía unos 12 añitos xD y me dedicaba a escribir fanfics pero con el tiempo se me quitó la 'tontería' (más bien dicho el tiempo libre) y dejé de hacerlo. Ahora con 18 años, vengo con ésta historia, a la que llevo dándole vueltas muchos días y decidí compartir-lo con vosotros. Espero que os guste ésta historia :) (Aceptaré críticas) Silent Hill Dreamland Capítulo I "Belleza que nadie aprecia" Me llamo Evelin y vivo en un pequeño pueblo americano llamado Nome, en Alaska. Hay un número muy reducido de habitantes y nos conocemos casi todos. Hace no mucho recién cumplí los dieciocho años, yo y mis amigos lo fuimos a celebrar a un sitio de Laser Tag, fué muy divertido. Me dedico a estudiar en una academia de estética y me organizo genial para ver a mis amigos, diré que mi vida era genial hasta hace unos días que empezaron mis pesadillas. Me encuentro sentada en una butaca, apenas puedo distinguir las paredes de la habitación, por lo oscuro que está, pero puedo apreciar que no están nada limpias y que algunos cuadros la intentan decorar. En mis manos sostengo algo, un peluche que da forma a un conejo de color rosa, menuda estupidez. No sé que estoy haciendo allí, de vez en cuando escucho murmurar. ¿Hay alguien ahí? No puedo hablar. Algo se está acercando y no veo que es, tampoco puedo gritar ni moverme, no puedo defenderme. No es humano y tampoco lo calificaría de animal, tampoco es hermoso. Me rodea con sus muñones y no tengo miedo. La luz de la ventana interrumpió mi profundo estado de sueño, maldije las noches en las que se me olvidaba bajar la persiana y correr las cortinas para que no sucediera éso. Me incorporé en la cama y me senté en el borde, ése sueño no dejaba de repetirse una y otra vez y ya me estaban cansando, sinceramente. Decidí levantarme, empezar el día y olvidar-lo de nuevo. Lo recuerdo, aquél día era sábado. Vivíamos en una pequeña casa pero acogedora y limpia: yo, mi hermana mayor, mamá y papá. Olía a crêppes recién echas, me encantaban. Buenos días dormilona!-Me recriminó mamá. Mis padres siempre decían que dormía más de la cuenta, tal vez tuvieran razón, los días que no tenía que ir a la academia como los fines de semana, dejaba que mi propio reloj biológico me despertara y descubrí que éste se sentía saciado a las diez horas de sueño. Vale, vale, buenos días mamá-Le sonreí. Aquí huele muy bien... crêppes?-Pregunté picarona. Aquí las tienes cariño-Me acercó una ración enderezada con sirope de chocolate. Cogí el tenedor y la partí en varios trozos y justo me llevé el primero a la boca. Sabes? Tu padre y yo hemos echo limpieza en el desván-Me explicó mientras lavaba algunos platos. Algo tuyo había-Dejó caer. Ah si? El qué?-Pregunté curiosa acabándome aquél manjar de dioses. Juguetes, libros... cosas tuyas de cuando eras pequeña-Contestó sonriente. Está todo en cajas, lo he dejado en el garaje- De acuerdo, ahora iré a ver, gracias por el desayuno mamá-Le dije besando-le la mejilla. Por cierto, dónde está Olaya?-Pregunté. Pues no lo sé, tal vez madrugara y se fuera al centro de compras-Dijo sin poner mucho interés. Olaya es mi hermana mayor, tiene veinticuatro años. Ella y yo somos muy distintas a la hora de vestir, pero somos uña y carne, nos llevamos genial y éso pocos hermanos pueden decirlo. Le gustaba gastarse el dinero comprándose ropa y complementos, yo prefería ahorrarlo para salir de Nome con mis amigos y tener unas vacaciones decentes. A Nome solo se puede llegar en avioneta, no hay carretera, puente ni lago que cruzar para poder llegar, por lo tanto estábamos incomunicados. Salí de la cocina y me dirigí curiosa al garaje. Me hacía gracia revolver entre mis cosas de pequeña, seguro que estarían mis viejas muñecas, mis patines, las cuerdas de saltar... Mis pensamientos se interrumpieron al llegar y ver que en una de las cajas sobresalía un juguete, pero me era familiar de algo reciente. Abrí la caja, era un peluche, bastante grande, era un conejo de color rosa que llevaba un vestido rojo, con un lazo del mismo color en una oreja para adornar. El juguete era bastante bonito si no fuera por que era el que sostenía en mis sueños. Sería una coincidencia? Decidí coger únicamente ése peluche y dejarlo sobre mi cama, ésa noche dormiría acompañada. Evelin!-Escuché gritar mi nombre a mi madre, desde abajo. Sí?-Contesté sin ánimo de moverme para bajar. Ai está aquí, baja a recibirla-Contestó. Bajé a saltos las escaleras para reunirme con mi mejor amiga, Ai era estupenda. Nos conocíamos desde hacía cuatro años, físicamente era casi todo lo contrario que yo, ella rubia, yo morena, ella cabello laceo, yo ondulado, ella ojos verdes, los míos oscuros. Nos queríamos mucho y nos pasábamos los días planeando nuestras próximas aventuras. Como siempre, me recibió con un abrazo. Creía que si venía a ésta hora podría despertarte, vaya chasco-Se rió ella. Muy graciosa-Me burlé. Y bien? Cuál es nuestra gran aventura de hoy?-Pregunté emocionada. Jake tiene la casa sola, habíamos pensado que podríamos ir allí a ver una película-Contestó. Menuda aventura...-Me quejé. Pero era lo que había, en ése pequeño pueblo pocas aventuras podían haber. Nos dirigimos a casa de Jake, no vivía muy lejos de la mía. Mi grupo de amigos se componía básicamente de chicos, todos teníamos la misma edad: Jake, Charly, Albert, Ai y yo. Los cuatro nos compenetrábamos perfectamente y en armonía, aunque a veces tuviéramos nuestras peleas. Llegamos a casa de nuestro amigo, las motos de Jake y Charly estaban aparcadas en la entrada, así que seguramente eramos las últimas en llegar. Buenos días-Saludó Jake abriendo la puerta. Hola!-Saludamos casi al unísono yo y mi apreciada amiga. Entramos dentro y efectivamente también estaban Albert y Charly. Ai y yo nos sentamos en el sofá. Hemos pensado que en vez de ver una película, podríamos investigar ésto-Propuso Albert, sacando de su pequeña mochila un taco de fotografías. Son fotos antiguas, de hace muchísimos años- Explicó. Todos nos acercamos al máximo para poder contemplar el tesoro que traía en sus manos. Nos gustaba averiguar sucesos que pasaron en Nome o los que pasaran o fueran de fuera de ése maldito pueblo. Enseñó la primera fotografía: una niña sentada en un columpio sonríe, parecía feliz. Tenía una corta y morena melena que rozaba sus mejillas y vestía un uniforme de colegio azul. Pasó a la siguiente: mostraba el paisaje de un pequeño pueblo a lo lejos, se podía ver al completo, parecía algo más grande que Nome. Tenía bastante vida, aun que era por la noche, se podían apreciar todas las luces de la calle encendidas. De nuevo, pasó la fotografía, me dejó atónita: la niña de la primera foto sentada en una cama, la pared de su espalda está decorada por varios cuadros alegres y en su falda y a sus laterales reposaban sentados cinco peluches, conejos de color rosa, uno de ellos, el que está en su falda, era el mío, el que poco rato antes había dejado reposando en mi cama a mi espera. Espera, espera-Le paré. De cuando son éstas fotografías, y de dónde?-Pregunté. Pues, no lo sé, lo encontré en una caja por mi casa, mis padres no tienen ni idea de quién es ésta niña y dicen que tal vez puedan tener como... cien años, ya que mi casa tiene algo más de ésa edad-Contestó. Algo dentro de mí no andaba bien, no me encontraba cómoda, pero no dije nada sobre la casualidad de mi peluche y el de ésa fotografía. Seguimos viéndolas, habían muchas y en ninguna más había evidencia alguna con mi peluche. Pasamos así la mañana y comimos también en casa de Jake, para las chicas una ensalada y para los chicos unas pizzas. Luego pasamos toda la tarde jugando a videojuegos, hasta que se hicieron las nueve de la noche. Ai y yo nos despedimos del grupo y ella me acompañó hasta casa, ya que va de camino hacia la suya, me despedí de ella abrazándola obviamente, y más se merecía. Entré en mi casa, olía muy bien, como siempre. Se encontraban todos en la mesa, parecía que me esperaban para cenar. Al fin llegas hija mía-Se quejó Olaya. Venga, siéntate, tenemos hambre!-Dijo de nuevo. Ya voy, ya voy-Contesté, mis tripas rugían. Acabamos de cenar, mamá y papá se quedaron viendo la televisión un rato y yo subí con Olaya a su cuarto. Siempre estaba en su ordenador, hablando con sus amigos fuera de Nome. Ella trabajaba de azafata aérea y tenía muchísima más probabilidad que yo de salir de ahí. En realidad algo de envidia me daba, aun que siempre me traía algún regalo, vestidos, joyas, cosas así. Bueno enana, creo que es hora de irse a la cama-Dijo mi hermana. Pero que dices? Si son las once y media solo-Repliqué. Yo era de las que se metían en la cama y les costaba dormir. Va, te acompaño a tu cuarto-Me invitó a salir de su habitación, desde su puerta, y digo invitar por no decir echar... Me dirigí a mi cuarto resignada y acompañada por Olaya, quién me acompañó hasta la cama con intenciones de arroparme y besarme la frente, como solía hacer cuando eramos más pequeñas. Entonces, vio el peluche. Vaya, de dónde lo has sacado?-Me preguntó, señalándolo. Mamá lo sacó del desván ésta mañana-Contesté estirándome en la cama. Sabes algo sobre él? Por que yo no lo recuerdo-Pregunté con mucha curiosidad, pero intentándola disimular. Sí, claro. Como no lo puedes recordar? "Ella" se llama Enma. Cuando eras pequeña la llevabas a todas partes, era ir a un sitio y preguntarle a mamá si podías llevar-la-Se rió. Tan unida estaba a éste conejo?-Pregunté cogiéndolo y mirándolo, yo no lo recordaba. Pues sí-Dijo nostálgica. Bueno, ahora a dormir. Buenas noches Evelin-Me besó la frente. Buenas noches Enma-Le besó la frente al conejo que lo incorporé a mi lado. Seguidamente apagó la luz y se fue de mi cuarto. Me quedé a oscuras. Me giré boca-abajo y abracé el peluche como si de una persona se tratara y cerré los ojos. Me encontraba en un trance de medio despierta y medio dormida, y leve movimiento hizo que botara sobre mi cama y me alterara. Me lo habría parecido, los peluches no tienen vida por lo tanto tampoco movimiento... volví a cerrar los ojos. Otra vez, de nuevo, me encontraba sentada en ésa butaca. Me conciencié, hacía demasiados días ya que tenía éste sueño. Decidí tomar el control de la situación. Miré a mi alrededor como hacía en todos mis sueños de costumbre, ésas paredes sucias, con ésos cuadros. Me acordé, miré hacia mis manos. Dónde estaba? Todas las veces que tenía ése sueño sostenía el peluche. El conejo vestido de rojo que reposaba en ése momento en el mundo de los despiertos a mi lado. Algo había cambiado, me levanté. En el mismo sueño me sorprendí de poder tener voluntad para moverme a mi antojo. Sentía frío. Decidí pasearme a mis anchas por ésa habitación con las que tantas veces había soñado, moviéndome como quería si podía observarlo todo como quisiera aun que la estética no se alejaba de lo que ya había visto, todo era sucio, como si estuviera abandonado y podía percibir olor a humedad. Localicé una ventana y salí por ella. Todo cambió como si saliera de un mundo para meterme en otro, el cielo era de color blanco y llovían pequeñas gotas. Ahora podía verme a mi misma, vestía un uniforme de colegio, azul. Las calles estaban desiertas y no había nadie pero aún así habían coches aparcados e indicios de que ahí habían vivido personas. Una pequeña ráfaga de aire mueve mis tirabuzones y miro inconscientemente hacia la dirección de ésa brizna, hay una cinta roja en el suelo. Me agaché a recogerla y a revisarla, tenía marcas de dobladuras, como si antes ésa cinta fuera un precioso lazo rojo para adornar. Hay alguien ahí?!-Pregunté y grité, sin obtener respuesta a cambio. Empezaba a incomodarme, ése sueño se estaba extendiendo demasiado y nunca había tenido un sueño tan largo. Mis pensamientos fueron interrumpidos por alguien, que se acercaba a mi sin dejarse ver por la espesa niebla que engullía todo. Miraba hacía los ruidos que producía ansiosa, esperando que fuera una persona o algún tipo de ayuda que respondiera mis preguntas. Pero en vez de escuchar una suave voz humana, escuchaba murmuros sobre-humanos. Quien eres?-Pregunté comiéndome el miedo, pero no contestaba. No tengo miedo, sé luchar-Mentí para defenderme. Pero aún así, no contestaba. Finalmente ésa extraña criatura se encontraba frente a mi. Era él, o ella? La criatura que se acercaba en todos mis sueños me abraza y de repente desertaba? Ésa criatura que no era ni humana, ni animal ni tampoco hermosa. Solo era un ser recubierto por piel rosada, con varias heridas y no parecía poseer inteligencia alguna, solo instinto. Para cumplimentar rutina la criatura me abrazó con sus muñones pero no desperté, escuchaba en mi oído ésos murmuros, supuse que deberían ser repentes, pero a mi no me lo parecía. Sentí que físicamente estaba echa de odio y sufrimiento pero sentí que su interior pedía ayuda y algo a lo que aferrarse, lo horroroso se convirtió en hermoso para mi. Me ahogaba, desperté por falta de oxígeno. Olaya, haciéndose la graciosa me tapó la nariz y la boca mientras dormía plácidamente. Era irónicamente genial, si no me despertaba el sol que asomaba por la ventana (aquella noche si que me acordé de bajar la persiana) me despertaba mi hermana haciendo el imbécil. Se fue por la puerta bromeando y sacando la lengua. Espabila y baja a desayunar-Me dijo. Me incorporé fastidiada y miré a mi compañera. Ése peluche realmente era bonito, pero... dónde estaba el lazo que lo decoraba? Me quedé pensativa por un buen rato al recordar mi nuevo sueño, encontraba una cinta roja, podía ser que...? No, es imposible. El mundo cuando estaba despierta y el mundo de los sueños no podían mezclarse, por lo que, el lazo perdido no podía haberse introducido en mi pesadilla. También vestía un uniforme de colegio azul, como el de la chica de las fotografías que nos enseñó Albert. Debería tener algún tipo de relación...?