Sicaria

Tema en 'Historias Abandonadas Originales' iniciado por Ayny, 16 Mayo 2011.

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  1.  
    Ayny

    Ayny Guest

    Título:
    Sicaria
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    923
    Bueno pues soy nueva, creo que ayer fue cuando me presenté y como bien dije, esto es una gran tentación para mí... he aquí la prueba. Pues aquí traigo una historia que se me ocurrió en una de esas largas, pero emocionantes, horas de literatura. Solo espero que disfrutéis leyéndola, tanto como yo escribiéndola. Y, sobre todo, que podáis ayudarme a mejorar, que me queda un largo, muy largo camino por delante. Por supuesto, si algo está mal (tanto a nivel de reglas, como ortográfico o gramatical) rectificaré en cuanto me dé cuenta o me sea notificado.​
    PRÓLOGO
    Intentó gritar pero una mano oculta por un guante de cuero obstruía sus palabras. Quiso zafarse de aquella fuerza que lo arrastraba escaleras abajo, pero pronto dejó de forcejear, sabiendo que cualquier intento era inútil. La silueta de su casa desaparecía a lo lejos, mientras él era empujado bruscamente hacia el interior de un coche. Vio de reojo a una figura enmascarada, juraría que era una mujer. Ella entró en el coche en el asiento del conductor, dio media vuelta para mirarlo y le colocó un pañuelo en los ojos sin el menor cuidado. De todas formas, no pudo evitar que descubriera en ella una mirada intensa de ojos verdes. Acto seguido también le colocó un pañuelo entre los dientes, para evitar que gritase. De todas formas, no pensaba hacerlo. La mujer, o lo que fuese, siguió atándolo de pies y manos, inmovilizándolo por completo. Después, sintió cómo el coche arrancaba y se perdía en la oscuridad de la noche aunque él no podía ver nada. Ver o no ver ahora era lo que menos le importaba.

    Se encontraba en una situación desesperada. No sabía qué había pasado con sus padres ni qué sería de él. Ni siquiera sabía qué estaba pasando. ¿Por qué aquella persona lo trataba de esa manera? No había hecho nada malo que él supiera. De ser así, de todas formas, prefería que lo llevaran a la cárcel de una forma normal. Como a todo el mundo. Comenzó a llorar en silencio, preso del pánico que lo agobiaba por dentro y le entrecortaba la respiración. Sentía cómo perdía el aire y el calor aumentaba. El coche se detuvo. “Por favor, que me saque de este coche, por favor…”
    Escuchó la puerta delantera abrirse y cerrarse inmediatamente después. Sintió un pequeño rayo de esperanza. Se sobresaltó al escuchar una nueva puerta abrirse demasiado cerca de él. Una mano lo agarró con fuerza del brazo y tiró de él hacia el exterior. Respiró profundamente cuando se libró del esparadrapo que le cubría la boca, aliviado e incluso agradecido con su oponente, aunque se hubiera sentido mucho mejor de no estar a ciegas.

    -¿Qué pasa, quién eres? – preguntó con voz temblorosa.

    Nadie contestó. Unos pasos resonaron en el silencio de la noche mientras volvía a ser arrastrado hacia no sabía muy bien dónde. Una puerta se abrió y segundos después se cerró de nuevo con un gran estruendo. Se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo, al menos allí se sentía un poco más seguro. Una respiración chocó contra su cara y por fin la venda de los ojos cayó a su lado. El miedo fue sustituido por la sorpresa pues ante él estaba la mujer más hermosa que había visto jamás, sonreía fríamente, arrodillada frente a él.

    - Así mucho mejor, ¿verdad?

    Se levantó del suelo, caminó hacia una pequeña estantería situada cerca de la puerta y volvió junto a él apuntándolo con un arma de fuego. El chico se quedó petrificado, no hubiese podido hacer nada pues seguía atado y aunque hubiera podido hacer algo, no lo habría hecho. No vio su vida pasar delante de sus ojos como se suele decir, pensó en sus padres, en sus amigos, en su novia, en selectividad, en las cosas que nunca podría hacer con las que siempre había soñado. El miedo se apoderó de él, el miedo a no saber qué vendría, qué sucedería después, qué pasaría con su familia y con todos los que le rodeaban, quiénes le recordarían, si sufrirían, si el disparo le dolería… Pero sobre todo pensó en porqué estaba él allí, a punto de morir.

    - ¿Qué, por qué…?

    Las palabras no salieron de su boca. Tragó saliva y cerró los ojos, no quería pensar, no quería sentir, no quería sufrir. No imaginó nunca su muerte, pero de haberla imaginado, jamás habría acertado ese final.

    - Realmente lo siento – susurró la mujer e incluso parecía sincera.

    Abrió los ojos a tiempo de ver cómo ella los cerraba. Le temblaba la mano, pero estaba decidida, sabía que nada lo libraría de su muerte. La miró a la cara y se dio cuenta de que no era tan mujer, de que ni siquiera parecía mayor que él. No tendría más de dieciocho años y eso era aventurar demasiado, aunque su cuerpo y su expresión no eran los de ninguna niña. Suspiró. Y qué más daba. Él nunca conocería los motivos, ni quién era esa chica, ni siquiera dónde estaban. En ese momento solo esperaba que sus padres estuviesen bien. Es en lo que pensaba mientras escuchaba el estruendo del disparo que segundos después acabaría con su vida, acertándole de lleno en el corazón.

    Y el chico sonrió, bueno, podría haber sido peor.

    __________________________

    Por cierto no sé muy bien a qué género pertenece, pero supongo que todas las historias cuentan con algo de amor.
    ¡Un saludo!
     
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    Cony

    Cony Entusiasta

    Leo
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    Bastante interesante tu escrito! La verdad es que me dejó bien enganchada, está muy bueno o.o Errores ni vi, así que perdón si no puedo decirte en qué mejorar, pero para mi punto de vista, te quedó excelente, te felicito. Además, es algo bastante inusual, me dio curiosidad desde un principio, porque usualmente las historias no comienzan de esa forma, ni menos tienen un desenlace tan lleno de misterio. Buena redacción, al igual que tu narración y ortografía. Sigue escribiendo así, que seguramente llegarán muy lejos =)

    Saludos :3
     
  3.  
    George Asai

    George Asai Maestro del moe

    Aries
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    Lo he leido, me pareció un relato de lo más interesante, aunque me hubiera gustado saber aun más detalles del secuestro o el motivo de su asesinato, unas acciones bien descritas, aunque desde mi punto de vista unos dialogos más extensos le habrían quedado de maravilla, la sensación de ser secuestrado estuvo bien plasmada en este fragmento, como dato extra me gusto la escena del disparo, corta, suave pero sútil, tienes un buen estilo, espero que puedas aprovecharlo muy bien.

    Respecto a los tildes y eso, pues uno que otro, pero nada importante.
    Saludos, sigue escribiendo asi. =DD
     
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    Mikura

    Mikura Usuario VIP

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    !Wao! Sinceramente !Wao!
    me encantó tu escrito, me mantuviste siempre a la espectativa de lo que pasaría, me encantó como hiciste que imaginase todas las escenas, realmente me senti estar al lado del chico.
    noté algunas escapadas de tildes, pero nada grave,
    te felicito, escribes y describes de una manera excepcional.
    espero que muy pronto puedas avisarme cuando actualices, si lo sigues, que espero que si ^^

    Atte: Mikura 700
     
  5.  
    Ayny

    Ayny Guest

    Título:
    Sicaria
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    1560
    Muchas gracias por vuestros comentarios, me hacen muchísima ilusión, para qué negarlo, es evidente que todo escritor, principiante o no, necesita opiniones o críticas así que si son como estas mucho mejor. Y por supuesto intentaré revisar las tildes (los "cómo/como" me lían mucho, entre otras cosas, como el sino/si no... en fin). Ahora continúo con el primer capítulo que, como vereis, no tiene nada que ver con el prólogo. No iba a actualizar hasta el fin de semana, pero como he tenido un ratito libre después de clases... Estoy en exámenes y no puedo darme mucha prisa, lo siento.
    Y de nuevo, ¡¡gracias!!
    Un beso.

    CAPÍTULO I
    No sabía qué estaba haciendo allí. Miró hacia la puerta cerrada a su espalda, tentado a escaparse de allí. Era lo único que se le ocurría en ese momento. Bien, lo tenía decidido. Se levantó de la silla, haciendo un gran estruendo al arrastrarla, y se dio media vuelta justo en el momento en el que la puerta se abría, dejando paso a un policía que sujetaba a alguien que ya conocía demasiado bien, por desgracia. Lo acompañó hasta sentarlo frente a él y seguidamente, con un asentimiento de cabeza a Aaron, salió de la habitación. El hombre suspiró antes de volver a mirar a su acompañante, que ahora sonreía de una forma macabra, sin demasiada emoción. Nada en él parecía tener ninguna emoción. Hacía un año que estaba encerrado, acusado de la muerte de su mujer y en ese año había desmejorado muchísimo, aunque suponía que era normal. La cárcel no era ningún sitio donde relajarse. Se dio cuenta de que se alegraba de verlo así, se lo tenía más que merecido. Había matado a la mujer de su vida, después de romper su matrimonio acostándose con ella a escondidas. Claro que se alegraba de que estuviese pagando, aunque fuese una mínima parte, lo que había hecho.

    El preso se retiró el pelo sucio y grasiento de la cara y lo miró con unos ojos castaños, pequeños, hinchados y enrojecidos, eso sí, en ningún momento perdió la sonrisa.

    - ¿Qué haces aquí? – preguntó con voz ronca -. ¿Disfrutando tu victoria? Sabes perfectamente que esto no va a quedarse así, ¿verdad?

    - No sé a qué victoria te refieres. De todas formas, desde hace un año no disfruto de nada gracias a ti.

    - ¿Por? – inquirió el otro levantándose -. Si te estoy cubriendo el pellejo, ¿no?

    Aaron se echó para atrás, poniendo distancia entre los dos.


    - ¿Estás insinuando que la maté yo? ¿Pero cómo puedes ser tan cínico?

    - Yo no lo hice y creo que tú tienes más motivos que nadie. Si es que eso es justificable con algún motivo, claro.

    - No sabes lo que estás diciendo, Eric.

    - Y tú no sabes con quién estás jugando.

    Aaron se acercó un poco más a él, avanzando lo que antes había retrocedido. Se apoyó sobre la mesa que los separaba y se inclinó hacia delante, enfrentándolo, haciéndole saber que no tenía miedo a sus amenazas.

    - Claro que sé con quién estoy jugando. Con un asesino.

    Tocó a la puerta, llamando al policía que la custodiaba y salió de allí con paso ligero, convencido, ahora más que nunca, que no debería haber ido allí. Pero necesitaba respuestas que ni siquiera había formulado. Necesitaba un porqué, si es que lo había, necesitaba ver en ese rostro demacrado al hombre que algún día había sido su mejor amigo, a ese hombre que había insistido tanto en que diese el primer paso con Rachel. Una punzada de dolor se clavó en su corazón. De todas formas eso daba igual. Por más que viera en Eric a su amigo, al antiguo Eric, jamás volverían a ser los mismos. Podría perdonarle que hubiese roto su matrimonio, que hubiera apartado a Rachel de él, que se casaran, que la embarazara… pero nunca que la matara. ¿A quién pretendía engañar haciéndose la víctima? Era inútil. Todo apuntaba a que había sido él.

    Con los ojos húmedos volvió a la calle, ignoró su coche, aparcado en la acera de enfrente de la cárcel, y siguió andando, necesitaba estar solo, disfrutar del silencio, del aire, de un paseo tranquilo como hacía tanto tiempo que no daba. Necesitaba sentirse libre por unos momentos, libre del trabajo, de las prisas y del estrés, libre de sus pensamientos, de sus sentimientos y del dolor. Sentirse otro por unos deliciosos instantes. Fuera de sí mismo. No pensar en nada, dejar de ser esclavo por unos momentos de la vida y vivirla a su manera, tranquilamente, deteniendo el tiempo, haciéndolo desaparecer.

    Pero sus pasos lo guiaron hasta el cementerio donde Rachel descansaba desde hacía un año. Buscó su tumba mientras unas débiles gotas comenzaban a caer sobre la ciudad de Londres. Algo poco inusual, el cielo gris, cubierto de nubes desde por la mañana ya anunciaba tormenta. No tardó en encontrar lo que buscaba, la tenía más que localizada. Con un suspiro se acercó a su tumba y se dio cuenta de que ni siquiera había llevado flores. Hacía mucho tiempo que no la visitaba y ver sus ojos azules contemplándolo desde la fotografía que sus padres habían colocado allí hizo que todo su estómago se revolviera, como si alguien lo estuviese atando.

    El silencio era únicamente interrumpido por el sonido de la lluvia, que hacían todo un poco más nostálgico. Recogió las flores que descansaban sobre el suelo, ya estropeadas, sin rastro de la belleza que algún día las caracterizó. Se arrepintió un poco más de no haber llevado flores. Se arrepintió simplemente de haber ido hasta allí y contemplarla como un estúpido, llorando cada vez con más fuerza, incapaz de levantar cabeza desde que ella desapareció. Muchas veces había creído que jamás le perdonaría que se fuera con otro, pero ahora deseaba con todas sus fuerzas que volviera a vivir con Eric, que fuesen felices, que formaran una gran familia y que muriera dentro de muchos años, calentita en su mecedora, harta ya de vivir tantos años.

    Un ruido a su derecha lo hizo girarse. Una muchacha dejaba flores sobre una tumba no muy lejana a la de Rachel. Ella también se giró y lo miró con una triste sonrisa, pero encantadora. Aaron se fijó en la cantidad de flores que tenía esa otra tumba, todas nuevas, bonitas, recientes, aún frescas. Se sintió aún un poco más miserable. Volvió a mirar la foto de Rachel, que también sonreía alegremente a la cámara. Poco después de esa foto, se conocieron y desde entonces no se separaron hasta que Eric la apartó de él.

    - Hola.

    Aaron se sobresaltó al darse cuenta de que la muchacha se había acercado hasta él. La miró de nuevo e intentó sonreír sin demasiado éxito. La joven dejó tres rosas blancas sobre la tumba de Rachel antes de mirarlo a él.

    - ¿Es su mujer?

    Él simplemente asintió. Era una historia demasiado larga como para contarla a una desconocida, aunque realmente tenía ganas de hacerlo.

    - Aquel que está allí es mi hermano. Bueno, en realidad ni siquiera está allí, nunca encontraron su cuerpo.

    Aaron se sobrecogió con la historia y no supo muy bien qué decir. ¿Qué podía decir en una situación así? Un “lo siento” sonaría demasiado falso.

    - Vaya…

    “Sí, claro, eso es mucho mejor”, pensó. La chica pareció darse cuenta de lo incómodo que estaba porque en seguida rió escondiendo su risa en un suspiro.

    - Siento haberle molestado.

    - No, para nada.

    - A veces es mejor contar las cosas a gente que ni conoces, ¿no le parece? No pueden juzgarte ni adivinar lo que piensas porque no te conocen de nada – sonríe volviendo a mirarlo -. Aunque supongo que un cementerio no es el mejor lugar para hacerlo.

    Aaron sonrió, esta vez sin ningún esfuerzo y con sinceridad. Por un momento incluso se había olvidado de dónde estaban.

    - Podemos tomar un café, si te apetece.

    La chica le devolvió la sonrisa, sin rastro de la anterior tristeza.

    - Me encantaría.

    - Genial. Soy…

    - No, no, nada de nombres – lo interrumpió sin dejar de sonreír -. Sino ya no seremos desconocidos.

    - Claro, tienes razón.

    La miró con un poco más de atención. Sin duda, era más joven que él, no tendría más de veinticinco años, quizás ni siquiera más de veinte. Aún así su expresión mostraba seguridad e incluso madurez. Quien pasa por una experiencia traumática siempre madura antes que quien no tiene ese problema, quizás sea eso. De todas formas no debe juzgarla, al fin y al cabo, ese es el objetivo, ¿no?

    Ella echó a andar delante de él, se movía con gracia, con pasos firmes, consciente de que muchos la mirarían a su paso. El cabello largo y moreno, recogido en una alta cola de caballo, se balanceaba ligeramente sobre su espalda. Era realmente guapa. La chica se volvió al darse cuenta de que no la estaba siguiendo.

    - ¿Vienes, no?

    - Claro, claro.

    Siguió andando y él empezó a hacerlo tras ella. La alcanzó sin dificultad y la miró una vez más, ella le devolvió la mirada sin dejar de sonreír. No se había dado cuenta de la mirada tan viva que se apreciaba en ella. Ni de los ojos tan bonitos que tenía. Brillantes, intensos y verdes.
     
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  6.  
    Ayny

    Ayny Guest

    Título:
    Sicaria
    Clasificación:
    Para adolescentes maduros. 16 años y mayores
    Género:
    Aventura
    Total de capítulos:
    3
     
    Palabras:
    889
    No me deja ponerlo así en grande, pero en fin, es el capítulo dos:):

    - ¿Es tuya?
    La chica sonrió cogiendo el casco que colgaba del manillar, se lo tendió y esperó a que lo cogiera para subirse en la moto.
    - ¿Y tú no?
    - Yo me conozco y sé que conduzco bien. Tú no.
    Aaron le devolvió la sonrisa y subió tras en ella en el vehículo, se puso el casco rápidamente y la joven arrancó en seguida, sin perder más tiempo. Ni siquiera sabía a dónde lo llevaba, pero la promesa de un desahogo lo tentaba bastante. Más bien lo necesitaba. Se agarró a su cintura mientras ella se inclinaba cogiendo un poco más de velocidad.
    El viaje no duró demasiado. La muchacha aparcó con facilidad frente a una cafetería y ambos se bajaron para entrar juntos. Ella pidió un zumo de naranja natural y él un cappuccino con nata. No hubo ningún silencio incómodo, ni nada por el estilo. Ella empezó a hablar sin parar de sus visitas constantes al cementerio.
    - Se ha convertido ya en una rutina – bajó la mirada -. A veces pienso que puede escucharme y todo. ¿Tú crees que puede?
    Volvió a mirarlo. La pregunta lo había pillado desprevenido. No era demasiado creyente, pero tampoco quería desilusionarla. Decidió que lo mejor sería no responder. Un camarero joven les dejó su pedido sobre la mesa. Dio media vuelta tras recibir las gracias de Aaron y una sonrisa de su acompañante.
    - ¿Lo echas mucho de menos?
    La chica se encogió de hombros removiendo su zumo con la pajita.
    - A veces – dijo simplemente -. ¿Y tú a tu mujer?
    Esta vez fue Aaron quien no fue capaz de aguantar la mirada de la chica. Le dio un sorbo a su cappuccino para evitar su pregunta. La idea de desahogarse con una desconocida cada vez le parecía menos buena. No se sentía capaz de hablar de Rachel y de lo que aún sentía por ella con aquella chica que probablemente aún estaba en el instituto.
    - Venga, este era el plan, ¿no? – insistió -. No soy una periodista de la prensa rosa ni nada de eso. No tienes nada que temer.
    - ¿Cuántos años tienes? – inquirió con timidez.
    La chica se echó a reír con ganas, bebió un poco de zumo para cortar la risa y sonriendo volvió a centrarse en la conversación.
    - Tranquilo, no te van a denunciar. Tengo veinte.
    - Oh, no, no lo decía por eso – en realidad sí, pero de pronto se sentía muy ridículo -. Soy director de castings. Y das el perfil perfecto para una película de la que tengo que encargarme yo.
    - ¿En serio? ¿Y de qué va? Yo estoy estudiando arte dramático. ¿No te parece curioso?
    Aaron sonrió, quizás no creía en la vida más allá de la muerte, o en dios ni en nada de lo que vendía la religión, pero sí creía en las casualidades.
    - Pues va de la mafia italiana, tú serías un personaje fundamental. Una mujer que se vale de su belleza para conseguir cualquier cosa, trabaja para la mafia y se encarga de los asuntos más complicados, por decirlo de alguna manera. Claro que para apuntarte necesito un nombre.
    - Así ligarás un montón, ¿no? – sonrió divertida -. Evelyne Vaughan.
    - No lo uso para ligar. Solo para conseguir aspirantes.
    - Ya, claro. Aspirantes a conquistarte o algo así.
    - Seguro que consigues el papel, eres demasiado cabezota.
    Los dos rieron y continuaron hablando de la película, después de otras, de bandas sonoras, de música en general, de colores incluso, de cosas que no servían de desahogo, en apariencia, pero que les hicieron olvidar todo lo que podría atormentarles. Tras haber pagado y salido de la cafetería, Aaron le indicó dónde estaba aparcado su coche y ella lo llevó en moto hasta él. Aún en la moto, gritando por encima del viento y de la lluvia que caía ahora con más fuerza, seguían hablando, usando como tema de conversación cualquier cosa que encontraban a su paso.
    Aaron se bajó de la moto cuando llegaron a la cárcel, Evelyne se quedó mirando el edificio.
    - Ya decía yo que eras demasiado perfecto. Guapo, inteligente, simpático, divertido, que sabe escuchar… En fin, es una pena.
    Aaron sonrió, sintiendo como se sonrojaba ligeramente, halagado por cómo lo había definido.
    - Sí, me cargué a medio país y hoy he salido de la cárcel. He cumplido mi condena, eso es lo que importa, ¿no?
    Evelyne apartó la mirada y volvió a arrancar la moto, sin acelerar ni irse aún de su lado.
    - Por supuesto – volvió a mirarlo con una fingida sonrisa -. Nos vemos en una semana entonces, ¿no?
    - Eso espero.
    - Hasta entonces.
    Ahora sí aceleró y se perdió entre la lluvia y la calle, con los demás vehículos, gran parte los coches patrulla. Aaron volvió a mirar hacia la cárcel, recordando lo mal que se había sentido hacía un par de horas, quizás más, el tiempo había pasado demasiado rápido. Sin saber por qué e inconscientemente sonrió mientras entraba en su coche. Después de todo la mañana no había sido tan frustrante ni decepcionante, ni nostálgica, ni siquiera triste. La idea de desahogarse con un desconocido era el mejor plan que le habían propuesto nunca.
     
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