si tu no estas aquí Si tu no estas aquí -nunca imagine que pudiera sucederme esto, en el día más importante de mi vida- se lamentaba una mujer sentada en la vereda, mientras miraba el cielo, aunque este no era tan oscuro como su propia alma. La gente que pasaba caminando la observaba con incredulidad quizás hasta con pena. No es que ella los culpara, para ser honestos su aspecto era deplorable, bajo lentamente la cabeza, para observar su propio reflejo en un charco de agua, producto de la lluvia que había caído ase unos instantes, la imagen que le fue devuelta, debió haberla asustado, en cambio, por más que lo intentara, no loro sentir nada, parecía que todo en su ser había muerto. Anteriormente, había estado maquillada y arreglada para su boda. Su cabello había sido peinado en un estilo greco-romano. Este constaba de un rodete, decorado con dos trenzas tejidas que se unían para formar una diadema, sobre esta, el peluquero, había colocado rozas blancas, que resaltaban la negrura de su cabello. Por ultimo, unos mechones caían sobre si rostro, dándole un aspecto angelical. Lamentablemente, había perdido la mayoría de las rozas, su rodete se le estaba cayendo, sin contar que los mechones habían empezado a enrularse, todo era culpa, de la maldita tormenta, que había caído sobre ella, luego de que saliera huyendo de la iglesia. Pero lo que le daba un aspecto aun más demacrado, era su maquillaje, que había empezado a correrse, dándole a su rostro una apariencia tanto sombría como tétrica. La novia se levanto con dificultad. Se sentía mareada y confusa. No podía ver bien, pues las lagrimas de sus ojos y las del cielo, nublaban su vista, aun así, comenzó a caminar lentamente, tratando de no caer, después de todo, le costaba mucho mantener el equilibrio, con un solo zapato. El otro lo había perdido, cuando se tropezó con una roca, provocando que se estrellara con el piso. La caída había terminado de arruinar su vestido, no es que le importara en gran medida, ya nada podría herirla ahora. Estaba en un punto en que el mundo le daba igual. Deambulo, por largo rato, sin rumbo alguno. Su mente no estaba allí, estaba perdida en otra realidad. Todo su mundo se había hecho trizas, su castillo de naipes se había derrumbado en solo instante y sin posibilidades de que volviera a ser reconstruido. Parpadeo, lentamente, para alejar esos pensamientos de su mente, solo para encontrarse en mitad de cuarto. ¿Cómo habría llegado allí? Observo el cuarto lentamente. De repente, vio algo que hizo que su alma se encogiera de dolor. En su mesita de luz, se encontraba una foto de ellos dos. Sin poder soportarlo, callo de rodillas. Todo el sufrimiento que no había sentido antes la embargo por completo. Sus mejillas comenzaron a empaparse nuevamente, mientras de su garganta salían gemidos y sollozos. Comenzó a gatear hasta el aparador que estaba junto a su cama, sin importarle que sus piernas se llenaran de cardenales y moretones. Al llegar, uso como soporte un taburete. Se levanto, más decidida que nunca a estar con el sin importar las consecuencias. Nada ni nadie le iba a impedir estar a su lado. Sobre la mesa, había cuatro cajas de pastillas para dormir. Con lentitud, vació todo el contenido de estas sobre sus manos, no sin antes sopesar su peso. Se dirigió al baño, que se encontraba en frente de su cuarto. Allí prosiguió a llenar un vaso de agua, para poder ingerir todas las pastillas. Al terminar las cuatro cajas, comenzó a preguntarse cuanto tardarían las pastillas en hacerle efecto, ojala no mucho, siempre había odiado tener que esperar. De repente, toda la habitación comenzó a girar en un bodrio de colores y objetos. Con mucho cuidado se agacho. Apoyo su espalda contra la pared. Suspiro, sintiéndose feliz nuevamente, cerro sus ojos para esperar que la dama negra la reuniera con su amado. Poco a poco, comenzó a sentir como la vida se le escapaba. En su mente comenzaron a formarse imágenes de ellos, todos sus momentos juntos, pasaron frente a ella, hasta que todo quedo a oscuras. La trágica novia exhalo su último suspiro con una sonrisa, sin miedo a lo que podría encontrar fuera donde fuera. Después de todo, cualquier lugar en el que su amado no estuviese, seria el infierno para ella.