Seven Parte Aleatoria del Continente

Tema en 'Partidas Inacabadas' iniciado por SacriDH, 29 Abril 2017.

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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Terranova es un continente grande y lleno de peligros. El sólo pasear por un prado podría significar tu muerte aplastado por una ardilla gigante. Ni hablar de las montañas llenas de reptiloides, vaporianas y trolls adictos a aspirar polvo astral. Los bosques prácticamente son una trampa mortal, es como meterte solo en tu ataúd con las terribles arañas perforaojales, los escarabajos de gelatina y las aves infinitamente parlantes.

    A pesar de todo eso, es una tierra rica en recursos donde uno sólo tiene que estirar la mano para tomar jugosas y casi no envenenadas frutas y tener apenas un poco de habilidad para cazar los ciervos hermafroditas de cuernos pétreos.

    Si no llevas un mapa lo ideal es llevar un guía y si no llevas ninguno de los dos te deseo suerte en tu nueva vida en el más allá.

    *******************
    Eric Maxen (Codicia)

    Eres tan avaro que ni siquiera pensaste en compartir la misión con otros, ni siquiera con un cazafortunas que luego de la misión podrías matar fácilmente. Decides tomar la misión más difícil que había y embarcarte solo. Al diablo los otros pecados.


    Sales de la taberna, te marchas de la ciudad y caminas hacia el suroeste portando una espada ancha y con tu rotosa vestimenta ondeando. Nada va a detenerte, ¿para qué perder tiempo con misiones fáciles que pagan tan mal? Tu puedes solo contra todo, eres el maldito avatar de la codicia.

    En las arenas del desierto, no alcanzas a hacer ni cien metros de caminata cuando empiezas a sentir como tu garganta se seca. Ese desierto no sólo es árido, absorbe la humedad de las cosas. Llevas unas cuantas cantimploras con agua pero no estas seguro de pasar el desierto completo sin tener la menor idea de donde hallar un oasis o como tomar el camino más corto para que el agua te alcance hasta llegar al río entre las montañas y el desierto.

    Empiezas a maldecir tu mala suerte y la escasez de agua. Odias tener poco de cualquier cosa. No es solo la falta de dinero lo que te incordia sino la falta de cualquier comodidad. Estarías necesitando agua en grandes cantidades y un esclavo que te abanique para quitarte el calor. Para tu desgracia, no tienes nada de eso y luego de un kilómetro de desierto y viendo que se avecina otro kilómetro de arena sin ningún tipo de desnivel ni plantas a la vista suspiras con desgano, reduces la marcha y agotas sin miedo otra botella. Sabes que no te matará un desierto, ni aunque te quedes sin agua.

    Por si fuera poco, cuando ibas a sentarte en una roca a descansar resultó ser un perro de las arenas quien comenzó a ladrar con gran potencia hasta que lo decapitaste con tu espada. Aunque el sonido cesó comenzó a escucharse en la lejanía un sonido similar pero mucho más continuo, posiblemente compañeros del fallecido can yendo en su ayuda.

    El desierto te estaba plantando muy mala cara y tienes más de la mitad del viaje para solo terminar el desierto. ¿Vas a seguir adelante incluso para enfrentarte a esa jauría y luego a lo que quede de calor y sequía? ¿O volverás sobre tus pasos a la confortable ciudad? Después de todo no eres Soberbia, no te molesta admitir la derrota… lo que te molesta es no conseguir ese buen dinero de la misión. Si te quedas ahí, ¿podrás lograrlo?
     
    Última edición: 29 Abril 2017
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    Erik Maxen (Codicia)

    Empezaba a quedarme sin recursos y eso no me agradaba, sin embargo tampoco planeaba volver con las manos vacías...quizá podría quitarles la piel a esos canes que osaban con atacarme e intercambiarlas por un mapa, eso sería útil, además también podría aprovechar y "tomar prestado" un caballo.

    Tome mi espada y con cuidado empeze a desollar al perro procurando apresurarme para que sus compañeros no me tomaran por sospresa, al terminar me decidí a esperar a la jauría, listo para también terminar con ellos.

    *Desollar al perro
    *Esperar a la jauría*
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Desierto de Soxe

    Erik Maxen (Codicia)


    Con completa calma te pusiste a desollar a los canes, quizá puedas hacer algo con esas pieles, nada debe desperdiciarse (cada piel vale 20 gs. de Polvo Astral que podrás recoger en cuanto estés en un mercado).

    Para tu desgracia los perros de arena no tienen sangre sino podrías beberla. Por sus venas, lógicamente, corre un fino torrente de polvo y nutrientes por lo que sus órganos no son más que uvas pasas.

    Estás preparado para enfrentarte a la jauría cuando percibes muy a lo lejos una figura que te hace poner ansioso. ¡Es un animal de cuatro patas! ¿Será un caballo?

    Cuando se acerca un poco distingues que no es un caballo sino un tigre flaco pero está siendo montando por una pequeña leonina que su altura no debe pasar el metro. La leonina parece muy asustada.

    No vas a dejar pasar la situación. Te pones delante de ella y cuando se está acercando empiezas a correr en la misma dirección de ella. Cuando el tigre te da alcance, montura y jinete te observan.

    —¡Vienen perrrrrros de las arenas! —ronroneó la leonina de pelaje blanco como la leche y espeso como un matorral.

    Al parecer no es de las más inteligentes, como todos los leoninos. Das un salto con toda tu agilidad, te aferras al pelaje de la bestia y antes de que pudiera darte un mordisco ya estás sentado detrás de la gatita.

    —¡Miauuuuuu! —chilló la criatura soltando el pelaje de su montura y tomándose la cabeza para protegerse.

    Por el momento no te servía de nada matarla, ya les quitarías sus pieles. Mientras tanto, sería bueno utilizar la montura para llegar a donde quieras ir, puedes obligar al tigre a correr hacia las montañas donde encontrarás al enano o quizá utilizarlo para devolver a la leonina a donde sea que pertenezca para luego marcharte, quizá con una recompensa por haberla salvado.

    Mientras estabas distraído los perros de las arenas les han ganado terreno y se lanzan sobre el tigre que, asustado, disminuye su velocidad.

    Eso te sentó bien porque pudiste soltar el pelaje para sostener tu espada y, blandiéndola en un giro alrededor de tu cuerpo, descuartizaste a todos los caninos que los hostigaban. Sonríes al darte cuenta lo bueno que eres pero luego maldices al darte cuenta que las pieles de esos canes quedarán tiradas por ahí pues el tigre volvió a correr a gran velocidad.

    La pequeña gata ahora está abrazada a tu pecho, ronroneando y clavando sus diminutas garras en tu ya rotosa vestimenta.

    —¡Errres fantástico! ¡Miau! ¡Miau! ¡Rrrremiau!

    La peste refriega su cabeza con cariño contra ti y te preguntas si serán valiosas sus garras aún siendo tan pequeña. Pero debes tomar una decisión sobre donde ir luego. Tu misión aguarda. ¿Acaso la familia de esa leonina la echará de menos y te ganarás unos buenos enemigos? ¿O nadie se enterará si te la llevas contigo un tiempo a las montañas?

    ¡Tienes nueva compañera!

    Nombre: Frigit
    Género: Femenino
    Clase: Jinete
    Raza: Leonino

    ********************************
    Plaza de Soxe

    Marnye Elderly (Soberbia)


    El humano y el orco siguieron riñendo mientras saliste de la taberna a paso tranquilo hacia la plaza. No podías creer que fueran criaturas tan estúpidas. ¿Acaso no tenían amor propio como darse cuenta que estaban siendo usados y quizá llevados a la muerte por una persona a la cual no podrían pretender pedir nada porque estaba fuera de su alcance? Pensaste que debía ser esa la forma en que tenía que vivir una diosa como tú. Siendo adorada constantemente y llevando a la destrucción a tus adoradores por ser unos ignorantes de primera categoría.

    La plaza de Soxe era una enorme extensión de pradera con senderos de piedra que llevaban hacia los diferentes mercados. En el centro de la plaza había un pilar grande de piedra que sostenía una campana en la cima. Se decía que estaba encantada mágicamente para sonar cada hora dando la cantidad de campanadas indicadas para esa hora del día. Las últimas habían indicado que eran las 2 de la mañana.

    A simple vista no podías ver mucho en la plaza porque era de noche. Te sentaste en uno de los bancos de madera que se encontraban rodeando los límites de la plaza. El humano y el orco seguían discutiendo irónicamente en voz baja.

    Pudiste ver, cerca del pilar del reloj, una figura sombría sentada en uno de los bordes bamboleando las piernas. Se veía confiado. Parecía el sujeto.

    Los cabezas huecas que te seguían parecieron también darse cuenta de su presencia. Ninguno de los dos hizo ningún movimiento como para plantarle cara. Hiciste un ademán de negación dándote cuenta de la clase de cobardes que eran. Ese oponente en el reloj no valía ni que te ensuciaras las manos. Estabas casi segura de que cualquiera de esos dos podría vencerlo, sólo debías darles un incentivo a esos cutres terrenales. Igualmente… ¿cuál de los dos tendría más probabilidades con ese guerrero escondido en las sombras de la campana?

    ¡Dos compañeros se unieron a su equipo!

    Nombre: Ribert
    Género: Masculino
    Clase: Soldado
    Raza: Humano

    Nombre: Gorfel
    Género: Masculino
    Clase: Paladín
    Raza: Orco
     
    Última edición: 1 Mayo 2017
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    Erick Maxen (Codicia)

    -Aunque no lo creas no soy el hombre más espectacular, hasta yo necesito ayuda ¿podrías brindármela?-

    La modestia era un gran herramienta para conseguir lo que deseabas, eso era algo que Soberbia nunca aprendería

    -Necesito transporte y creo que tú podrías brindármelo...yo me encargo de las bestias y tú de llevarme ¿que dices? Aunque después de esa pelea estoy algo cansado ¿tienes alguna provisión que darle a tu héroe?-

    Por más que odiaría que la propuesta significará que no podría ganar nada de cualquier cosa que nos atacara durante el viaje a la larga me traería más beneficio si lograba impresionar a la felina, podría conseguir un recibimiento como héroe en su pueblo y con ello sus ventajas ¡además de por su puesto la recompensa de la misión! ¡Era un plan perfecto!

    Dirigirnos a las montañas gélidas
     
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    Marny Eldery (Soberbia)

    ¿Cómo era posible que los hombres pelearan a base de palabras y no de acciones? Eso me decepcionaba aún más de aquellas insignificantes criaturas.

    Pude divisar una figura muy cerca del pilar que sostenía el reloj, a un hombre con un andar altivo y bastante confiado, aunque en realidad se podía ver a muchos por ahí, cuando en realidad solo eran basura.


    Aunque cualquiera de los dos podría hacerle frente ... me inclinaba un poco más por aquel orco para hacerle frente.

    —¿Qué haré? — comencé a zollosar mientras simulaba tratar de quitar algunas lágrimas salientes de mis ojos —Aquel hombre no a hecho mas que burlarse se mi orgullo, si alguno de ustedes pudiera hacerle frente y derrotarlo, estaría más que agradecida, haría cualquier cosa por aquél que logre derrotarlo—

    Ambos estaban encandilados con aquellas palabras, dejaron de discutir y se quedaron meditando, comenzaba a impacientarme.
     
  6.  
    SacriDH

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    Desierto de Soxe

    Erick Maxen (Codicia)


    La felina sonrió contenta al ver que podría ayudarte. Parecía que todas tus palabras habían sido correctas.

    —¡Yo sé donde hay un oasis cerca de aquí! Vamos, te llevaré, allí podrás saciar tu sed.

    A pesar de ser tan pequeña que probablemente su altura diera en tu cintura, la pequeña tenía una altísima habilidad para el manejo de ese tigre. Tironeaba de su pelaje y la montura parecía totalmente dócil y al galopar su andar era firme y suave, tanto que prácticamente no tenías que sostenerte.

    Los perros de las arenas seguían por allí, con sus cuerpos huesudos corriendo hacia ustedes. Sin embargo, el tigre era muy rápido y ahora que te llevaba en su espalda se movía con mucha más seguridad.

    No tardaron en perder a los canes y llegar al oasis. Era una gran extensión de tierra con algunas palmeras. No había agua por ningún lado. Le preguntaste a Roxy sobre eso.

    —No —te comentó la gatita avergonzada—. No hay agua en el desierto hasta muy al fondo de la tierra. Pero igualmente te conseguiré comida, ven.

    La gatita fue hasta un montón de tierra húmeda y comenzó a excavar con sus garras. La observaste sospechosamente mientras trabajaba. En un momento, contenta, pareció encontrar lo que buscaba y comenzó a tirar de ello. Tiró hasta que algo salió de allí.

    Era una pequeña sierpe no muy larga pero si muy ancha. Te la dio en las manos y siguió buscando. Todavía no lograbas entender para qué era ese bicho asqueroso.

    En cuanto extrajo otro pudiste comprender para qué era. La gatita mató a la sierpe haciendo un profundo corte donde debió estar su corazón, se acercó al tigre y empezó a apretar lo más fuerte que pudo. La montura bebió de la sangre y las tripas verdes y marrones que salían del animal. La leonina también bebió.

    —¿Y bien? ¿Vas a tomar un poco?

    El bicho se agitaba en tus manos. Su olor a humedad y a viscosidad del inframundo era insoportable. Por dentro se veía aún peor. Realmente estabas necesitando reponer energías pero no estabas seguro de que lo ideal fuera comer eso. ¿Vas a probarlo? ¿O evitarás la sierpe y probarás suerte cabalgando hasta las montañas y tratando de no desmayarte?

    Sea lo que sea que elijas, arroja un dado de 10 caras en tu post.

    *****************************
    Plaza de Soxe

    Marny Eldery (Soberbia)

    Consideraste a tus campeones. El orco parecía el más indicado. A pesar de su desagradable aspecto (que no era que el humano fuera mucho mejor, ambos eran bien feos desde tu punto de vista) parecía más capacitado para resistir a un espadachín profesional. Sin embargo, ninguno de los dos servía si no les dabas una buena motivación.

    Ofrecer que harías cualquier cosa por ellos convirtió sus mentes en una máquina de calor que generó explosiones en sus diminutas cabezas. Vaya a saber el dios de todos los pecados qué se les habrá ocurrido pensar, si era obvio que no harías nada por ellos, no eran merecedores ni de que te ensucies las manos.

    Entonces se lanzaron juntos. Cuando los viste partir sabías que algo malo iba a suceder.

    Fueron todavía peleándose entre sí y el espadachín los esperó con astucia. Esgrimió dos espadas frente a él con las cuales detuvo la embestida con escudo del orco y usó su pie derecho para empujar en el vientre al humano.

    El orco levantó un pesado garrote que colgaba de su cinturón como una tercera pierna y lo descargó sobre el espadachín que se hizo a un lado para evitarlo.

    Y ahí pudiste verlo. Era un elfo. Los orcos odian a los elfos. El grandote lo atacó con toda su pasión pero su ágil rival pudo evitar cada garrotazo y lo dejó exhausto a un lado con una sutil embestida en la parte baja de su pecho.

    El humano atacó también usando su espada. Ese juego el elfo lo jugó sin problemas, detuvo la espada con una de las suyas y sin dudarlo ni un momento le enterró la otra en un costado al humano.

    Eso te sorprendió bastante. El elfo era bueno. No habría durado ni un segundo contra ti pero era bueno.

    Entonces el orco lo sorprendió. No sabes si fue la falta de luz o si por un momento el paladín fue lo suficientemente listo como para no hacerse notar pero arrojó un revés con el garrote que le fulminó lo huesos de la mano derecha al elfo. El espadachín se arrojó a un costado y rodó, muy adolorido.

    —¡Espera, espera! ¡No soy el mejor espadachín pero yo buscaba un duelo justo, no dos contra u…!

    Y de un golpe en la cabeza el orco dejó tirado al elfo en una diabólica pose en la que casi lo diste por muerto.

    Caminaste lentamente mientras el orco festejaba su victoria sobre sus dos rivales. Era un cobarde y un debilucho pero los hechos era lo que importaba y él había sido el único que estaba conciente.

    —¡Gané! ¿Puedo pedir lo que quiera?

    Su pregunta te dejó inmóvil por un momento. ¿Será demasiado ostentoso cerrarle la boca de una patada voladora?


    Un compañero ha abandonado tu equipo y otro se ha unido a él.


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    Género: Masculino
    Clase: Asesino
    Raza: Elfo
     
    Última edición: 5 Mayo 2017
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    medusgamerXD Reina Chibi

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    Erick Maxen (Codicia)

    El bicho era simplemente asqueroso, realmente esperaba que me ofrecieran algo mejor, pero ya podría gozar de esos lujos después de la misión, mientras tanto no podía quedar mal con la felina.

    Después de observar que la leonina y su tigre bebían de aquella sierpe me armé de valor e hize lo mismo, esperando que su sabor fuera diferente a lo que esperaba.
     
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    —Oh! Porque los hombres siempre esperan recibir algo a cambio? No les puede bastar la felicidad de una señorita— respingue mientras me cruzaba de brazos al mirar el escenario, uno muerto, uno inconsciente y uno de pie ¿Tan débiles eran?

    Sabia que al Orco no lo mantendría feliz con esa simple respuesta, pero imaginarme su petición solo me haría vomitar.

    Con un bamboleo bastante visible me acerque a arrancar unas cuantas flores violeta que crecen en la maleza, arranque unas cuantas y fingí disfrutar su aroma, me di la vuelta y retorne sobre mis pasos.

    —Sé bien que fuiste el que dio el mejor desempeño, pero hasta el muchacho lo dijo, era uno contra uno, asi que el merito baja un poco...sin embargo, te lo reconozco— al mismo tiempo que las palabras fluían de mi boca ponía frente a si el ramo actuando algo de timidez, el lo tomo y se quedo algo aturdido con lo que estaba pasando, yo me di la vuelta a mirar al elfo que se encontraba el piso, y con la punta de mi zapato dio un pequeño empujon.

    —Tsk ¿Te encuentras bien? —
     
    Última edición: 8 Mayo 2017
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    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Erick Maxen (Codicia)

    Te decidiste a probar el bicho, sólo esperabas que tu estómago pudiera resistirlo.

    Exprimiste sus tripas en tu garganta y, a decir verdad, no sabía tan mal, al menos no te desagradaba. Sólo pasaron unos segundos para que un efecto revitalizante y energizante invadiera tu sistema. No podías creerlo pero ese bicho te había dado tantas energías como para recorrer dos desiertos.

    Luego del entremés no te quedaron muchas ganas de seguir comiendo. Subiste a bordo del tigre y esperaste a que la pequeña leonina hiciera lo mismo. La animaste a guiar a su montura hacia delante, donde esperaba tu misión.


    Fue imposible no distinguir la caravana de Mancogrudo. Era inmensa, con muchas carretas tiradas por bueyes, caballos y rinos. Te fue imposible distinguir cual era el príncipe, todos eran iguales y vestían igual. Los príncipes enanos no vestían como nobles sino como cualquier enano y si podían hacerlo con más desarreglo mejor aún.

    Te iba a ser difícil sabotear todo eso pero con un tigre y una leonina de tu lado posiblemente pudieras idear un sistema.

    El desierto no estaba lejos. Para tu suerte había muchas opciones por que había desierto al este, pradera al sur (de donde provenía la caravana) y montañas al norte (a donde se dirigían). Existía la opción de entrar con toda la furia, guiando al tigre para espantar a los caballos y tratar de crear un alboroto inmenso que quizá retrasara todo el viaje. Sin embargo, los rinos y los bueyes difícilmente se asustaran con eso. Podrías mezclarte entre la plebe, había muchos humanos en la caravana que llevaban artículos de comercio y prendas de vestir. Si te mezclabas tenías la posibilidad de encontrar a Mancogrudo y si lo hacías no te sería nada difícil noquearlo o secuestrarlo un momento para que no pudiera llegar a tiempo. También podías dirigirte a la caravana y levantar una falsa alarma como que hay problemas en la montaña (no sabes si eso los detendrá o los hará apresurarse aún más) o pedir ayuda por alguna mentira del desierto como una lluvia de sierpes desde el cielo.

    ¿De qué otra forma podrías detener la caravana del enano el tiempo suficiente para cumplir la misión?

    Elijas lo que elijas, tira un dado de 10.

    ************************
    Marny Ederly (Soberbia)

    El orco quedó totalmente impactado por lo que ocurría. No entendía que su posible jugoso premio fuera reemplazado por un ramito de flores silvestres. De hecho, él recordaba ser alérgico a las flores.

    Tu atención cambió sobre el elfo quien se revolvió tratando de ordenar sus pensamientos. Ni de cerca parecía el mejor luchador pero posiblemente era mejor que el muerto y el idiota verde.

    Poco a poco se levantó y te observó. Carraspeó un par de veces, intentó recuperar el aire con varios suspiros y te observó

    —¿Eres la líder? ¿Les has pagado o eres más fuerte que ellos?

    Esbozas una sonrisa socarrona como si fuera obvio que eras más fuerte o como si lo que la misión pagaba no alcanzara ni para uno de ustedes tres.

    —Oye, no tengo problema en pagar.


    ¡Has recibido un hacha pequeña de cristalbarroso y 100 g. de Polvo Astral!


    —Pero la misión no era por un desafío, estoy buscando un guerrero poderoso. Necesito un compañero o dos para ir a Onzuf, un pueblito entre las montañas de Mancoduro y la isla de Racengard. Voy a pagar mucho más por ese encargo, lo prometo.

    La idea de que ese tipejo fuera tu jefe no te agradaba en absoluto. Si tenían que ir a Onzuf, lo harían pero bajo tu mando. Te negaste a menos que te diera más información.

    —En la ciudad hay una mujer. Ella solía ser mi prometida pero fue embaucada por un habitante de ese pueblucho. La gente dice que ese lugar está embrujado, muy pocos quieren ir allí. Yo he tratado… no es que me falte la fuerza para intentarlo pero temo estar solo y que me atrapen con un hechizo. Apenas pude hacer algunos intentos de acercarme, el aura maligna del lugar es terrible. Mi prometida es una elfa rica.

    Con esa información la cosa cambió un poco. Ya no sería tu jefe sino que podrías hacerlo tu socio por una tajada bastante interesante. De cualquier forma habías oído algunos rumores sobre Onzuf tal como los que te había comentado Altilrayel. Podía ser peligroso y el orco y ese elfo no eran una compañía completamente confiable. Pero ya estabas empezando a verte como una posible rescatistas de esa elfa adinerada y la idea de ser bien vista por una raza noble como la élfica te gustaba.

    ¿Qué piensas hacer?
     
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    medusgamerXD

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    Erick Maxen (Codicia)

    Lo primero que note al llegar a la caravana fue su gran tamaño, sería estupido enfrentarlos directamente por lo que decidí montar una distracción.

    Empece por editar el anuncio de la misión con cualquier cosa a la mano para que pareciera una misión de asesinato y le pedí a la leonina que nos dejara frente a la caravana y que me siguiera el juego, después me dispuse a hablarle a los enanos

    —¡Pueblo de Mancoduro! ¡Debo advertirles que no es seguro seguir! ¡Alguien intenta matar a su rey!— saque el anuncio y se los mostré— No es seguro que sigan, un concurso de borrachos no puede ser más valioso que su vida, estara más a salvo en su reino—

    *Editar el anuncio, evitando perder de vista a la caravana
    *Ir a distraer a la caravana
     
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    Desierto de Soxe/Frontera Soxe-Mancoduro/Bastión de Mancoduro

    Erick Maxen (Codicia)


    La gente no te creyó nada. Ni bien apareciste con la leonina y el tigre te apresaron y no te dieron tiempo ni a terminar de decir bien todo lo que querías decir. Apresaron también a tus compañeros y te separaron de ellos.

    Te llevaron a una de las carretas tiradas por caballos. Dentro había un enano maduro de barba enmarañada. Te miró como si fueras una desgracia visual y luego sacó una pipa para empezar a fumar. Las cuerdas con las que te ataron las manos estaban bien sujetas y te habían quitado tu espada. La increíble energía que te había dado aquella sierpe se desperdició haciéndote tratar inútilmente de sacar tus manos de esa cárcel. Sólo lograste hacerte trizas la piel de las muñecas.

    La caravana siguió su curso interrumpido por apenas un momento y llegó a tiempo para el gran concurso mensual. Disfrutaste los gritos y el estruendo de la multitud desde la pobre habitación sin luz donde te habían metido. Ni siquiera Frigit estaba cerca como para establecer una charla.

    Al día siguiente, algunos guardias enanos muy musculosos te sacaron de tu celda y te llevaron frente a Mancogrudo, el principe, actualmente regente de Mancoduro mientras su padre se encontraba fuera del lugar.

    El tipo estaba feliz, rodeado de bonitas enanas regordetas muy maquilladas y perfumadas. Su sonrisa y su alto estado de embriaguez permanente te daban la impresión de que había ganado el concurso de bebidas por lo que tu misión había fracasado.

    Sin embargo, no te importó en lo absoluto. El bastión de Mancoduro era un lugar increíble. Jamás habías visto en Terranova un castillo así, hecho por completo de ladrillos, lleno de barras con sirvientes sirviendo bebidas, taburetes repartidos por doquier, razas de todo tipo disfrutando una suave música juglar y aplastando sus traseros mientras bebían.

    Más allá de todo, lo que más llamó tu atención era lo que estaba adornando el trono del principe regente y cada una de las barras cerradas. Eran kilos y kilos de Polvo Astral brillando con intensidad ante tus ojos. Tenías la idea de que los enanos eran una de las razas más ricas ya que eran aquellos que mejor sabían cómo extraer el Polvo Astral pero no tenías la menor idea de que fueran tan asquerosamente ricos. Te facinó el lugar, sin dudas valió la pena perder la misión a cambio de verlo.

    Mancogrudo carraspeó para llamarte la atención y desplazó con delicadeza a las enanas que lo rodeaban y lo ocultaban de ti. Su ropa parecía estar hecha de Polvo Astral. Te observó con los cansados ojos de la resaca y te habló.

    —Ayer por tu culpa casi no llego a tiempo para la competencia. Casi. Por suerte pude llegar a tiempo y aplastar a todos los contrincantes que se me interpusieron.

    El enano hizo silencio un momento como para que entendieras bien que estaba hablando en serio. Tú no podías dejar de mirar cada partícula de Polvo Astral que había en el lugar.

    —Mira, yo no soy mi padre y no soy bueno para juzgar a la gente. Estaba pensando asesinarte a ti y tus salvajes compañeros pero decidí dejarlo todo en manos de mi sustancia favorita: el alcohol.

    El enano hizo una señal a un sirviente trasgo que había a un costado y el pequeño empujó una carretita que tenía encima tres botellas.

    —Estas botellas tienen licores muy finos. Dos de ellas le causarán un daño grave a tu cuerpo o a tu mente y una de ellas no te hará nada. Vas a tomarte una de principio a fin y consideraremos que estamos en paz, podrás irte. Claro que si te toca la poción que hace que pierdas la vista o si te toca la que hace que pierdas alguna extremidad del cuerpo no te irás tan completo como llegaste. Si te toca la que no te hace nada, entenderé que nuestro encuentro fue casual, incluso podrás quedarte en Mancoduro a beber o hacer lo que te plazca.

    El enano te indicó que eligieras. Eran botellas oscuras, no podías ver bien su contenido pero los frascos llamaban mucho tu atención. Una persona codiciosa como tu sabe que el alcohol, de cualquier tipo, puede conseguirse en grandes cantidades y con la formula correcta se puede hacer más. Sin embargo, botellas tan finamente modeladas como esas no eran fáciles de encontrar. Debían tener un significado. Una de ellas era circular, con un pico muy pequeño a uno de los costados del círculo. Tenia un agujero en medio como para meter los dedos por allí y sostenerla.

    La otra botella era la más alta de las tres aunque tenía forma zigzaguente. Era un zigzag como en espiral, de donde la miraras nunca era recta. Su pico era igual de ancho que el resto de la botella.

    La última era una botella más chata y normal, una botella redonda que podrías encontrar en cualquier taberna aunque tenía dos grandes partes hundidas del vidrio donde podrías meter tus dedos para asirla. Su pico era cuadrado.

    Al diablo, todas eran botellas de color verdoso o amarronado, ninguna te llamaba la atención por eso. Sólo la forma. ¿Podrías descubrir de alguna forma cual era la que no te haría nada? ¿Tendrías que hacer el intento fuera lo que fuera que te pase?

    **************************************
    Bosquecillo de Soxe

    Dylan Toward (Pereza)

    La duendecilla se sobresaltó al oírte. No sabía si había escuchado bien o mal le impresionó mucho que le dijeras que no te durmiera. Algo incómoda, se revolvió sobre tu cuerpo y tú la imitaste sobre Glastab. El muchacho empezó a caminar sin rumbo y con ligeros movimientos de un brazo le señalaste por donde ir. Sólo esperabas que se pusiera a hablar porque ahí sí que te dormirías.

    Soxe era una de las ciudades más grandes de Terranova. Todos decían que había sido fundada por humanos en cuanto tuvieron brazos y piernas. A medida que fue pasando el tiempo, y que los humanos se fueron mezclando con las demás razas pues parece que a la raza humana le encanta desperdigar sus genes por todo el ecosistema, Soxe creció y se llenó de lugares interesantes para cada raza en particular. Había infinidad de tabernas, templos religiosos, cuarteles, pantanos, pequeñas montañas, algunos lagos artificiales (incluso había una cascada) y había un sólo bosque. Sólo uno y con ese era suficiente.

    El bosquecillo originalmente fue una idea para brindar alivio a la ciudad porque los veranos en Soxe eran terriblemente secos y calurosos. Entonces se plantaron especies de cada lugar del continente y eso generó que una especie de magia sagrada apareciera en el lugar. Nadie sabía bien como funcionaba, la gente sólo llegaba hasta los límites del bosque y no se metía allí ni por una virgen desnuda atada a uno de los árboles.

    Se sabía que había hadas, ninfas, duendecillos, animales exóticos e incluso árboles vivientes. Todo en ese bosque estaba encantado y las trampas de magia se podían oler en el ambiente. Los olores también eran una trampa.

    Glastab caminó hasta el límite y allí se quedó, no avanzó más. Eso te hizo tragar en seco. En todo el viaje estuviste replanteándote la idea de llevar a cabo o no la tarea y que él se detuviera justo ahí sólo te hacía pensártelo mejor. Tironeaste su ropa para que avanzara.

    —¿Dentro del bosque? ¿Mi hermana estará allí?

    Tratar de convencerlo a él sería inútil tanto porque no te daba ganas como porque ni siquiera tu estabas convencido.

    —No hay nada malo en el bosque —chilló la duendecilla con su estresante voz de puerco recién nacido. Para tu suerte casi nunca hablaba—. Sólo criaturas tratando de sobrevivir.

    El problema era que la supervivencia de esas criaturas posiblemente los incluyera como dieta. Glastab caminó lentamente tratando de no tocar nada. El silencio de la ciudad se apagó en el bosque aunque no pudiste disfrutar de ese vacío que se había creado. Si te dormías posiblemente morirías, no querías ni intentarlo.

    De repente, una raíz se apoderó de los pies de Glastab y todos se detuvieron. El tipo fue muy rápido al extraer su gran hacha de su cintura y cortar la raíz pero en cuanto lo hizo un gran árbol se movió desde un costado y tambaleó para ir contra ustedes. Sobre el árbol, una duendecilla sucia con un arco empezó a disparar espinas que se clavaron en la dura piel del luchador.

    —¡Ahh! ¡Nos atacan! ¿Qué hacemos, Dylan?

    Esos seres del bosque no estaban bromeando. La pasarían mal si te equivocabas en tu accionar. Puedes enviar a la duendecilla y a Glastab a atacar. El arbóreo parece muy duro de romper con armas convencionales y la duendecilla parece ágil y certera ¿Quien ataca a quien?

    **************************
    Desierto de Soxe

    Connor Mane (Ira)

    Mientras recorrían el largo desierto hasta el lugar de la misión aprovechaste para adelantarte un poco y ponerte entre ellos. Les cruzaste tus brazos sobre sus hombros y los apretaste contra ti.

    Los halagaste por ser buenos compañeros de equipo y les dijiste que probablemente esa aventura fuera legendaria. Stenhar, conociéndote un poco, te observó con los ojos entrecerrados al escuchar tus amables halagos.

    Le pediste a Wylcia que se adelantara un poco y revisara entre la arena pues te había parecido ver algo. La elfa, ingenua y asustada por tu enloquecida faz cuando te enojas, caminó rápidamente hacia adelante y se inclinó para escarbar con sus manos en la arena. Su pequeño y firme trasero quedó mirando al sudoeste, apuntando directo a tu cara y la de Stenhar. Sus enormes pechos se bamboleaban mientras buscaba lo que sea que jamás iba a encontrar.

    Stenhar se quedó hipnotizado un momento en la imagen, incapaz de escapar de su naturaleza humana y masculina. Luego retiró sus bombardeados ojos para mirarte, avergonzado.

    —Ehh... creo que ella... no es buena buscando.

    Le dijiste que no le diera importancia e interrumpiste a Wylcia dándole a entender que quizá se había equivocado.

    En el camino, la cantidad de veces que maltrataste a la hechicera fueron incontables. Lo hacías a propósito porque cada vez la elfa se ponía un poco más triste y lloraba o gemía de dolor. Stenhar, también incapaz de retener su naturaleza bondadosa, le ofreció palabras de apoyo y aliento para que pudiera soportarte.

    Antes de llegar al destino tuvieron que detenerse a dormir. No les quedaba mucho trayecto pero querías que los idiotas estén descansados para eso. Además, en la noche quizá ellos se hicieran más amigos.

    Ofreciste a la elfa dormir contigo frente a Stenhar. Y pedirle que durmiera contigo dejaste implícitamente claro que tendría que hacer algunas cosas más.

    La elfa se negó, rogándote piedad con sus palabras, ojos y lágrimas. Stenhar no se metió pero parecía haber entrado en conflicto con sus sentimientos tanto como querías. Sin dejar de interpretar tu papel, la mandaste a recostarse en la gran tienda que habías armado y le pediste nada amablemente que se quitara toda la ropa.

    Entre sollozos la muchacha se fue. Te quedaste con Stenhar, viéndolo con tu mejor sonrisa demoníaca, esperando que dijera su primera palabra.

    —¿Puedo decir algo?

    Asentiste con tu cabeza, dándole pie a que dijera lo que quisiera.

    —Eres un miserable. Esa chica está muerta de miedo. ¿Ahora qué vas a hacerle? ¿Vas a violarla en medio del desierto? ¿Cuanto más infeliz quieres hacerla?

    Diste unas cuantas carcajadas. Le explicaste que violarla sería para ella una recompensa, no un castigo. Que no tenías ganas de pasar la noche con una elfa idiota como esa. Pero también le dijiste que te gustaba mantener tu poderío sobre ella y que por eso la acosabas. Así que, como no confiabas en Stenhar para hacer guardia, tendría que ir él a acostarse con ella.

    —¡¿Qué?! ¿Estás loco? ¿Que tan infeliz quieres que YO sea? ¿Por qué quieres que lo haga con una elfa a pocos días de mi matrimonio?

    Ahí reíste aún más fuerte y desquiciadamente, tanto como para que Wylcia en su bolsa de dormir se estremeciera pensando que te reías de ella. Le dijiste a Stenhar que tu idea era que fuera sin decir nada y se acostara cerca de la elfa, sólo para que ella mantuviera el miedo y pasara toda la noche esperando ser profanada. Al final agregaste que, si él pensaba que hacerlo con la elfa tendría mejor efecto podría hacerlo.

    —Y-yo... no es que yo haya pensado en hacérselo pe-pero... —El humano dio un triste y largo suspiro—. Al diablo, Connor, un día de estos recibirás tu merecido.

    Tu risa fue aún más estridente. Luego lo invitaste a ir a la tienda. Stenhar, sin otra opción, lo hizo.


    A la mañana siguiente Stenhar se levantó y fue a buscarte. Estabas durmiendo desnudo en medio de la arena pues no le temías a nada, ni siquiera a los escorpiones paralizantes.

    —¿A medida que uno viaja contigo descubre cosas más desagradables o esta es la peor?

    Ese muchacho era demasiado gracioso, no pudiste evitar el ahogar una risa y murmurarle que si estaba celoso de tu virilidad podías hacerle el favor con Gryda cuando su espíritu no fuera suficiente como para complacerla.

    Wylcia los interrumpió, levantándose también. Se acercó ruborizada a ambos, sin dejar de mirarte. Al parecer no se había dado cuenta que Stenhar había ido a llenar la bolsa de dormir en tu lugar. El muchacho se ganó tu confianza.


    Más adelante, encontraron un oasis. Los perros de las arenas estaban cerca, podías oler su rabia. Y la rabia aún mayor del jefe era palpable. Estaban reunidos cerca de ese oasis, posiblemente en alguna antigua construcción. La princesa secuestrada posiblemente estuviera ahí pero no iba a ser fácil superarlos. Ibas a tener que acabar con todos los perros pequeños pero eran muchos posiblemente necesitaras a uno de tus compañeros. Y quedaba el gran jefe, posiblemente no te costara mucho derrotarlo pero no confiabas en dejar a esos dos contra los demás perros.

    ¿Cómo dispondrás tu ataque? ¿Atacarás a los perros o al jefe? ¿Si atacas a los perros quien atacará al jefe y quién te ayudará?

    Tira un dado de 10 caras.
     
    Última edición: 13 Mayo 2017
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    Nekita

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    Connor Mane (Ira)

    El recorrido por el desierto había sido medianamente satisfactorio, si bien había conseguido la reacción que quería por parte de Stenhar, no había sido lo suficiente como para que terminara en la reacción que había pensado, lamentablemente para ellos y de buena suerte para mi tendríamos que hacer un viaje de regreso y allí quizás, pasaran algunas cosillas.

    En cuanto a la elfa Wylcia había aguantado bien mis "pequeños" maltratos, había llorado y algunas cosas más pero... a diferencia de mis otros acompañantes no le había entrado ningun ataque de pánico o había huido (no lo suficiente) de mis manos, lo cual era apreciable, me ahorraba bastantes molestias.

    Después de la noche que le había obligado a formar, estaba seguro de que tan siquiera la imagen de la elfa se había quedado completamente grabada en su cabeza y si no me equivocaba quizás, eso podría utilizarlo en su contra antes de que llegáramos a la taberna.

    Antes de que nos encontráramos con el oasis, le pedí a la elfa que se apartara un poco de nosotros por poderle hablar tranquilamente, y esperaba que ella agradeciera que lo hubiera hecho de una forma amable y no la hubiera alejado de un golpe o algo. Ya solos, comencé a decirle a mi fiel acompañante lo que opinaba del futuro matrimonio, advirtiéndole entre grandes y convincentes mentiras que si lo hacía todo se iría al caño, pronto ese "castigo" iría alejandolo de todo lo que amaba y lentamente la relación que tenía con su "amada" se iría acabando.

    Que mejor era divertirse, no atarse de esa clase de formas y que había muchas más formas de diversiones que, por ejemplo, podría tener con la elfa a ser una relación "exótica".

    ¿Me sentía mal por intentar romper esa relación? No, para nada, de hecho... intentar meterle esas ideas en la cabeza podrían tener una reacción favorable para mi, alguna futura pelea, algún futuro fruto de la ira por la infidelidad y allí yo comenzaría a disfrutar. Solo deseaba que funcionara.

    Finalmente, cuando llegamos a nuestro destino los perros de las arenas me vi en un pequeño dilema... muchos enemigos y desconocidas habilidades que tenían mis acompañantes, solté un leve gruñido —Nos concentraremos primero en los pequeños, no confio en que ustedes puedan solos con eso y... de paso me divierto un poco —y si las cosas se ponían feas, yo mismo me interpondría frente al jefe, un buen combate siempre era recibido.


    • Persuadir a Stenhar de hacer lo que él quiere.
    • Primeramente todos contra los perros.
     
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    Ryo

    Ryo Ayúdenme a contactar a Syel

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    —¿Me pides ayuda, cuando acabas de matar a uno de mis ...— medite las palabras, no podía decir peones, aunque de hecho lo eran —…Ayudantes?—

    Oí sus palabras explicandome que ocurría, una elfa rica y de buena posición... me haría ganar puntos definitivamente.

    Medite un momento y miré al Orco, me acerqué con una gran sonrisa —¿Qué dices Gorfel? En Onzuf una joven elfa fue embaucada, necesita nuestra ayuda para volver con su prometido— vi como su cara cambió y sus ojos se volvieron algo cristalinos, parece que tiene sentimientos, asintió.

    —Bien, iremos, pero bajo mis términos ¿Entendido? —


    Al fín se me ocurrió que poner u: perdonar :c

    Acción: Ir a Onzuf

    [\spoiler]
     
    Última edición: 21 Mayo 2017
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    SacriDH

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    Plaza de Soxe-Desierto de Soxe-Onzuf

    Marny Ederly (Soberbia)


    Decides ir al rescate de esa elfa que, supuestamente, era la prometida de Altirayel. Gorfel se sintió halagado cuando le preguntaste sobre el posible destino, era una de las pocas muestras de considerarlo un compañero que habías mostrado. A veces cometías esos deslices.

    Dejas bien en claro quien manda y nadie lo discute. No tenías ni idea de dónde estaba ubicado el pueblito pero mandaste al elfo a que consiga transporte y te guíe hasta el lugar.

    Una rápida carreta tirada por cocodrilos de pies planos estaba disponible. Los lagartos no parecían rápidos pero sobre las arenas del desierto que rodeaba Soxe se trasladaban con impresionante agilidad.

    La conversación con Gorfel en el trayecto fue corta. El tipo era un descerebrado que sólo pensaba en luchar, jugar cartas y pasar borracho el tiempo que no estaba dormido. Altirayel era un poco más comunicativo, había visitado varias ciudades con su prometida y conocía del mundo pero de todas formas no hacía más que hablar de eso. Su prometida, el dinero de su prometida, la belleza de su prometida y demás idioteces. Podría ser una elfa pero tú podrías superarla en lo que quisieses cuando quisieses.

    En un momento te aburriste, lo interrumpiste y te pusiste a hablar de lo que más te gustaba: tú. Salvo el hecho de que eras un avatar de los pecados, les contaste todo para que supieran cuando festejabas tu cumpleaños, qué comida era tu favorita, que color apreciabas más, que no te gustaba ser perturbada, ni despertada, ni incordiada de ninguna forma y mucho menos aguantabas a “aquellos idiotas que se creían superiores”. Era obvio que lo único superior, eras tú. Al final, casi llegando al pueblo, dejaste bien en claro que no te gustaba que la gente olvidara esos detalles de ti, y que castigabas duro a quien lo hiciera.

    No alcanzaste a darte cuenta si ellos habían entendido porque el carretero los interrumpió confirmándoles que habían llegado. Forzaste una toz fuerte y nada disimulada para que alguno de los tres payasos se diera cuenta que tenían que ayudarte a bajar. Al final, el tipo de la carreta, que era un viejo humano, se acercó para tomar tu mano y sostenerla mientras bajabas sin problemas por tus propios medios.

    Habían tardado casi un día en llegar al destino y volvía a ser de noche. Entonces te diste cuenta que no habías dormido más que en algunas partes muy aburridas del desierto. Le pediste a Gorfel que consiguiera una habitación exclusiva para ti, y que no volviera con una excusa como que tendrías que compartirla con alguien. Le preguntaste a Altirayel dónde estaba esa elfa y él te señaló que no lo sabía, debía buscarla y eso posiblemente le llevara toda la noche. Lo enviaste a que descubriera su paradero y les informaste a los dos que estarías en la taberna del pueblo, que fueran a buscarte luego de terminar.

    Onzuf era un pueblo mediano, había muchas casas pero todas eran pequeñas, para no más de una o dos personas, alguien con un niño estaría apretado. Camino a la taberna, en lo que debía ser la plaza central del pueblo, te cruzaste con un tritón. Nunca te había llamado la atención esa raza pues te parecía muy poco evolucionada, a pesar de que muchas razas tenían idiomas retrógrados y rayando sobre lo analfabeta, los tritones ni siquiera habían llegado al punto de abandonar el agua. Sin embargo, te sorprendió éste puesto que al principio pensaste que era un humano normal hasta que sus branquias, sus aletas dorsales y su cola lo delataron.

    Tenía la piel rosada como la de un humano y los ojos y el pelo azul como el zafiro. Medía cerca de los dos metros y, a diferencia de la mayoría de los tritones, sus brazos estaban trabajados como si se la pasara martillando en una forja. No era robusto, era delgado, pero parecía ser muy fuerte. No tanto como tú pero el sujeto se esforzaba.

    —Buenas noches. —Su voz era algo chocante. Chirriaba como el acero arrastrándose sobre la piedra. Sin embargo, tenía buena entonación y un dialecto aceptable—. ¿Va a buscar un trago, mi lady? ¿No le molesta si la acompaño? Soy nuevo aquí y usted parece muy segura de sí misma, seguro toma mejores decisiones que yo con respecto al camino a seguir.

    Levantaste una ceja, confundida. El sujeto sabía como tratarte. ¿Él estaba declarando de buenas a primeras que eras mejor que él? ¿Siendo un masculino? ¿Siendo un tritón? Era difícil de creer pero ahí está y vaya que eso te gustaba, las caricias a tu autoestima eran mucho más placenteras para ti que una sobre tu piel. De cualquier manera, era bastante atrevido de su parte pedir ir contigo sin conocerte y en el medio de la plaza. ¿Qué harás con él? ¿Aceptarás o lo rechazarás?

    Hagas lo que hagas tira un dado de 10.



    ****************************
    Desierto de Soxe

    Connor Mane (Ira)

    Llegaron al oasis y, efectivamente, ahí estaba el gran perro con todos sus secuaces. Los perros de las arenas eran como perros normales pero huesudos, similares a momias vivientes, con la visión negra como la noche y la piel marrón que se mimetizaba en muchos casos con el entorno.

    El líder, sin embargo, era totalmente distinto. Él no era huesudo. Era tan alto como un humano promedio y caminaba a cuatro patas pero tenía una gran joroba con la cual posiblemente podría erguirse en dos patas y atacar con sus zarpas que parecían estar hechas de vidrio. Sus ojos eran dos cuencas rojas como el fuego y de su hocico constantemente emanaba vapor como si estuviera hirviendo por dentro. La clase de furia que exudaba de su piel era única, te hubiera gustado no tener que hacerlo pedazos.

    La princesa Iyodi era una leonina, era pequeña para su raza, con un largo cabello rubio y el pelaje del cuerpo más oscuro, como la arena. Sus ojos eran verdes y su semblante gatuno se veía totalmente agotado y desecho. Era bien sabido que los leoninos odiaban más que nada a los perros de las arenas, eran enemigos naturales, pero no habías oído que se dedicaran a secuestrar lincesas. ¿Cual era el objetivo?

    Sea cual fuere, no tuviste mucho tiempo para pensarlo porque todo el clan se les echó encima. Stenhar se puso en guardia y Wylcia levantó su báculo pero esperaron una orden tuya. Eras bueno luchando pero no para dirigir tropas, soberbia o codicia probablemente lo habrían hecho mejor. Decidiste que te apoyaran entre todos a acabar con la jauría y dejar el jefe para el final.

    Hicieron una masacre. Stenhar era una maravilla. Manejaba el arco con una maestría espectacular, disparaba rapidísimo y cuando los perros se le acercaron sacó una daga y se defendió con eso también, demostrando que era poseedor de una gran agilidad.

    Wylcia no se quedaba atrás, cargaba una magia muy potente en su obsceno cuerpo y lo demostraba lanzando conjuros que congelaban a varios enemigos al mismo tiempo o alguno que los convertía en piedra.

    ¿Y qué decir de ti mismo? Volabas. Stenhar y Wylcia se detenían a verte asombrados cuando tomabas sin piedad a los perros por el cuerpo con tus manos desnudas y los azotabas contra la arena, contra las piedras desperdigadas de la construcción o contra ellos mismos. Los aplastaste uno por uno, todos los que se fueron encima demostrando por qué la ira era el mejor potenciador en una pelea.

    Estabas muy entretenido con los perritos y no pudiste ver que el líder de los caninos llegó por uno de los costados. En la misión lo decía muy claro y no lo habías recordado hasta ese momento: el líder odiaba a los hechiceros. Fue por Wylcia a toda velocidad, con toda su furia, con la ira reventando tus sentidos y formando un bulto incómodo en tus pantalones y en tu garganta.

    Tu mente fantaseo con ver a la elfa desgarrada en pedazos por los vidros de las patas delanteras de ese fiero oponente. Soñaste la sangre, el temor en la voz de la suculenta hechicera, deseaste odiar a ese perro por matar a uno de tus seguidores.

    Sin embargo, Stenhar te sorprendió haciendo a un lado su cobardía y poniéndose frente a la criatura. Para su suerte pareció que el gran perro de las arenas también se sorprendió por lo que el golpe fue desordenado y apenas logró lastimar un poco el hombro del arquero. Wylcia salió de su ensimismamiento y conjuró rápidamente mientras Stenhar hacía su parte deteniendo al monstruo. La cabeza del perro explotó como una burbuja de fuego líquido tras las palabras asesinas de la elfa.

    Tu corazón estaba agitado. Acabaste con los perros que quedaban mientras procesabas la situación. Te diste vuelta y pudiste ver a Wylcia abrazando a Stenhar, agradeciéndole y diciéndole que haría lo que pudiera por curarlo. Aprovechaste a dejarlos solos mientras te acercabas a la leoncita.

    La situación era delicada. La lincesa estaba totalmente profanada. Parecía como si los perros hubieran estado jugando con ella. Estaba mordida por todas las partes de su cuerpo, tenía una cicatriz enorme donde debía estar su ojo derecho, los ropajes reales estaban hechos jirones y su piel estaba arrancada como en fetas por lo que el pelo no volvería a crecer en muchos lugares. Preguntar si estaba bien era una estupidez.

    —¿Eh? ¿Quién eres? Por favor, mátame. No dejes que vuelvan por mi, no puedo ya soportarlo. Acaba con mi sufrimiento, te lo suplico.

    La voz quebrada, dulce y llorosa de la leonina te dio asco. Ella era todo lo contrario a ti, su voz tenía ese aire soberbio de la aristocracia combinado con una bondad putrefacta que podría convertir al mundo en caramelo. De solo escucharla te dieron ganas de atravesar su corazón con la mandíbula desencajada de un perro de las arenas. ¿O sería mejor dejarla viva? Eso quizá prolongaría su sufrimiento, además de que alegraría a Stenhar (o al menos eso creías). La misión la cobrarías igual porque podías llevar su cuerpo muerto y decir que así estaba cuando la encontraste.

    Stenhar y Wylcia están empezando a moverse. Si vas a matarla lo mejor era hacerlo en ese momento antes de que ellos trataran de evitarlo.
     
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    Nekita

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    Connor Mane (Ira)

    Finalmente llegamos al oasis que era nuestro destino final sin saber con exactitud si mis palabras habrían afectado o no la pequeña mente humana de mi acompañante, encontrándonos así al molesto y gran perro acompañado de sus pequeños e insignificantes que no causaban ninguna reacción en mí a diferencia del líder que se hacía resaltar por todos los rasgos llamativos que tenía y toda la ira que expulsaba por cada poro de su cuerpo, era realmente una lástima para mi que tuviera que ser asesinado.

    Unos cuantos metros de él se encontraba la dichosa princesa, una demasiado pequeña y muy poca cosa si la comparaba con los demás de su raza, pero al parecer eso no le había importado mucho a los perros de las arenas porque parecía estar completamente desecho, agotada, si ellos fueran como yo, probablemente ni siquiera me hubiera importado ese detalle pero... como lamentablemente los conocía todo ese comportamiento se me hacía muy peculiar.

    Pero cuando inició el combate, todo fue de maravilla.

    Había sangre por todas partes, los pequeños perros morían cada dos por tres gracias a las flechas de mi compañero humano, la elfa hechicera también parecía saber luchar, realmente podía decir que no era una inútil después de todo, lamentablemente ninguno podría disfrutar lo que yo disfrutaba al destrozar todos esos cuerpos con mis propias manos, cada cuerpo destrozado era un incentivo más para ser más y más agresivo en mis ataques.

    Y... en un pequeño descuido (si es que podía decir que era un descuido de mi parte), la hechicera se había convertido en el objetivo del líder y por primera vez probablemente experimenté lo que Lu experimentada en todos sus encuentros para satisfacerse, mi mente guiada por toda la ira que expedía ese sujeto solo me hacía imaginarme la posible futura escena de la hechicera siendo completamente destrozada a manos del enemigo, sus gritos de terror, su sangre derramándose y lo más importante de todo: tener un motivo para destrozarlo de la peor manera que pudiera pasar por mi mente porque nadie podía tener el derecho de tocar a un seguidor que solo yo tenía derecho a herir.

    Sin embargo y lamentablemente para mi fantasía, Stenhar se interpuso en su camino desorientando a la gran criatura y Wylcia se encargó de hacerle explotar su pequeña cabeza haciendo que nuevamente me alterara y haciéndome más fácil la tarea de matar a los pocos que quedaban.

    Finalmente, cuando me acerqué a la pequeña princesa, lo que encontré era realmente extraño, tal y como lo había pensado antes esos perros se habían divertido con ella, ¿cuál sería el propósito? ¿para qué siquiera la habían traido aquí para dejarla de esa manera?

    "¿Eh? ¿Quién eres? Por favor, mátame. No dejes que vuelvan por mi, no puedo ya soportarlo. Acaba con mi sufrimiento, te lo suplico."

    Hice una mueca de disgusto al oír sus pobres suplicas —No creo que vuelvan por ti, y no soy tan amable como para cumplirte ese favor... prefiero que me mires con un aire de odio por lo que resta del viaje de vuelta a donde perteneces en vez de una satisfacción momentaria... —le dediqué una de mis mejores sonrisas y la tomé en mis brazos sin mucho cuidado.

    —Así que asegúrate de odiarme mucho, ¿sí? —murmuré con cierto tono amenazante en mi voz
     
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  16.  
    medusgamerXD

    medusgamerXD Reina Chibi

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    Erick Maxen (Codicia)

    Aquel bastión debía ser el lugar más increíble que mis ojos habían visto, había polvo astral a montón ¿alguien notaría si desaparecía un poco? Empezaba a entender a Envidia, querría vivir en un lugar así, pero podría encargarme de eso luego por ahora necesitaba salvarme, y quizá incluso a mi compañera, después de todo había intentado ser útil y podría seguir siéndolo.

    -Su oferta es muy generosa su alteza ¿desperdiciar bebidas así en un prisionero? Su padre debe estar orgulloso, es algo muy noble de su parte-

    Una de las maneras más fáciles de ganar polvo astral eran los juegos de "azar", y por lo tanto estaba acostumbrado a ellos, con suerte bastaría con leer las facciones de aquel enano buscando que licor le dolería más perder.

    Así lo hice, tome cada frasco para examinarlo sin encontrar realmente mucha diferencia pero estudiando realmente las facciones de aquel gobernante, después de todo el mismo había dicho que eran licores finos.

    -Entonces ¿si tomo el correcto podré irme tal y como he venido? ¿Con mis pertenecías? ¿Que pasara con mi compañera?-

    * Estudiar las facciones de Mancogrudo
     
  17.  
    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Soxe-Bastión de los Amaneceres

    Gaspar Lemos (Voracidad)


    Decidiste que los pasteles y el aguamiel eran un incentivo suficiente como para abandonar tu siesta. Roxy pareció perderles el miedo a los extraños cuando decidiste acompañarlos.

    —Mi nombre es Benja Girtenvic. Ella es Samara Yinfe. Ah, y aunque parezca una enana, no te confundas, es humana como nosotros.

    —¡Oye! ¡No hacía falta que aclararas eso! —se defendió la humana muy molesta.

    —¿Ustedes hacer hijos? —preguntó Roxy olisqueando al humano.

    Ninguno de los tres la entendió al instante, no solo por su mala forma de expresarse sino porque su voz era difícil de procesar cuando se escuchaba por primera vez. Fuiste el primero en sonreír al darte cuenta a lo que se refería la scravit. Quizá era más madura de lo que aparentaba. El humano fue el siguiente en entender y se sonrojó bastante. Cuando respondió, Samara todavía no estaba segura de lo que hablaba Roxy.

    —No. No somos pareja, si a eso es a la que te refieres pequeña scravit. ¿Qué hace ella contigo? ¿Eres esa clase de… sujetos?

    Cuando Benja te observó lamiendo tus labios con gusto y se dio cuenta que no sólo podías comerte a la scravit sino a ellos también sin ningún tipo de inconveniente, decidió dejar su pregunta en un vacío existencial. En ese momento, Samara logró darse cuenta de lo que Roxy había preguntado y la golpeó con fuerza en la cabeza.

    —¿Cómo te atreves tú…?

    El guerrero y tú le echaron una mirada asesina para silenciarla y la humana quedó murmurando por lo bajo.

    ¡Dos compañeros se han unido a tu cruzada!

    Nombre: Benja Girtenvic
    Género: Masculino
    Clase: Soldado
    Raza: Humano

    Nombre: Samara Yinfe
    Género: Femenino
    Clase: Asesino
    Raza: Humana


    Con los humanos saliste de Soxe en dirección al mencionado bastión. Aprovechaste que la carreta tirada por avestruces era algo lenta y te echaste una siesta pues no había nada para consumir en ese sitio más que tus acompañantes y preferías evitar usar esa comida de emergencia a menos que fuera vital para tu subsistencia.

    Roxy durmió sobre tu estómago, acurrucada allí como un gato. Sentiste a Samara tumbarse también sobre tu hombro izquierdo, al parecer dejándose llevar por la absoluta comodidad que demostraba tener la scravit. A ti mientras no te molestaran no te importaba, al contrario, el aroma a miel silvestre de la scravit se mezclaba con el perfume de lirio de los volcanes que llevaba Samara en un aroma dulce que convertía a tus sueños en un paraíso de sabores. Benja, sentado en la parte opuesta de la carreta, no cambió su postura en todo el viaje.


    Cuando te despertaste pudiste ver como la Scravit había roído un gran agujero en tu camisa y como la humana había babeado tu cuello y hombro así que les advertiste a ambas que no volvieran a hacerlo.

    Bastión de los Amaneceres era un lugar… horrendo. Una gran construcción de piedra negra rodeada de un delta pantanoso que parecía que hundiría por siempre a quien pisara cerca. Benja se acercó a hablarte.

    —Deberíamos entrar los cuatro por el frente. Probablemente haya muchos ahí pero evitaremos que alguien llegue por nuestras espaldas.

    Mientras te hablaba pudiste ver algo que reconocías como un ser demoníaco. Probablemente no era un demonio propiamente dicho sino un vástago, un ser hecho de maldad pura que quizá había engendrado un demonio. De cualquier forma, parecían seres difíciles de matar sin magia. Y ninguno de ustedes era mago.

    —Yo creo que deberíamos ser sigilosos —habló la asesina—. Podemos rodear el bastión. Del lado sur hay demonios que atacan a distancia. Será fácil llegar a ellos y destruirlos si alguien fuera capaz de soportar sus ataques hasta que nos acerquemos. Del lado norte hay demonios resistentes. Ellos no atacan a distancia y probablemente sea menos peligrosos pero no estoy segura de que podamos acabar con ellos antes de que den la alarma. ¿Tú que piensas?

    Te sorprendiste mordisqueando la oreja de la scravit, quien había puesto una penosa cara de dolor mientras te dejaba hacerle daño sin emitir ningún tipo de queja. Eso de pasar tanto tiempo sin comer no era para ti. Te preguntaste a qué sabría la maldad pura de esos demonios.

    —Roxy pelear, ¿eh?

    Era hora de pensar qué hacer. ¿Entrarías por el frente, dándote de lleno contra el ejército de demonios y seleccionando en ese momento el mejor objetivo? ¿Entrarías por el sur donde había más posibilidades de acabar con el enemigo pero donde deberías seleccionar a alguien que soportara el grueso de los ataques? ¿O irás por el norte, donde hay menos peligro a corto plazo pero menos posibilidades de derrotarlos?

    Elijas lo que elijas, tira un dado de 10.

    *********************
    Bastión de Mancoduro

    Erick Maxen (Codicia)

    Decides no apresurarte. Lo mejor sería tratar de usar la lógica y eras bueno en eso.

    El rostro del enano era como una piedra. Una piedra en estado de ebriedad. Investigaste y olisqueaste cada frasco sin dejar de ponerle atención al enano, esperando que en algún momento se delatara. Nada parecía funcionar.

    —Si elijes la poción correcta podrás irte. Sin nada, tus pertenencias ya no son tuyas.

    Te detuviste. ¿Ese enano dijo qué? ¿Que tus cosas no eran tuyas? Estaba muy equivocado. No existía nada que no fuera tuyo. Lo que aún no tenías en tu poder era tuyo pero no estabas apresurado por obtenerlo pero lo que sí tenías contigo era y sería tuyo hasta tu muerte (incluso esperaba que lo siguiera siendo luego de eso). Algo dentro tuyo hirvió como la lava de un volcán.

    Ese enano iba a tener problemas graves. No tenías tu espada, pero no la necesitabas. Estabas tan enojado que te alejaste un poco de las pócimas y, mirando al supuesto príncipe con seriedad, invocaste un hechizo de telekinesis para enviar las botellas hacia la cara del tipo.

    Nadie pudo reaccionar porque no esperaban algo así. Las botellas surcaron el aire directo a la cara del enano, se rompieron allí y el líquido se derramó sobre su piel. Los vidrios también se clavaron allí y los brebajes fluyeron directo en su sangre.

    Los guardias se acercaron a ti pero estabas poseído por la codicia. Le quitaste el hacha al enano que se te acercó primero y se la clavaste con gran velocidad en uno de sus costados. Tomaste el escudo de otro y se lo partiste en la cabeza. Uno a uno fueron acercándose a ti mientras el príncipe enano se revolvía en el suelo y gritaba de dolor.

    Te acercaste a él y aprovechaste para levantarlo y apretarte el cuello con tus manos desnudas. Podrías matarlo cuando quisieras. El reino estaba en tus manos.

    Entonces te diste cuenta que te dolía la espalda. Tenías dos flechas clavadas ahí. Si ibas a hacer algo con tu rehén lo mejor sería que te apresures antes de que empieces a sentirte débil.

    Elije y tira un dado de 10 caras.
     
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    Nyxbel

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    El pastel y el aguamiel me bastaría para poner mis pies en marcha a una nueva aventura. —Mi nombre es Benja Girtenvic. Ella es Samara Yinfe. Ah, y aunque parezca una enana, no te confundas, es humana como nosotros. —una sonrisa se dibujó en mi rostro, pero por respeto a la mujer, me aguanté las ganas de soltar las carcajadas. —No es una enana... —pensé, mientras ella se defendía de Benja. —¡Oye! ¡No hacía falta que aclararas eso! —decía ella molesta por la situación, quizá.
    ¿Ustedes hacer hijos? —preguntó la Scravit y definitivamente, no pude aguantar más y partí a carcajadas... fue inevitable, en serio, esta aventura la iba a disfrutar mucho.

    Ellos ni le prestaron atención, pero a mi me dio gracia. Y mientras caminabamos, pude ver que Benja al entender la pregunta se sonrojó, otra cosa por la que reirme nuevamente... Samara sin embargo, parecía no comprender la pregunta de Roxy... —No. No somos pareja, si a eso es a la que te refieres pequeña scravit.le respondió, luego se me dirige la palabra.¿Qué hace ella contigo? ¿Eres esa clase de… sujetos? —preguntó.

    Lo miré y simplemente lamí mis labios, pues, recordé que la carne de Scravit era inusual y muy deliciosa... —No soy un zoofilico pedofilo si es a lo que te refieres... —respondí sonriente.

    Luego Samara, entendió la pregunta de Roxy y le dio un golpetazo en la cabeza... —Jajaja, tardaste en entederlo... —comenté, parece que su entendimiento era tan pequeño como su estatura. Lo sé, era muy cruel, pero real.

    ¿Cómo te atreves tú…? —la observamos de manera intimidante y solo susurraba cosas.

    Salimos de Soxe a la dirección antes mencionada, me acosté durante el viaje, pues cuando no andaba tragando comida, me relajaba con una que otra siesta, la Scravit se recostó sobre mi estómago, acurrucada como un gatico... Samara se recostó de uno de mis hombros también... —¿Cuando mierda me convertí en un colchón? —Pensé, mientras Benja observaba y se relajaba desde el otro lado.

    Al despertarme sentí mi hombro mojado... —¿Que carajos? —comenté, luego observé a Samara, quien se limpiaba los labios... —Joder...—grité mientras veía a Samara, pero la reacción de Roxy también llamó mi atención y observé mi camisa, la cual tenía un agujero... —NO VUELVAN A HACERLO, O ME COMERÉ A AMBAS... —realicé una pausa y las miraba sadicamente. —Y DISFRUTARÉ PARTE POR PARTE... —miré mi camisa y quería morirme, esa camisa me gustaba mucho.

    El lugar no era apetecible, al menos, para quedarse mucho... los mosquitos del pantano fastidiaban por la zona y el bastión era una gran construcción de piedra en el centro de dicha tierra caudalosa. —Deberíamos entrar los cuatro por el frente. Probablemente haya muchos ahí pero evitaremos que alguien llegue por nuestras espaldas.— mientras el hablaba a lo lejos observé a un demonio, para ser más concretos un Vástago. —Ninguno de nosotros practica magia...pensé, mientras pensaba en nuestras posibilidades y opciones.
    —Yo creo que deberíamos ser sigilosos . Podemos rodear el bastión. Del lado sur hay demonios que atacan a distancia. Será fácil llegar a ellos y destruirlos si alguien fuera capaz de soportar sus ataques hasta que nos acerquemos. Del lado norte hay demonios resistentes. Ellos no atacan a distancia y probablemente sea menos peligrosos pero no estoy segura de que podamos acabar con ellos antes de que den la alarma. ¿Tú que piensas?—preguntó Samara.

    Agarré a Roxy y mordisqueé sus orejas, mientras analizaba la situación... —¿Que sabor tendrá la maldad etérea de los demonios?pensé, y luego Roxy me interrumpe. —Roxy pelear, ¿eh? —analicé la situación y decidí entrar por la puerta de atrás, Roxy ya tenía experiencia con el arco, asi que al menos ella atacaría de distancía, y con el sigilo teníamos a la asesina, el guerrero tenía excelentes ataque cuerpo a cuerpo y yo, pues yo tenía una buena resistencia muscular, eso cualquiera lo nota a primera vista.
    Vayamos por detrás, y yo iré al frente resistiendo los ataques. —respondí, mientras me puse en marcha.
     
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    Ryo

    Ryo Ayúdenme a contactar a Syel

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    Un viaje medicre que se había llevado casi todo mi preciado día, y lo único que obtuve fue enterarme de la pobre vida de Gorfel y muchos "mi prometida esto" "mi prometida aquello" "Ella…" Estaba harta así que empecé a hablar de mí, ese era un tema del cuál nadie podía aburrise ni yo me causaría de contar.

    Llegamos comenzando la noche así que inmediatamente mande a Gorfel a buscar una habitación adecuada a mi, sí es que es ese pueblito existía.

    Un descontento más se añadió a mi lista cuando Altiyarel me dijo que no tenía idea de donde se encontraba su prometida, así que en vista de su incompetencia les dije a ambos que estaría en la taberna y me buscaran ahí cuando terminaran.

    Fui caminando al centro del pueblo apreciando la pobre vida del lugar, en el trayencto un muchacho llamó mi atención, tenía algo peculiar... rápidamente me di cuenta de sus branquias y aletas, también la cola, definitivamente era un triton, uno bastante llamativo y con un buen cuerpo, decente.
    Seguí caminando hasta que pasé justo a su lado oí una voz bastante molesta, me propuse a seguir adelante hasta que oí lo que inconfundiblemente, estaba dirigido a mí.



    ¿Va a buscar un trago, mi lady? ¿No le molesta si la acompaño? Soy nuevo aquí y usted parece muy segura de sí misma, seguro toma mejores decisiones que yo con respecto al camino a seguir

    Lo miré por completo, tratando de analizar sus acciones, por lo general costaba más trabajo que reconocieran mi grandeza, y él de buenas a primeras lo había hecho, me agradaba bastante, definitivamente, pero algo no me convencía.

    —¿Y tú que pretendes, acercandote a alguien cómo yo?— pregunté colocando, mis manos en la cintura y buscando una forma cómoda de imponer mi grandeza, aunque él parecía aceptarlas sin problemas.

    Si me daba la respuesta correcta definitivamente lo aceptaría, necesitaba en mi séquito alguien quien me adulara más de lo que los otros lo hacían.
     
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    SacriDH

    SacriDH Quieres que lo haga? Está bien pero... lo romperé

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    Decides ir por el sur con toda tu partida y enfrentar a los demonios peligrosos pero frágiles. Como avatar de la gula tu increíble cantidad de comida ingerida a lo largo del tiempo logró recubrirte de una espesa capa de energía pura que te hacía muy resistente.

    Sin embargo, nunca esperaste el daño de esos demonios inferiores. Era demasiado. Hacían tanto daño físico como mágico. Flechas de acero pasaban raspando tu piel y se clavaban en tu cuerpo apenas unos centímetros. Luego las retirabas. No era el gran daño pero ya te estaban llenando de agujeros. Además de las flechas, esferas de energía oscura llegaban a ti golpeándote y ralentizando tu paso.

    Para tu suerte, cuando llegaste a cierto punto, sentiste las flechas de Roxy caer. La pequeña parecía poner todo su esfuerzo en ello y tensaba la cuerda del arco todo lo que podía. A cambio de poner toda su fuerza en eso, la puntería era un caos pero en ese momento no importó porque había tantos demonios que las pocas flechas que fueron llegando sirviendo para acabar con algunos y sonreíste al ver que tu discípula comenzaba a crecer como luchadora.

    Benja y Samara aprovecharon que todos se enfocaban en ti para avanzar una buena cantidad de metros hacia el bastión. Para cuando los demonios se dieron cuenta, ya tenían a los humanos encima. Benja era un guerrero de buena categoría, fuerte, con mucho entrenamiento y movimientos cuidados con la espada y el escudo. Ningún engendro lo tocó y él despachó a varios. Samara fue con terrible furia por los hechiceros. Uno por uno fue acabándolos, ella era muy ágil y su estatura pequeña la ayudaba a evitar los proyectiles. Sus dagas se balanceaban hacia arriba y caían cortando gargantas oscuras y apuñalando corazones impuros.

    La atención de repente dejó de ser tu cuerpo y pudiste moverte mejor. Estabas muy malherido pero la promesa de una buena cena luego de vencer a esos monstruos te daba fuerza.

    Eras voraz también en batalla. No acababas con uno sino con todos al mismo tiempo. Los arrastraste con tus brazos hasta aplastarlos con una pared y con tus dientes les arrancabas el pescuezo. Tus uñas duras se undían en sus extremidades y las extraías sin problemas. La sangre de esos tipos era una apestosa baba violeta que se pegoteó en tu boca y en tu cuerpo.

    Para cuando los demonios se dieron cuenta del ingreso de ustedes ya habían perdido toda su fuerza de ataque. Los demonios grandes empezaron a llegar desde el otro lado del bastión pero sus movimientos lentos los hacían blancos fáciles para los disparos de Roxy y las certeras cuchilladas de Samara.

    Benja sonrió al verte demostrando toda tu furia a pesar de que ese Bastión no significaba nada para ti. Luego su sonrisa se borró pues debió darse cuenta el banquete que iba a tener que ofrecerte.

    —Oh, rayos...

    Benja y Samara arrojaron la misma expresión y entonces te volviste para ver hacia donde ellos miraban.

    Parado en un segundo piso, al final de las escaleras de piedra, había un demonio. Pero no era un demonio cualquiera. Era el espíritu infernal de la riqueza. Lo podías reconocer sin problemas pues él era uno de los demonios que más se relacionaban con la voracidad. A pesar de que se relacionaba más con el pecado de la codicia, la envidia y la voracidad estaban muy presentes en él. Era un igual a ti, era muy probable que fuera mucho más fuerte. Tenías a tres compañeros contigo pero incluso con ellos no estabas seguro de vencer. Lo mejor sería buscar a otros dos pecados. Con tres de tus hermanos podrías vencerlo sin problemas.

    —¿Q-qué hacemos, Gaspar? —preguntó Benja.

    El demonio te observa también. Parece reconocerte y está evaluando si es buena idea atacarte o no. Si te dispones a enfrentarlo deberás hacer una tirada de dados por cada uno de ustedes (cuatro). Si no, puedes tratar de huir de ese lugar. En ese caso, haz una única tirada.

    *********************

    Marny Ederly (Soberbia)

    El tritón escuchó tu voz embelesado y le costó un buen rato formar sus palabras.

    —Es que... yo...

    Entonces el tritón dejó caer sus hombros con pesadez y se puso de cuclillas.

    —Soy pésimo hablando con gente y más con humanos. En el mar es mucha más fácil comunicarse pero allí no pude hacerme un lugar y decidí probar suerte como guía en la superficie, mucha gente necesita ayuda en mar abierto.

    Tragó como pudo y siguió hablando. Parecía querer llorar en cualquier momento y ahí dudaste si él en realidad había visto lo genial que eras o si simplemente él era tan insignificante que cualquier cosa hubiera sido grande a sus ojos.

    —Mi problema es que no tengo su seguridad. Estoy tratando de darme a conocer, de que la gente confíe en mí y me de trabajo pero nadie confía en un tritón.

    Que hablara tanto de si mismo empezó a aburrirte. No necesitabas escuchar la historia de su vida pero al menos ya entendías por qué se había aventurado a hablarte. Posiblemente había invitado a muchos otros con el mismo método que a ti pero ellos lo habían rechazado sin más. Querías hacer lo mismo pero había algo en su voz que no te permitía simplemente despreciarlo. A pesar de tu acostumbrada firmeza te sentías un poco confundida.

    —Yo tengo algo de dinero. No me importaría invitarle un trago, sólo quiero caerle bien. Si luego a usted le parece que yo soy muy poca cosa puede dejarme, a mi me complacería mucho que la gente me viera al menos un minuto a su lado, hablando con usted.

    Al diablo, tu corazón parecía entusiasmarse con sus palabras. No estaba diciendo más que la realidad de las cosas pero te gustaba como sonaba en su boca y llegaba a tu oído.

    En eso llegaron tus súbditos, o lo que sea que fueran. Parecía que te habías detenido más tiempo del que esperabas.

    Gorfel se jactó de haber encontrado una habitación perfecta para ti y Altirayel tenía noticias sobre su prometida. Estaba en una de las cabañas del norte, acompañada por un humano.

    Puedes cortar al tritón en seco y elegir ir a descansar a la posada o ir directamente a completar la misión. Sin embargo, no tienes apuro, podrías aceptar la oferta de ese tritón que está lleno de misterios y, a pesar de que no confías en él completamente, es mucho más interesante que los otros dos trogloditas que te acompañan (además de que incluir en tu equipo a una elfa, que no debe hacer más que querer atención, no te parece muy divertido).
     
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