Ser lo que escribes

Otra vez vuelve a tocar mi puerta. Es un periodista molesto, no se cansa jamás. De cierto modo se parece a mí, aunque jamás diría eso en voz alta.

— ¡Sal de mi propiedad pequeño bastardo! — vocifero observándole por la mirilla de la puerta. Él no se mueve.

— Señor Claston, solo quiero hacerte unas pocas preguntas sobre el libro.— Repite por tercera vez.— Es muy importante. — Oigo el tiritar de sus dientes, tiene frío.— ¡Maldita sea! mi trabajo depende de eso.— Musita por lo bajo pero soy capaz de escucharle.


Abro la puerta.

— ¡¿Eh?!— Veo la sorpresa enmarcada en su cara, pero con rapidez le empujo hacía dentro de casa.— S-señor...

— Cállate.— Le ofrezco un vaso de alcohol a cambio del silencio pero lo rechaza.

— ¿Por qué....— Se detiene a causa de la garganta, parece molestarle.—...¿Por qué abriste la puerta?

— No quiero ser el causante del despido de nadie.— me siento en la poltrona cerca de la estufa.— ¿Y bien? ¿Cómo te llamas?

— Guillermo Palermo Señor.

— Tienes apellido Italiano.

— Sí, mi familia lo es.

Asiento con la cabeza mirando otra vez a la estufa. El silencio es tan cálido que me dan ganas de echar una siestecita, pero no lo hago.— Empieza.— Alzo la voz hacía el pobre chaval y poco más se cae de la silla.

— ¿P-perdona?

— Qué empieces la maldita entrevista.— Puedo oír el sonido tan característico de las hojas de papel y bolígrafo. Y la grabadora del móvil quizás.

— ¿Por qué escribiste "Estrellas en la oscuridad"? ¿Qué te inspiró?

— El aburrimiento.— respondo indiferente.— Y antes que pregunte no, no soy homosexual.— hablo con honestidad.— Tampoco tuve ninguna experiencia homosexual antes de crear ese libro. Todo fue producto del más puro aburrimiento.

Guillermo me observa curioso, seguramente no se fiase de mi palabra. Yo tampoco me fío a veces.

— ¿Aburrimiento? ¿Cómo puedes escribir todo un bestseller solo por aburrimiento?

— La verdad es más extraña que la ficción, dijo una vez Mark Twain.— reflexiono conmigo mismo. Luego, con lentitud giro la poltrona y le observo. Guillermo es un joven guapo, con ojos brillantes,lleno de ganas de comerse al mundo entero. Ojalá se de cuenta pronto que el mundo no se deja comer de un solo bocado.

Y para cuando se ponga a pensarlo, el mundo ya lo habrá tragado. Del mismo modo que me hizo a mí.

— Pero señor Claston....— Amenaza con interrumpir mis devaneos pero le detengo con una única mirada.

— Yo no soy lo que escribo señor Palermo. No te equivoques. — digo.— Del mismo modo que escribí un romance homosexual puedo escribir la historia del más atroz asesino. Y no por ello soy un psicópata, ¿Cierto?

— Por supuesto que no señor...pero, ¿Aburrimiento?

— ¿Por qué no? ¿Es qué acaso debo estar depresivo para escribir?— pregunto sin realmente esperar una respuesta.— Bien, siguiente pregunta.— cambio de tema ya cansado de hablar.

— ¿Te ves reflejado de alguna forma en tu obras?

— No.

— ¿Por qué no?

— Pues porque no, punto.— agarro la botella de cerveza que tenía en el mostrador y vuelvo a sentarme.— Sí quisiera tener protagonismo en algo, coño, me hago un diario. Además, todas las veces que intenté reflejarme en una de mis obras termina por ser una mierda.— me señalo a mí mismo con desdén.— Nadie quiere saber realmente quién soy o que hago de mi vida. Las personas solo desean escapar de su mundo por un corto periodo de tiempo. La vida puede ser más o menos jodida para uno pero, tu eliges como quieres vivirla.

— Señor Claston....

— Sí, ya lo sé, no tiene sentido lo que acabo de decir.— respondo.— Pero a donde quiero llegar es: todos pueden escribir las peores barbaridades, ser tachados de enfermos mas,¿De verdad piensan lo qué escriben? ¿Se sienten reflejados? Quizás sí, quizás no.

No todos son lo que escriben. Pueden ser mucho peores de lo aparentan, o no. Como por ejemplo yo: que no soy homosexual y tampoco tengo complejo de Edipo.