¡Oh señor, dame una razón para creer que las bestias caminan en dos patas! Capítulo I Un vagabundo, un mendigo. Sucio, zarrapastroso, desdentado, sarnoso y de mirada enferma; los hombre solían alejarse de su presencia. En la esquina de la calle Highton un vagabundo todos los días se sienta y espera que le tiren dinero en su viejo sombrero de copa roído y viejo, nunca consigue más que para un cuarto del pan viejo y unas gotas de licor. Pero ese día, un niño de cuna noble tres monedas de oro le dio y con una tierna sonrisa le dijo: —“Dos de oro para comer y una para la buena suerte”. Desde ese día, cruzaba la calle y le entregaba tres monedas de oro, justo atrás de él, una institutriz, un mayordomo y un guarda espaldas siempre con miradas de repulsión en su contra. Y él vagabundo guardaba la moneda de la suerte siempre. Un día se animó a preguntarle —¿Por qué eres tan amable? —Porque todos merecen otra oportunidad, no importa tu crimen. “La esperanza yace en el alma animal” o eso decía madre —dijo con sus manos brazos cruzados tras su espalda y mirando al cielo —Nunca lo entendí, pero siento que tenía que decírtelo —continuó, ahora mirándolo y sonriendo. El vagabundo se quedó pensando en la frase del niño, no tenia sentido ¿Pero que en esta vida lo tiene? —¿Cuál es vuestro nombre señor? —preguntó con la voz levemente alzada desde la mitad de la calle. —Elliot. —Bien, señor Elliot, ha sido un placer conocerlo. Mi nombre es Kraus Corgwin—dijo y se alejó. Con tan solo siete años le alegraba el día. Que chico más extraño. Cada verano el niño regresaba y tres monedas de oro le daba, siempre con una sonrisa afable. Cinco veranos, cinco años. Doce años de vida. Hoy no se hallaba en la esquina de Highton, hoy llegaba tarde porque unos policías lo interceptaron, al cruzar el callejón un chico chocó contra él. —¡Señor Elliot! —el joven muchacho; de cabellos rubios desordenados, su piel blanca ahora roja por el esfuerzo, sus hombros y pecho se movían aceleradamente. —Joven Corgwin —lo sostuvo mientras intentaba no caer con el golpe del menor. —¿Se encuentra usted…? —Escucha… Elliot… —cerró sus ojos tratando de pensar correctamente. —¡Allí está! ¡Agarradlo! —por la entrada del callejón entraron seis hombres con apariencia de mala muerte. —Dénos al chiquillo o perderá su vida. Si es que la tiene —dijo con burla el que parecía el líder y los demás rieron. —No —dijo Elliot y lo puso tras su espalda. El niño se agarró a su chaqueta temblando. —Bien, más diversión para nosotros. Se movieron con habilidad, sacando navajas y pistolas. —Atrás del basurero a la cuenta de tres —el niño asintió — uno, dos —susurraba para que solo el menor escuchara —¡Tres! —el niño corrió al instante comenzaron a disparar, pero logro esconderse. Elliot recibió unas heridas de bala en los hombros, pero logró quitar de las mano las pistolas a los cuatro sus armas, quedaban dos por acabar. Golpeó a los hombres hasta dejarlos en la inconsciencia. Al volver su cuerpo hacia atrás allí vio al niño de mirada asustada en los brazos del líder y la navaja en su yugular. El hombre tenia una sonrisa macabra —Muy fuerte, Cowboy. Pero no lo suficiente —dijo presionando el cuchillo en la yugular. —No es tu culpa, Elliot —dijo el niño. Elliot corrió hacia el hombre, pero fue demasiado tarde, el pequeño caía en su mirar lentamente; al tocar el suelo el sonido grave y ralentizado se gravó con fuego en su mente. Escuchaba muchas risas y un dolor agudo en su espalda. Lo hizo arrodillarse, tosió sangre. Intentó pararse y cayó, entonces se arrastro por la tierra para llegar al niño. Cuando llegó intentó detener la sangre de su garganta, no se detenía. La mirada asustada de sus ojos no se iba, su boca con una expresión de terror. —¡Por favor Dios! ¡No puede! ¡No puede morir! ¡Mátame a mi, pero el tiene porqué vivir! Es joven, amable —con forme hablaba su voz perdía intensidad. Los gemidos de dolor y las lágrimas no le dejaban hablar. Poco a poco su vista se volvió negra. Nunca tuvo nada, su vida siempre llena de penurias, a quien destruyó, a quienes lastimó, era menos que escoria. Y él, precisamente él, tuvo que sobrevivir. La sangre le hervía, sentía su piel se abría y calentaba como el suelo de piedra en verano con los pies descalzo; sentía sus ojos hundirse en el cráneo y tomar otra forma; la boca le dolía, los labios se le congelaron, los dientes escocían y se le caían; sus huesos crujían como cereal en la boca. Su cuerpo entero era más fuerte que la peor tortura de todos sus años ¿Qué le ocurría? —¿Esto… Es… Morir? Continuará...
Conforme los mal vivientes se alejaban, el poderoso sol se iba ocultándose por el horizonte Elliot seguía abrazando el cuerpo del ya difunto niño, la sangre manchaba su –ya de por sí- sucia ropa, también estaba humedecida por sus lagrimas, pero, como se explico anteriormente, Elliot estaba sufriendo un cambio, la sangre le hervía, le crecía pelo por todo su cuerpo, su física cambiaba sus músculos se moldeaban y aumentaban de tamaño al igual que sus dientes, su cráneo cambio de forma para “soportar” todo esto ¿Es necesario que explique que era luna llena? Los maleantes se habían ido y no observaron todo esto, se fueron riendo y el jefe de la banda jugaba con la bolsa llena de monedas que le robo al chico. —¿Cuánto le sacamos al niño jefe? —pregunto uno de los secuaces. —¿Cómo qué que le sacamos? Pues chorros rojos —rio sarcásticamente junto a sus camaradas —No, No, le sacamos lo suficiente para tener una buena cerveza y una buena dama de compañía —rio de nuevo. Tras una larga noche, los asesinos salen del bar en frente del bosque; tambaleando, riéndose, empujándose, apoyándose, algunos se levantaban los pantalones con sus mejillas de color rojo, lo extraño, es que faltaba un miembro del grupo. —¿Jefe? —pregunto uno entre hipos —¿Dónde está Jerry? —¿Y yo que voy a saber? De seguro se fue con esa rubia —rio un poco, de pronto, se escucha algo en la hierba —¡Ve a ver Fredy! De seguro es el inútil de Jerry —arrojando su mano detrás de su cabeza dando a entender que se apresurara, su compañero fue de mala gana gritando el nombre de Jerry, hasta que que se perdió en la oscuridad del bosque, todo quedo en silencio y cuando el jefe se iba a desesperar un grito desgarrador hizo que todos saltaran, lo borracho se les bajo hasta los pies, se iban a asomar a ver qué pudo ocasionar sonido, pero una silueta salió y mordió el cuello de otro de los miembros, ¡Era enorme y temible!, parecía que saboreaba cada bocado, mordía, arrancaba y volvía a morder. Los cuatro miembros que quedaban estaban con los ojos abiertos, temblando de piernas a cabeza, uno decidió sacar su pistola, al quitarle el seguro una de las orejas del animal se movió y rápidamente la bestia mordiéndole el brazo con el que sujetaba el arma. —Ah! ¡Por Dios! ¡Quítenmelo! —gritaba desesperado con lagrimas y golpeando débil mente al monstruo, cada golpe era más y más lento hasta que el brazo cayo. Los tres miembros sabían que no tenía caso pelear con esa bestia de pelo castaño, con garras negras y filosas, ojos amarillos con negro y el hocico cubierto de carne y sangre, decidieron correr, la criatura los vio y los persiguió, uno de ellos se tropezó y grito “¡Ayúdenme malditos!” estirando la mano “No me dejen aquí”, su compañero y jefe no voltearon para nada, lógicamente la bestia lo alcanzo y lo devoro. —¿¡Qué era eso jefe!? —pregunto alarmado. —¡No sé! —contesto desesperado. —¿¡Qué haremos!? —comenzaba a llorar. —¡No lo sé! —contesto alarmado y sacudiendo su cabello. —¡Nos va a matar, nos va a matar! —repetía y repetía mientras se recargaba a la pared y caía lentamente y se cubría los ojos, el jefe sólo lo vio y le apunto con un arma —¿¡Qué!? ¿¡Qué hace!? —pregunto más asustado. —¿No lo ves? —rio con un tono de locura —Es una bestia y las bestias persiguen el rastro. —No —decía entre llantos —,por favor ¡No!... ¡No! —y se escucho el balazo. El jefe saco una navaja y corto un miembro del cuerpo muerto de su compañero, lo llevo consigo por toda la ciudad hasta que encontró a un perro, se arranco un pedazo de su camisa y amarro el miembro amputado de su compañero e hizo que saliera corriendo. De esta forma, la bestia iba a seguir el rastro de ambos. Sin embargo, este desgraciado corrió con mucha suerte, la dulce luna ya se estaba ocultando y el sol comenzaba a emerger nuevamente. La bestia se arrastraba en vez de correr como lo hizo en la noche pasada comenzaba a arrastrarse; su pelo, sus músculos, sus garras y dientes afilados se hacían más pequeños, hasta que se convirtió nuevamente en el sucio y pobre vagabundo Elliot, con su último esfuerzo logro llegar a los pies de la escalera de una iglesia, el Padre salió y al ver al pobre hombre desnudo y tirado, entro y saco una manta con la que lo envolvió y lo llevo a dentro.
Capítulo 1: Esta primera parte me gustó mucho, pareciera que se trata de uno de esos relatos que vienen con moraleja, lo digo porque algunas oraciones tienen una sintaxis bastante particular, sus componentes están dispuestos de una forma que le dan otra musicalidad, como en "Cada verano el niño regresaba y tres monedas de oro le daba...". En pocas palabras palabras lograste construir una relación enternecedora y con cierto halo de misterio, porque quedaba el vacío de conocer la historia del niño y el significado de su frase sobre "el animal". Una verdadera pena que haya tenido que morir de esa forma. Hablando de su muerte, la transición hacia el terrible drama de la muerte me pareció fantástica. La narración se adecuó al cambio de ritmo pero, por sobre todo, los sentimientos de Elliot fueron plasmado de una manera bastante buena, su angustia nos golpea. No hay errores que sean necesarios marcar, eso lo que puedo agregar por último. Capítulo 2: De ésta segunda parte tengo que rescatar la siguiente oración: La presencia conjunta de ambos clíticos, el "se" y el "se" de "ocultándose" me pareció que no quedó muy bien. Cuando leí esta parte me pareció algo redundante. Lo correcto sería deshacerse de uno de los dos, de modo que quedaría, o bien "...se iba ocultando" o "...iba ocultándose", que me parecen a mí más aceptables. Los errores ortográficos son bastante frecuentes: faltan tildes en varios lugares y a otras oraciones también les hace falta la presencia de comas o puntos y seguidos. Procuren estudiar con detenimiento el tema de la acentuación y la puntuación. Pero sintácticamente, es decir, en cuanto al armado de las oraciones, todo va bien. Igual, debo admitir que no me gustó los matices que adquirió el fic a partir de éste punto. Imaginaba que el "alma animal" aludía a alguna metáfora, quizás a una cuestión moral, pero de ningún modo me imaginé una transformación en hombre lobo. Es opinión personal, eh, porque de todas formas los acontecimientos se conectan con coherencia. Saludos a los dos, me verán en el próximo capítulo :D.
Um, me fijo que no tiene el tercer capítulo. ¡Y eso que di tiempo! Se evaluará lo que se pueda con lo que se tiene. Capítulo 1: Opino como Bruno, me encantó la primera parte, tiene una narración peculiar, adornada sin exageraciones, con un ritmo dulzón, adecuado para lo que quieres demostrar. Esa simpatía/lástima que adquiere el niño por el hombre, creando un vínculo que es casi impalpable, pero para Elliot resulta ser una gran amistad, es solo gesto. Oh, triste encuentro con esos hombres :c La codicia y le venganza, la simple naturaleza humana moverá, así de fácil, qué cruel realidad :c Le imprimiste la fuerza necesaria. Capítulo 2: Tantos 'su' en el primer párrafo me asdsa, no sé, no es agradable. Siento que no lograste compenetrarte a lo que transmitió Thi, te faltó ese dramatismo de cuento de hada el que ella le colocó, terminaste llevando todo a esa crueldad que quita el encanto de lo ya logrado. Y se fueron a lo literal con la frase que les di :c admito que estaba filosófica ese día, pero bueh. Faltó cuerpo a este segundo capítulo. No pudieron dar esa continuidad en la historia, es como si fueran totalmente independientes. Quizás con el tercer capítulo hubiese podido darle mejor sazón :c Saludos.