One-shot de Naruto - Secretos [Oficios estilo Naruto]

Tema en 'Fanfics Terminados de Naruto' iniciado por MelodiaVal, 10 Octubre 2015.

  1.  
    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

    Tauro
    Miembro desde:
    5 Agosto 2009
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    664
    Pluma de
    Escritora
    Título:
    Secretos [Oficios estilo Naruto]
    Clasificación:
    Para niños. 9 años y mayores
    Género:
    Drama
    Total de capítulos:
    1
     
    Palabras:
    4530
    Hola ^^ pues bueno bueno, vine a publicar mi relato del concurso de oficios estilo Naruto jajaja. El personaje que me tocó fue Karin, y su empleo fue Empacadora de supermercado. Debo decir que desde un primer momento me agarré la cabeza porque no sabía bien qué podría hacer con ella, más sin embargo, luego me vino la inspiración. Puede que el relato resulte un poco predecible o cliché, pero sinceramente, espero que lo disfruten tanto como yo disfrute escribiendolo :) ¡un saludo!

    Psd: no se dejen llevarr mucho por el género, es que sinceramente, me costó escoger uno jajaja de todos modos, dejaré a su juicio como quieren catalogar el texto.

    -----------------------------------------------------------------

    Secretos

    Pocas eran las personas que sabían de Karin algo más que su apellido, y que era la indiscutible reina de los corredores de la Academia Konoha. Bonita, adinerara, seductora, Karin era un misterio andante de curvas pronunciadas y ojos llameantes, capaz de provocar estragos en quien se atreviera a ahondar en ellos desempañando sus lentes. Astuta como el zorro e intimidante cuan depredador, la chica no era tonta ni mucho menos sumisa, era una mujer fuerte, codiciada y de exquisita imagen, ese tipo de personas cuya presencia abre caminos al pasar. ¿Vanidosa? Para nada, simplemente era una joven consciente de sus virtudes, alguien quien siempre supo hacerse respetar y que su nombre corriera de boca en boca a causa de su simple presencia.


    Karin siempre fue la reina del instituto. Pero un día, de la nada, su corona se cayó.


    “No sé qué le ocurre, está tan rara…” “No tiene sentido acercárnosle mucho…” “Mira, de nuevo está con él, no lo entiendo”.


    Karin pasó de ser una mujer indomable, a ser la sirvienta de Sasuke Uchiha, un joven de familia adinerada con una innegable prepotencia acompañada de un carácter por demás indeseable. Un día, de la nada, simplemente apareció a su lado y si bien su rostro no denotaba alegría alguna, esta no se alejó de él en ningún momento. Karin comenzó a llevarle las tareas y trabajos al muchacho, quien jamás le soltó un solo gracias, le preparaba el almuerzo y de a poco, se iba alejando de su grupo de amigas para evitar cuestionamientos incómodos. “Tenemos química” había dicho sin mucho más, alegando que al ser ella la chica más guapa y él el más popular, era lógico que se llevaran bien. A sus amigas no pareció convencerles del todo la explicación, pero como siempre, ninguna fue capaz de cuestionarle nada, más allá de que incluso la misma Karin entendía que era de las mentiras menos convincentes que había dicho en su vida.


    Karin ocultaba un secreto, pero si bien esa afirmación tenía pies, allí no había cabeza alguna con la cual dar. No había nada que desentrañar, no solo porque ella fuera esquiva, sino porque la única persona que parecía saber algo respecto al asunto era precisamente el joven menos hablador de toda la academia, Sasuke.






    —Sinceramente, no comprendo qué está ocurriendo con ella —alegó Sakura mientras guardaba algunos libros en su casillero y veía a su amigo Suigetsu encogerse de hombros. La realidad es que no lucía demasiado interesado en el asunto de Karin, más allá de que su compañera de cabello rosado llevara su tiempo atenta y preocupada.


    —¿Estás segura de que lo que te molesta no es más bien el hecho de que esté pasando tanto tiempo con el Uchiha? —interrogó el muchacho en tono burlón, ganándose una mirada asesina por parte de la joven de cabello rosado, quien azotó el casillero antes de largarse molesta.


    —Idiota —escupió Sakura en lo que se retiraba y él reía.


    Era de público conocimiento que Sakura Haruno estuvo toda su vida detrás de Sasuke. El hecho de que este jamás hubiera aceptado sus sentimientos también era algo que todos sabían, más sin embargo, la muchacha de cabellos rosados pensó que el problema no era ella sino más bien él, a quien no figuraba en pareja con nadie. Ver como su amiga Karin de un día para el otro se mostraba tan pendiente y cercana al joven la había devastado de sobremanera, pero no quería demostrarlo ni aceptar la idea de que allí pudiera haber una cuestión amorosa de por medio; confiaba en la chica pelirroja a pesar de todo y estaba segura de que allí tenía que haber algo más. Había comentado este asunto con Suigetsu hacía ya un tiempo atrás, solo que evidentemente, a él le importaba tanto como la nada misma.


    El chico vio a su amiga alejarse y emitió una breve expresión de molestia. Sabía que se enfadaba con facilidad y no era como si sintiera deseos de correr tras de ella, por lo que revolvió su casillero y tomó sus cosas para largarse a casa luego de un día que se le había antojado agotador. De salida, pudo ver como el muchacho de cabellos negros le decía a su compañera de lentes que necesitaba un ensayo para la semana entrante y esta asentía sin rechistar. Tan pronto como Sasuke se alejó y Karin quedó sola, Suigetsu no pudo evitar silbar de modo exageradamente sorprendido, previo a hablarle a la chica


    —Qué fuerte. Casi pareces un cachorro golpeado —provocó el chico logrando que la pelirroja automáticamente agriara el gesto mirándole con odio. Nunca habían terminado de llevarse bien con Suigetsu y su presencia le fastidiaba demasiado.


    —Piérdete, imbécil.


    Karin no hizo siquiera el intento de disimular lo fastidiada que se hallaba, pasando del chico mientras se iba hacia el lado contrario del Uchiha, pero las palabras afiladas del muchacho de ojos púrpura la obligaron a detener su paso.


    —Luces como una patética esclava. ¿No te sientes denigrada caminando tras de Sasuke como un perrito? —se burló el chico, provocando que los ojos refulgentes de la joven se clavaran en él atravesándolo de lleno.


    Karin pareció no dudar demasiado de su accionar mientras se acercaba a Suigetsu y con todas sus fuerzas propinaba una patada tan fuerte en el vientre del muchacho, que le hizo caer de espaldas contra el suelo.


    —¡Tú no sabes nada, cierra la boca, tarado! ¡No vuelvas a dirigirme la mirada!—gritó la pelirroja en lo que Suigetsu se retorcía un poco, evidentemente adolorido. Era cierto que sabía que la chica era agresiva pero no se esperaba tal golpe. <<¿Y a esta loca qué le ocurre?>> se preguntó cuestionándose si seguir fastidiándola o si dejarla por las buenas, desistiendo de seguir molestando al percibir un brillo extraño en sus gafas.


    A lo mejor sería el reflejo de sus lentes, pero Suigetsu estaba casi seguro de que Karin estaba llorando.





    Suigetsu podía ser frío y por demás molesto, pero al momento de ver a Karin llorar sintió como si algo se le removiera en el vientre y le obligara a meditar con respecto a la imagen. Fueron días de no poder deshacerse de esa imagen que lo perseguía desde lo más recóndito de su inconsciente, y ya se estaba sintiendo sumamente fastidiado de no hallar un por qué a sus constantes preguntas. Estaba acostumbrado a las agresiones de la chica, ni siquiera la patada le pareció lo suficientemente dolorosa, pero el hecho de ver llorar a alguien con una mirada de miseria indisimulable, siendo que durante tanto tiempo fue un ser fuerte e imponente, era doloroso hasta para él. Nadie que haya visto a Karin en sus momentos dorados podría soportar sus ojos heridos por más de unos segundos penetrándole; simplemente era vergonzoso, patético, era… <<deprimente>>.


    —Oye, mamá dijo hace un rato que fueras a hacer unas compras al súper.


    El muchacho se hallaba tirado en el sofá mirando a la tv sin verla realmente, cuando la voz de su hermano le interrumpió el hilo de sus pensamientos. Le había costado un poco reaccionar a ellas, puesto que verdaderamente, se había dado con que el tema de la pelirroja últimamente lo traía muy absorbido.


    —¿Y por qué no vas tú? —preguntó con cierta molestia el chico de cabello blanco, arqueando una ceja.


    —Porque te lo pidió a ti hace cosa de una hora y yo estoy vigilando las ollas con la cena. La lista está en la heladera, mientras más pronto vayas más pronto regresarás.


    Suigetsu dedicó una mala mirada a su hermano pero soltando un suspiro optó por marcharse. Fue al supermercado más cercano, pero se dio con el disgusto de que este estaba cerrado ya que era relativamente tarde. <<Demonios>> farfulló para sí mismo mientras decidía ir al súper 24 horas que quedaba a unas cuantas calles más de donde estaba; no era como si en su casa estuvieran acostumbrados al “está cerrado”, por lo que prefirió evitarse problemas con su madre y caminó un poco más para hacer las compras.


    El supermercado al que fue era relativamente pequeño y no tenía muy buenas pintas, lo que lo llevaba a evitarlo siempre que podía. Hacía meses que no tenía la necesidad de ir, pero el asunto era que pasada la hora de cierre de los locales en general, no tenía mucho de donde escoger para ir a comprar. Se hizo con las cosas que estaban enumeradas en la lista y una vez habiendo cargado con todo, caminó hacia la caja para pagar sin dar verdadero crédito a lo que sus ojos veían.


    —Que tenga buenas noches, vuelva pronto. ¿Quién sig…?


    La sonrisa de la muchacha de cabellos rojizos se había borrado por completo al darse cara a cara con Suigetsu. Y es que la ciudad era enorme y jamás en la vida hubiera esperado que nadie de sus conocidos apareciera en el supermercado en el que trabajaba como empacadora, nadie, y por supuesto mucho menos él.


    —¡¿Qué estás haciendo aquí?! —exclamó visiblemente furiosa mientras la cajera la observaba completamente perpleja, evidenciando que jamás había visto a la muchacha en esa actitud.


    —Pues… comprando, como ves. Y realmente admito que no me esperaba esto… —el muchacho no pudo contener una leve sonrisa burlona que asomó sus labios mientras contenía una carcajada—. ¿Empacadora de supermercado, en serio? Creí que eras una niña rica de mamá, ¿a qué estás jugando, Karin?


    —¡¿Y a ti que te importa infeliz?! ¡Lárgate, deja de seguirme, eres un maldito acosador! —acusó la mujer completamente roja, mientras sus ojos comenzaban a lagrimear y propinaba un bofetón al chico.


    La realidad era que Suigetsu no había podido evitar reírse al comprobar que la reina y diva del colegio trabajaba de empacadora de supermercado. Sin embargo, al verla llorar y sentir arder su rostro, le fue imposible no coger la muñeca de la chica con fuerza mientras esta lo miraba con odio y los ojos llorosos, tratando de quitárselo de encima; había sido un acto reflejo por parte de él, pero incluso sin ser totalmente consciente de su accionar pudo percibir que había lastimado a la chica.


    —¿Qué está ocurriendo aquí?


    La voz de un hombre se impuso por encima de los quejidos de la pelirroja, y un hombre de cabellos negros y ojos rojos separó al albino de la chica mientras miraba al par, visiblemente enojado. Para Suigetsu fue imposible no mirarlo correspondiendo el gesto mientras pensaba en que el chico le resultaba terriblemente conocido. Y es que solamente un Uchiha podía tener una mirada tan fría que provocara dolor cuando te observaba directamente.


    —Karin, ¿me puedes explicar que está ocurriendo aquí? —interrogó en tono serio y autoritario; no gritaba, pero no era como si con su simple presencia no alcanzara para intimidar a quien se le pusiera enfrente.


    —Lo siento Itachi.


    —El asunto aquí no está en pedir perdón. Pero este no es lugar para hablar de esas cosas —alegó el hombre mientras observaba de reojo al joven albino, mordiéndose la cara interna de la mejilla. No le gustaba ser severo, sin embargo, había situaciones que resultaban terriblemente oprimentes—. Ve a lavarte la cara y a respirar algo de aire fresco. Te quiero en mi oficina tan pronto te sientas más consciente de tus actos, esto que has hecho es grave —sentenció el hombre en lo que la chica asentía y se retiraba del sitio con la cabeza en alto mientras apretaba la mandíbula para no quebrarse allí mismo. Karin siempre había sido orgullosa a pesar de todo.


    Ciertamente, los actos de la joven ameritaban un despido, y eso era algo que a Suigetsu le había calado luego de observar todo el espectáculo que se había montado, dudando de qué fue lo que había ocurrido que llevó a la muchacha a comportarse de manera tan irracional.


    —Quiero pedir disculpas en nombre de la empresa —alegó el hombre, quien traía una placa de gerente la cual confirmaba las dudas del joven de ojos púrpura. El hombre de cabellos negros se trataba de un Uchiha.


    —Está bien. ¿La despedirán? —interrogó Suigetsu sin dar demasiadas vueltas, a lo que el hombre más alto miró a un lado con cierta culpa.


    —Es probable. Primero es mi responsabilidad como gerente hablar con ella. Permítame empacar sus cosas —ofreció el mayor como queriendo dar por zanjada la conversación, haciendo que Suigetsu asintiera en silencio. No sabía bien qué decir, por lo que prefirió callar mientras aún sentía su cara arder de la bofetada.





    El día en que la familia de Karin quedó en bancarrota esta sabía a lo que se exponía, pero jamás creyó que el momento de enfrentarse a su realidad llegaría tan pronto. El hecho de que Sasuke fuera hermano de su supervisor y tuviera que pagarle por su silencio de por sí le parecía demasiado malo, pero ¿el imbécil de Suigetsu en su trabajo, riéndose de ella? Con 16 años no era como si pudiera aspirar a mucho más, y si bien no era un trabajo muy glamoroso, la familia tenía que comer y ella debía de colaborar, era grande, entendía de qué iba el asunto más allá de que pensara que no era necesario que todo el mundo se enterara de sus problemas económicos.


    La chica miró su muñeca amoratada mientras el viento agitaba sus cabellos. Haciendo caso a Itachi, fue a lavarse la cara y luego optó por ir al estacionamiento y sentarse a pensar un poco, todavía sintiendo el dolor la articulación, fruto de la reacción de Suigetsu.


    —Hola. ¿Puedo sentarme?


    << Y hablando de Roma… >>.


    Ciertamente, la chica no se esperaba que luego de todo el jaleo montado en el interior del supermercado, el muchacho todavía se atreviera a acercársele. Lo miró con un gesto agresivo por encima de sus ojos llorosos y sus mejillas rojas de vergüenza, escupiendo un “no” sumamente áspero y pesaroso.


    —De todas formas no eres mi dueña —sentenció el chico dejándose caer a su lado, antes de que Karin hiciera amague de irse—. Tú te quedas —murmuró él mientras la tomaba una vez más de la muñeca y ella emitía un quejido de dolor; tenía demasiado violeta, lo que le hizo pensar al chico que existía la posibilidad de que le hubiese fisurado o algo por el estilo—. Vaya, lo siento.


    —No, no lo sientes. ¿Qué haces aquí, qué quieres, no tuviste suficiente con lo de allí adentro, tienes algo contra mí que tanto me buscas? ¡Aquí estoy, puedes decírmelo si no te alcanza! Ya no tengo nada que perder, engendro —exclamó Karin terriblemente molesta; no había manera de que se calmara con ese chico al frente y este era consciente de que la joven no solo se encontraba terriblemente fastidiada, sino que también además estaba dolida, derrotada.


    —Vamos, que tampoco me reí adrede, tonta. Simplemente fue una situación un tanto…


    —¿Patética?


    —Yo no iba a decir eso.


    —Lo dices siempre, Suigetsu, no hace falta que finjas ahora.


    El chico resopló molesto mientras Karin se mantenía sentada inmóvil mirando su muñeca. Este la miraba de reojo y le fue imposible no sentir que no se había comportado nada bien, lo que le llevaba a sentir una culpa sin nombre. No quería ser así con ella, no cuando no daba batalla, a él le gustaba molestarla cuando percibía que por un instante podía penetrar en ella y cortar por el medio esa careta de princesa que siempre tuvo, pero si no volvía en sí, si no se reincorporaba, ¿qué sentido tenía ser cruel con ella? Era odioso verla de ese modo.


    El silencio se mantuvo por un rato hasta que Suigetsu se cansó. No quería lucir impaciente, pero no tenía toda la noche para perder sentado allí pretendiendo ser psicólogo.


    —¿Y bien?


    —¿Bien qué?


    —¿Por qué estás trabajando aquí, qué pasó? Hasta hoy a la mañana no usabas una sola prenda que no fuera de marca y ahora estás aquí acomodando mis compras en una bolsa. ¿Qué ocurrió?


    A Karin le molestaba tener que hablar del asunto cuando el chico se portaba de modo tan prepotente. Pero lo cierto era que en el fondo, sentía muchas cosas que deseaba descargar y no había podido hasta el momento. En su casa debía de ser fuerte por sus padres. En la escuela debía de ser fuerte para mantener su imagen y en el trabajo, debía de ser feliz para relacionarse con el mundo. Nadie jamás se había sentado a escucharla, mucho menos cuando sus ojos escurrían de tal forma. Lo había intentado una vez con Sasuke, puesto que quería creer que a pesar de lo que hacía, podría apelar a su parte humana confesándole sus sentimientos con respecto a la situación que estaba viviendo y conseguir no solo que guardara su secreto por las buenas, sino también algún tipo de desahogo. Pero eso nunca ocurrió, y al haber sido la frialdad del Uchiha lo más próximo que tuvo a una charla de apoyo, las palabras de Suigetsu, por más odiosas que pudieran resultarle, se le antojaban mil veces mejor que la nada absoluta en la que estuvo sumergido los últimos meses.


    —La empresa de papá se fundió hace unos meses —comentó desganada, mientras respiraba hondo. Su voz no sonaba temblorosa ni mucho menos, pero era imposible ignorar el hilo de lágrimas que escurría por sus mejillas—. Pensamos que podríamos remontar vuelo, no parecía algo tan grave… pero sí lo fue. Y al final, entre subsidiar a los desempleados y sobrevivir nos quedamos sin nada.


    >>Tuvimos que abaratar costos, pero de todos modos parecía que no existía manera de llegar a fin de mes, así que nada, simplemente decidí trabajar. Mis padres me necesitaban pero ellos nunca me iban a pedir algo así, a lo que simplemente lo hice por decisión propia más allá de que no quisiera que nadie se enterara de lo que hacía. Me daba vergüenza. Y mi maldita suerte dio con la casualidad de que mi gerente es hermano de Sasuke y este se enteró.


    La chica hizo una pausa agachando la cabeza con resignación. Una resignación por demás angustiando decoraba su rostro.


    —Tuve que pedirle a Sasuke que no dijera nada, pero el muy infeliz parece que no es capaz de mantener el pico cerrado a menos que le des algo a cambio. “No me interesas, así que no veo por qué tendría que guardar o no tu secreto” —imitó de manera burlona la chica con los ojos centellantes, mientras el chico intentaba contener una risa a causa del gracioso gesto—. Su silencio absoluto resultó ser un poco más caro de lo que pensé. Pero intento convencerme de que es el precio a pagar por no ser humillada.


    —Pues, siento decirte que lo que dices no tiene ningún sentido. Es más, ahora me pareces incluso más estúpida que antes, siento no empatizar contigo.


    Karin miró al chico con los ojos muy abiertos y el ceño fruncido; se hallaba incrédula ante sus palabras. ¿En serio, se había abierto a él y solo podía devolverle diciéndole eso?


    —Dios te libre si algún día quieres ser psicólogo. Porque jamás he conocido nadie tan idiota como emularte —mencionó enfadada la chica decidida a pararse y largarse, antes de que Suigetsu la sujetara del hombro obligándola a quedarse sentada; podía resultar un poco bruto a veces, y si bien Karin lo miró feo por su gesto, se quedó inmóvil temerosa de que su hombro sufriera el mismo destino que su adolorida muñeca.


    —A lo que voy, Karin… ¿cuál es tu miedo de decir que trabajas aquí? ¿Qué te humillen? ¿En serio piensas que la gente es tan tonta?


    —¡Te burlaste de mí en mi propia cara!


    —Pero yo no soy todo el mundo lela, y me burlaría de ti así fueras la reina de Roma, que tu odio me da de comer —aseveró el chico mirándola con mala cara—. ¿En serio no te das cuenta que luces todavía más patética dejándote pisar por Sasuke que admitiendo de una vez que estás trabajando?


    —No creo que nadie tenga por qué meterse en mi vida económica —afirmó la muchacha.


    —Pues bien, felicidades por ti. Pero decir “estoy trabajando” no es lo mismo que decir “soy una pobre diabla y ya no puedo pisarles las cabezas porque no tengo dinero”. En lo personal, me parece mucho más digno de una princesita como tú admitir que esta siento autosuficiente que lamerle los pies a alguien como Sasuke en vano; no es como si te estuviera dando nada realmente, porque a fin de cuentas, tu dignidad a los ojos del mundo la perdiste cuando le empezaste a hacer la tarea y ni siquiera tienen que saber que eres pobre para pensar eso.


    —No soy pobre.


    —Me importa una mierda. Y al resto igual, ¿sabes?


    La muchacha miró a Suigetsu quien bastante ofuscado por la naturaleza de la charla, había apoyado la espalda contra la pared mientras colocaba sus manos en la nuca. Era más que obvio que no estaba acostumbrado a comportarse de ese modo, y Karin debía de admitir que su esfuerzo sumaba puntos a la acción que estaba llevando a cabo porque este era por demás notorio. La chica miró al cielo, siguiendo la línea de visión de él, antes de volver a articular con la cabeza todavía dando vueltas sobre lo que le había dicho recién el chico.


    —¿Por qué me dices todas esas cosas, estás enfermo? —preguntó la chica, haciendo que el muchacho bufara con notoria molestia mientras se paraba murmurando un “no sé ni para qué me molesto. Suigetsu tronó sus dedos y entonces miró a Karin quien se sorprendió del cambio brusco de actitud del chico. No pareció contento con su pregunta, y se dio cuenta de ello cuando este cogió su bolsa y la miró con desdén desde arriba.


    —A veces con decir gracias alcanza, idiota. Yo me largo, ya hablé demasiado. Piensa lo que quieras, ya no me importa.


    Suigetsu comenzó a caminar mientras Karin le miraba la espalda con los ojos sumamente abiertos, bastante sorprendida de eso último que le había dicho. No porque su trato fuera nada del otro mundo, sino porque por primera vez en años que llevaban de conocerse, era la primera vez que era ella quien acababa por molestarle a él.


    —No le acepté el perdón —murmuró para sí misma mirando su muñeca, antes de pararse y sacudirse para entrar a hablar con Itachi. No sabía lo que le deparaba el destino, pero el punto era que no estaba lista para perder su empleo, y no dejaría que esto ocurriera tan fácilmente.





    Ese día, tan pronto como Karin ingresó al colegio, todo pareció teñirse de energía de modo inmediato. Esa aura extraña con la que había estado cargando el último tiempo se había visto esfumada como por arte de magia, y la reina atravesaba el lugar a grandes zancadas con la misma seguridad y fortaleza que la habían caracterizado siempre. Karin tenía en vista un objetivo y no dudó demasiado en llegar hasta él, un muchacho de cabellos negros que guardaba algunas cosas en su casillero, y la miró con extrañeza al momento de percibir como la joven le tendía sus libros y cuadernos.


    —¿Terminaste? —interrogó este como si nada.


    —No. Son tuyos. No haré más nada por ti, Sasuke, creo que ya sobra con todo lo que te ayudé —moduló la pelirroja mientras trataba de no sonar completamente agresiva.


    El chico tomó los libros y los miró con cierto aire pensativo, antes de volver sus ojos negros hacia Karin.


    —Sabes que no hay silencio que valga para mí ahora.


    —Lo único que sé es que yo no soy perro de nadie —sentenció la muchacha con la decisión escrita en el rostro, antes de dar media vuelta y largarse sin voltear hacia atrás ni por un instante; tenía varias otras cosas que hacer, entre ellas buscar a sus amigas y preocuparse por sus propias tareas.


    —Muy bien, cuatrojos, veo que al fin y al cabo no estaba hablando con la pared —se dejó oír una voz, haciendo que la chica suspirara mientras se cruzaba de brazos y volteaba a ver; Suigetsu estaba recargado contra unos casilleros y había observado todo lo ocurrido desde el anonimato.


    —No sé a quién le dices pared, zopenco, pero si hay algo que no soy es plana —alegó la chica sonriendo de medio lado, antes de acercarse a un muchacho que no dudó en retroceder un paso por precaución.


    Sin embargo, lejos de cualquier reacción esperada, la muchacha de cabellos rojos le tendió la mano a Suigetsu mientras este le miraba sorprendido. “Anda, tómala” le había animado ella mirándole con un gesto más suave del que acostumbraba ver en su rostro, y con cierta duda grabada en el rostro, finalmente el chico de cabellos blancos aceptó tomar la mano de la joven mientras esta la estrechaba con firmeza.


    —Gracias por todo —dijo sin aportar nada más, provocando que la cara del muchacho se tornara en una incógnita por demás cómica, que no cambió hasta luego de unos instantes en que finalmente, el chico pudo articular.


    —No hay de qué. Pero no vayas a creerte que ahora somos amigos, mensa —se rió altanero el chico, viéndose correspondido por Karin que le acompañó antes de retirarse con un guiño y un beso al aire que dejó levemente sonrosado al muchacho de cabello albino. Karin no era una chica cualquiera, simplemente era el deseo de todo hombre, y más allá de lo que pudiera o no sentir Suigetsu hacia ella, el hecho de que era atractiva y podía hacer sonrojar a quien quisiera era algo que no podía negar ni él.


    Karin no tardó en acercarse a sus amigas quienes la miraron un tanto extrañadas de que luego de tanto tiempo les hablaran. Al principio parecía que la cosa se había tornado en un ambiente complicado, pero era innegable que las chicas extrañaban a la pelirroja, y en contraparte, esta se hacía extrañar con facilidad. La charla se tornó cada vez más normal mientras el flujo de lo normal seguía su correspondiente cause, haciéndole entender a Karin que lo único de lo que tenía que avergonzarse no era de sus decisiones, sino más bien de sus temores.


    —¿Quieres que nos juntemos esta noche en casa a ver películas, Karin?


    —Lo siento muchachas, hoy trabajo. Pero siempre podemos merendar juntas —propuso risueña la pelirroja, ya sin temer a las preguntas y a los prejuicios. Ella sabía quién era y por qué hacía lo que hacía, no necesitaba que nadie más la juzgase.
     
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    Bugs Bunny

    Bugs Bunny Die Hexe Usuario VIP

    Piscis
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    Vuelvo a andar leyendo las historias que entregaron y me alegro porque de todas, consideré a la mayoría muy apta para pisarse los talones entre los primeros lugares, y eso como jueza me dejó satisfecha.

    Como te dije, tu escrito tuvo cierto toque inesperado, ver a Sasuke de villando cuando generalmente se le anda justificando la actitud de perro herido fue agradable, más que nada porque no todo acabó en un romance ni forzado con Suigetsu, ni ridículo con Sasuke, sería eso lo que más me gustó.

    Saludos.
     
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  3.  
    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

    Tauro
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    Escritora
    Tus comentarios me hacen el día x3 pues realmente me quedo muy satisfecha con que haya gustado >w< llevaba mucho sin escribir fanfics y realmente me costó un poco agarrar a Karin ya que nunca la usé mucho, tuve que hacer mi buena investigación al respecto. Creo que un romance hubiera quedado demasiado forzado... así que me limité a enfocarme en el centro de la historia que era Karin y como sobrellevaba su situación n.n de veras gracias por comentar linda :3 un saludo!
     
  4.  
    Tarsis

    Tarsis Usuario VIP Comentarista supremo Escritora Modelo

    Cáncer
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    Escritora
    Tenía tiempísimo sin leerte Cendri, y vuelves con esto... *-* Me dejó encantada.

    Me encantó la actitud de Suigetsu, porqu eera así como, ahí debe haber gato encerrado, esa no es ella, que le hablaba con crudeza y sin miramientos. Y eso fue lo que justamente la hizo reaccionar.

    No hay que avergonzarse, no todos nacemos con las mismas facilidades económicas, y tampoco es algo eterno, puedes perderlo. Al final es sólo dinero. Trabaja ¿y? Seguro que no es la única. Mantenerse orgullasa, y como se lo espetó en la cara a Sasuke, que ella no es perro de nadie, me encantó.


    Buenísimo *-*
     
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  5.  
    MelodiaVal

    MelodiaVal Noctambula

    Tauro
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    Escritora
    Aish Tarsis mona <3 me alegra verte aquí *-* pues creo que mi manera de escribir cambio bastante con el correr de los años jajaja al menos es algo que yo noto xD (más que nada por el hecho de que mis historias viejas me dan cáncer de ojo). Por otro lado quería hacer un enfoque en que a veces las cosas no son color de rosa, y que no siempre todo va a ser miel sobre hojuelas, más cuando tenes que abrir los ojos a algo que te está ocurriendo. Traté de hacer algo con el caracter raro que tienen esos dos y su manera de llevarse xD debo admitir que quedé bastante satisfecha con el resultado.

    Por otro lado, ciertamente, uno no debería avergonzarse de esas cosas uwu pero hay gente para todo, ¿lo sabes, verdad? He tenido la suerte de cruzarme a una que otra persona en condiciones de Karin y bueno xD

    Realmente me alegro que te gustara *-* siempre es un placer tenerte por aquí <3 te loveo lindaaa nwn
     
    Última edición: 28 Octubre 2015
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