En ese enorme mall era fácil perderse, pero no importaba ya que de alguna u otra manera siempre terminarías encontrando algo nuevo. Recuerdo que una vez me encontré con un grupo de amigos de la escuela y nos quedamos horas hablando de como odiábamos los parques y como toda esa gente falsa y superficial iba a “regocijarse” en esos umbrales de la naturaleza. Es simplemente penoso y repugnante inclusive pensar en esos lugares, pero lo mejor es la experiencia de poder hablar esas cosas con toda la maravillosa gente que hay a mi alrededor. No me gusta criticar mucho, pero no puedo evitarlo cuando veo esos enormes carteles mostrando a personas perfectas en los afiches de modas o de ropa interior, con sus barrigas arrugadas o con alguna muestra de grasa, sus rostros con espinillas y su cabello seco y enredado, me hace pensar en lo fea que soy con mi cabello rubio liso, mi estómago plano y mis enormes senos duros, lamentablemente debo vivir con mi cuerpo común y corriente y muchas veces veo y sueño como los hombres persiguen a esas mujeres, mientras que yo miro a algún hombre y no veo más que una expresión de asco por parte de ellos. Lo que ellos no entienden es que son tan imperfectos como yo, llenos de músculos y con unos risos bien ordenados y horribles, es como si se creyeran el cuento que son gordos y hermosos. Simplemente no lo entiendo. Algunas veces miro esos afiches publicitarios y me pregunto cómo sería si en vez de ese modelo de mujer ideal gorda, celulítica y desordenada, con ropas que les acentúan la gordura y sin ninguna pizca de maquillaje fuera algo más normal, es decir, una mujer alta, de senos levantados, sin grasa en el cuerpo, y traseros levantados y redondos. Pensaba continuamente qué sería romper esos cánones de belleza imposibles de alcanzar. A veces sueño esas cosas mientras compro mis zapatos o alguna fruta para el almuerzo. Vale soñar, vale soñar.