Escape Room Sala de descompresión 5

Un dolor punzante en la sien hace que te remuevas en el lugar, zozobrando de forma intermitente entre el sueño y la vigilia. Al abrir los ojos con lentitud, como si los párpados te pesasen de más, te cuesta un par de segundos acostumbrarte a la luz de la habitación, a pesar de ser realmente tenue. Te recibe un techo blanco y aséptico, y unas paredes que te resultan... más curvas de lo normal. El olor de la habitación te transmite una mezcla de humedad, metal, goma y... cierto toque a agua salada.

El lugar, completamente insonorizado, impide que ningún ruido llegue a ti. Y, por si fuera poco, no estabas sola. Una chica de aproximadamente tu edad, de cabello gris ligeramente revuelto aún dormitaba en la cama contraria, ajena a que habías recobrado la consciencia. ¿Siquiera... sabías quién era ella, en primer lugar?

Contenido oculto

Al incorporarte, tu primer pensamiento es tratar de recordar dónde se supone que te metiste. Pero decenas de lagunas negras te responden con un silencio pesado y frustrante. Al mirarte los brazos, notas un reloj extraño, que no recuerdas tener ahí anteriormente. Blue Pair... ¿Qué significaba eso? En esas te encuentras, reflexiva y desorientada sobre la incómoda cama donde dormías hasta hace un instante, cuando la tímida caricia del agua te lame los pies. La realización te golpea con contundencia en ese preciso instante.

Tenías que salir de allí. Y rápido.

​

 

Mary "Momo" Miller

— ¡Mierda! — Me incorporé de un salto preparada para pelear, gritar, salir corriendo o todas a la vez. Pero la quietud del ambiente me detuvo, el blanco de las paredes reflejaba a penas una luz azulada. Me tomó unos segundos en adaptarme. — ¿Dónde... — pero no tenía la más minima idea de que pasaba. Intenté recordar pero el dolor con el que me desperté se intensificó. Cerré los ojos y me lleve las manos al rostro, ahí fue donde lo sentí, tenía un reloj que nunca antes había visto.

— Blue Pair — leí en un susurro — ¿qué es esto?... — mis ojos se posaron al otro lado de la habitación. Solté un pequeño grito cuando noté que no estaba sola. — ¿QUÉ ERES TÚ?

Enfrente tenía una chica de pelo gris aun no recuperaba la conciencia. ¿Estaba viva si quiera? Un escalofrío me recorrió la espalda. No iba a quedarme a averiguarlo, tenía que salir YA.

 

La exclamación de Momo pareció alcanzar finalmente a su acompañante. Esta arrugó la nariz, aún seminconsciente, y estaba por darse la vuelta y seguir durmiendo cuando la chica se reincorporó y volvió a alzar la voz, esta vez dirigida hacia ella. Dio un respingo por lo inesperado, despertándose del todo esa vez.

—¿Yo? ¿¡Quién eres tú y por qué me estás gritando!? —exclamó, rascándose la sien con algo similar a una creciente migraña. Se había sentado sobre la cama, desorientada, pero no tardó en dar un saltito y acuclillarse sobre el colchón al notar que del suelo brotaba agua. Abrió los ojos como platos, mirando a la castaña de vuelta, comenzando a entender de dónde salía todo el griterío de antes—. Joder. Esa pizza caducada me ha afectado más de lo que creía.

>>Vale, que no cunda el pánico. Vamos a abrir la puerta y que corra el agua —La chica se sacó los zapatos y calcetines, los dejó sobre la cama y caminó hacia la puerta. La examinó por unos segundos que para Momo pudieron ser eternos, manos en la cintura... Y se giró hacia ella con una tranquilidad que en otros momentos podría haberse visto cómica, en cierta medida—. Pues en términos de pomo... no tenemos pomo.

>>Examinar la puerta.
>>Examinar las camas.
>>Examinar las paredes.

 

Momo

Su grito me agarró por sorpresa. Al menos viva estaba y se atrevía a gritarme, la descarada.

— Perr-... — Me detuve en media oración al verla sacarse los zapatos. ¿Qué estaba haciendo? ¿Pensaba seguir durmiendo? Pero sentí la humedad y frío colarse por mis pies. Era agua. El pánico se fue transformando en enojo. No solo no sabía donde estaba, no recordaba nada y tenía una pelotuda a lado, sino que también tenía que hacerlo todo con los pies mojados.

— Pues en términos de pomo... no tenemos pomo. — ¡¿QUÉ?! Imposible. Corrí a examinar la puerta, empujandola para apartarla de mi paso. No podia confiar en ella, tenía que averiguarlo por mi misma.

 

—¡Oye, oye, que la puerta no se irá a ningún lado...! Desgraciadamente.

La chica se apresuró a asomarse a la puerta, haciendo a un lado a su acompañante, y pudo comprobar que lo que decía era cierto. No había pomo como tal, parecía una puerta eléctrica, automática, que iba unida a un sistema curioso de agujeros donde parecía poder encajarse algo similar a unas bolas de pequeño tamaño.

La joven de cabello gris paseó su mirada por el lugar. Notó que el agua cubría muy lentamente el suelo impoluto, y en él navegaba una pequeña esfera de color verde. Se agachó, acercándola a la puerta y a sus ranuras más tarde.

—Mira, encaja —reparó, colocando la esfera verde en uno de los huecos. Buscó la mirada de su acompañante; no habían empezado con buen pie, pero de su colaboración dependían sus próximos veinte minutos de vida—. ¿Quizás debamos buscar más de estas por aquí?

 

Momo

En efecto, la puerta no tenía pomo y un intrencado sistema me mantenía aislada del exterior. No tenía tiempo para esto.
Estaba a punto de abalanzarme sobre la puerta y gritar cuando mi compañera apareció con algo en su mano.

—Mira, encaja — Dijo, mientras vi asombrada como colocaba una esfera verde en la puerta. Su tono de voz permanecia sereno, aunque acaba de insultarla y casi tirarla al suelo, algo en su actitud despreocupada me transmitió calma y empecé a analizar la situación por primera vez.

— ¿Qué es esto? ¿Un juego de niños? — Dije recorriendo el área con la mirada — Supongo que deberiamos bucar más de esas... Cosas.

Me dirigí a examinar las camas en busca de las esferas.

 

Momo se dirigió hacia las camas, repasando todo con ojo crítico. Las camas parecían no tener nada fuera de lo normal: colchones finos, sábanas ligeramente perfumadas, arrugadas después de haber dormitado sobre ellas por quién sabe cuánto tiempo. Palmeó aquí y allá, por si había algo que estuviese pasando por alto. Pero, en principio, entre las sábanas no había nada.

Su mano, sin embargo, dio con algo por debajo de la cama. Una esfera pequeña, de color amarillo, se encontraba pegada bajo la superficie con cinta adhesiva.

Al agacharse para recogerla, reparó en una rendija diminuta en la pared, por la que parecía entrar el agua en la habitación. La rendija se encontraba cerrada por cuatro tornillos, y detrás de esta notó otra esfera más, azul, balanceándose por el movimiento del agua.

Quizás necesitaría algo para poder abrir esa rendija.


Obtenido:

• Bola verde
• Bola amarilla

 

Momo

— Bingo — exclamé en cuanto me tope con la esfera amarilla. Supongo que hay que ordenarlas para poder salir de aquí. Pero ¿salir a dónde?, nunca había estado en esta habitación y dudaba que lo que me esperaba al otro lado fuese familiar. La ansiedad empezo a entrar en mi cabeza, no quería ser parte de este juego.

Un pequeño brillo azul me sacó de mi linea de pensamiento. Ahí, tras una rejilla, se encontraba otra esfera, pero esta vez era azul. Observé con detenimiento, habría que encontrar como quitarla.

— Encontré una rejilla con una esfera azul dentro — alcé la voz y me dirigí a mi compañera — Necesitamos algo que saque tornillos

Le di otro vistazo a la cama y empecé a revisar las paredes. Podría arrancar alguno de los tubos si es que fuese necesario.

 

Mientras Momo estaba revisando las camas, su acompañante dejó su lugar frente a la puerta para revisar el resto de la habitación. Pareció interesada en varios trajes de buzo colgados en la pared, cerca de dos tanques de oxígeno de proporciones medias. Estaba urgando entre los trajes cuando escuchó la voz de la castaña hablarle.

—¿Crees que haya un destornillador por aquí? —se cuestionó en voz alta, metiendo la mano en los bolsillos, uno tras otro. Se detuvo tras unos instantes, intrigada—. Porque otra cosa no, pero bolas de colores parece que tenemos bastantes.

Le mostró una nueva esfera, que había estado oculta en uno de los bolsillos, esta de color rojo. Se la lanzó mientras miraba, pues ya que parecía andar coleccionandolas, qué menos, ¿no?

Momo por su parte reparó en las paredes. Estas tenían tabletas esparcidas aquí y allá, indicando la presión del agua, el nivel de oxígeno y demás parámetros. Había algunos compartimentos aquí y alla, pero no parecían tener la gran cosa. Curiosamente, dos de las decenas de tabletas a su alrededor tenían una conexión con algún compartimento, que a simple vista no podía abrirse. Una de esas tabletas rezaba un Play, mientras que la otra tenía una pregunta en ella. Curioso, ¿tendrían que resolver algo para abrir los compartimentos?


Obtenido:

• Bola verde
• Bola amarilla
• Bola roja

 

Momo

Una esfera roja apareció en la mano de mi compañera. Exhale por la nariz, era demasiado relajada para estar en una situación así.

— Pareciera que estamos bajo el agua huh — miró los trajes de buzos — Espero que no tengamos que usarlos.

En las paredes habían tabletas para desbloquear un compartimento, supongo que si había un destornillador deberían estar ahí dentro. Me acerqué e intente ver con mas atención que rezaba la pregunta escrita en la tableta. Los engranajes de mi cabeza empezaron a girar, quien quiera que nos haya encerrado aquí, no era una persona cualquiera.

— Tú, no me dijiste tu nombre — pregunté mientras estudiaba el acertijo que tenía en frente

 

—Si tenemos que usar estas cosas, yo me pido este tanque de aquí —La chica alzó el otro tanque hacia ella, que no pesaba demasiado debido a sus proporciones, y por... un evidente boquete en su superficie. Parecía que su mecanismo de defensa en momentos de pánico era el humor, claramente. El ligero temblor en sus manos mientras alzaba el objeto indicaba otra cosa—. Aunque, ¿sabes cómo se usan en primer lugar? Nadie me preparó para esto.

Al alzar el tanque, la tenue luz de la habitación le pareció indicar algo dentro. La chica metió la mano, con cuidado de no arañarse con posibles restos en su superficie, y tras unos segundos intentando palpar algo, sacó algo de dentro, victoriosa.

>>¡Tenemos otro! Esto se nos da de puta madre.

Por su parte, Momo atendió a la pregunta que rezaba la tableta.

"Si me tumbas, soy todo. Si me cortas por la cintura, me quedo en nada. ¿Qué soy?"

Bajo esta, tenía un apartado para poder escribir una respuesta. La chica bajó el tanque al suelo con cuidado, repasando los otros por si acaso cuando Momo le preguntó por su nombre. Soltó el aire por la nariz, dándole la espalda desde su lugar. Pasaron unos segundos hasta que finalmente le dio una respuesta.

—¿...Qué tal si nos presentamos cuando salgamos de aquí? —propuso, y por primera vez sus palabras no sonaron jocosas. Parecía haber un mensaje claro en ellas: "No vamos a perder aquí". Pero esa seriedad no le duró mucho—. Ya sabes, podemos celebrar esta experiencia cercana a la muerte con un café. O un juguito. ¿O eres más de tés? Yo no juzgo.


Obtenido:

• Bola verde
• Bola amarilla
• Bola roja
• Bola rosa

 

Momo

La regresé a ver dos segundos y solté una pequeña risa, no sé de dónde había salido esta chica, pero la imagen de ella cargada un tanque de oxígeno claramente vacío me hizo sonreír.

Regrese mi atención a la pregunta

"Si me tumbas, soy todo. Si me cortas por la cintura, me quedo en nada. ¿Qué soy?"

¿Qué es todo? ¿La tierra? ¿El universo? Odiaba esto, los términos relativos y los acertijos la ponían de mal humor. Tenía que contestar estas estúpidas preguntas con los pies mojados sin ninguna explicación de como había terminado ahí. El enojo fue intesificandose mas y más. A quién le importaba además...

— Bueno si no me vas a responder con tu nombre al menos contestame esta pregunta— dije señalando al tablón — Yo me voy a revisar la puerta. Quiero saber cuantas esferas faltan y de qué color.

Caminé hacia la entrada con el acertijo en la cabeza, "todo y nada" las posibilidades son infinitas, no tiene senti-... El símbolo del infinito apareció en mi cabeza, que era un 8 horizontal. "Si me tumbas soy todo"... Había empezado a resolver ese acertijo.

 

—¿Una pregunta? —cuestionó la peligris. Se volvió hacia donde Momo le indicó, habiendo terminado de hurgar en los trajes y las bombonas de oxígeno, y se rascó las raíces del cabello al ver la pregunta en pantalla—. ¿Se supone que tenemos que resolver este acertijo?

Eso no sonaba demasiado esperanzador, desde luego. Parecía que la chica tampoco tenía idea. No obstante se quedó allí, dándole vueltas a la pregunta tal y como le pidió Momo, mientras esta se dirigía de nuevo a la puerta. Reparó en el sistema electrónico de esta: consistía en cuatro orificios donde cabía perfectamente cualquiera de las esferas que habían encontrado, y que se adherían con algún imán interno a esta. Al lado de estos huecos se encontraban cuatro bombillitas apagadas, que parecían tener relación con los orificios, probablemente prendiéndose cuando coloquen cuatro esferas en los lugares correctos.

>>Oye, ¿crees que esta cosa sea el típico acertijo donde la respuesta sea un número? —inquirió al rato, quedándose sin ideas—. ¿Hay alguno que cumpla con ese requisito?


Obtenido:

• Bola verde
• Bola amarilla
• Bola roja
• Bola rosa

 

Momo

La puerta tenia solo 4 orificios y sabía que había al menos 5 esferas en la habitación, así que seguramente tendríamos que resolverlo una vez que tengamos todas. Escanee la habitación para ver si encontraba algo que me indicara el orden de los colores o alguna otra pista para resolver el acertijo y la sala en sí.

Mi mente dejó la puerta de un lado y me concentré en lo que sabía del acertijo. El 8 puede ser un infinito, lo que representa el todo, pero como puede también ser nada? Si lo cortaba en la mitad terminaba como un 3 y no tenia sentido.

Caminé pensativa de vuelta al tablón y releí la pregunta: "... Si me cortas por la cintura me quedo en nada".

— Oh... — mascullé para mi misma, no tenía que dividir el 8 vertical, sino horizontalmente. Ahora tenía más sentido. Al separarlo quedaba como dos 0, que podrían representar la nada absoluta. Al menos en matemáticas. — Tengo una teoría — Dije apartando suavemente a mi compañera del tablón. — Puede ser el 8

Decidí escribir 8 a en el apartado bajo la tableta.

 

La pantalla brilló durante unos segundos, indicando que la respuesta era correcta. Una sonrisa se dibujó en el rostro de su acompañante, aliviada de ver avances cada vez más rápidos. Ya de nada servía quitarse los calcetines cuando el agua le rozaba los pantalones.

El compartimento unido a la tableta se abrió, dejando ver un destornillador. La peligris se apresuró en tomarlo.

—¡Genial! Voy a abrir la rendija rápidamente, tú ve mirando la otra tableta, ¿vale? —le propuso, y caminó rapidamente hacia el lugar que habian dejado por no tener las herramientas adecuadas en su momento.

Momo se acercó así a la otra tablet, la que me tenía un Play en la pantalla. Al pulsarla, apareció una balanza ante ella, y ocho pesas del mismo tamaño enumeradas del uno al ocho. Debía encontrar la pesa más ligera... Pero solo en dos movimientos.

¿Cómo podría lograrlo?

 

Momo

— Ja, esto es un juego de niños — Dije inflando el pecho orgullosa, obviando lo mucho que estuve renegando hace 5 min. Vi a mi compañera correr con el destornillador hacia la rendija con la esfera azul. No nos queda nada.

Enfoque mi atención en la otra tableta y le di play, en la pantalla apareció una especie de juego. Fue entonces que mi cerebro empezó a doler otra vez.

— ¡Odio estos estúpidos juegos! — renegué, no fue suficiente con un acertijo ahora tenia que resolver este problema. No quería seguir con esto, iba a lanzarle una patada a la pared cuando noté que mis pies estaban completamente sumergidos en el agua. Maldije en voz baja e intente concentrarme.

Puse cuatro pesos en cada lado y descarté la pila mas pesada. Volví a hacerlo pero con 2 pesos de cada lado y la balanza se inclino señalando los mas livianos. Pero ya consumí mis 2 intentos. No tenia idea que hacer.

 

Mientras Momo trataba de resolver el acertijo, la peligris estuvo lidiando con su propia tarea. Sacó como pudo los tornillos, ya bajo el agua, e introdujo el brazo arremangado para sacar de allí la dichosa bola azul.

—Veo que vas bien —comentó al aire, un tanto divertida al ver el cambio entre la confianza de hacía unos segundos y el mal humor con el nuevo acertijo—. Si necesitas ayuda me... ¿Huh?

Había alzado la mirada hacia el techo, y fue ahí cuando notó que igual la lámpara tenía motivos para estar iluminando tan poco: había algo pegado junto a la bombilla, con el mismo celo empleado bajo la cama.

>>Dame un momento. Creo que he visto algo ahí arriba.

Se subió sobre la cama, estirándose para alcanzar lo que sea que habían pegado allí.


Obtenido:

• Bola verde
• Bola amarilla
• Bola roja
• Bola rosa
• Bola azul

 

Momo

Podria jurar que estaba a 2 segundos de hacer cortocircuito. Llevaba intentando varias veces sin ningun resultado. No se podia comparar de 1 en 1 sin gastar todos los usos de la balanza. Y agrupándolo en dos tampoco funciono. Supongo que puedo probar de 3 en 3.

Coloqué 3 pesas en cada lado, con 2 pesas sobrantes. La balanza se inclinó de un lado... Suerte, ahora sabia a que lado se encontraba el peso ligero. Faltaba lo mas importante, encontrar la forma de identificar cual de los 3 era el correcto.

Mi cabeza echaba chispas, así que regresé a ver a mi compañera que estaba subida en la cama sacando algo del techo... Pero qué

— No estoy segura de que la bombilla cuente como una esfera — sin embargo, su mano se dirigía a un papel que se enconttaba en el techo. La vi bajar antes de empezar a leerlo. — ¿Qué encontraste? Si es otro acertijo prefiero ahogarme.

Lo dije en tono de broma, pero con el agua subiendo poco a poco, podria no ser tan improbable.

Me cansé de pensar y coloque 2 de esos 3 pesos en la balanza al azar. Si tenía suerte agarraba el más liviano entre esos, pero la balanza se mantuvo estable.

— Por favor, este juego se gana solo con suerte — Me quedé analizando la situación, si el peso no estaba entre los dos, entonces...

Coloqué el peso que faltaba en la casilla. No podia ser tan tonta, cómo no lo vi antes.

 

Momo probó a colocar tres pesas en cada lado, dejando dos fuera. Al mantenerse estable, supo que la pesa que buscaba estaba entre las dos que había dejado fuera. Colocó la siete y la ocho, notando que la última se elevaba con respecto a la opuesta... y supo que había encontrado la pesa que buscaba. Marcó el número ocho en la tableta y esta brilló, indicando que había acertado el acertijo.

El compartimento se abrió, dejando ver una bola blanca dentro de este.

—Vale, en este papel pone que para poder abrir la puerta se necesitan seis bolas de colores... Ya las tenemos todas, ¿no? —echó un vistazo a las cinco anteriores, y ahora la que cargaba la castaña. Se bajó de nuevo al suelo lleno de agua, y caminó hacia la puerta con movimientos ralentizados—. Pero en la puerta solo hay cuatro huecos, uhm... ¿Probamos con cuatro al azar, a ver qué pasa con estas bombillas raras?

Obtenido:

• Bola verde
• Bola amarilla
• Bola roja
• Bola rosa
• Bola azul
• Bola blanca

 

Momo

Agarré la esfera blanca y di un pequeño salto de emoción, el agua le saltó hasta mi compañera.

— VAMOOOOOS — exclamé, la serotonina que me daba resolver estos pequeños acertijos me hacía olvidar lo mucho que los odiaba. Ahora solo quedaba resolver el último, el boost de energía me llevó directo a la puerta.

Me quedé viendo los agujeros y las esferas en la mano de mi compañera. Es un juego de prueba y error, pero tenía que ser cuidadosa, no quería embarrarla tan cerca del final.

Coloqué las esferas en orden de color

1- Blanca, 2- Amarilla, 3- Roja y 4- Rosa

Esperé pacientemente el primer resultado