Fantasía S de Secreto

Ahora con Ana de nuevo, este escrito complementa la J, que fue narrada por Jack.
Espero les guste, aquí explico otras cosas y ya seguiré con el mismo hilo, con los dos jóvenes como narradores.

S de Secreto

Desde que Elena se fue pasaron muchas cosas, en su mayoría malas para mí. Me consta que es hasta cierto punto inmaduro de mi parte, no lo puedo evitar, me hace falta… con ella el asunto de Pyros estaba controlado, estaba tranquila, manejaba mis poderes con mucha más facilidad con Lena a mi lado, pero cuando se fue todo exploto… literalmente, y yo volvía a ser inestable.

Hasta cierto punto lograba estabilizar un poco y liberar el exceso de poder y energía que llevaba al ir a pelear al coliseo casi todos los días, pero las cosas se salían un poco de control, ya que yo no soy capaz de controlar mi poder. Por eso este día en particular los jueces me llevaron a su despacho, por quinta vez en la misma semana, se venía otro sermón de hora y media, como si no tuviera suficiente en casa.

Así que allí estaba en la acogedora sala, con el juez Peter, el juez apodado Shadow y la jueza Marina. Cada uno sentado en su respectivo asiento, me miraban fijamente. Yo estaba apoyada contra la pared al lado de la puerta, mirándome las manos que aun llevaban las vendas del ultimo combate, no por que estuviera lastimada, si no por que siempre usaba los puños para atacar.

—Ana, Ana, Ana —dijo negando con la cabeza Peter. —¿Dime que vamos a hacer contigo?

Se paso las manos por el cabello, pensativo. Al mismo tiempo el juez Shadow tenia los ojos cerrados, como si estuviera meditando y Marina jugaba con sus dedos, algo nerviosa. Yo no respondí, ¿Qué querían que diga?

—Peter, Shadow, creo que deberíamos hacerlo —dijo finalmente la jueza, yo no entendía a qué se refería.

Peter irguió la cabeza y sonrió de medio lado, mirándome como una gran oportunidad de probar algo. Shadow abrió los ojos un momento y miro de reojo a sus compañeros, para luego asentir levemente y volver a cerrarlos.

—Mira, Ana, tenemos una propuesta para ti —dijo Peter, apoyando su espalda contra el espaldar de la silla.

—Sabemos de todos los problemas que has tenido desde que, tu linda novia, Elena LeBlanc se fue… —dijo poniéndose de pie Marina. Me sorprendí de que supieran de mi relación con la maga, pues éramos muy discretas, después yo bajé la mirada al pensar en Lena. —Pero tranquila, guardaremos ese pequeño secreto por ti.

—Sabemos lo que paso con tus padres la anterior semana y el incidente con los No Mágicos —escuche la seria y fría voz del tercer juez.

Hicieron una pausa. Me puse tensa, la punta de mi cola se movía de un lado al otros, delatando lo nerviosa que estaba. No sabía a qué querían llegar y eso me ponía así.

—¿Y qué pasa con eso? —pregunté, intentando no encenderme en llamas de lo incomoda que me sentía. —¿Cuál es la propuesta?

—Queremos probar algo, la idea y el plan no están completos, estábamos apuntando a un par de generaciones más adelante —Peter hizo una pausa, entrelazó sus manos —pero tu explosiva actitud no nos dejo otra opción que empezar antes con el proyecto…

No pude aguantar más, no me gustaba la gente que andaba con rodeos, me gustaba que sean directos y hasta ahora no me decían que planeaban hacer o por que razón estaba allí ahora, así que, sin querer, dos llamas al rojo vivo se encendieron sobre mi cabeza.

—¿Me pueden decir de una vez que es lo que quieren? —interrumpí al juez, intentando no gritar.

—Queremos entrenarte, Ana, para que aprendas como utilizar tus poderes correctamente, para que ya no causes más destrozos… —Me molestó como Shadow dijo destrozos, de manera tan acusadora. Me miré las manos, sintiendo culpa por esos incidentes.

Marina fulminó con la mirada al juez y se acercó a mí.

—No vas a ser solo tú, Ana, queremos que se apunten todos los de tu generación, tanto No Mágicos como Mágicos —se paró frente a mí y me sonrió. —Pero debemos empezar contigo… y una persona más.

—¿Cuál es el punto de entrenarnos a todos? —pregunte alzando una ceja, no entendía que ganarían con hacer algo así.

—Veras, pensamos que si todos lo Mágicos son capaces de controlar sus poderes a la perfección ocurrirán menos incidentes, también que si los No Mágicos también quieren entrenar aprenderán mucho sobre los demás y se sentirán en las mismas condiciones y no como inferiores —explicó Peter sonriendo —creemos firmemente, que, al fomentar el trabajo en conjunto de Mágicos y No Mágicos, nuestra sociedad podría mejorar notoriamente, ustedes serán los responsables de enseñarles que todos somos iguales.

Me sorprendió, nunca lo había pensado, pero me gustaba la idea de un mundo donde No Mágicos y Mágicos pudiéramos vivir en paz, no como ahora, que a pesar de que las cosas funcionaban, no estaban del todo bien. Me daba esperanzas, a un mundo más abierto, donde todos podamos ser como somos, e incluso tal vez después, podamos estar con quien queramos sin ser criticados. Sonreí casi sin notarlo, en pensar en ese futuro que todos podríamos crear juntos.

—Piénsalo, Ana —dijo la única jueza.

Después de eso abrió la puerta para que yo me fuera, pero antes de escuche la voz de Peter.

—Haznos saber tu respuesta para el viernes —volteé la cabeza para verlo y asentí.