Sólo una noche. Este es el primer fic que publico aquí... El amor y el desamor, la ilusión y la desilusión, la felicidad y la tristeza... Todo esto se puede dar en solo una noche. Sólo una noche. Caía la noche cuando Naruto caminaba despreocupadamente por las calles de Konoha, casi en el límite de la aldea. Alzó la vista y observó a un sujeto extraño acercándose por el camino. Sin embargo, y esto fue una cosa extraña en él, no prestó mucha atención y siguió su camino. Su entrenamiento con Jiraiya había terminado y necesitaba comer algo. Llego al puesto de ramen cuando ya estaba oscuro y ocupó un lugar en la barra. Mientras esperaba a que le sirvieran su platillo favorito, se dio cuenta de que no llevaba dinero y tuvo que regresar a su casa por él. Corrió para tardarse lo menos posible y tomó un atajo inusual. A los pocos metros se frenó en seco y es que había llegado a un punto conocido: la antigua casa de Sasuke. Hacía ya tres años que su amigo se había ido y él no había podido cumplir la promesa que le hizo a Sakura. Estuvo paradote a media calle cuando sintió una mano en su hombro. -Disculpa, ¿te encuentras bien? –preguntó una voz. Naruto se dio la vuelta lentamente y se encontró de frente con un sujeto más grande que él, de pelo verde y largo y expresión amable. -Vamos, contéstame –volvió a hablar el extraño. -¿Ahh?... Sólo pensaba un poco. -Es que como hace ya mucho tiempo que te veo parado a media calle, creí que necesitabas ayuda. El ninja rubio se sorprendió al oír que había estado tanto tiempo mirando la antigua casa de su amigo, pues según él sólo habían transcurrido unos breves instantes. -Te veo con cara de hambre, ¿qué tal si vamos a comer algo?, ¿te gusta el ramen? –prosiguió el otro tipo. -Claro que me gusta –respondió Kyubi con entusiasmo. -Bien, pues si me llevas a un puesto podremos comer y hablar de paso. -Está bien, conozco un lugar donde cocinan muy bien –contestó el rubio mientras se ponía en camino. -Vamos pues. A propósito, no me has dicho tu nombre. -Yo soy Naruto Uzumaki, el ninja número uno de la aldea escondida entre las hojas. -Pues yo soy Masaki y vengo de un lugar muy lejano. Llegaron al puesto de ramen a buena hora. El tal Masaki apenas llevaba medio plato cuando Naruto ya se había despachado una docena. -Vaya que tienes buen apetito -comentó el extraño-. Esto va a costarme una fortuna. -No eres el primero al que le pasa -le contestó Naruto mientras comía, lo que provocó que se atragantara. El de pelo verde le dio unas palmadas para evitar que se ahogara, pues ya se ponía morado. -Ten más cuidado con lo que comes -le amonestó Masaki y luego preguntó- ¿crees que quede muy lejos la aldea de la arena? -Algo, ¿por qué?, ¿tienes una misión?, ¿eres un ninja también? -preguntó el chico rubio. -Oye, relájate, una pregunta a la vez -le dijo el otro y luego miró fijamente su plato. Añadió al cabo de un rato-. ¿Crees que pueda quedarme contigo esta noche?, te contaré todo en cuanto lleguemos a tu casa. A Kyubi le dio algo de desconfianza meter a un extraño a su casa, pero pensó que nunca nadie podría con él, el gran Naruto Uzumaki, así que aceptó. Cuando salían, el ninja tropezó con una persona que llevaba un gran paquete entre sus manos. -Hinata -se excusó Naruto-, perdón, no te vi. -No… no te preocupes -contestó la chica levantado su paquete, pero sin alzar la cabeza. -¿Qué llevas ahí, se ve muy pesado? -preguntó el rubio. -Sólo algunas cosas que mi padre dejó para que se las arreglaran -contestó la Hyuga y luego reemprendió la marcha-. Hasta luego, Naruto. -¿Quién era ella? -preguntó Masaki cuando se hubieron alejado unos pasos. -Oh, perdón que no te la presentara; su nombre es Hinata Hyuga, es un poco rara. -Yo no creo que sea rara… -¿Qué dices?, claro que es rara, ¿acaso no te fijaste como se comportó? -le respondió Uzumaki, deteniéndose. -Vamos, no te pongas en ese plan. Es sólo que yo noté algo que al parecer tú no. -¿Pero de que hablas?, vamos ya déjate de misterios -le enfrentó impaciente el ninja. -Te lo contaré todo cuando lleguemos a tu casa -fue todo lo que dijo el forastero y reemprendió la caminata, obligando a Naruto a seguirlo. Llegaron a casa de Kyubi y el muchacho le invitó a pasar, le dio un jergón para que se acostara y luego le urgió para contarle todo. -Relájate, habrá tiempo para eso en la mañana -dijo el de pelo verde y se tendió en el petate-. Ahora, duerme. -¿QUÉ? -el ninja se desesperó y comenzó a gritarle-. ¡Dijiste que me dirías todo, lo tuyo y lo de Hinata en cuanto llegáramos y ahora me sales con que hasta mañana! Pues no, señor; hoy ni tu ni yo dormimos hasta que no sueltes todo -y dicho esto, se sentó en su cama con los brazos cruzados y el ceño fruncido. -Naruto, insisto, <i>duérmete</i> -le respondió el otro con tono tranquilo. -No, he dicho que… -dio un gran bostezo y comenzó a sentir un cansancio y una pesadez increíbles-, he dicho que… que no… -no alcanzó a completar la frase porque se quedó dormido. A la mañana siguiente, Sakura pasaba enfrente de la casa de Naruto por pura casualidad, y alcanzó a ver como un extraño de pelo verde salía de ella muy temprano. Le dio curiosidad y se escondió para espiarlo mejor; lo siguió un rato a través de la aldea y el bosque para ver si divisaba su rostro, cuando súbitamente el desconocido se detuvo. -Ya sé que me sigues -alzó la voz sin dirigirse a nadie en particular-. Mejor sal de una vez o tendré que hacerte daño. Sakura tuvo que salir de detrás de un árbol pero sin mostrar miedo, sino que agarrando un arma con una mano detrás de su espalda, por si se ofrecía. -¿Quién eres y que hacías en casa de Naruto? -preguntó dispuesta a todo, pero cuando el extraño se volteó, quedó pasmada: tenía los ojos más hermosos que había visto. -No te preocupes, ayer conocí a tu amigo y me dio asilo muy amablemente. No pensaba irme ahora ni hacerle daño, así que ya puedes bajar tu arma -le tocó el brazo y ella obedeció casi mecánicamente. A cualquier otro lo hubiera noqueado por semejante osadía, pero el sujeto tenía algo extraño, casi subliminal, que lo volvía irresistible, al menos para ella. -Ahora dime, ¿cómo te llamas? -Ahh… -la de cabello rosa pareció despertar de algún sueño-. Mi nombre es Sakura Haruno, y el tuyo -añadió un poco sonrojada. -Soy Masaki, y ahora iba a dar un pequeño paseíto, ¿Qué te parece si me acompañas? -le preguntó, tendiéndole el brazo para que la kunoichi lo cogiera. -Claro, me gustaría -respondió la frontuda y tomó lo que se le ofrecía. Naruto despertó muy tarde (conforme a su costumbre) y se sorprendió al notar que se había dormido con su ropa de diario. Se levantó para ir al baño y por poco tropieza con un jergón a sus pies ¿para quién lo había puesto? Hizo memoria y recordó la noche anterior, el ramen y… a Masaki. Ese raro de seguro lo había dormido con algún jutsu para no tener que contarle nada, pero en cuanto lo encontrara, le haría confesar todo. Naruto desayunó a toda velocidad y salió atropelladamente, dispuesto a buscarlo hasta debajo de las piedras. No llevaba mucha aldea recorrida cuando tropezó nuevamente con Hinata. -Lo… lo siento, Naruto -se disculpó la muchacha. -No hay problema. Oye, ¿no has visto a un sujeto que venía ayer conmigo de pelo verde? -No, lo lamento -contestó la de ojos blancos. -Bueno, me voy porque tengo que encontrarlo. -Esta bien, yo tengo que pasar a la lavandería y luego al mercado, estaré aquí hasta el atardecer. -Bien, pues cuídate mucho -le recomendó Kyubi y luego se alejó corriendo. A Hinata, esta última frase le hizo sonrojarse e ilusionarse nuevamente, aunque muy en el fondo sabía que nunca habría nada entre ella y Naruto. Ya casi atardecía cuando Sakura y Masaki decidieron regresar de su “pequeño” paseo. -Es fascínate tu vida -comentó el extraño-, ser entrenada por la misma Hokage no es algo de lo que muchos puedan presumir. -Gracias -contestó la chunin con un leve rubor en sus mejillas-, tu vida de jounin también me atrae mucho. -Si, es bastante interesante, pero me gustaría más si hubiera por lo menos una ninja como tú en mi aldea -el de pelo verde se detuvo e hizo girar a Sakura hasta que la tuvo frente a él. La ninja sentía latir aceleradamente su corazón y que la cara se le ponía de un tono que haría ver pálido a un jitomate. No sabía lo que tenía, de lo único que estaba consciente era de que no quería separarse jamás de esos bellos ojos. -Yo también quisiera tener a alguien como tú -dijo Sakura en un tono dulce que raras veces se había oído y, sin saber cómo, los dos se estaban besando dos segundos después. -¡Ajá! -sonó una voz molesta tras ellos-. ¿Así que nada más para eso viniste a la aldea. Ambos cortaron súbitamente su beso y abrieron los ojos, sólo para descubrir a Naruto ahí parado, rojo de ira y echando chipas por las orejas. -¡Demonios, Naruto! ¿No conoces la privacidad acaso? -le gritó Sakura y, sin importarle lo que el chico tuviera que decir, le pegó un coscorrón tremendo. -No sabes lo que haces -le respondió el rubio, sobándose el chichón recién hecho-. Sólo busca aprovecharse de ti. -No estés celoso, Naruto -respondió Masaki, tranquilamente-; de todos modos, Sakura jamás te iba a hacer caso. En lugar de estar peleando por ella, deberías de esforzarte por ganar a quien si te ama. -¿Pero qué rayos dices? -contestó Kyubi, francamente molesto pero intrigado por ésta última declaración. -Creí que te habías dado cuenta, sinceramente no creí que fueras tan torpe, por eso no te lo dije ayer. -Ya déjate de rodeos y dime a quién… -Hinata. La respuesta dejó sin habla al rubio, quien no se lo esperaba ¿cómo podía ser posible?, pero si lo analizaba, todo encajaba, sobre todo su rareza cuando estaba cerca de él. -Entonces… ella -Naruto se había quedado sin palabras. -Así es -asintió Masaki. De pronto, y tras unos instantes de estupefacción, el ninja salió corriendo en dirección a Konoha. -¿A dónde vas? -gritó Sakura. -A aclarar esto -contestó Naruto sin detener su carrera. Hinata salía de la aldea, ya en pleno atardecer, cuando vio a una figura acercarse a toda velocidad a ella. Su corazón se aceleró porque pensaba que la estaban atacando, pero casi estalla cuando se percató que era Naruto quien venía. -Hinata -le dijo el rubio, resollando, en cuanto la alcanzó-, tenemos que hablar. -¿De qué? -preguntó con un tono rojo en sus mejillas, pero el chico se limitó a tomarla por el brazo y llevarla a una parte alejada del bosque desde donde se veía al Sol metiéndose tras las montañas. -¿Es cierto que te gusto? -inquirió Naruto, seco, sin rodeos y la miró expectante, con firmeza. La pobre Hinata no sabía ni dónde meter la cabeza, pues todos los colores del mundo se le habían subido. -Por favor, Naruto, no me preguntes eso -respondió la chica, bajando los ojos y al borde del llanto. -¡Vamos, contéstame! Si o no -el rubio comenzaba a desesperarse cuando la hija del líder del clan Hyuga dio su resolución. -Si -la palabra fue casi un murmullo, pero audible. El ninja se paralizó, mientras Hinata comenzaba a llorar. No sabía lo que tenía que hacer ahora. La chica por su lado si lo sabía, y comenzó a caminar, luchando por contener el llanto, pero una mano la cogió de la muñeca. -Por favor Naruto, yo se que quieres a Sakura, ya no hagas esto más difícil -imploró la ninja y, al no obtener respuesta, abrió los ojos: se encontró con que su chico amado la veía fijamente, de un modo que ella jamás conoció. Acto seguido, Naruto tomó suavemente la barbilla de la muchacha con su mano libre y con un torpe movimiento, acercó sus labios a los suyos. Así estuvieron un rato, hasta que Hinata se separó sólo para recostarse sobre el firme pecho del rubio; él, por su parte, la rodeo amorosamente con ambos brazos. -¿Cómo no me di cuenta antes? -se lamentó Kyubi. -No importa -le contestó la muchacha alzando la vista hasta que sus vidriosos ojos se encontraron con los de su amado-, lo único que quiero es estar contigo. Los colores del crepúsculo iluminaban a Masaki y a Sakura, ambos sentados en un tronco vencido. La chica estaba recostada contra el de pelo verde y éste la rodeaba protector con los brazos. Anhelaba que ya cayera la noche, para así poder compartir la hermosa vista de las estrellas con él. -Me imaginaba diferente este momento -le comentó la kunoichi a su nuevo amor-, pero creo que estar contigo es mucho mejor de lo que pudiera haber pasado. -¿Te refieres a Sasuke? -preguntó él. La ninja se despegó un poco y lo miró incrédula. ¿Cómo podía él saber algo así? -Se muchas más cosas de las que te imaginas -le dijo Masaki, adivinando su pensamiento por su expresión. Luego, se levantó y dio unos pasos en dirección a la puesta de sol-. Ahora debo irme. -No, por favor -le imploró Sakura, poniéndose de pie también pero sin atreverse a acercarse a él-. Te juro que Sasuke forma parte de mi pasado… y tú eres mi futuro. -No puedo ser tu futuro. Ni te imaginas quien soy -explicó el de pelo verde, volteándose para mirarla con unos ojos que reflejaban el color violeta del cielo-. Yo vine a averiguar algo y ahora que lo sé, me voy para siempre. -No, no soportaría perderte a ti también -alegó Sakura al mismo tiempo que las lágrimas desbordaban sus ojos. -A dos no, a uno sólo… -se concretó a decir Masaki y colocó dos dedos frente a su rostro. Las estrellas y la luna vigilaban el cielo bajo el cual Naruto y Hinata permanecían abrazados. Se hallaban de pie junto a un árbol y ninguno de los dos había pronunciado palabra, por temor a arruinar ese momento tan idílico. -Me siento como un idiota por haberte ignorado tanto tiempo -se lamentó el rubio. -No te preocupes, Naruto. Está bien -intentó consolarlo ella. -¡Vamos, Hinata! -Kyubi se separó un poco de Hinata y la miró directo a los ojos-. Repróchame o échame en cara mi idiotez. -Lo único que me importa es que estés conmigo de aquí en adelante -dijo la ninja, sonrojada, y estas palabras bastaron para enternecer al chico. En verdad, Naruto nunca se había sentido tan bien y tan amado. Puso a la chica contra el árbol levemente y la besó tiernamente durante largo tiempo. Hinata se sentía en el cielo, deseaba que la noche, o por lo menos ese momento, no terminara nunca. Al fin, después de tantos años, los dos habían encontrado lo que tanto buscaban. De pronto, se oyó un ruido entre el follaje. Naruto separó sus labios de los de Hinata y adoptó una postura de combate. La Hyuga, por su parte, se asustó un poco, pero se plantó firme, dispuesta a ayudar a su amado por si era atacado. -¿Quién está ahí? -preguntó el muchacho con un tono hostil. -Soy yo -contestó Masaki, adelantándose hasta donde fuera visible. -Sólo eres tú -exclamó Naruto, relajando la postura-. Supongo que debo darte las gracias por haberme hecho ver que era Hinata quien en verdad me ama -añadió mientras estrechaba contra sí a la mencionada chica. -No me agradezcas, que aún no acaba la noche -respondió el de pelo verde. Ni Kyubi ni Hinata entendieron el significado de sus palabras, pero no les importó. De pronto, el ninja recordó algo. -¿Dónde está Sakura? -preguntó-. La dejaste ir sola a su casa o… le hiciste algo -sus músculos nuevamente se tensaron. -Ella está bien -aseguró el tipo-. Sólo le dije que tenía que irme. -¿Qué le dijiste qué? -le encaró Naruto, soltando a Hinata y avanzando unos pasos hacia él-. No ves que con eso le rompes el corazón. -No puede extrañar a quien no conoce -volvió a decir el forastero y esta vez sí que sus palabras tuvieron sentido para el ninja. -¿Qué demonios le has hecho? -el ninja rubio estaba totalmente fuera de sí, dispuesto a atacar a Masaki si era necesario. -Lo mismo que voy a hacerles -respondió el de pelo verde y luego explicó un poco más-. Verán, yo estoy aquí sólo por una misión para conseguir información y tengo órdenes estrictas. Ya conseguí lo que vine a buscar, ahora debo seguir mis instrucciones: ustedes dos van a olvidar todo lo que pasó en el último día. Hinata sufrió un sobresalto y comenzó a llorar. Naruto, por otro lado atacó al extranjero con su Rasengan, pero éste lo evadió muy fácilmente, colocándose a salvo a unos metros de distancia. -Lo siento, pero es lo que debo hacer -se excusó Masaki y colocó sus dos dedos frente a su rostro de nuevo, tal como lo había hecho con Sakura. Uzumaki iba a atacarlo de nuevo, pero Hinata se lo impidió. -Naruto, esta fue la noche más bella de toda mi vida, ojalá nunca la olvidáramos… ¡Te amo!... Naruto Uzumaki se halló de pronto parado, frente a la antigua casa de Sasuke. Era de noche y la calle estaba desierta. Debía darse prisa si quería alcanzar ramen antes de que cerraran el puesto. Fue por dinero a su casa y cuando salió, atropelló a Hinata y la hizo tirar su paquete, el cual se abrió, dejando ver unas hermosas flores. -Hinata -se excusó Naruto-. Perdón, no te vi. -No… no te preocupes -contestó ella, alzando apuradamente la linda planta. Luego, sin decir más, retomó su camino. Naruto pensó que esa flor sería un regalo perfecto para Sakura.