Loid realizó varios toquidos a la puerta de roble que tenía enfrente, escuchó pasos acercándose y se miró realizando una última inspección a su apariencia, pulió su zapato con la parte trasera de su pantalón, revisó su aliento y acomodó el nudo rojo de su corbata. La puerta abrió por fin, Loid descubrió una sonrisa gentil en su rostro buscando engañarse a sí mismo con su creciente nerviosismo. Frente a él tenía una mujer de pelo negro recortado hasta el cuello, sus ojos eran idénticos a los de su novia pero con algunas marcas de expresión más en ellos a causa de la edad. Llevaba un suéter rosado y un gesto amigable y feliz, parecía estar dibujado permanentemente en su rostro. Por otro lado, tenía un hombre corpulento, portaba un traje militar con todas sus debidas condecoraciones, estaba seguro Forger que para intimidad, como si no bastara su marcado ceño fruncido como de un sabueso defendiendo su territorio, sus ojos casi centelleaban fuego y como un toro abrazado expandía sus fosas nasales como bufando. — Muy buenas tardes— saludó con toda la formalidad del mundo— soy Loid Forger, soy pareja de su hija Yor Briar… — Sé quién eres pelele y no me agradas —frase el señor. — Traje una botella de vino para la cena…— Loid resaltaron extendiendo sus manos con el recipiente en sus manos, buscando restar importancia al comentario que había hecho, sin embargo, antes de que terminara la frase, el señor le arrebató la botella, dio la vuelta y se alejó con ella. — Mucho gusto Loid, yo soy Jacqueline Briar, mi esposo se llama Yago— destaca la mujer, luego, con un semblante de emoción, se aproximó a él para murmurarle como contando un secreto— creo que a mi esposo le ha caído muy bien. Segundos más tarde Loid se encontraba sentado en la sala de su casa, la madre de Yor daba los últimos detalles a la cena mientras que su padre estaba en el sofá frente al sostenido el periódico para poder leerlo mientras lo fulminaba con la mirada. Yor que había estado en su cuarto hasta ese momento, descendió por las escaleras corriendo, lo miró emocionado y abrió los brazos para lanzarse a él y besarlo. Dadas las circunstancias, Forger deseó que al menos esa ocasión, Yor se comportara tan tímida como cuando comenzaban a salir, en ese entonces tomar su mano era una tarea titánica antes de que la chica comenzara a comportarse inquieta por el nerviosismo y se alejara. Cuando ella levantó sus labios para besarlo, Loid fue capaz de sentir un aura expresa de Yagole casi pudo sentir la fuerza de gravedad aumentando a su alrededor y aplastarle. Le abría fascinado poder probar los labios rosados de su novia, pues para ese momento llevaba casi una semana sin verla, precisamente hoy se veía hermosa, llevaba una blusa de tirantes roja y un mayon negro; sin embargo, sus ganas de sobrevivir, de no ser convertido en un enemigo del estado por los celos paternales del general tenían más peso. Con todo el pesar en su corazón interpuso su mano entre sus labios de ella y su rostro, con su mirada trató de transmitir el mensaje de moderación a Yor negando con la cabeza. Ella por supuesto no entendió nada, mordió la mano que había interpuesto, la sujetó con la de ella entrelazando sus dedos y plantándole un beso de varios segundos que Loid se dedicó a disfrutar cada gramo por si era el último de su vida. Cuando Yor se sentó junto a él recargó su cabeza en su hombro, Loid se dio cuenta de que un segundo par de ojos le buscaba atravesar como proyectiles, Yuri el hermano de Yor acababa de atravesar la puerta Loid podría asegurar ante un notario y un juez que en ese momento no se lanzaron sobre él por la milagrosa intervención de su mamá asomándose de la cocina — La comida está lista—anunció la mujer con su sonrisa permanente. Con todos en la mesa, el padre de Yor del extremo derecho y Yuri del lado opuesto, Loid se sintió acorralado y la tensión en el ambiente podría haberse cortado en trozos y servido porciones a todos en sus platos. Loid aparecería un gesto tranquilo en su rostro, aunque las sensaciones en su interior contarán con otra historia, su mente estaba en otro sitio, uno más tranquilo. Estaba seguro de que algo iba mal con la comida cuando sintió que su estómago comenzaba a encogerse entre pulsaciones de dolor, se tuvo que sostener de la mesa para no venirse abajo. Debió sospecharlo que está sería la consecuencia con ese estofado color marrón gelatinoso y espeso. Al parecer, las dotes culinarios de su querida Yor provenían de su madre. Haciendo uso de fuerza sobrehumana y la más fuerte de las voluntades, terminó el plato solo para ver qué la mujer se detenía con la cacerola y cucharón en las manos. — ¿Gustarías un poco más?— preguntó Jacqueline. Loid sintió la mirada de Yago escudriñándolo como un halcón y afirmó extendiendo su plato. Luego de varios tortuosos minutos, Forger había terminado, resultaría el mismo gesto de tranquilidad, aunque en su interior sintiera como si todo su sistema digestivo estuviera cambiando de lugar. La mesa fue recogida, él se ofreció a llevar y lavar los platos, se encontró en ello mientras que el resto de la familia esperaba en la sala, Yor había propuesto jugar un juego de trivia y todos aceptaron; Yuri y Yago con expresiones en sus rostros cómo se tratará de un duelo y no un juego de mesa. Loid estaba secando el último de los platos cuando escuchó los pasos de Yor, le gustó tanto que prestó atención y había aprendido cómo caminaba, sintió sus manos tomarlo de la cintura. Pensó que se retiraría cuando sintió un golpe en uno de sus glúteos, fue fuerte y sonoro justo en el instante que todo quedó en silencio, en la sala, padre y hermano alzaron el rostro y levantaron una de sus cejas. Loid alarmado y con el rostro sonrojado se giró para ver a Yor, ella le sonreía con una sonrisa traviesa mordiendo su labio interior con el rubor ocasionado por el alcohol. Yor lo miró con los párpados bajos, humedeciendo un poco su labio inferior con la punta de la lengua. Loid sintió que su corazón pegaba un salto cuando Yor usó índice para dejar caer el tirante de su brazo izquierdo dejando su hombro desnudo. Loid tuvo que respirar profundo, con el temple digno de un maestro zen sostuvo a la chica frente a él de los brazos, obligando a que sus manos no se movieran hacía ninguna otra parte de su cuerpo, cerró los ojos y volvió a poner el tirante en su lugar. Se aproximó a la frente de Yor y la besó, manteniendo contenta con esto a su pareja que sonrió apenada. Unos instantes después ya estaban en la sala. Loid se mostró de nuevo tranquilo y gentil, con las manos sobre sus piernas y ofreciendo una sonrisa, disimulando por completo que se había mojado un par de ocasiones para volver a aclimatar su cuerpo. En la mesa de centro había un tablero, con dos grupos de tarjetas en cada extremo. Yuri, el hermano de Yor lo miró con cierta malicia, tomó uno de los grupos de tarjetas y comenzó a barajarlo, retándolo con la mirada. — Este es el juego preferido de Yuri, le gusta jugarlo cada que puede— indica la madre Yor con cierto orgullo en su voz. — Es bastante bueno en él. Yuri, tomó una de las tarjetas de la mitad del grupo, la descubrió y su sonrisa adquirió un tono siniestro. Loid le mantuvo la mirada sin ofuscarse. —¿Cuál es la narración épica más antigua de la historia?— preguntó tomando la tarjeta de la pregunta en la mesa y poniendo sus manos en los dos extremos de la mesa. Loid estaban mirándolo y luego bajó la mirada, Yuri se rio por lo bajo burlándose, Yor Briar se encontró ya en ese momento adormilada comenzó a imitarse sin realmente saber qué ocurría. — Entendería que no sepas, se requiere una gran cantidad de conocimientos, cultura general, estudios— declaró presuntuoso. — La Epopeya de Gilgamesh— respondió entonces Loid recargándose en su mano derecha. Yuri frunció el ceño y tomó otra tarjeta. —¿Qué filósofo creó “El mito de la caverna”?— cuestionó a Yuri leyendo la tarjeta. — Platón, si no me equivoco— respondió Loid con una sonrisa. El capitán Yago observaba todo expectante. Conforme las tarjetas de preguntas comenzaban a disminuir, lo hacían así también la paciencia de Yuri, perdiendo cada vez la compostura. Luego de hora y media transcurrida, así como de ochenta y tres preguntas realizadas, Yor ya estaba completamente dormida, su mamá había comenzado a tejer y su padre leía el diario observando al pretendiente de su hija de manera ocasional. — ¿Qué número viene después del 14 en los decimales de Pi? ¿Qué pintor pintó “El grito”? ¿En qué mes el Sol está más cerca de la Tierra? ¿Cuál es la velocidad de la luz?, De los cinco sentidos, ¿Cuál es el que se desarrolla primero? ¿Por qué sigues aquí es que mi padre y yo te odiamos y nunca te aprobara?…— preguntó Yuri ya completamente fuera de sí. —El número 1, Edvard Munch, diciembre, 300.000 kilómetros por segundo, el olfato…— respondió Loid con total serenidad de manera correcta. Yor bostezó dormida en ese momento ya tientas sin abrir los ojos buscó la mano de Loid, Forger entrelazó su mano con la de ella. Suspiró sintiendo la calidez que le transmitía, su piel era tan tersa y cuando la sujetaba de esa manera sintió que todo el mundo y su era perfecta. — Respecto a la última pregunta, yo soy consciente, la respuesta es sencilla: la amo, yo haría cualquier cosa por hacerla feliz, por eso estoy aquí, además de que mientras esté con ella estaré feliz, bajo cualquier circunstancia. —respondió Loid miraba mientras a Yor dormía. Yuri permaneció unos segundos mirándolo, luego tomó asiento suspirando y se levantó para luego subir a su habitación. — Me parece que ganaste muchacho— afirmó el general Yago asomándose por encima del diario que sostenía. — ¿Qué hay de ti? — preguntó probando suerte Loid. — Sigues vivo y sigues en el país, eso ya dice mucho de mi parte— Yago estricto con al menos un semblante más amigable. Jacqueline se levantó en ese instante dejando lo que hacía de lado. — Te daré un poco del estofado para, se ve que te gustó mucho — declaró llevar a la mujer. Entonces Loid vio a Yago reír, meneó la cabeza y se cubrió con el periódico para disimularlo. Se burlaba de su mala fortuna, pero definitivamente era un avance. — Loid— le llamó el padre de Loid sin quitarse el diario— a Loid realizó varios toquidos a la puerta de roble que tenía enfrente, escuchó pasos acercándose y se miró realizando una última inspección a su apariencia, pulió su zapato con la parte trasera de su pantalón, revisó su aliento y acomodó el nudo rojo de su corbata. La puerta abrió por fin, Loid descubrió una sonrisa gentil en su rostro buscando engañarse a sí mismo con su creciente nerviosismo. Frente a él tenía una mujer de pelo negro recortado hasta el cuello, sus ojos eran idénticos a los de su novia pero con algunas marcas de expresión más en ellos a causa de la edad. Llevaba un suéter rosado y un gesto amigable y feliz, parecía estar dibujado permanentemente en su rostro. Por otro lado, tenía un hombre corpulento, portaba un traje militar con todas sus debidas condecoraciones, estaba seguro Forger que para intimidad, como si no bastara su marcado ceño fruncido como de un sabueso defendiendo su territorio, sus ojos casi centelleaban fuego y como un toro abrazado expandía sus fosas nasales como bufando. — Muy buenas tardes— saludó con toda la formalidad del mundo— soy Loid Forger, soy pareja de su hija Yor Briar… — Sé quién eres pelele y no me agradas —frase el señor. — Traje una botella de vino para la cena…— Loid resaltaron extendiendo sus manos con el recipiente en sus manos, buscando restar importancia al comentario que había hecho, sin embargo, antes de que terminara la frase, el señor le arrebató la botella, dio la vuelta y se alejó con ella. — Mucho gusto Loid, yo soy Jacqueline Briar, mi esposo se llama Yago— destaca la mujer, luego, con un semblante de emoción, se aproximó a él para murmurarle como contando un secreto— creo que a mi esposo le ha caído muy bien. Segundos más tarde Loid se encontraba sentado en la sala de su casa, la madre de Yor daba los últimos detalles a la cena mientras que su padre estaba en el sofá frente al sostenido el periódico para poder leerlo mientras lo fulminaba con la mirada. Yor que había estado en su cuarto hasta ese momento, descendió por las escaleras corriendo, lo miró emocionado y abrió los brazos para lanzarse a él y besarlo. Dadas las circunstancias, Forger deseó que al menos esa ocasión, Yor se comportara tan tímida como cuando comenzaban a salir, en ese entonces tomar su mano era una tarea titánica antes de que la chica comenzara a comportarse inquieta por el nerviosismo y se alejara. Cuando ella levantó sus labios para besarlo, Loid fue capaz de sentir un aura expresa de Yagole casi pudo sentir la fuerza de gravedad aumentando a su alrededor y aplastarle. Le abría fascinado poder probar los labios rosados de su novia, pues para ese momento llevaba casi una semana sin verla, precisamente hoy se veía hermosa, llevaba una blusa de tirantes roja y un mayon negro; sin embargo, sus ganas de sobrevivir, de no ser convertido en un enemigo del estado por los celos paternales del general tenían más peso. Con todo el pesar en su corazón interpuso su mano entre sus labios de ella y su rostro, con su mirada trató de transmitir el mensaje de moderación a Yor negando con la cabeza. Ella por supuesto no entendió nada, mordió la mano que había interpuesto, la sujetó con la de ella entrelazando sus dedos y plantándole un beso de varios segundos que Loid se dedicó a disfrutar cada gramo por si era el último de su vida. Cuando Yor se sentó junto a él recargó su cabeza en su hombro, Loid se dio cuenta de que un segundo par de ojos le buscaba atravesar como proyectiles, Yuri el hermano de Yor acababa de atravesar la puerta Loid podría asegurar ante un notario y un juez que en ese momento no se lanzaron sobre él por la milagrosa intervención de su mamá asomándose de la cocina — La comida está lista—anunció la mujer con su sonrisa permanente. Con todos en la mesa, el padre de Yor del extremo derecho y Yuri del lado opuesto, Loid se sintió acorralado y la tensión en el ambiente podría haberse cortado en trozos y servido porciones a todos en sus platos. Loid aparecería un gesto tranquilo en su rostro, aunque las sensaciones en su interior contarán con otra historia, su mente estaba en otro sitio, uno más tranquilo. Estaba seguro de que algo iba mal con la comida cuando sintió que su estómago comenzaba a encogerse entre pulsaciones de dolor, se tuvo que sostener de la mesa para no venirse abajo. Debió sospecharlo que está sería la consecuencia con ese estofado color marrón gelatinoso y espeso. Al parecer, las dotes culinarios de su querida Yor provenían de su madre. Haciendo uso de fuerza sobrehumana y la más fuerte de las voluntades, terminó el plato solo para ver qué la mujer se detenía con la cacerola y cucharón en las manos. — ¿Gustarías un poco más?— preguntó Jacqueline. Loid sintió la mirada de Yago escudriñándolo como un halcón y afirmó extendiendo su plato. Luego de varios tortuosos minutos, Forger había terminado, resultaría el mismo gesto de tranquilidad, aunque en su interior sintiera como si todo su sistema digestivo estuviera cambiando de lugar. La mesa fue recogida, él se ofreció a llevar y lavar los platos, se encontró en ello mientras que el resto de la familia esperaba en la sala, Yor había propuesto jugar un juego de trivia y todos aceptaron; Yuri y Yago con expresiones en sus rostros cómo se tratará de un duelo y no un juego de mesa. Loid estaba secando el último de los platos cuando escuchó los pasos de Yor, le gustó tanto que prestó atención y había aprendido cómo caminaba, sintió sus manos tomarlo de la cintura. Pensó que se retiraría cuando sintió un golpe en uno de sus glúteos, fue fuerte y sonoro justo en el instante que todo quedó en silencio, en la sala, padre y hermano alzaron el rostro y levantaron una de sus cejas. Loid alarmado y con el rostro sonrojado se giró para ver a Yor, ella le sonreía con una sonrisa traviesa mordiendo su labio interior con el rubor ocasionado por el alcohol. Yor lo miró con los párpados bajos, humedeciendo un poco su labio inferior con la punta de la lengua. Loid sintió que su corazón pegaba un salto cuando Yor usó índice para dejar caer el tirante de su brazo izquierdo dejando su hombro desnudo. Loid tuvo que respirar profundo, con el temple digno de un maestro zen sostuvo a la chica frente a él de los brazos, obligando a que sus manos no se movieran hacía ninguna otra parte de su cuerpo, cerró los ojos y volvió a poner el tirante en su lugar. Se aproximó a la frente de Yor y la besó, manteniendo contenta con esto a su pareja que sonrió apenada. Unos instantes después ya estaban en la sala. Loid se mostró de nuevo tranquilo y gentil, con las manos sobre sus piernas y ofreciendo una sonrisa, disimulando por completo que se había mojado un par de ocasiones para volver a aclimatar su cuerpo. En la mesa de centro había un tablero, con dos grupos de tarjetas en cada extremo. Yuri, el hermano de Yor lo miró con cierta malicia, tomó uno de los grupos de tarjetas y comenzó a barajarlo, retándolo con la mirada. — Este es el juego preferido de Yuri, le gusta jugarlo cada que puede— indica la madre Yor con cierto orgullo en su voz. — Es bastante bueno en él. Yuri, tomó una de las tarjetas de la mitad del grupo, la descubrió y su sonrisa adquirió un tono siniestro. Loid le mantuvo la mirada sin ofuscarse. —¿Cuál es la narración épica más antigua de la historia?— preguntó tomando la tarjeta de la pregunta en la mesa y poniendo sus manos en los dos extremos de la mesa. Loid estaban mirándolo y luego bajó la mirada, Yuri se rio por lo bajo burlándose, Yor Briar se encontró ya en ese momento adormilada comenzó a imitarse sin realmente saber qué ocurría. — Entendería que no sepas, se requiere una gran cantidad de conocimientos, cultura general, estudios— declaró presuntuoso. — La Epopeya de Gilgamesh— respondió entonces Loid recargándose en su mano derecha. Yuri frunció el ceño y tomó otra tarjeta. —¿Qué filósofo creó “El mito de la caverna”?— cuestionó a Yuri leyendo la tarjeta. — Platón, si no me equivoco— respondió Loid con una sonrisa. El capitán Yago observaba todo expectante. Conforme las tarjetas de preguntas comenzaban a disminuir, lo hacían así también la paciencia de Yuri, perdiendo cada vez la compostura. Luego de hora y media transcurrida, así como de ochenta y tres preguntas realizadas, Yor ya estaba completamente dormida, su mamá había comenzado a tejer y su padre leía el diario observando al pretendiente de su hija de manera ocasional. — ¿Qué número viene después del 14 en los decimales de Pi? ¿Qué pintor pintó “El grito”? ¿En qué mes el Sol está más cerca de la Tierra? ¿Cuál es la velocidad de la luz?, De los cinco sentidos, ¿Cuál es el que se desarrolla primero? ¿Por qué sigues aquí es que mi padre y yo te odiamos y nunca te aprobara?…— preguntó Yuri ya completamente fuera de sí. —El número 1, Edvard Munch, diciembre, 300.000 kilómetros por segundo, el olfato…— respondió Loid con total serenidad de manera correcta. Yor bostezó dormida en ese momento ya tientas sin abrir los ojos buscó la mano de Loid, Forger entrelazó su mano con la de ella. Suspiró sintiendo la calidez que le transmitía, su piel era tan tersa y cuando la sujetaba de esa manera sintió que todo el mundo y su era perfecta. — Respecto a la última pregunta, yo soy consciente, la respuesta es sencilla: la amo, yo haría cualquier cosa por hacerla feliz, por eso estoy aquí, además de que mientras esté con ella estaré feliz, bajo cualquier circunstancia. —respondió Loid miraba mientras a Yor dormía. Yuri permaneció unos segundos mirándolo, luego tomó asiento suspirando y se levantó para luego subir a su habitación. — Me parece que ganaste muchacho— afirmó el general Yago asomándose por encima del diario que sostenía. — ¿Qué hay de ti? — preguntó probando suerte Loid. — Sigues vivo y sigues en el país, eso ya dice mucho de mi parte— Yago estricto con al menos un semblante más amigable. Jacqueline se levantó en ese instante dejando lo que hacía de lado. — Te daré un poco del estofado para, se ve que te gustó mucho — declaró llevar a la mujer. Entonces Loid vio a Yago reír, meneó la cabeza y se cubrió con el periódico para disimularlo. Se burlaba de su mala fortuna, pero definitivamente era un avance. — Loid— le llamó el padre de Loid sin quitarse el diario— a yúdame a subir a mi hija a su habitación, pero conoce tus límites muchacho— le detectaron — escuché el ruido que ocurrió en la cocina hace un rato. Loid Forger tomó un Yor en sus brazos, avergonzado se dio la vuelta y salió rápido de la habitación. yúdame a subir a mi hija a su habitación, pero conoce tus límites muchacho— le detectaron — escuché el ruido que ocurrió en la cocina hace un rato. Loid Forger tomó un Yor en sus brazos, avergonzado se dio la vuelta y salió rápido de la habitación.
Desde que inicio el anime he estado pensando y pensando en escribir sobre ellos, y aunque tengo un comienzo no llego a cuajar un final adecuado lo cual me ha desanimado... por lo tanto he disfrutado esto como no tienes idea aunque me hayan hecho falta Anya y Bond, pero el agregado de los señores Brier sin duda lo compensa. Gracias por escribir, como siempre tienes un estilo fluido y muy pocos errores que nos dan una lectura amena y atrapante. Sin duda los Forger tienen gran potencial como familia