Roces. Esa piel aterciopelada que brillaba de tan blanca, que lo hacía ver como un ángel digno de ser amado y cuidado. Sus mechones de cabello mojado desordenado y alborotado que desprendían gotas cristalinas; seguramente había tomado una ducha. Unos labios suaves y exquisitos de un color durazno pálido, que tentarían a cualquiera a probarlos. Pero, con los ojos cristalizados. ¿Qué tenía? No había estado llorando; lo sabría. Quizás una alergia pasajera, alguna pestaña caída o ardor. —Ah… Kaoru —me llamó desde la puerta—, ¿podrías ver qué tengo? —preguntó, frotándose uno de sus ojos almendrados. Me acerqué a él, seguramente con un rostro de preocupación notable. Cualquier cosa que le sucediera a Hikaru, por diminuto que fuere, me preocuparía. Aunque a veces me haya distraído de él, siempre traté de cuidarlo lo mejor que pude, y tengo por seguro que no dejaré de hacerlo. Aparté su mano con delicadeza, por miedo a que la única persona que amo se “rompiera”, mientras sentía la suavidad de su piel rozar con la palma de mi mano. Su respiración chocó contra mi rostro, lo que automáticamente despertó mi nerviosismo. Gracias a Dios, sabía disimularlo bien después de tanto tiempo de tratar de controlarlo. <<Diablos…>>, pensé. Se hinchó de tanto que lo había frotado y las lágrimas caían una tras otra por el camino de sus mejillas; creí que iba a morir de verlo así. Parecía un pequeño niño inocente, triste y sin saber qué hacer o a dónde ir. Recordé lo que hacía saliendo de mi mundo; debía actuar rápido, o sino, le seguiría doliendo a él. Levanté su parpado superior, y como supuse, allí estaba la intrusa. A fin de cuentas, resultó ser una de sus pestañas. —De acuerdo, ¿sa… sabes qué? No te dolerá —le dije. Noté como ni se inmutó en alarmarse; esa confianza infinita que tenía sobre mí, hacía rebosar mi alegría y amor. Me encantaba. —No te muevas, ¿está bien? —Hice lo que Haruhi había hecho con Honey unas semanas atrás, cuando el pequeño cayó accidentalmente. Esa caída había sido épica, tanto que después nos salió correteando por habernos reído de él. Sentí como tomaba mi cintura entre sus brazos, haciéndome volar a otro mundo. Y pensar que solamente puedo concentrarme con los nervios… pero con un solo toque, tan electrizante como el suyo… Por Dios. — ¿Ya…? —Preguntó, curvando una sonrisa. ¿Qué era tan gracioso? —Ya está —Suspiré, alejándome un poco de él— ¿De qué te ríes, ah? —pregunté, sonriendo sin entender en qué rayos pensaba. —Lo sentí… ¿acaso crees que no? —dijo parpadeando, como si estuviese comprobando que su ojo funcionara. Pero, ¿a qué se refería? ¿Qué sintió?— Te tensaste cuando tomé tu cintura… depravado —Rió, lo que me activó el modo estatua— ¡¿Qué rayos pensabas que haría?! —explotó en risas. Sabía que eso no pasaría desapercibido, pero su toque fue tan electrizante que logró recorrer mi cuerpo, sin poder disimularlo. —¡Yah! —me abalancé a él, cayendo al suelo. De pronto, asombrado, paró de reírse— ¿Ves que tú tampoco puedes…? —le canturrié al oído. Era más débil en ése tema que yo.
Wiii(? Hola, Sempai n_n Etto...Primero lo primero, tengo que decirte que tu historia me gustó muchísimo, y eso que hace mucho que no leo nada y BlaBla, al ver que decía Shonen ai y era de estos Gemelitos, me enamoré y dije -Debo leerlo- Y entré. Debo decir que no me decepcionaste en nada: Narración: muy fluida y muy nartural, atrapante, de esas que hacen que todo a tu alrededor se esfume y te concentres solo en la historia. Ortografía: No encontré ningún error. Tal vez en una de las casualidades de la vida, tengas un error, pero yo no noté ninguno. Trama: Impresionantemente genial :D Me fascinó de pies a cabeza(? Aunque claro...una historia no tiene pies ni cabeza. Muy linda y tierna, amo ver a esos gemelitos, me pueden TT-TT Ninguno vive sin el otro xD Me encantó lo de la pestaña y la risita de Hikaru. Me encantó n_n