Capítulo 1 ¿Acaso habría existido alguien mejor preparado que yo para enfrentar las cosas más retorcidas que este mundo puede manifestar? ¿Sería posible que existiera alguien así? He tratado de encontrar alguna respuesta convincente a estas preguntas, pero solo quedan inconclusas. Sería irracional que alguien pudiese estar preparado para las cosas que yo he experimentado. Esta vida me ha enseñado desde lo más magnífico hasta lo más atroz. Me ha llevado desde lo más alto hasta lo más bajo. ¿Me lo habré merecido por alguna razón? Tal vez en alguna vida pasada, hice cosas tan terribles que entonces me habré merecido reencarnar en esta atracción desenfrenada, una montaña rusa a la que nombraría “el calvario”. Este tipo de historias solo se leen en cuentos y leyendas urbanas. Ha sido difícil encontrarle lógica a todo esto, si se lo explicara a alguien con una vida común nunca me creería sin una prueba contundente. Lo único que quedaba era dejar que simplemente las cosas siguieran su curso, que pasara lo que tuviera que pasar, tuve que resignarme a que el destino no estaba siempre de mi lado y lo que me hubiera gustado era desaparecer. Ni siquiera fue tan piadoso como para concederme ese deseo. ¿Cómo es que comenzó a descontrolarse todo a mi alrededor? Este enigma no lo tuve resuelto hasta muchos años después. Las cosas se fueron acomodando, pieza por pieza se fue armando el complejo rompecabezas. Mi vida comenzó como cualquier otra, nací en el seno de una cálida familia, mis padres eran un matrimonio que verdaderamente se conformó en amor puro el uno por el otro, pero así como existe lo puro, también lo que es impuro acecha por los alrededores. Lo puro atrae lo impuro, que busca ambiciosamente apoderarse de aquello de lo que carece y de lo que se siente con derecho a dominar. Y si no consigue apoderarse de lo que provoca su ambición, lo último que le queda es destruirlo. Es así como la felicidad en mi familia fue destruida, por la enfermiza ambición de un miserable que no perdonó que otro fuera feliz con lo que él deseaba poseer para su propia felicidad. No le correspondió ser el protagonista de una historia donde él hiciera su vida con la persona que tanto anhelaba, así que, lo único que le quedó fue llenarse de odio, al ver su deseo arrebatado y lo utilizó como la fuerza brutal que le permitió después, ser capaz de traernos oscuridad y condenar la luz que nos llenaba de plenitud. La oscuridad se propagó como raíces espinosas y ponzoñosas, consiguió afectarnos y obtener la victoria que él deseaba, causando un daño irreversible. Ese hombre separó a mis padres de la manera más cruel y cobarde que puede existir; primero, con manipulaciones y después, por la muerte. Quien no sobrevivió a la calamidad de aquel despiadado, fue mi madre, pero a pesar de todo, jamás desistió en su lucha por protegerme, se aseguró de mantenerme a salvo y lejos de ese villano, resguardándome en las manos de quien se cruzó en su camino antes de soltar su último aliento. Rogó a esa persona desconocida que llevara a su hijo con su padre, a quien se le había arrebatado su libertad injustamente. Mi madre desconocía totalmente la naturaleza de a quien le confió la tarea de llevarnos a mi padre y a mí a un lugar seguro, pero la consideró su única esperanza. Afortunadamente no se trataba de alguien peligroso, al menos no como el miserable que destruyó a mi familia. Por alguna razón, esa persona se mostró generosa y sin dudarlo, cumplió con la última voluntad de mi madre. Mi padre recuperó su libertad y estuvimos a salvo en un lugar bastante alejado de donde solía ser nuestro hogar, pero dadas las circunstancias no teníamos más alternativa que aceptar la hospitalidad de la amable persona que nos dio el auxilio y que además, salvó nuestras vidas. Lo habíamos perdido todo, y mi padre sentía esa desesperación por no tener nada que ofrecerme. A la vez, la muerte de mi madre obviamente le había pegado profundamente. Siempre fue un buen padre y nunca sentí que tuviese que reclamar por algo. Sé que me amaba, se dedicó un buen tiempo a darme el cariño y la fuerza para poder crecer como un hijo realmente amado por su padre, y yo igual amaba a mi padre. Sé que su amor paternal hacia mí era tanto, que entonces tuvo que tomar una muy difícil decisión, una que en ese entonces se vio con la necesidad de afrontar por mi bienestar y el de él mismo. Mi padre tuvo que dejarme atrás, para ir en busca de la mejor vida para los dos, prometiendo profundamente que algún día nos volveríamos a ver, pero en mi carencia de comprensión por ser solo un niño, únicamente lo pude interpretar como que mi padre me estaba abandonando, la única persona amada que me quedaba, se alejaba de mí cuando más lo necesitaba. Nuevamente, mi padre me confió en las manos de la misma persona en la que mi madre también había depositado su última esperanza. Esa persona aceptó acogerme en su hogar y en su vida, compadeciéndose por mi vida que se había vuelto tan dura drásticamente. Y fue entonces que fui sabiendo un poco más, sobre ella, una mujer joven y honestamente muy hermosa, de cabellos rojizos como el carmesí, piel blanca como la nieve, rasgos y apariencia física perfecta y una mirada resplandeciente, como si de ella emergiera un destello desde el interior, que no solo se reflejaba en su mirada, sino, toda ella era resplandeciente. Simplemente era alguien muy poco común, siempre me pareció extraño que ella se ofreciera amablemente a ayudarnos a mi padre y a mí, sin cuestionarnos, sin quejarse, sin mostrar algún indicio de malicia o que quisiera aprovecharse de nuestra desgracia. Tenía una presencia bastante imponente y que tendría todo el carácter y la fuerza para incluso poder defenderse sola, más nunca se mostró agresiva conmigo. Al contrario, se mostró siempre muy paciente y comprensiva. Esa dama pelirroja me acompañó durante los siguientes años de mi vida, me crió y cuidó de mí durante todo ese tiempo. Se aseguró de darme las cosas básicas que necesitaba. A pesar de verse totalmente solitaria era independiente, económicamente no le iba mal, tampoco era millonaria, pero le alcanzaba lo suficiente como para tener comodidad y para ofrecerme parte de sus bienes. Nada de eso me lo dio gratis, me enseñó que las cosas se ganan con esfuerzo, que no siempre podía tenerlo todo tan fácilmente porque la vida realmente no es así. Me enseñó a ser útil y a ser alguien digno de reconocer, a pesar de que mi padre ha tenido que dejarme, no significa que yo deba ser una carga para él, así que me hizo capaz de ganarme los recursos para conseguir lo que quería. Si quería volverlo a ver pronto algún día, también tenía que poner de mi parte. A estas alturas ella ya sabía mucho de mí, pero yo no sabía casi nada sobre ella, ni siquiera si tenía familia o qué clase de vida llevaba. Por respeto me limitaba de preguntarle cosas, pretendía no ser una molestia para ella. Me consiguió pequeños trabajos en los que aceptarían incluso a jóvenes de mi edad, y ese dinero que ganaba lo juntaba para ir a la escuela y para cubrir algunas de mis otras necesidades. Ella me premiaba con un dinero extra cada que recibía mis pagos y me alentaba a seguir esforzándome. Así logré alcanzar una mediana estabilidad social. Asistía a la escuela como cualquier otro de mi edad, pero nunca me interesó relacionarme con ninguno de mis compañeros, lo único que yo deseaba en esta vida, era volver a ver a mi padre. Aunque por fuera aparentaba estar bien, por dentro me consumía una profunda tristeza que no era nada fácil para mí cargar con ella. Pasé muchas veces por momentos de depresión y ansiedad. Aunque ella estuviera conmigo, me sentía profundamente solo y vacío, nada llenaba ese hueco de mi interior que quedó por la ausencia de mi padre y cada vez empeoraba, sobre todo cuando entré en la adolescencia, el peso de llevar esta agonía era cada vez más insoportable. Cuando llegué a los quince años crecí y me volví un chico alto, a los dieciocho años crecí un poco más hasta quedar en una estatura de un metro con setenta y dos centímetros. Aparentaba ser un poco más mayor de la edad que tenía y por eso era más fácil mezclarme con las alimañas. Durante este periodo me fui desviando del camino, no asistía varios días a mis clases o a mi empleo, porque no tenía ninguna motivación. Me adapté al hábito de perderme en el bosque, quedarme allí por largas horas hasta que las penumbras me envolvían y dejaba a flote mis pensamientos, incluso lloraba amargamente, desahogaba los sentimientos con los que cargaba todo el tiempo. Curiosamente, ella siempre me encontraba y me llamaba a volver a casa, no me resistía a hacer lo que ella me pedía, porque tampoco deseaba ser una carga o molestia para quien cuidaba de mí, la persona en quienes mis padres han confiado, así también le daba mi total confianza o tal vez me aferraba a esa confianza y a su compañía, por ser lo único en lo que podía sostenerme, lo único que me daba razones de seguir esforzándome, aunque me viniera abajo constantemente. Mi estado se fue agravando más, así que comencé a vagar por las calles y callejones, me llegué a relacionar con personas que eran una pésima influencia. Alguno de ellos me invitaban a probar de lo que ellos tomaban, que llegaba a ser cerveza o licor y lo volví una adicción. Así como meterme en peleas callejeras por solo dedicarme a algo que me ayudara a despejar mi mente. Llegaba ebrio y con heridas a la casa de la doncella pelirroja. Como desconocía su verdadero nombre, comencé a llamarla simplemente con el apodo “doncella”, pues le quedaba como anillo al dedo ese seudónimo. Obviamente no le agradaba verme en esa condiciones, se preocupaba por mí y trataba de ser empática conmigo, aconsejarme como ella podía, pero llegó un momento en que no aguantó más su coraje, al ver mi rostro hinchado por los golpes y que apenas podía mantener un ojo abierto. – Maldición… ¡¿Otra vez con esto?! Muy bien se acabó, ¡Ya fue suficiente de que sigas comportándote como un mocoso descarriado! ¡No acepté cuidarte para estar soportando tus actitudes tan infantiles! ¡Te he cuidado porque tu padre me ha confiado tu seguridad! ¡Tanto tu madre como tu padre han dado la vida por ti y últimamente te limitas a deshonrarlos! ¡Has ido decayendo, ya ni siquiera vas a tus clases, ni trabajas. ¡Te la pasas vagando y metiéndote en problemas! ¡Este comportamiento que has adaptado es muy molesto! ¡No voy a seguir cubriéndote de todos los problemas en los que te metas! ¡Todo tiene una consecuencia, y tendrás que aprender tal vez a la mala que no es un camino seguro! Pero ¡maldita sea! ¡Esto ya fue demasiado lejos! – Nunca había tenido la necesidad de reprenderme tan severamente hasta ahora. Fue ahí que pude conocer más de su rígido carácter. En ese momento, también llegué al borde de la desesperación. Jamás había sido grosero con ella, he sido obediente y disciplinado hasta ahora, pero esa fue la primera vez que le alcé la voz. – ¡¿Y qué se supone que quieres que haga?! ¡¿Qué puedo hacer con todas las emociones que llevo cargando día tras día?! ¡Nada me satisface de esta vida sin mi padre! ¡Sin él me siento totalmente perdido! ¡No entiendo por qué ha tenido que dejarme e irse tan lejos todo este tiempo! ¡¿No se daba cuenta que yo lo necesitaba más?! ¡Trato de seguir viviendo cada maldito día aunque me cueste demasiado! ¡Me cuesta encontrarle sentido a esta vida estando completamente solo! – A medida que seguía explotando de tantas emociones acumuladas y retenidas, fui perdiendo fuerzas. Al final se me gastó la voz, y el llanto se apoderó de mí. Caí devastado en el suelo, sin poder retener este llanto tan amargo. Sentía un gran pesar en mi pecho, tanto que me dolía como si algo me estuviera desgarrando por dentro. La doncella se quedó por un rato en silencio, pero después actuó de una manera un tanto inusual. No era una persona afectuosa, era algo fría en ese aspecto. Las veces que intentaba consolarme era solo poniendo su mano sobre mi cabeza gentilmente. Ahora fue distinto. Sus brazos, con esa piel blanca me envolvieron con delicadeza y sentí su mentón sobre mi cabeza. Me atrajo hacia ella que hasta podía percibir su temperatura corporal, y me sorprendí un poco de lo fría que era su piel, fría pero suave como terciopelo, además de eso parecía ser realmente una chica fuerte, sus músculos se sentían como de alguien que se la pasaba entrenando todos los días. Una mujer normalmente es delicada y frágil, pero ella era realmente única, al menos nunca había conocido a alguien así. Lo siguiente fue, que sus dedos tocaron gentilmente mi cabello. — Tú no estás solo, Kaoru. — Cambió su tono de voz habitual, la doncella es recta y directa al hablar. Ahora utilizaba un tono de voz tan dulce y fino, que me dio un poco de tranquilidad. — Entiendo lo difícil que debe ser para ti estar sin tu padre, que es la única persona importante en tu vida que te queda y solo se tienen entre ustedes. Eras muy pequeño cuando perdiste a tu madre, pero ella usó las fuerzas que le quedaban para ponerte a salvo. Tu padre también se fue para conseguir una mejor vida para ambos. Les han arrebatado lo más preciado para todo ser humano y ahora has tenido que crecer sin la presencia de ellos, pero ellos siguen acompañándote y cuidando de ti. No has dejado de ser importante para ellos, tus padres te aman Kaoru y debes tener la certeza de ello. Y además… también me tienes a mí. — Sus palabras me conmovían profundamente, su consuelo en verdad me tranquilizaba, pero seguía con muchas ganas de llorar. — Tal vez yo no sea la persona que tu deseas ver, pero puedes apoyarte en mí todo lo que necesites. El sacrificio de tus padres tan lleno de amor hacia ti, me han conmovido totalmente, son un par de humanos dignos de respetarse y de admirar. Es un amor real el que te tienen y lo han demostrado con todo su ser. Es por eso que he aceptado darles mi ayuda, porque lo que han vivido realmente ha sido duro. Ambos me han confiado a su preciado hijo. Este tiempo que he pasado contigo me ha sido muy especial, jamás había tenido a alguien que necesitara de mí. Pero tú, siendo un pequeño que necesitaba con fuerza el amor de sus padres y que ha tenido que dejarlos ir y crecer todo este tiempo sin ellos, me ha ayudado a entender que era necesario protegerte. He sentido esa fuerte sensación de querer asegurarme que estés bien. Así que, deja de angustiarte Kaoru. Todo va a estar bien. Podrás superar todo esto y estar algún día con tu padre nuevamente. Piensa que él también se ha de morir por verte, pero no puede hacerlo porque no quiere regresar sin nada que darte. Tu padre se está esforzando por ti y tú debes hacer lo mismo por él. — Finalmente sus palabras habían logrado que recuperara la calma, al saber que realmente se estaba preocupando por mí y que realmente contaba con ella plenamente, eso me hizo sentir aliviado. Ya que pudo cesar el llanto, cenamos juntos, algo que tampoco habíamos hecho antes, al menos no tan a menudo. Lo común es que ella siempre esté tomando un té o comiendo una manzana, es decir, nunca la vi con mucho apetito, pero en esta ocasión realmente cenó conmigo lo que ella misma había preparado, de hecho, ella siempre ha cocinado para mí, pero nunca para ella. Cuando se sentó en la mesa para acompañarme, se dio cuenta que la miraba extrañado. — ¿Sucede algo? — Me preguntó. — Nada, es solo que… es raro verte cenar de lo que tu cocinaste, siempre me has dejado comer solo o comes muy poco y siempre se me hizo raro que no probaras ninguno de los platillos que has cocinado para mí, cocinas bastante bien. — En verdad, tenía buena mano para la cocina. — Es solo que, hace tiempo que he perdido el gusto por la comida, pero no significa que no coma algo cuando me apetece, es simplemente que ya no es uno de mis hábitos, solo me alimento de lo que considero suficiente para mí. — — Ya veo, entonces, seguramente eres de las que siguen sus propias reglas para mantenerse saludable. — — ¿Saludable? ¿A qué te refieres? — — Bueno… siempre me ha parecido que eras bastante fuerte y… — Desvié la mirada al sentir pena de admitirle que era muy hermosa, hasta sentí calor en los pómulos. — …y muy bella. Así que, seguramente es, porque te has cuidado bien. — Al fijarme de nuevo en su rostro, su expresión seria cambió a una cara sorprendida y seguido de esto soltó una pequeña carcajada. Eso me sorprendió demasiado a mí, nunca la había escuchado reírse. — Puede ser, eres bastante observativo y gracias por decir que soy bella es muy halagador de tu parte. — Volví a sonrojarme apenado pero igual sonreí contento de que no le pareciera eso una grosería de mi parte. Aunque se veía bastante joven, aun así se me hacía que era más mayor que yo, así que con más razón quería ser respetuoso. Terminamos de cenar y le ayudé a limpiar lo que se había ensuciado. En ese momento me di cuenta, que toda la angustia con la que había cargado se había desvanecido completamente. Ahora estaba mucho más tranquilo. Realmente había asimilado todo lo que la doncella me había dicho. Por cierto, que también había aprovechado ese momento de cercanía para finalmente preguntarle. — Hay algo que… he querido preguntarte hace tiempo, pero no había sentido el valor de decírtelo porque no quería incomodarte ni ser una molestia para ti, pero es que… nunca he sabido cual es tu nombre. — La respuesta tardó más de lo que hubiera previsto, le tomó unos minutos. — La verdad es… que yo nunca he tenido un nombre que me guste mantener, obviamente tuve padres como los tuyos que me dieron un nombre, pero digamos que he tenido muchas personas llamándome de distintas maneras, que ya me da igual cómo me llamen. Hasta he llegado a pensar, que el que te llamen siempre de la misma manera es aburrido. Por eso a mis conocidos les permito que me llamen como ellos deseen. Por ejemplo, tú tan solo con verme, ¿cómo me llamarías? — La respuesta fue tan inesperada que ahora a mí me resultó difícil responder, mi cara enrojeció más que antes, porque si que tenía la respuesta, pero decirla en voz alta me daba mucha vergüenza y al ver que me cohibía, me dio un pequeño empujón. — Vamos, sea lo que sea, no me molestaré. — Afirmó con toda la sinceridad en su expresión, así conseguí el pequeño valor para hablar. — Yo… desde que te conocí y tengo uso de razón, al no saber cómo te llamabas, te he identificado, con la impresión que he tenido de lo que aparentas ser. — — ¿Y…? ¿Qué sería? — ¡Rayos! Era bastante persuasiva, por lo que finalmente, se lo dije. — Te he llamado para mí mismo, como… la… la-la doncella. — Aunque balbuceaba o bajaba el volumen, como quiera pudo entenderme bien. De repente desvió la mirada y se cubrió con su mano. Yo me alarmé porque creí que ahora sí la había ofendido. — ¡Lo-lo siento! ¿Estás molesta? — Estuvo conteniendo la risa, seguramente para no avergonzarme más, pero no logró contenerse del todo y se le escapó, se rió con discreción sin ningún intento por burlarse, no parecía molesta, así que me tranquilicé. — Gracias, es lindo que te refieras así de mí. — Al final no me dijo su nombre verdadero, por alguna razón quiso evitar que lo supiera, así que no quise insistirle. Me permitió seguir llamándola por ese seudónimo que le agradaba mucho y hasta que la halagaba. No fue fácil empezar a llamarla así abiertamente, pero poco a poco me fui acostumbrando. A partir de ese día me sentí con los ánimos recuperados y volví a las clases y a mis trabajos de medio tiempo. Ahora mantenía mi mente ocupada en lo más productivo como debía ser. Pero como me lo había advertido, el mezclarme con las alimañas trajo su consecuencia. Supuestamente yo me había ido a despedir de ellos con la mejor intención, pero esos supuestos amigos se burlaron de mí y no querían que me fuera, pero al verme decidido a irme no permitieron que me fuera así como si nada. Entre todos me dieron una golpiza, no me resistí ni tampoco les respondí. Al regresar a casa esa noche, un poco antes de llegar, la doncella se encontró conmigo y se quedó impactada de verme regresar en tales condiciones, cogía de un pie porque me habían lastimado la rodilla, sangraba de la nariz, de la boca y de otras heridas. Me ayudó a llegar hasta el interior y mientras lo hacía me preguntó qué había pasado. Le aseguré que esta vez no me había metido en una pelea a propósito y le expliqué todo. Ella se molestó al saber que me habían lastimado con intención real de hacerlo, quiso ir a reprenderlos, sabiendo que era fuerte y rígida si se lo proponía, no dudaba que lograría asustarlos, pero no quise que se molestara en hacer eso. — No te preocupes, es como lo dijiste. Es consecuencia de haber estado yendo por el camino incorrecto. Por lo menos he dado el primer paso para alejarme de eso. — Quise ser optimista y restarle importancia a este ataque. No me imaginé que estos ataques continuarían. De alguna manera dieron con la escuela donde estudiaba y me emboscaron saliendo de clases. De nuevo me molieron a golpes y por una patada en el rostro perdí la consciencia. Una vez que entras a un callejón oscuro y permites que se vuelva una parte de ti, cuando deseas salir de allí, nunca será pacíficamente. Una vez que permites que la oscuridad entre en tu vida, te condenas al instante. La oscuridad nunca te dará tranquilidad, nunca te dará paz. Desperté después de un rato y lo primero que sentí fue un inmenso dolor por todo mi cuerpo. Me habían dejado mucho peor que otras veces, estaba seguro que casi me habían desfigurado la cara porque la sentía sumamente hinchada. No podía abrir bien los ojos. Y de lo segundo que me percaté, es que estaba atado a una silla de manos y pies. Se dieron cuenta que había recobrado el conocimiento y se reunieron frente a mí, burlándose. Apestaban a alcohol y a tabaco mezclado seguramente con alguna otra sustancia. Ya ni siquiera se les podía llamar humanos a esos engendros, parecían unos diablillos bajo los efectos del alcohol y las drogas. Se volvían dementes y desquiciados. Extrañamente no les tenía miedo, más bien me parecían detestables y patéticos. Unos malditos cobardes que no querían dejarme tranquilo, porque como todo ser que lleva oscuridad en su interior, no tolera que en otros haya luz o incluso que otros deseen alcanzar la luz que ellos ya no poseen. Yo quise enmendarme de mis errores, pero ellos me dejaban en claro que me lo iban a cobrar bastante caro. Volvieron a repetir como pericos que si regresaba con ellos dejarían de molestarme. Querían mostrarse amenazantes y hacer que cediera simplemente por salvar mi pellejo. No sé de dónde sacaba la fuerza para mantener mi voluntad intacta, sus amenazas no me afectaba, más bien, solo alimentaban el odio que crecía dentro de mí. — Vamos hermano, no te hagas maricón y vuelve con nosotros. Si lo haces seguiremos siendo camaradas, pero si insistes con tus joterias aquí vas a quedar. — No lograrían jamás convencerme, mi voluntad era inquebrantable, porque por nada del mundo deseaba convertirme en algo que decepcionara a mis padres o a la doncella, ellos, que han sacrificado tanto por mí. Si era necesario hacer el mismo sacrificio por ellos, al menos mi conciencia estaría tranquila si permanecía siendo un hombre honorable. Ese propósito personal, era la fuente principal de mi fortaleza en esos momentos. — Pueden hacer lo que quieran conmigo idiotas, no voy a complacerlos ni tampoco voy a tratar de defenderme. En esos cerebros que tienen y que no utilizan con sabiduría, no les cabe la más mínima idea de lo que significa para mí, ser un hombre del que se enorgullecen aquellos que se preocupan por mí y que han hecho hasta lo imposible por mi bienestar. A esas personas quiero recompensarlas como ellos se lo merecen. Quiero hacer honor por todo el sacrificio que han hecho por mí. Me he sentido hasta ahora una carga para mí padre y para la persona que ha cuidado hasta ahora de mí, sin ser nada ajeno a ella. Aún así, a pesar de que yo soy nadie para ella, yo le estaré eternamente agradecido, así como mis padres pusieron su esperanza en ella, me ha ayudado a darme cuenta que puedo seguir teniendo esperanza. Después de darme algo tan valioso como estas cosas, he podido seguir adelante a pesar de que me ha costado terriblemente vivir con este vacío que llevo dentro. Así que traguense su maldito orgullo ¡y váyanse a la mierda! ¡No pienso deshonrarlos a ellos jamás! — Escucharon todo mi discurso, y todos me miraron con muy mala cara, obviamente no eran tipos capaces de razonar normalmente y estas palabras no les resultaba nada especial, a pesar de que lo he expresado con toda la fuerza de mi voluntad. El que estaba más cerca de mí, acortó la pequeña distancia entre nosotros, con una sonrisa torcida que no daba indicio de que pretendiera algo bueno, se acercó lo suficiente para retraer mi cabeza hacia atrás tirándome de los cabellos. — Muy bien. Tú lo has decidido. — Susurró cerca de mí oído derecho y lo que hizo después fue clavarme un objeto filoso en el estómago. Solté un grito ahogado sintiendo un ardor insoportable. No había visto que llevara un cuchillo y tal parece que los demás tampoco estaban enterados, ya que ellos también se llevaron la sorpresa.
Capítulo 2 No le bastó una sola vez, si no que volvió a apuñalarme tres veces más. En la tercer apuñalada todo se oscureció a mi alrededor y me sumergí como adentrandome al fondo de una cueva, las pocas luces de este lugar se veían bastante tenues y los sonidos los percibía demasiado lejanos, pero aún así alcancé a escuchar como los otros le reclamaban al agresor por haber hecho algo como esto. Para los demás su plan sólo era asustarme y tal vez solo golpearme, pero nunca tuvieron la idea de llegar al extremo como para matarme. Cuando quisieron detenerlo yo ya estaba desangrándome y delirando, ya ni siquiera sentía el dolor, toda mi mente estaba nublada. Todos huyeron abandonádome en ese lugar oscuro, pero solo uno se regresó para quitarme las cuerdas de las manos y de los pies que me tenían atado a la silla, y después de eso salió corriendo después de decirme “lo siento”. Cada vez me costaba más resistirme a perder la conciencia, pero luchaba por evitarlo. En eso, tuve una especie de visión, en la que se me mostraba una escena de la que no tenía noción. Una mujer castaña, muy aterrada, me llevaba consigo. Parecía desesperada por escapar de algo, tropezó cayendo al suelo sin dejar de sostenerme y entonces, frente a ella, apareció alguien. No alcanzaba a ver bien quién era, pero la mujer castaña le rogó su ayuda. La escena cambió drásticamente, parecía provenir de una cinta gastada y vieja, las imágenes eran algo distorsionadas y borrosas. La misma mujer de cabellos castaños volvió a mirarme muy angustiada, no alcanzaba a escuchar lo que me decía. Poco a poco el volumen comenzó a aumentar, así pude escuchar con más claridad. Esa mujer me conocía y estaba muy preocupada por mí, me llamaba desesperadamente, repetía mi nombre como si para ella lo fuera todo en su vida. Vi como derramaba sus lágrimas por mí, no entendía por qué estaba tan angustiada ni quién era ella. Pero entonces la imagen se desvaneció, pero seguía escuchando que seguían llamándome con la misma desesperación. Antes todo lo escuchaba con algo de eco, hasta que la audición fue mejorando. — ¡Kaoru! ¡Por favor reacciona! ¡Maldita sea! — Al parecer recuperé un poco de conciencia, reconocí la voz de la doncella que era quien llamaba angustiada. No era capaz más que de escuchar y abrir muy poco los ojos. Mis párpados parecían dos sacos de arena muy pesados, apenas podía mantenerlos abiertos. — Kaoru, no puedo permitir que mueras. Si lo permito, no podré ver a tu padre a la cara. ¿Cómo podré mirarlo y decirle que permití que esto pasara? Kaoru… perdóname, por no haber podido protegerte, pero… no temas, me aseguraré… de que puedas volver a salvo con tu padre. Solo tienes que confiar en mí. — Esto fue lo último que pude escuchar de ella, lo único que sabía es que estaba al borde de morir y ya no lograba percibir las cosas a mi alrededor, nada excepto su voz. No sé explicar muy bien lo que sucedió después, creo que volví a estar inconsciente cuando sentí que todo mi cuerpo estaba ardiendo. Literalmente sentí que me quemaba por dentro, un dolor desgarrador me hacía retorcerme, quería gritar pero no podía, en lugar de eso gruñía entre quejidos y lamentos. El fuego incrementaba cada vez más, seguía quemándome hasta que en un instante, las llamas que ardían en todo mi cuerpo se extinguieron. Abrí los ojos y estaba en medio de la oscuridad, no veía absolutamente nada, pero estaba consciente de que estaba realmente despierto. A mi alrededor se expandía niebla oscura, podía verla aunque todo aquí estuviera oscuro sin ninguna chispa de luz. La neblina desprendía un olor desagradable, tan desagradable que tapé mi nariz con el antebrazo, pero eso no evitó que siguiera llegando esa peste. Calaba fuerte hasta ocasionar que la garganta ardiera como si hubiera probado picante en exceso. La molestia me hacía toser, sofocandome. Comenzaba a desesperarme y rogar por un vaso de agua pero no había a quien pedírsela, estaba completamente solo… …o eso creía. Escuché el eco de una risa escalofriante frente a mí, fue entonces que me di cuenta que no estaba solo en medio de esta penumbra. Un sujeto estaba más adelante, me llevé un gran susto porque fue como si hubiera aparecido de la nada. Una criatura que emergió desde la profundidad de este abismo, se presentó ante mí, primero como si se tratara de un ser espiritual sin apariencia física y después se personificó en una forma más mortal. Quedé perplejo ante esta presencia, más que nada viéndolo cerca de mí y poder notar los rasgos físicos de su cara. Podía jurar que esa criatura se parecía mucho a mí. La diferencia es que el color de su cabello era de un rojo intenso como el carmesí al igual que sus ojos que dirigían una mirada que daba escalofríos. Su piel completamente pálida, parecía un cadáver viviente, con unas manchas oscuras en los pómulos. Con una maliciosa sonrisa dejaba entrever que su dentadura era extraña pero perfecta, como si cada de sus dientes fueran colmillos. Tenía toda la pinta de ser un monstruo o un demonio. Estaba atemorizado y no podía moverme debido a este miedo. Así que, el demonio fue quien rompió el iceberg entre nosotros. — Finalmente te he alcanzado. — Otra cosa muy rara, su voz se escuchaba exactamente igual a la mía. — Sé que no alcanzas a entender nada de todo esto, pero puedo asegurarte que he esperado mucho este momento. Hace tiempo que he estado cerca de ti, solo que tu no te diste cuenta. Tenía que suceder lo trágico para que se nos presentara esta oportunidad. — No era capaz ni de abrir la boca para articular una palabra o por lo menos hacer algo de ruido. Creo que ni siquiera hacía falta que yo dijera algo, él podía escucharme en mis pensamientos. — Te preguntas quién soy. Eso es fácil de explicar. Soy quien te ha estado acompañando cuando empezaste a tener uso de razón. En tus momentos más solitarios, he sido el único que ha conocido todos tus temores y sufrimientos. Todo lo que has pasado y lo que has lamentado de tu vida. Todo lo que no le has contado a nadie y lo has guardado para ti, todo eso yo lo sé. Soy el único que comprende todo lo que has sufrido. — Por mi mente pasó como cinta de película todos mis recuerdos, de aquellos momentos donde más me he sentido vulnerable. Reviví todo ese dolor que estuve llevando conmigo, al sentirme solo por no tener a mis padres conmigo. Porque mi madre murió cuando era solo un pequeño y porque mi padre ha tenido que irse, pues lo hemos perdido todo. Recordé lo que sentí cuando mi padre me dejó y lo que ha significado para mí vivir sin él. Las lágrimas amargas brotaron, sin poder resistir las ganas inmensas de llorar. Sentí a flor de piel todo ese dolor tan insoportable. — Has tenido que sufrir, ¿y por culpa de quien? Por culpa de un maldito que les arrebató la felicidad a ti y a tu familia. Por culpa de otros malditos que atentaron contra tu vida, solamente por no querer ser parte de ellos. — Avanzó unos pasos más para llegar delante de mí, me miraba directamente a los ojos. — Tú no has hecho nada malo Kaoru, no cometiste ningún pecado, pero has tenido que vivir todo este dolor por causa de unos malditos egoístas. — Su cara se llenó de una ira atemorizante, sus ojos se volvieron negros como esta misma oscuridad y aunque me asustaba, a la vez he reconocido esos sentimientos, aceptaba las palabras de esta criatura como algo que necesitaba escuchar. — No es justo que hayas tenido que sufrir de esta manera, si siempre has sido una buena persona, que deseaste honrar a las personas que tanto amabas. Y mira como te lo ha pagado esta vida, te lo han hecho pagar, con sangre, dolor y lágrimas. — No, esto no era justo, ¿por qué ha tenido que ser así? — Entiendes lo que te digo ¿no? Lo sabes perfectamente. Sabes que tengo la razón, porque nunca me separé de ti. Yo he sido el único que nunca te ha abandonado Kaoru. Soy el único en quien puedes confiar. Porque yo, soy tú. — Alzó su mano y la puso sobre mi hombro. — Antes no has podido hacer nada para evitar todas estas cosas. Pero ahora que tenemos la oportunidad, podemos hacernos mucho más fuertes. Kaoru, podemos tener el poder de tomar el destino en nuestras manos y hacer realidad nuestros sueños. ¿Acaso uno de tus más grandes sueños, no es encontrarte con tu padre? Lo es ¿no es así? — Fue suavizando su tono de voz a mitad de su discurso. — En este mismo momento, puede tomar la decisión de tomar tu destino en tus propias manos y no volver a dejársela a nadie más. Si aceptas este poder, muy pronto tu y tu padre volverán a estar juntos, como debe ser. También podrás deshacerte de todo aquello que quiera hacerte daño y hasta de todo lo que te ha hecho sufrir. Es una oportunidad única, que no pasará en una segunda ocasión. Tienes que aceptarlo, ya que de lo contrario morirás. Morirás sin haber podido ser feliz, tu padre se enterará de tu muerte y será devastador para él. ¿Quieres que tu padre sufra? ¿O quieres evitarle ese sufrimiento? Tú decides Kaoru…. ¿Aceptas… o no? —. Después de escuchar todo esto, estaba completamente convencido y tenía mi respuesta en la punta de la lengua. No tenía ninguna duda, mi deseo era mucho más fuerte y me enviada directamente a aceptar, pero cuando estaba a punto de responder… ¡Kaoru, no respondas! Se produjo una voz a mis espaldas, pero apenas pude alcanzar a escucharla, me desconcentró por un momento. Esa voz era aguda y femenina, y por alguna razón se me hacía familiar, me pregunté de quién sería esa voz. Pero la criatura reclamó mi atención haciendo presión en mi hombro. — ¡Kaoru! ¡Responde! ¡No dejes que nada arruine esta gran oportunidad! ¡Tu destino te pertenece, y tienes derecho a reclamar por esa felicidad que tanto deseas! ¡Tú te mereces ser feliz a lado de tu padre! ¡No permitas que otros decidan tu destino! — Aquella pequeña distracción nuevamente fue totalmente cubierta por la influencia de esta criatura, alimentaba mi deseo con esas palabras que usaba para convencerme. Nuevamente estuve lleno de seguridad para tomar mi decisión. Me llené completamente del deseo de hacer realidad lo que el supuesto “otro yo” me animaba. Y entonces, concentrándome totalmente en esta situación, ignoré cualquier otra cosa. Lo deseaba, realmente lo deseaba, hasta ahora nada de lo que he vivido me ha parecido lo justo, porque sé muy bien que ni mis padres ni yo hemos hecho algo malo para haber merecido sufrir de esta manera, ¡quizás esta sea mi única oportunidad de conseguir la felicidad que mi padre y yo tanto deseamos! ¡Sería tonto dudar y dejar perder esta unica oportunidad! ¡No tengo ninguna intención de morir! ¡No pienso morir sin haber visto a mi padre! — Eso es Kaoru… entonces… ¿qué respondes? — Lo miré completamente convencido. — Lo haré. Acepto. — El otro yo sonrió muy contento. — ¡Perfecto! — En eso comenzó a desvanecerse regresando a aquella forma espiritual de antes y entró en mi interior moviéndose como un torbellino. Me llenó de una energía intensa y empecé a sentir los efectos que hacía en mí. Todas mis preocupaciones desaparecieron, creció una enorme ira y una sed de venganza. Mi cuerpo ya no se sintió tan débil y vulnerable como antes, mi fuerza física incrementó y mi mente estaba mucho más fortalecida. Ahora me sentía bastante bien, no solo eso, sino que me sentía perfectamente bien. Ahora estaba plenamente seguro que con toda esa fuerza de poder, nada me detendría. Desde allí, el auténtico Kaoru, cambió para siempre. Con esta misma fuerza de voluntad, decidí finalmente volver al mundo real y despertar. Desde aquí es un poco complicado contar precisamente lo que sucedió conmigo después, ya que es algo que no recuerdo con claridad. Pero por lo que me contaron, a partir de allí dejé de ser un humano bondadoso, y me convertí en algo más, mucho más peligroso. No tuve la menor idea de la clase de pacto que había realizado. En pocas palabras, le vendí mi alma a un horripilante demonio. Se apoderó totalmente de mi cuerpo y de mi propio ser. Cuando desperté de mi inconsciencia, el mundo fue completamente distinto a como lo conocía, ahora podía percibir con más detalle todo lo que había a mi alrededor. Para mí fue como un perfecto renacer, que ya no era para nada el mismo de antes. Ahora quería probar, lo que podía hacer con todo este poder. — ¿Kaoru? — La voz se escuchó fuera de la habitación donde me encontraba, sabía de quién se trataba y era el momento de agradecerle por esta gran oportunidad que me había dado. Ella estaba a punto de venir a asomarse, pero antes de que llegara a la puerta de la habitación, yo abandoné la cama donde reposaba, para colocarme justo a sus espaldas en un segundo, también me había vuelto mucho más rápido. Notó mi movimiento acelerado al pasar por un lado suyo y dio la media vuelta para que sus ojos se encontrarán con el nuevo Kaoru.
Capítulo 3 Yo pensaba que ahora tenía el control de todo, pero en realidad no. El demonio se apoderó completamente de mí. Ya no me sentía dueño de mi propio cuerpo y cuando fui capaz de darme cuenta de lo que había hecho fue demasiado tarde, ya no servía de nada arrepentirse. Desde que volví a abrir los ojos yo ya no fui nunca más el Kaoru de antes, ni en mi manera de actuar ni en mi manera de ser. El demonio ignoró completamente mi voluntad imponiendo la suya. Solo por un tiempo muy escaso mi verdadero yo fue capaz de estar consciente de lo que el demonio hacía, utilizando lo que se supone que alguna vez fue mi cuerpo. El demonio sabía muchas cosas ya que tenía miles de años existiendo como un espíritu inmundo, era lógico que supiera tantas cosas. Su mente y la mía se conectaban y es así cómo podía conocer de su gran existencia, toda información que acumuló por tantos años este ser, todo llegaba a mí de manera brutal y fue así que reveló lo desconocido, lo que hasta ahora yo ignoraba. — Jane Wayne, la que proviene de un patético clan de vampiros insignificantes, que nunca han podido cumplir sus verdaderos propósitos, un montón de cobardes. Has sido una estúpida por no haber previsto esto antes, ya que deberías ser capaz de impedirlo, pero eres asquerosamente cobarde. — Mi verdadero yo podía estar consciente de lo que el demonio le decía a la mujer pelirroja que teníamos enfrente, pero muy apenas podía seguirle el hilo, mi mente estaba exhausta y terriblemente agobiada. El espíritu inmundo era demasiado y dos almas en un solo cuerpo aún más, yo me sentía como un alma completamente débil y que él dominaba poderosamente. Aquella fémina que antes fue mi confidente, ahora era una completa desconocida, pero en lo más profundo de mí la reconocía y el demonio me ayudó a recordar quién era, y no solo eso, sino que él mismo me reveló aún más. Recordé que antes solo la llamaba “doncella”, más nunca conocí su verdadero nombre… hasta ahora. “Así que así es como se llama” fueron las palabras que pude decir, pero solo él podía escuchar lo que yo decía. — ¿Quién eres? Hueles a esos seres nauseabundos que se arrastran como serpientes buscando donde clavar sus dientes. — Jane mostró repugnancia hacia el ser que se había apoderado del cuerpo del joven Kaoru, mostró su verdadera naturaleza frente a la criatura, sorprendiendo al mismísimo Kaoru, es decir, a mí. “Doncella, es decir Jane Wayne, ¿es… un vampiro?” Antes no hubiera tenido idea de lo que era un vampiro, pero ahora lo sabía con exactitud, el demonio me agobiaba con tanta violencia cargándome de todo lo que él sabía. Sentía que mi cabeza explotaría ya que la información viajaba a una velocidad endemoniada. — Así es Kaoru, esta miserable te ha estado mintiendo todo este tiempo, ella no deseaba cuidar de ti, deseaba deshacerse de ti para poder volver a sus tiempos de tranquilidad, aquella tranquilidad que para ella fue arrebatada por tu familia. Siempre ha hecho las cosas para sí misma y no le gustó para nada que otros la obligaran a dejar aquello que a ella llamaba paz. Siempre ha sido una egoísta y orgullosa, primero abandonando el legado de su clan, se alejó de ellos y se aisló completamente para que nadie la molestara. Nunca ha querido ser obligada a hacer algo que no quiere y sintió la misma obligación cuando se cruzó con tu madre y lo despreció con todo su ser. — “¿Qué?” Mi conciencia ganó un poco de fuerza, cuando me invadió una mezcla de sentimientos. — Fue ella quien mandó lejos a tu Padre para poder recuperar algo de su tranquilidad, cuidar de ti era el menor de los problemas pero fuiste una verdadera molestia para ella. Ni siquiera sabe lo que es en verdad cuidar de otros, ya que siempre le ha importado solo cuidar de sí misma. ¿Realmente crees que ella cuidó de ti? ¡¿Crees que realmente le importó siquiera tu sufrimiento?! ¡Para ella ustedes no eran más que unos humanos patéticos! No hubieras terminado en esta condición para empezar, dejó que murieras y ahora te has convertido en un ser inmortal, en una bestia esclavizada por un terrible pecado, pensó que sería más conveniente para ella si tú te convertías en alguien semejante a ella, ¿pero sabes Kaoru? No podrás ver a tu padre siendo un vampiro, por lo que ahora sabes gracias a mí, por la verdad que yo te he compartido, ¿entiendes lo que te digo no es así? —La voz del demonio era tan fría y afilada como el mismo hielo, hablaba con tanto odio que me envolvía y alimentaba más mi propia ira con su veneno. Me sumergí en un trance, mientras procesaba todo a gran velocidad, que me fatigaba causándome náuseas y un fuerte dolor de cabeza. Después de una milésima de segundo, lo entendí. Si, lo sabía, entendía lo que el demonio quería decir, lo entendí perfectamente. En ese instante con todos esos profundos sentimientos, tuve la fuerza de recuperar por los siguientes instantes, el control de mi propio cuerpo. Por primera vez vi a aquella mujer pelirroja a la que solía llamar doncella, después de haber regresado del valle de la muerte, y ahora con todo lo que sabía mi mirada hacia ella se cargó de horror, de ira, de desprecio, y de odio. Ella pudo darse cuenta que ahora, realmente era yo. — ¡¿Kaoru?! ¡¿Eres tú?! —su rostro se llenó de una gran angustia. No había vuelto a decir nada, pero reaccionó cuando se percató de mi presencia, el demonio y yo teníamos diferentes aromas. — ¿Qué… qué has hecho? — — ¡No creas nada de lo que te diga ese engendro, debes confiar en mí, prometí llevarte con tu padre. Solo le aconsejé que sería bueno si yo me quedaba contigo y él así podía forjar un futuro para ambos, recuerda eso Kaoru, no dejes que te manipule. — “¡Aún se atreve a justificarse! ¡¿Te das cuenta Kaoru?! ¡No siente ni el más mínimo remordimiento de lo que te ha hecho! ¡No sabe del gran daño irreparable que te ha hecho!” Las palabras del demonio hicieron crecer mi odio, tanto que un instinto asesino despertó en mí. La tensión llegó a mi mandíbula y mostré los dientes como amenaza a Jane, apreté con fuerza los puños que ni siquiera me dolió abrirme las palmas con las uñas afiladas que en realidad ahora eran como garras. — ¡MALDITA! —gruñí enfurecido— ¡DESPRECIABLE! —tenía unas ganas terribles de matarla, de arrancarle la cabeza y descuartizarla. — ¡Kaoru! ¡Tranquilízate! E-es… verdad, puede ser verdad que al principio me molestara que unos humanos me pidieran ayuda a mi, pero gracias a ustedes aprendí lo importante que es un lazo como los suyos. No quise aceptarlo, hasta que tu padre me dejó a cargo de un pequeño humano desamparado, tan lleno de sufrimiento y que necesitaba tanto del calor de su familia. Mi naturaleza no comprende a los humanos, pero empecé a entenderlo por ti… por ti ha nacido mi deseo de protegerte… ¡y eso no ha cambiado! Estabas a punto de morir, y para evitarlo tuve que usar mi última opción, convertirte en lo que soy, porque sé que puedo enseñarte a vivir de esta manera y finalmente darte lo que tanto has deseado. — Mientras más la escuchaba más la odiaba, era incontrolable este sentimiento que se apoderaba de mí, la humanidad ya no existía, me había convertido en un ser sin compasión. — ¡CALLATE! ¡CÁLLATE DE UNA MALDITA VEZ! ¡ANTES DE QUE PIERDA EL CONTROL Y TE DESCUARTICE! — Ella retrocedió sin saber cómo contener a la bestia enfurecida y llena de odio que había dentro de mí. — ¡¿CÓMO PRETENDES QUE VIVA DE ESTA MANERA?! ¡¿COMO PRETENDES LLEVARME CON MI PADRE SIENDO LO QUE SOY AHORA?! Ya no soy más el hijo de mi padre, ahora soy su depredador. ¡¿ACASO QUIERES QUE ASESINE A MI PROPIO PADRE?! — “¡Matala! ¡No te contengas!” Quería hacerlo, realmente quería hacerlo, ella podía verlo en todo mi rostro. De golpe en un parpadeo atrapé su cuello con la mano derecha y la estampé contra la pared, deseando aplastarla y matarla de una vez. — Kaoru… ten calma, si matas a alguien será terrible para ti — Su voz sonó débil pero alcancé a escucharla perfectamente y en medio de toda esta situación pude ver que estaba angustiada y preocupada por mí. Pero eso no era suficiente para apaciguar esta ira, quería condenarla por lo que me había hecho. “¡Hazlo! ¡Destrúyela!” La miré a los ojos y de repente un atisbo de luz hubo en mi mente, recordando los momentos que pasé con ella. Lo importante que fue para mí su compañía, se volvió mi familia cuando pudimos empezar a tratarnos como si nos conocieramos de toda la vida. A pesar de ser una criatura que no comprendía a los humanos, pudo comprender al pequeño Kaoru que fue vulnerable e indefenso. Aunque no quería aceptarlo, le debía por lo menos algo de compasión. — No. No voy a matarla — “¡No seas cobarde! ¡No retrocedas! ¡No se merece tu compasión!” — Cállate —le ordené al demonio dentro de mí— no voy a matarte —de pronto aquella claridad se desvaneció y mi crueldad salió en su lugar— la muerte ni siquiera sería un castigo digno para ti Jane Wayne. Tienes que seguir en este mundo pagando lo que has hecho, tu conciencia será tu condena. Vas a ir delante del que alguna vez fue mi Padre biológico, y le dirás toda la verdad, le dirás lo que hiciste conmigo y sobre toda tu hipocresía. — Ella sabía perfectamente que tuvo parte de culpa en todo esto y lo reconocía, aunque no lo dijera con palabras, como nueva criatura que soy, podía percibir en ella el remordimiento y arrepentimiento. Sabe bien de la perversidad de su error y que no estaba en posición de defenderse . Finalmente la liberé y desaparecí de su vista, me fui mientras la vida que estuve llevando hasta ahora se desvanecía, mi mortalidad y la persona que solía ser, había muerto. Mi espíritu era lo único que ahora penaba dentro de un cuerpo que ya no me pertenecía solo a mí, sino al otro habitante que provenía de los bajos astrales. Su voluntad y su presencia eran tan dominantes que yo no tenía fuerza para resistirme. Lo único que quedaba del viejo Kaoru era un torbellino de emociones manipulados por las malas influencias del demonio que me alentaba sentimientos oscuros y perversos. Quería vengarme de todo lo que me había hecho sufrir siendo un humano, deshacerme de las causas por las que he muerto y me he convertido en un demonio lleno de odio y de una sed insaciable de sangre humana. Esto me condujo a acechar en las sombras a los que quería que fueran mis primeras presas; las principales causas de mi muerte. Así lo hice, los aceché hasta que por fin reinaron las penumbras en todos los rincones, al fin había llegado el momento de que el depredador atrapara a sus presas. Los seguí hasta una especie de guarida, la cual se me hizo muy familiar y en mi mente se vinieron escenas de mi pasado, el momento de mi muerte. Recordar aquello le puso más leña al fuego y la ira ardió como el mismísimo infierno. Me acerqué a la entrada de su guarida que solamente era un taller abandonado ahora usado como un basurero y como el nido de esas ratas. Allí se encontraban riendo y contando las maldades que había hecho el día de hoy, con ese nauseabundo olor a alcohol y droga que me hizo arrugar la nariz de repugnancia. Notaron que una sombra había bloqueado la luz lunar de la entrada y se giraron con la curiosidad de saber quién había entrado. Inmediatamente me puse a sobreactuar como una persona amigable, que en realidad fue la manera de empezar el juego… de la cacería. Lo que me hacía sonreír era el pronto fin de esos estúpidos y que ninguno de ellos tendría escapatoria del destino que les aguardaba. — ¡Amigos! He regresado, los he echado mucho de menos. — Era consciente ahora de que el tiempo había transcurrido, a lo mucho estuve un mes Ninguno de ellos reconocieron a este individuo que había aparecido de la nada, era evidente que reconocer a alguien que aparentemente está muerto es casi imposible. — ¿Quién carajos eres imbécil? ¿Cómo llegaste aquí? — Me preguntó uno de ellos, lo reconocí en un segundo, ese fue el que desató al Kaoru humano de la silla, después de haber sido apuñalado. — ¿Louise no me recuerdas? Soy yo tu amigo Kaoru, fuiste muy amable en desatarme de la silla, te lo agradezco, incluso tu noble disculpa eso me llegó profundamente — — ¡¿Qué?! ¡¿Kaoru?! ¡¿Cómo es posible?! — Todos estaban atónitos de ver a Kaoru, aparentemente vivo. Sobre todo el que lo había acuchillado personalmente, su cara era demasiado cómica, como si estuviera viendo un mismísimo fantasma, y no estaba lejos de la realidad. — ¿No están contentos? Aún sigo en este mundo, aunque me tomó un mes recobrarme, fue duro, pero… no estoy molesto con ustedes amigos, ni siquiera contigo Jasper, entiendo que lo hiciste porque te dolió profundamente que yo quisiera abandonarlos, y tenías razón, los amigos no se abandonan. Me hiciste darme cuenta de mi error, hemos estado juntos en las buenas y en las malas, y es algo que no se debe destruir así como así — El imbécil no sabía ni que decir, estaba como en estado de shock, al igual que todos, no sabían ni qué pensar. El único que fue capaz de romper el silencio fue Louise, él siempre fue alguien considerado y compasivo, un poco más inteligente que los demás, pero a la hora de actuar no es bueno para tomar decisiones y su seguridad flanquea, nunca sería un buen líder ni nada parecido, simplemente es alguien que ni siquiera sabe por qué está allí, pero permanece porque ya no sabe si sería mejor para él alejarse o seguir con ellos. Tenía un gran vicio al alcohol y era su mejor escape de la realidad. — Kaoru… me alegra que no estés muerto, en verdad… pero, ¿qué te ha sucedido? No pareces ser el mismo de antes, has cambiado. — Me sentí fascinado de que Louise pareciera tener una buena intuición, eso sí que me había levantado el ánimo, el humano Kaoru siempre se sintió más tranquilo cuando se trataba de Louise, era el menos problemático del grupo, era a quien primero quería agradecerle por todo, aunque nunca llegó a insultarlo o amenazarlo, aún así, tampoco impidió que los demás hicieran lo suyo. Era una débil y patética cucaracha, tan fácil de aplastar, una vida innecesaria que solo servirá para saciar esta sed insoportable. No pude contener una risa ansiosa, mis ansias de matar crecían cada vez más conforme el ardor de mi garganta incrementaba, ya no podía contenerme. — Louise… siempre me has caído muy bien, quisiera agradecértelo de alguna manera. — Avancé hasta acercarme, en esta nueva forma me di cuenta que ahora era más alto que antes, tenía una condición física muchísimo mejor a la anterior, me sentía perfectamente bien, como nunca antes. Aunque no lo comprendían con exactitud, su débil instinto les decía que algo no andaba bien con este extraño Kaoru, temblaban y sudaban como sardinas en aceite, estaban tan paralizados del miedo y no entendían por qué. Al menos no eran tan estúpidos, lástima que eso no los salvaría. Al quedar tan cerca de Louise pude darme cuenta qué tan alto era ahora, solía tener la misma estatura que él, de un metro con setenta y dos, ahora medía un metro con noventa y tres centímetros. Por supuesto, estas características eran requeridas para ser un auténtico depredador, esa era mi naturaleza ahora, ser mucho más fuerte que un humano, un ser superior a esta raza de perdedores. Lo viví personalmente, esa miseria de la humanidad y me alegré tanto de que hubiera llegado a su final. Extendí la mano hacia Louise y el dudó en corresponder, su débil instinto le susurraba que no debía tocar esa mano pálida que parecía ser la de su antiguo colega, pero por más que podía hablar con la misma y voz y tener una apariencia similar, estaba convencido de que no era el Kaoru que conocía. Los humanos aunque tienen instintos son muy estúpidos para hacer caso a sus propias alertas, son fáciles de engañar y arrastrar hacia el precipicio. Justo como lo pensé Louise no fue muy astuto de ser fiel a sus instintos y extendió su mano hacia la mía, aunque aún parecía dudar, pero ya era demasiado tarde. Atrapé su mano y la estreché, el olor de su sangre que circulaba por sus venas hizo que se derritiera la máscara de chico bueno y mostré mi verdadera naturaleza, lo tomé de la mandíbula y lo obligué a verme directamente, su cara palideció y sus ojos casi salieron de sus órbitas cuando contempló al nuevo Kaoru como lo es ahora, una versión mejorada y mucho más superior. Le dediqué la mejor de mis sonrisas, perforé su alma con mis ansias de devorarlo. — Eres muy inteligente Louise, siempre lo has sido, lástima que eso no te sirva para nada, no utilizas esa inteligencia para deshacerte de esta bola de perdedores, tu dejaste que me apuñalaran a morir, permitiste que me dejaran al borde de la muerte, sabías que estaba mal y que yo te vi como un amigo, pero me fallaste, tu vergonzosa cobardía es mucho más grande que la lealtad de tus amigos, tu nobleza al final ni me servía ya de nada, yo ya estaba muriendo. Te doy la razón, ya no soy el mismo que conocieron, ahora soy mil veces mejor. — Mi voz se iba endureciendo cada vez más, ya no podía hablar como una persona normal, si no como una bestia que aceptaba lo que es, una criatura sin humanidad y llena de sed de matar, de destrucción. El odio se apoderó y en un parpadear clavé el cráneo de Louise en un fierro de metal que sobresalía de tanta basura en este taller mecánico abandonado. Louise murió al instante y su sangre se esparció. Los otros ya no podían moverse del terrible miedo que experimentaban y ahora eran las presas de su depredador. A todos los maté sin piedad, los descuarticé de uno en uno, me preparé este primer festín desde que regresé del valle de la muerte. Lo disfruté y me sentí libre de poder tomar el destino en mis propias manos. Una parte de mí quedó tan perturbada del monstruo que me había convertido que entonces su mente se perdió por completo y el dominante ahora, era ese demonio que logró finalmente tener un cuerpo mortal para ser libre y existir para su complacencia. El auténtico Kaoru nunca más volvió a ver la luz en mucho tiempo.