Shugo Chara Reuniéndose en Navidad (Amuto) [One shot]

La familia Hinamori había decidido visitar a los abuelos para navidad. Amu se negó rotundamente, ya que deseaba pasar la navidad con sus amigos. No es que ella fuese muy caprichosa ni sus padres muy consentidores, pero la dejaron quedarse sola en casa para que pasara la navidad a su manera. Confiaban en ella y la veían lo suficientemente grande para quedarse unos tres días sola. Sus padres partieron el 24 de diciembre por la mañana, y regresarían el 25 por la noche. Amu estaba muy contenta de haber recibido el permiso. Todos tenían planeado reunirse al menos el 25 de diciembre en casa de Amu. Claro, porque los demás también tienen familias con las cuales pasar nochebuena. La noche del 24, Amu estaba sola en casa, con Ran, Miki, Su y Dia.

—¡Feliz nochebuena, Amu-chan!— dijeron las charas al unisono.
—Feliz navidad, chicas.
—¿Qué cenaremos, Amu-chan?— preguntó Ran.
—Mandé traer pizza, aunque no sea lo más apegado a la costumbre. Su dijo que nos tiene preparada una sorpresa para el postre.
—Espero que les guste-desu.

Sonó el timbre y Amu bajó creyendo que iba a recibir la pizza. No vio a nadie al abrir la puerta. Bajó la mirada y vio una pequeña canasta de galletas. Parecía que alguien las dejó en la entrada y corrió. Amu tomó la canasta y dejó caer un papelito. Lo recogió y lo leyó. Decía: "Feliz nochebuena, Amu. Hasta mañana." Era un mensaje ligeramente confuso para Amu. Dejó la canasta en la mesa de centro de su sala y segundos después llegó la pizza. Sus charas bajaron hambrientas al oler su cena. La canasta llamó la atención de Miki.

—¿Y esto, Amu-chan?
—Ah, no se. La vinieron a dejar.
—¿Quién?
—La dejaron en la entrada. No se mostraron.
—La nota no lleva firma.
—¿Qué tiene la canasta?— se acercó Ran.
—Son galletas de jengibre-desu.— dijo Su.
—¿Por qué habrá huido quien sea que las dejó?— dijo Ran.
—No se ni me importa tanto. Anden, vengan a la mesa.

Cenaron. Charlaron y se rieron un buen rato. Estaban discutiendo sobre los regalos que no abrirían hasta el día siguiente. Dia se quedó pensando en la canasta de galletas. Cuando se comieron toda la pizza, Su se puso de pie, fue a la cocina y regresó con una tarta de manzana. Amu y las demás se quedaron babeando. Su les pidió ayuda para servir el chocolate caliente que ella también preparó. Luego de un rato de seguir conversando, Ran dijo...

—¿Y si comemos las galletas de jengibre?
—¿Eh? ¿No han comido mucho ya? Apuesto que ustedes también engordan.— dijo Amu. Su mostró un rostro preocupado y comenzó a ver su pequeño cuerpo creyendo que estaba gorda.
—Bueno, pero no nos hacemos nada si nos compartes algunas galletas.— dijo Miki.
— Déjenla. Esas galletas son de Amu.— dijo Dia.
—Está bien, está bien.

Amu llevó la canasta a la mesa y repartió algunas galletas a las charas y se comió las demás. Estaban deliciosas. Al terminar de comer, se subieron a dormir. Amu tuvo un sueño relacionado con las galletas y el día que seguía (25 de diciembre). Su sueño no parecía muy agradable; se estaba moviendo mucho en la cama y gimiendo. Al día siguiente, se levantaron y comieron un poco de tarta de manzana. En medio del desayuno, Amu recibió una llamada al celular. Era Yaya.

—¡Amu-chi! Feliz navidad.
—Yaya. Feliz navidad. ¿Porque llamas tan temprano?
—Es que... llamaba para decirte que no te voy a poder ver hoy.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Es que llamó una tía que casi nunca vemos y esta navidad la iba a pasar sola porque su esposo falleció hace un mes. Papá decidió que tenemos que ir a verla.
—Ya veo...
—Lo siento, Amu-chi.
—Descuida, yo entiendo. Que pases feliz navidad.
—Igual tú.— dijo Yaya antes de colgar.
—Eh... que triste que Yaya y Pepe no vendrán-desu.
—Si... pero bueno, es por cosas familiares. ¿Qué se le va a hacer?

Al cabo de otro rato recibió otra llamda. Esta vez se trataba de Rima. Esa charla fue más corta.

—¿Tus padres simplemente no te dejaron?
—Dicen que sería la primera navidad que pasaremos verdaderamente en familia. Sin que estén peleando.
—Ah... la verdad se merecen una navidad así. Ni modo. Te veo luego.
—Si. Igual, que la pasen muy bien. Feliz navidad.
—Si, feliz navidad. Salúdanos a Kusukusu.— y esta vez Amu colgó.
—Pues... al parecer tampoco vendrá, ¿cierto?— dijo Miki.
—Creo que no.
—No te desanimes, Amu-chan.— dijo Dia.

Pareciera que Dia le echó sal al asunto. Más tarde llamó Kukai, diciendo que quería ir a pasear por ahí con Utau. Amu se metió a bañar y se arregló un poco. Luego de eso llamó Nagihiko, diciendo que tenía muchos deberes con algunos clubs de deportes a los que había entrado. Comenzó a sentirse abandonada y deprimida. Más o menos a eso de las tres de la tarde recibió una última llamada, la que más le pesó: una llamada de Tadase, que tampoco venía con buenas noticias.

—Hola, Amu-chan.
—Hola, Tadase-kun.
—Feliz navidad.
—Si, feliz navidad...
—Te oigo algo afligida.
—Tu voz tampoco suena como siempre.
—Ah, eso no es nada...
—Bueno...
—Ya, dime ¿qué pasa?
—Todos me han llamado para cancelar la reunión.
—¿En serio? ¿Todos?
—Si... tú... ¿llamas para lo mismo?
—Bueno...— dijo Tadase. Amu suspiró.
—Y... ¿tú por qué?
—Bueno, la verdad es que mi voz si tiene motivo de sonar así.
—¿Acaso estás enfermo?
—Si. Mi casa está realmente fría.
—¿Cómo te sientes?
—No muy bien. La única razón para no verte es que no quiero contagiarte.
—Tadase-kun...
—En verdad lo siento.
—No, está bien.— mientras decía esto, Amu comenzaba a llorar. —Tampoco creo que te haga bien salir de casa.
—¿Segura que estarás bien?
—Claro. No es para tanto. Aún tengo a las chicas conmigo.
—Mándales mis saludos. Tengo que colgar.
—Si... adiós.

Amu arrojó el celular a la mesa, se tiró al sillón y lanzó su cabeza para atrás. Se quedó sentada inmóvil; solo tomo un segundo y cambió de posición. Colocó sus manos en las piernas, las volvió puños, bajó la mirada y lloró. Las charas se quedaron mirándola desde la cocina con tristeza. Luego se acercaron de una por una. Primero fue Su y tomó uno de sus dedos. Amu reaccionó.

—Ánimo Amu-chan. La navidad es época de felicidad-desu.
—¡Si!— dijo Miki — Y como tú misma dijiste; aunque nadie haya venido, nosotras seguimos aquí.
—Podemos pasarla muy bien, tanto o mejor que ayer.— dijo Ran.
—Amu-chan. Sonríe.— dijo Dia.

Amu se limpió las lágrimas del rostro, respiró hondo, levantó la cara y sonrió. Las charas se alegraron también. Amu había olvidado que mandó traer un pastel de fresas para esa tarde; que llegó de sorpresa minutos después. Prepararon té, comieron pastel, se sentaron a ver dos películas navideñas y la tarde se fue volando. Les dieron cuarto a las nueve de la noche para cuando la segunda película terminó. Comenzaron a recoger el desorden; no fuera a pasar que los padres de Amu llegaran antes. Cuando terminaron y decidieron subir a la habitación de Amu, sonó el timbre. Las chicas estaban en shock: era muy temprano para que llegaran los padres de Amu pero ¿quién más podría ser? Cuando abrió la puerta, estaba...

—¡¿Ikuto?!— dijo Amu
—¡¿Eh?!— dijeron las charas al unisono.
— Pasábamos por aquí y decidimos caer de visita.— dijo Ikuto ignorando la reacción tan exaltada.
—¡Feliz navidad-nya!— dijo Yoru.
—¿De veras pasabas por casualidad?
—¿Qué insinúas?
—...— Amu no sabía muy bien por que dijo eso.
—Bueno, ¿nos invitarán a pasar-nya?
—Ah... claro...— dijo Amu cediendo el paso.
—¿Tus padres no están?
—Se fueron a casa de los abuelos.
—¿Estás sola en navidad?
—Bueno...
—El plan era juntarse con Tadase, Kukai, Rima, Yaya y Nagihiko...—dijo Ran.
—Pero todos llamaron para cancelar-desu.— dijo Su.
—Por uno u otro motivo, terminamos pasando la tarde solas.— dijo Miki.
—Pero no estuvo tan mal. Estuvimos viendo películas y comiendo pastel..
—¡¿Pastel?! Yo quiero pastel-nya.
—Creo que quedó un poco.

Amu fue a la cocina, seguida por Yoru y las otras charas. Ikuto se quedó parado en la sala, viendo a Amu. Ella muy gustosa le sirvió un pedazo de pastel a Yoru y partió otro adicional.

—¿Quieres?— dijo Amu.
—...si.— dijo Ikuto.

Se sentaron en la mesa y se quedaron casi en silencio. Luego Ran, Miki, Su, Dia y Yoru comenzaron a charlar. Ikuto se quedó comiendo su pastel en silencio, mirando de reojo a Amu de vez en cuando. Cuando terminó, empujo el plato.

—Estaba rico. Y dime ¿qué tal las galletas de jengibre?— a las charas se les puso la piel chinita y Amu quedó en una especie de shock.
—¡¿Tu trajiste esas galletas?!
—Si.
—¿Por qué no las firmaste?— preguntó Dia.
—No estaba seguro si venir o no.— las chicas estaban algo confundidas.
—Bueno... me alegro que hayas venido. Y si, estaban ricas las galletas.— Amu se sonrojó un poco.
—Tenía algo que decirte... por eso vine.
—¿Eh? ¿Qué cosa?

Ikuto dudó unos instantes si decirle o no. Comenzó a mirar a cualquier lado de la habitación mientras pensaba. Cuando sus ojos se llegaban a cruzar con Amu, brillaban. De ratito sonó el teléfono de la casa. Amu se levantó y contestó.

—Feliz navidad, Hinamori-san.
—¿Eh? ¡¿Kairi?!
—¿He llamado en un momento inoportuno?
—¿Eh? No, no es eso. Tu llamada es una sorpresa.
—Tenía que hablar contigo, oír tu voz y desearte feliz navidad.
—Ah... si...— Amu sonrió y se sonrojó un poco —feliz navidad a ti también. Se te extraña por acá.
—Cuando puedas, dales mis saludos a todos. Quizás vaya para allá el próximo mes.
—¿Vendrás? Que maravilla.— el rostro de Amu se iluminó.
—Estoy ansioso por verlos a todos de nuevo.
—Te aseguro que todos se alegrarán de oír eso...— antes de que pudiera continuar, Ikuto colgó la llamada.
—¡¡Ah!! ¡¿Por qué hicis...?!

Ikuto ni siquiera dejó a Amu terminar la frase. La hizo tirar el teléfono. La tomó por la cintura y aferró su cuerpo con el suyo. Estaba muy sonrojada y su corazón latía muy rápido. Ikuto comenzó a bajar la mirada. Sus ojos brillaban con intensidad. Amu sentía que se desmayaba. Él levanto la cabeza de Amu y se acercó a ella. Simultáneamente cerraron sus ojos y se besaron. Las charas no podían creer la escena.. Yoru ni siquiera ponía atención. Cuando el besó terminó, se quedaron en la misma posición. Amu simplemente no reaccionaba. Ikuto la abrazó y le susurró al oído:

—Te amo... feliz navidad.

Amu correspondió al abrazo y lloró un poco. Intentó decirle 'te amo' también, pero estaba muy apenada; cosa que Ikuto entendió. De rato, Amu le pidió a Ikuto que se fuera, porque sentía que sus padres no tardaban en llegar. Antes de irse, Ikuto besó su frente y le dejó una pequeña cajita de regalo. En ella había unos aretes con forma de pescado. Se los puso y sonrió. Nunca más usó otros aretes.

FIN