Respuesta poética a "un amigo".

¿Es cierto eso que dices, amigo?
¿Que de tu hogar has hecho
las brasas de tus terrores
y has dejado oír el aullido sordo de tus entrañas?
¿Es cierto eso que dices, amigo?
¿Que adoleciente, apuraste el regreso a casa
bajo los espejismos boreales, arriba,
allá en la cima de la montaña?

Yo solo sé arder en los fuegos fatuos de las tribulaciones,
para yo, jugadora hipócrita,
perdonarme si pierdo la partida.
Mira, me bamboleo entre las casillas monocromáticas del tablero.
Bebo en el vino la copla de lo prohibido y a mi reflejo
escupo blasfemias teñidas de sangre y burdeo.

¿Qué dices querido amigo?
¿Yo, crucificarte?
Ríe, pues yo tampoco tengo redención.
Ven, toma mi mano y dancemos al son del canto doliente.
Mira, que la rosa es más bella
cuando de granate la tiñe el ruiseñor.

Ven, un paso adelante y haz arder el tablero,
un paso atrás, incinerate con él.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Que marque la risa de tu silencio, el compás de esta danza.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.

Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Que sean los fulgores oscuros de nuestras miradas,
que iluminen esta danza.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.

Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
Nunca nos hemos estrechado las manos para danzar.
Un, dos, tres.
Un, dos, tres.
La pista de baile está frente al espejo.
En quimera, te he convertido, de mi reflejo.