Reloj de Péndulo

Tema en 'Relatos' iniciado por hana kotoba, 18 Marzo 2010.

  1.  
    hana kotoba

    hana kotoba Iniciado

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    Reloj de Péndulo
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    Reloj de Péndulo

    - Si dejas que se condense saldrá mucho mejor
    - Hablas como si estuviéramos preparando papas
    - ¿Por qué te das la idea de que no tiene nada que ver?
    - No sé, estamos hablando de escribir y tú me das consejos de cocina.

    Repetiría la pregunta anterior, pero suspiró ligeramente y dejó que la pajilla se agitara en el zumo. El reloj timbraba de vez en cuando, a veces cada treinta y seis minutos, pero en otro casos, con menos suerte, cada veinte segundos. Víctor sabía que debía llevarlo a reparar, llevaba exactamente tres años roto (los cumplía el diecisiete de abril, día del cumpleaños de Ange). Ambos miraban el zumo, silenciosos, dejando callar al reloj que los interrumpía en cada intento de recomenzar la plática. Víctor se imaginaba a Carmela hundiéndose en su ignorancia, buscando socorro y disculpándose por nunca terminarse Terra Nostra. Siempre podría decirle que era una magnífica literata; sí, siempre, siempre y cuando se encargara de establecer la paradoja y ella se volteara maldiciendo. Carmela bufó al sonar el último timbre del reloj con la intención de que Víctor retomara la idea. Al contrario, ladeó la cabeza y se dirigió pesadamente hacia donde Ange y Raúl jugaban damas.
    - Me retiro por hoy, si no pago las deudas me quitan la casa.
    - Tenés con lo de la deuda una semana ya, y siempre volvés idéntico –dijo Ange, moviendo las blancas.
    - Mala jugada, cielito –dijo Raúl mientras realizaba, casi sin planificar, tres movimientos estratégicos– Culpa al gobierno, a esa Ley de Política Habitacional sólo le falta decir que puedes matar al inquilino si no paga la cuota. Simplezas. Perdiste, Angelita.
    - Tendrás suerte si conseguís el banco abierto, esa también es otra. El otro día no tenían línea –dijo Ange.
    - La otra semana también –comentó repentinamente Carmela– y el otro mes. Suerte, viejo. ¿Otra partida, Raúl?
    - Venga

    Ange se levantó del banco de madera para cedérselo a Carmela que se acercaba apresurada, como pelado que no quiere perder su pupitre. Tras la puerta corrediza del cobertizo se encontraba una extensa biblioteca que pertenecía a Raúl antes de que Víctor lo colocara en el estudio. Quería leer algo mientras tanto, hablar de alguna bobada superficial que tuviera que ver con el libro. Hurgando en los títulos superiores, Ange sacó un ejemplar de Agnes Grey y recitó con su mal inglés británico el primer párrafo
    - Tienes una obsesión con las hermanas Brontë, ¿eh, Ange? Ya nos has leído sus libros más de cuatro veces en el mes –dijo Raúl.
    - Ese sos vos que no comprendés lo deliciosos que son sus libros, pibe. Deberíamos sentarnos a leer cada capítulo todas las semanas. Por ejemplo, ¿escuchás lo que dice en el primer párrafo? Esas chicas eran maravillosas, pensar de esa manera en aquellos tiempos; no sé, me apasiona.
    - Sí, maravilloso, y me insultas con tu ocurrencia. Ciertamente – dijo Raúl volteando la mirada hacia Ange – es espléndido, pero tú ya rayas la obsesión.
    - Me encanta como retratan el amor, de esa manera tan elegante. Su prosa habla de la vida, es como una enredadera de flores, una locura.
    - Algo..., delicioso, dijiste; un laberinto
    - ¿Un zig-zag? - dijo Carmela, anotando inútilmente en su cabeza el nombre del autor.
    - Un zig-zag es algo muy superficial – dijo Ange – Yo diría como una corrida de toros.
    - ¿Y las palabras son la manta roja o el toro? – preguntó Raúl.
    - Ambas, es increíble. A veces sos vos el que torea, o eso creés, y de repente sos el toro arreado por la incertidumbre, la expectación, babeándote como idiota en frente de su grandeza.
    - Ya te pones poética, Angelita – dijo Carmela riendo por lo bajo.

    Entre tanto las fichas cambiaban de puesto, el susurro lector de Ange y el tarareo de Raúl se adueñaban de la atmósfera. Carmela decía que aprendería mucho, leería y estudiaría música, que Víctor se quedaría estupefacto cuando hablara con ella; ella vuelta toda música, cine y artes. Pero en el mismo instante en el que entraba en ese cobertizo y les oía hablar banalmente, como burlándose de su ignorancia, resignaba cualquier sueño de entender la galaxia lejana que contenía a sus mentes y sólo se dignaba a alzar la palabra para no mordisquear su orgullo en una esquina.
    Lo único que la hacia volver a su desgracia eran las tardes junto al reloj dañado y el zumo energizante, quiso creer que si seguía pasando las tardes junto a Víctor en esquinas opuestas de la mesa, algún día, sin darse cuenta, la galaxia alterna sería suya.

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    Tiempo sin leernos, digamos que los estudios han estado complicados y mentiras más creíbles que esa. Ansío sus comentarios y, por supuesto, sus críticas. He leído muchos trabajos muy buenos en este foro y me encantaría que me ayudaran a mejorar.



    Un beso, Hannah.
     
  2.  
    berlinQueer

    berlinQueer Usuario común

    Capricornio
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    Pluma de
    Escritor
    Re: Reloj de Péndulo

    buenas hannah, un placer leerte nuevamente, sobretodo por las grandes mejoras que te traés abajo del brazo.
    me gusta mucho, muchisimo la frase final y lo de la fuckin galaxia alterna.

    te armaste un muy buen club de la serpiente, con maga y todo, che.
     

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