Hola de nuevo después de tantos...creo llegaron a ser años sin publicar nada nuevo. En una ola de inspiración, surgió este primer capítulo (o pequeño relato) que les quiero compartir. El título lo acabo de decidir y podría cambiarlo. Pero aquí les va la historia: Una terrible gotera atrofiaba mis oídos, la humedad reinaba el ambiente de aquel horrible lugar. La luz blanca, aún sin ser tan molesta, daba una impresión apocalíptica. Cómo no, no poder recordar nada, no era nada agradable. Me encontraba sentado en un asiento de metal bastante incómodo de un bastante descompuesto camión, que recorría una calle bastante oscura. Al voltear a ver la sucia y empañada ventana, pude ver que no veía el cielo, estábamos probablemente viajando por un túnel, un túnel que jamás acabaría. Sí, he estado viviendo 3 días en una ciudad sin cielo. A menos que llames cielo a un techo de metal con cientos de goteras y a esa oscura tierra y piedras negras. Esos 3 días, han sido los únicos tres días en los que he vivido, todo mi pasado y cualquier acontecimiento anterior a esos 3 días habían desaparecido de mi memoria, ¿por qué? Me gustaría poder responder a esa pregunta. Volteé a ver el resto del camión. El techo, el piso y los asientos, todo era de metal. La blanca luz parpadeante del camión, alumbraba vagamente el resto del lugar. ¿A dónde me dirigía? Curiosamente tampoco lo sabía. He estado sentado en este frío lugar desde hace una media hora y los nervios no me han abandonado. Éramos en total 10 personas las que nos encontrábamos en ese camión. El suelo del camión se encontraba mojado, al igual que el asiento de mi izquierda, por lo que cada vez que alguien caminaba, se oía aquel molesto ruido de agua. Los brincos del camión, probablemente por el pésimo pavimento de aquel túnel eran bastante molestos. Las 10 personas que íbamos tenían apariencias parecidas, todos lucían la misma cara gris y triste. ¿Qué era lo que pasaba que hacía que todos estuvieran así? Probablemente el no poder siquiera ver el cielo y las estrellas, pero yo sospechaba que había algo más. Debía haber algo más si durante las noches un total de 100 personas de a lo que le llamamos ciudad desaparecían para no volver jamás. Todo ese ejército tenía, claro, que pasar antes por la “Gran torre”, la única torre de todos esos edificios y rascacielos que componían la ciudad, ya que no había casas, que tocaba el techo y salía, según decían, a la realidad. ¿Por qué sé sobre la existencia del cielo y las estrellas si solo recuerdo estos tres días? Esa es la pregunta que más me aterra, de las 10 personas de este asqueroso camión, ninguna conoce la palabra estrella, o cielo. La razón es porque nunca lo han visto y es tan sólo, para los que las conocen, un mito. Según Led, la leyenda comenzó hace 100 años. Lamentablemente, nadie conoce la leyenda ahora. Un brinco del camión hizo que me golpeara con el techo y el dolor comenzara a invadir mi cabeza. Mi espalda aulló cuando una helada gota de agua cayó por ella. Volteé a ver esa gotera con furia, ¿por qué me sentaba hasta atrás del camión, sabiendo que había una gotera? Simplemente porque adelante conocía solo a una persona, Led, a quien en realidad no le agradaba, ni él a mí. Parecería imposible pensar que no estoy enfermo viviendo en un lugar eternamente húmedo y sin la higiene necesaria, pero no lo estaba. La tecnología y la ciencia de esta época era simplemente extraordinaria, todas las enfermedades provocadas por la humedad y la falta de una buena higiene habían sido erradicadas con vacunas extraordinarias. Pero como siempre en la ciencia, al eliminar una enfermedad, daba comienzo otra. Nosotros no nos tenemos que preocupar por la gripa, sino por una enfermedad llamada “locura” o por la mortal “muerte de piedra” que literalmente era una muerte de piedra. La enfermedad comenzaba con una fiebre tremenda, la cual continuaba con la inmovilidad de tu cuerpo y lo que finalizaba con la parálisis del corazón y los pulmones. Hay mitos que narran sobre gente que se convirtió en piedra, pero esos son simplemente mitos. La locura de estos tiempos era la otra enfermedad, ¿por qué la consideramos enfermedad? Simplemente porque una vez que te da, no se te quita. Obviamente no hay vacuna o tratamiento y lamentablemente el número de gente con locura aumenta cada día. Como no, viviendo en este infierno de metal, cualquiera que estuviera en su sano juicio enloquecería. ¿Por qué no enloquezco? No enloquezco porque hay otras formas de demostrarlo, como viajar en este frío camión o aferrarse a una vida sin futuro, todo eso demuestra mi verdadera locura. ¿Por qué no terminar con esta vida si no tiene sentido? Por un simple hecho que se encuentra dentro de mi corazón, el hecho de que algún día volveré a ver las estrellas, el hecho de que este apocalipsis acabe algún día y la luz del sol pueda volver a alumbrar mi cara. ¿Quién es el demonio que nos tiene encerrados en esta ciudad subterránea? La pregunta va con su respuesta, un demonio sin corazón. Se dice que afuera se encuentra el gobernador de esta ciudad, el gobernador que nos da alimento sintético, creado científicamente, el gobernador que nos da el material para seguir construyendo torres, el gobernador que nos impide ver el cielo, el gobernador que nos impide ver la realidad. Aquel demonio es también un mito, ya que nadie lo ha visto. ¿Cómo puede gobernar alguien que nunca ha sido visto? Fácil, un demonio siempre tiene a sus diablos. Ellos se llaman los “Centinelas rojos”, rojos por la sangre que cubre a diario sus uniformes, el cual la gente desconoce su verdadero color, ya que los pocos que se atreven a verlos, los ven cubiertos de sangre. Ellos imponen la ley del gobernador, ellos asesinan a cualquiera que se oponga a la ley, pero no sólo matan al ofensor, matan a su familia y a cualquiera de sus conocidos, es por eso que no existe la palabra crimen dentro de nuestro vocabulario, ya que el miedo que la gente tiene de hacer cualquier delito, es tal, que los ahuyenta de hacerlo. Aparte, nadie escapa de los centinelas rojos, dicen que tienen poderes sobrenaturales, son demonios. Tienen la curiosa habilidad de encontrar a cualquier persona, ya que nadie, pero nadie se escapa de estar dentro de su información. El hecho de que te encontrarán, es seguro. Dentro de estos 3 días, he aprendido lo que es vivir en el mundo, he aprendido todo lo que se permite saber. El gobernador, aquel tirano, controla y regula todo lo que entra y sale de esta ciudad, los centinelas rojos son sus seguidores y hasta ahora, nadie se le opone. Vivimos en una paz ficticia. Lo que he visto estos 3 días, ha sido una humanidad que se resiste a morir, aferrándose a la vida sin razón. Una humanidad la cual vive una vida idéntica por el resto de su existencia. ¿Existen los animales? Nadie sabe si todavía. El único animal que hasta ahora conozco es la cucaracha. Vive entre nosotros como si fuera nuestra mascota. ¿Por qué no muere como todos los otros demás animales murieron? Fácil, ¿por qué no morimos como todos los demás animales? Es lo mismo. Nos acercábamos a nuestro destino, un destino el cual yo desconocía, el camión disminuía su velocidad hasta parar completamente. Las puertas se abrieron automáticamente y un aroma a humedad combinado con otros olores entró. El frío continuaba. Los pasajeros bajaron pero yo esperé al final. Al salir vi una torre frente a mí, la oscuridad era notable, había poco alumbrado, el suelo era de metal, al igual que casi todo. Las puertas se cerraron tras de mí, sabía que entendería todo dentro de poco, pero el temor a conocer la realidad me paralizaba. Fuese lo que fuese yo sabía que no quería saberlo. Cualquier realidad que conllevara a esto, simplemente debía ser horrible. Mi corazón empezó a llorar, o tal vez era yo. Dentro de mí, sabía que no quería vivir esto, tal vez Led tenía razón, tal vez tenía razón en que desperté en los peores tiempos, en que desperté en el Apocalipsis. Estos 3 días, sin duda alguna, han sido los peores 3 días de mi vida, una vida que acabo de comenzar. Mi nombre es Raven, soy un humano sobreviviente de un Apocalipsis en progreso, tengo 3 días y vivo en un mundo sin futuro.