Reflexiones

De mis ojos cayeron lágrimas, de desconsuelo, de frustración, de rabia. Rabia contenida por una traición injusta. Después de haberle entregado mi vida, esto es lo que recibía a cambio. Una estocada fría y letal; tan baja y ruin como el mismo atacante.

Allí, debatiéndome entre la vida y la muerte, vi pasar mis años frente a mis ojos, tal como decían en las películas, como muchas veces lo había escuchado.

Sonreí en lo más profundo de mi alma, después de todo... No habían sido sólo malos momentos, a lo largo de mi vida pude atesorar bellos recuerdos, junto a personas queridas, de hermosos días soleados, y sonrisas abundantes.

¿Para qué vivir triste por algo que no vale la pena? Es la pregunta central, pero luego te preguntas: ¿realmente vale la pena o no? Y eso te conlleva a otra: ¿lo hago por ti o por mí?

Y así se desglosa una cadena interminable de interrogantes que al final no te dejarán respirar.

Así se congelará tu corazón, dejará de latir por esos escazos segundos...

Y nuevamente las lágrimas brotaran, como si de una fuente se tratara. ¿Si de la fuente deja de brotar agua significa que está averiada? En una misma acción hay diferentes destinos. Y mi destino hoy lo construyo yo, a paso lento y firme, sintiéndome segura y confiada; sabiendo que podré ver hacia adelante con orgullo, y podré recordar el pasado con nostalgia.

Ese llanto de rosa hermosa, que dejada ha sido atrás, que poco a poco se va marchitando, y su vida se agotará. Pero que en ese último instante, la belleza del sol puede contemplar, y con los pétalos y el tallo cálido, poco a poco se desprenden... Y así su brillo se va apagando hasta que de ella ya no hay más.

Y ahora después, cuando ya el tiempo ha pasado, cuando el pasado no domina mi prensente en mi soledad me pregunto: ¿qué fue lo que pasó?, ¿qué hice para merecerlo?

Busqué la seguridad en tus brazos, y una falsa ilusión tu me diste. Me refugié en los momentos malos, y te di asilo en mi corazón cálido.

Quise atesorar cada momento contigo, porque significabas ese todo para mí.
Hoy me pregunto que hice mal para que la historia de nuestra relación pudiera terminar así. Pero entiendo, que no todo tiene respuesta... No todo es lógico ni perecedero.

Hoy sólo una sonrisa adorna mi cara, sonrosada y reluciente, constante amiga de la felicidad. La esperanza mi vecina más allegada, jamás deja un día sin visitarme.
Por eso nuevamente, levanto mis ojos al cielo, y suspiro con alivio por un futuro incierto... Y agradezco todos esos obstáculos que estuvieron en el medio, que me hicieron tropezar y me lastimaron, porque gracias a ellos aprendí a levantarme y a perseverar.

Todo en la vida ayuda a bien, sólo hay que saber mirar...