Reencuentro

Hace muchos años, una familia pobre tuvo dos gemelas.
Dos hermosas niñas de ojos grises y pelo rojo semi-corto. Esta familia no tuvo otra opción que dar a una niña en adopción, ambas; tristes, se despidieron, con lagrimas en sus ojos.
—Hermanita recuerda, no estás sola. El mundo será enorme, pero sé que tu yo nos volveremos a encontrar. Dijo Francis
—Yo... te quiero. Respondió Frankie
—Y yo también te quiero.
Ambas se miraron a los ojos, se abrazaron, luego los padres de ambas se llavaron a Francis y antes de esto abrazaron muy fuertemente a Frankie.
Jonh y Emily discutían en la habitación lo sucedido con sus hijas.
—Debimos haber hecho esto cuando las niñas no estaban conscientes!
—¡John ya te dije que no podíamos abandonarla así! ¡en esos momentos estábamos bien económicamente!
pero ahora que me despidieron, y tu pago bajo...
—¡No es nuestra culpa Emily! no.....
—¡Si hubiésemos sido cuidadosos esto no habría sucedido!
Francis había escuchado aquella discusión, para ella que sus padres discutieran ya era normal. Pero en esos momentos difíciles para ella, su hermana siempre había estado allí para calmarla, en esos días de tormenta su hermana le tapaba los oídos para que no escuchara aquellos truenos... en los días de frío, su gemela la arropaba con un cálido abrazo y un beso en la mejilla. Ahora no tenía a nadie, solo la aconsejaba su consciencia.
Pasaron años separadas, ambas sufrían, que ya no podían estar juntas. Habían estado separadas por diez años...y aquél diciembre del año 2010 a su madre se le había declarado leucemia.
—Mamá, ¿estás bien?
_S- si Francis pero... y- yo no duraré mucho...
—mamá no digas esas cosas por favor...
—Sólo me quedan unos meses de vida hija... promete que serás fuerte.
Las lagrimas comenzaron a brotar de los ojos de su hija... la tristeza la consumía, no poder estar con su hermana ya era malo, y perder a su madre...
—Mamá te lo prometo. Seré fuerte, no me rendiré ante nada ni nadie. Triunfaré en mi vida y lograré mis metas...
—Que bueno que digas eso hija; siempre he estado orgullosa de ti, eres una niña preciosa, gentil y honesta. Nunca permitas que nadie te cambie.
—No mamá, no voy a cambiar, será mejor que duermas un rato. Tienes fiebre.
Francis salía al supermercado, siempre traía las compras a su casa, cocinaba y hacía los deberes... en Nueva York estaba nevando mucho últimamente, por lo que a la gente le atacaba el resfriado.
—Esa chica...
—Un momento ¿esa no es?
Dos chicos hablaban y por pura casualidad esos dos eran amigos del jardín de infancia de Francis.
—¡Hey Francis!
Ella volteó a ver a los dos, corrió con las compras del supermercado y las soltó para abrazarlos.
—¡Chicos! son ustedes! Jonathan y Leonardo.
—¿Cómo supiste?
—¿No es obvio? no todos los días me saludan dos mejores amigos con pinta de bobos! decía Francis riendo
_jaja muy graciosa... dijeron ambos
—en que grado van? preguntó Francis
—En segundo de secundaria. ¿Y tú? preguntó Leonardo
—¡Yo también! tengo 14 recién cumplidos.
—Genial!¿ y tu padre? ¿sigue en su mismo empleo?
—No, ya no vende zapatos.
—Aún no entiendo cómo viven, si son pobres. Dijo Leonardo
—¡No somos pobres! le pega en la cabeza.
—Auch! ¡ya entendí!
—Mi padre ahora trabaja en diseños de páginas web y gana bien!
—¿Siii? ¡que bien! dijo Jonathan.
—Oh! ¿que hora es? ¡ya tengo que irme a hacer el almuerzo a mi madre! ¡nos vemos!
—¡Nos vemos!
Llega corriendo a casa, a preparar la sopa favorita de su querida madre.
—Ya está casi lista! mamá te prepare tu so-
mamá...
En ese instante... ya no respiraba, el diagnostico que le habían dado era erróneo. No tuvo reacción sabía que esto tendría que pasar algún día...
Sin poder haberte dicho lo que sentía, tu te has ido este día... sin dejarme un rastro para seguirte, simplemente te fuiste...
Te amo máma...

 

Hoy es un día como otros... desde mi llegada al orfanato, no he visto a mi hermana. Como siempre me levanto y automáticamente me visto para ir al instituto.
—Hoy será un día como otros...
Mi cuidadora, la señorita Kimberly Adams, me dice que tenga fe, que algún día alguien me adoptará...
—Frankie, ¿estás lista?
—Si señorita...
Estudio en el instituto Harvey Milk, que no queda muy lejos de aquí. Tengo algunos amigos, que son: Lois (mi mejor amigo) Caroline, Julieta, Evan y Abril.
—Frankie. Pórtate bien ¿sí?
—Sí señorita. No la llamo por su nombre.
Y otra cosa es que a pesar de que soy aplicada, tengo... ¿mala actitud? sí debe ser eso...
—Frankie! Frankie! me llamaba mi amiga Caroline.
—¿Que sucede Caroline?
—El director te esta llamando...
—¿y ahora que quiere ese viejo?
Entré en la dirección, y allí estaba el director esperándome.
—Señorita Ollson siéntese por favor.
—Señor. ¿Para que me llamó?
—Tengo noticias... sabes qu-
—Yo no hice nada!!!
—Mmm... no no es por eso que te llame...
—A no? ugh... que bien...
—Sabes que tus notas son muy buenas, y todo el personal directivo esta de acuerdo con que tus notas son lo suficientemente altas como para entrar en un instituto privado...
—Oh... que bien, pero... todos los amigos que he hecho aquí, mis maestros, todo eso se irá...
—Frankie, es ahora o nunca, te ofrezco esta beca y es tu única oportunidad.
—Lo pensaré.
—Aquí tienes una lista de los estudiantes del aula donde estudiaras... claro, si decides ir.
—Gracias.
Abrí la puerta y allí estaban todos mis amigos pegados a la puerta
—¿Que hacen?
—Escuchábamos tu conversación privada. Me dijo Evan.
—Vaya Evan, eres tan directo.
—Creí que te expulsarían Frank. Dijo Lois.
—No pueden expulsarme así por así... y ya te he dicho que no me llames Frank.
—¿Te vas Frankie? me preguntó Julieta.
—No lo sé Julieta...
—Oye Fran, y a que insti. vas? preguntó Abril
—Aquí dice... Instituto Allen- Stevenson
—Es un insti. de niñatos mimados. Dijo Lois.
—Quizás vaya...
—¿Hablas en serio!?
—Cuál es tu problema Lois?
—¿A qué te refieres?
—Últimamente te has estado comportando odiosamente hacía mí...
—Es por que está enamorado... susurro Evan.
*le da un codazo* —Cállate!
—Chicos ya nos tocan las clases de la mañana...
Fuimos individualmente a nuestras aulas, como siempre, yo iba con Lois, Caroline y Abril y Julieta y Evan estaban en otra clase
Yo seguía preguntándome si debería ir a ese instituto...
—Queridos alumnos... para hoy haremos un trabajo muy especial... ustedes escribirán una carta, esa carta será dedicada a una persona muy especial para ustedes...
Lois estaba mirándome, él estaba muy raro...
—¿Qué?
—N- nada! dijo sonrojado.
—Fran... ¿a quién le dedicarás la carta?
—Creo... que a mi hermana.
—¿Tienes una hermana? ¿porqué no me habías dicho nada?
—No es tan importante...
—Claro que es importante! somos casi mejores amigas! tú sabes todo de mí y yo casí nada de tí! que injusto...
—¿A que te refieres con casí mejores amigas?
—Lois me gana siempre... pero dime! ¿cómo es ella?
—Exactamente igual a mí...
—¿Son gemelas? genial! ¿cúando podré conocerla?
—Cuando la encuentre...
—¿No está contigo? creí que ambas estarían en el orfanato...
—Bueno, hace mucho nos separaron, pero éramos muy pequeñas para entenderlo...
Lois interrumpió la conversación, cómo siempre, sólo que esta vez estaba más insoportable que nunca... (no puedo creer que este idiota sea mi mejor amigo)
—Oye Frank, estás muy fea...
—Cállate moreno.
—Soy rubio.
—Me vale madre...
—Oye Lois, a quién le dedicaras las carta? preguntó Caroline.
—Ah! bueno... a, a, Abril!
—¿ABRIL?! dijimos ambas
—¿qué? preguntó ella.
—No es contigo!
—¿Porqué a alguien como Abril? pregunté yo.
—¿Estás celosa? dijo él.
—No seas idiota! simplemente quiero saber...
—Porque es linda... y es mil veces más femenina que tú.
—Serás idiota!
—¿cómo pueden ser mejores amigos?
Ya veremos como continúa esto...

 

El día había llegado, por fin hoy iban a enterrar a mi madre. Jamás comprendí el siginificado de la frase que decía: "Ama lo que tienes hoy, porque tal vez mañana ya no esté."
Pero ahora siento que puedo comprenderla perfectamente. Tal vez haya perdido el contacto con mi hermana, pero estando junto a tí era felíz. En las juntas escolares de mi escuela, allí estabas tú, cuando me enfermaba y ya no podía ni con mí alma tu estabas junto a mí. En los momentos que caía, tu estabas allí para levantarme.
Sin más que decir, dejo una carta junto a tí, la carta que te dí el día de las madres. Era tan especial para tí, que la guardaste todo este tiempo. No estoy triste. No estoy felíz. En este momento no hay nada que tenga que decir.
Pápa está llorando, sin embargo le digo que se calme. Nada ha sucedido, tú no te has ido. Sigues aquí con nosotros porque tú eres nuestro ángel guardián. Te deseo mucha paz.
Al siguiente día...
—Francis. Me llamaba mi padre.
—¿Sí?
—Tu estudias en el Instituto Allen- Stevenson ¿no?
—Así es. ¿Por?
—Seré maestro allí.
—Pero, tu eres diseñador de páginas web ¿no?
—Sí pero es un trabajo temporal, más o menos la gente sólo me solicita para retocar páginas web. Y además trabajo allí de tarde, en ese instituto lo haré en las clases de la mañana.
—Que bien... ¿sabes que aula te tocó?
—Sí es la 2- B
—Vaya, afortunadamente eres mi nuevo profesor...
—Más vale que te comportes en clase... decía chistosamente.
—Sí lo prometo, ya te dieron la lista de estudiantes de aula?
—Sí ven y léela conmigo.
—De acuerdo.
—En total son 35 alumnos y los 3 mejores de la clase son: tú, Ellie Jackson y...
—¿Y?
—Francis, mira esto.
—F- Frankie...

 

—¿Cómo pueden ser mejores amigos?— preguntó Julieta.
—No lo sé Julieta.— le respondí sin siquiera saber cómo lo somos.—Pero sabes, tienes razón, Lois y yo; no debemos ser amigos.
—¿Qué?— dijo Lois confundido por mi expresión.
—¿No entiendes algo tan simple? me refiero a que tú y yo no debemos ser amigos.— dije con igualdad.
—No es cierto! ¿cómo puedes decir algo así? ¡somos mejores amigos desde que tenemos memoria! ¡y piensas cortar nuestra amistad!— Gritó con euforia.
—Sí, ahora hazme un favor y cierra la boca.
Recosté mi cabeza sobre la mesa, para quedarme dormida y olvidarme de todo. Luego de tres insoportables horas de clase, llegó la hora del almuerzo, pero ésta vez no me senté en la cafetería con mis amigos cómo siempre. Caminé hasta el patio y me senté a comer, en realidad lo que más me gustaba era estar sola, para una persona cómo yo era lo mejor.

Dos clases más tarde.

Las clases acabaron. Finalmente salimos. Lois trató de hablarme, pero simplemente lo ignoré y me fui hacia la señorita Kimberly. Me estaba esperando afuera del instituto.
Siempre me he preguntado: ¿cómo será la vida cuando tienes padres? creo que nunca lo sabré.

Después de una hora de caminata; logramos llegar al orfanato, ése detestable lugar dónde he estado desde que tenía 4 años ahora tengo 14, y quiero largarme de éste basurero.

Mi cuidadora me llamó. Me dijo que me bañara y que me vistiera adecuadamente, porque tenía una entrevista en 2 horas. Siempre suelen hacer entrevistas a los chicos del orfanato. Por si a los padres les agradan, y si esto resulta, los adoptan. Para mi muy mala suerte siempre fracaso en las entrevistas.

Me bañé, y luego me vestí.
Saqué de mi armario un vestido azul con mangas largas que tiene un listón a la altura del pecho, y unas zapatillas del mismo color. Me até una cinta al cabello, y lo amarré en forma de moño, mi cabello había crecido. Así que no tenía problema alguno.


Salí y me encaminé hacia la cocina para comer mi fruta favorita: una manzana roja y simple.
Seguí caminando hasta llegar al patio, donde estaban aquellos columpios donde juego desde que era una niña. Me subí a uno de ellos y comencé a columpiarme.
—Nunca se es lo suficientemente grande para éstas cosas...— susurré para mí misma.
Yo solía quedarme a jugar con algunas de mis amigas del orfanato. Yo las columpiaba, y ellas a mí. Disfrutábamos bastante. Pero poco a poco cada una fue siendo adoptada.
Yo podría quedarme toda mi vida contemplando el atardecer. Pensando en pequeños detalles... comiendo una manzana, y recordando cosas hermosas. Pero lastimosamente, no existe la eternidad. Somos unos simples mortales a los que les queda poco por vivir.

Durante una hora, simplemente me quedé así; quieta, intocable y casi sin parpadear para no perderme del bello atardecer.

Había llegado la hora, la entrevista me estaba esperando. Me bajé del columpio, y corrí ansiosa hacia donde me estaba esperando mi cuidadora.

Asistimos a la oficina donde tendría lugar la entrevista. Comenzó cómo una pequeña encuesta, pero luego la situación se tornó algo complicada.

—Así que, te llamas Frankie. Mi nombre es Susan Devereaux, tengo 23 años. Es un placer conocerte.


Kimberly estaba observando detenidamente. Me dí cuenta de que estaba haciéndome señas, trataba de decirme que aceptara su saludo. Y que fuera amable.
—El placer es mío.— correspondí al saludo de Susan.


La susodicha era; alta, delgada, castaña y de ojos cafés. Muy femenina, con pequeños accesorios, anillos, aretes y aros. Muy agradable en cierta forma, y por lo visto, era soltera.
—Vaya, que niña tan tierna. Dime ¿qué te gusta hacer?— preguntó sonriendo.
—Veamos, me gusta el fútbol, los vídeo-juegos, leer libros, jugar también, y... ver el atardecer, y el amanecer. Pero en cierta forma, el atardecer es más hermoso.
—¿Te parece más hermoso el atardecer? ¿porqué? si puedo saber...— me preguntó.
—En cierta forma. Porque el sol se oculta, y amo la noche, las estrellas, y el cielo en su dulce oscuridad. Cuando el sol se oculta, puedo sentir que me voy junto a él.— dije con cierta calma. Jamás me sentí de ese modo.
—Increíble. La forma en la que describes tus sentimientos, es... hermosa.— dijo con mera sinceridad.
—Gracias.

Una sonrisa se marcó en mi rostro, cosa que todavía no asimilo. Mi corazón por fin, se siente lleno de amor.
—¿Cómo sería la madre perfecta para ti?— preguntó la señorita Susan con cierta tranquilidad y amor.
—La madre perfecta... pues no necesito una madre perfecta. Una madre que te ame, que se preocupe por ti, y que esté allí para ti, ya lo sería. De por sí, la madre; ya es perfecta.— respondí con toda mi alma y corazón.
La señorita Susan sonrió, sentí un calor en mi corazón. Cómo si por fin se hubiese descongelado y hubiese empezado a latir.
Horas después terminó la entrevista. Kimberly dijo que me había ido muy bien. Que la señorita Susan estaba feliz. Pero la verdad yo también lo estaba.

Hoy es jueves. Y estoy más que lista para hablar con el director del Instituto Allen- stevenson. Me vestí decentemente; con unos pantalones verdes, y una playera de color blanco con rosa, zapatillas finas de color negro y un collar muy bonito, que cuando se abre ves una foto mía y con mi familia.

Tomé un taxi, hoy no pienso en ir al instituto. El taxi me dejó en frente del instituto, era enorme, y tenía muchas oportunidades allí. Los pasillos estaban limpios, al igual que los baños. Los salones están pintados de color azul. Y hay ventanas y sillas y mesas de madera, muy elegantes.
Caminé hacia la dirección, unos metros. No quedaba muy lejos.

La asistente me dejó entrar. La dirección era una oficina, muy cómoda. Por lo que pude observar, habían fotos del director y su esposa. También las de un niño.
El director era un hombre muy elegante. De cabello gris, ojos negros, alto y delgado. Ese día se había vestido de una forma muy elegante. Con un traje de color marrón, zapatos casuales, y corbata del mismo color.
—Usted debe ser Frankie, ¿no es así?— preguntó con gran autoridad y decentemente.
—Sí, vine por la beca que me ofrecen.
—Con gusto, ven por acá. Déjame mostrarte éste instituto.
Se puso de pie y me guió fuera de la dirección.
Me mostró la cafetería. Podíamos comer al aire libre, y no había que pagar por la comida. Los baños eran muy higiénicos, había agua y el jabón nunca faltaba. Habían consejeros escolares, quienes siempre te ayudarían con problemas cómo, el bullying, problemas familiares, o la soledad, cosa que me agradó. Por último me mostró el salón donde estudiaría.
Ante mi presencia todos se pusieron de pie y me dieron la bienvenida. En este instituto, todos estaban obligados a usar el uniforme. Cosa que no me gustaba, pero que había que hacer.

Me llevó de vuelta a la dirección, nos sentamos. Él me dio la lista de mis compañeros de clase. Pero no vi quienes eran. Sólo pude notar mi nombre al final de la lista. ¿Cómo llegué allí? si ni siquiera había aceptado la beca para entrar a éste instituto. Le pregunté al director y me dijo que le habían avisado que yo "supuestamente" ya había aceptado la beca.

Me enfurecí, le dije al director que me retiraría. Dijo que sería un placer tenerme cómo alumna. Salí del instituto y nuevamente me fui a el instituto. Cuando llegué todos me aplaudieron y me felicitaron.
—¿Qué sucede aquí?— pregunté asustada y confundida por todo el alboroto.
—¡Felicidades Frankie! te adoptaron!— dijo Kimberly con alegría.
Sí, por fin lo había logrado. La señorita Susan firmó los papeles de adopción. Yo legalmente, ya era su hija. Tenía que empacar, al siguiente día me iría a vivir con Susan.
En aquella maleta, empaqué cada una de mis cosas, mi osito de peluche -el cual lo tengo desde pequeña-, mis álbumes fotográficos, mi ropa, y mi espíritu.
Salí al patio, para jugar por última vez en el columpio.

Almorcé, por última vez con todos mi compañeros del orfanato. Todos dijeron que me extrañarían y que la pasaría muy bien. A lo que les respondí que debían despedirse al día siguiente.

Hoy es un nuevo día, cumplo el sueño que yo misma pinté. Y comienzo a vivir mi futuro, el que siempre he esperado.
Me subí al auto, dentro de él, abrí la ventanilla y me despedí de todos.
La señorita Kimberly me besó la mejilla, y comenzó a llorar de felicidad.
—¡Los amo!— grité.
El auto dio marcha. Algunas lágrimas corrieron por mi rostro.

—¿Estás bien?— preguntó mi futura madre.
—Sí.— dije pintando una sonrisa en mi rostro.
Lo he logrado.