One-shot de Pokémon - Recuerdo de la Venganza. [En la mente de un criminal]

—¿Por qué juzgan a mi persona de tal manera, un puñado de personas insignificantes, nada conocedoras de mis verdades y razones?

Respira acompasando dicha acción con golpes de punta de su gastado zapato, produciendo ritmo. Suspira, tapando su arrugado rostro entre sus escuálidas y pálidas manos, ocultándolo. Piensa.

—Tiempo, razones, reacciones.

Penumbral sala compuesta por meros muebles humildes y descuidados por el paso del tiempo, ningún tipo de lujo al alcance de la vista, y una única pequeña ventana por la que los tenues rayos de sol se introducen en el acontecimiento, es presente de una reunión entre cuatro personas. Debatiendo un tema en concreto y algo especial, así considerado por los presentes, sin reparo ni orden, en uno de ellos el cuál se encuentra cruzado de brazos, puede observarse un rostro con cierto toque de desagrado e incomprensión.

—¡Callen! —Produciendo un sonido seco con los puños golpeando fuertemente la mesa, grita.

Gobierna el silencio drásticamente. Unos segundos de algún tipo de vacío sonoro, ambientan la habitación. El líder más calmado, aclarando la garganta de forma irritable, comienza ha hablar.

—Dejen de discutir por ese asunto, deberíamos haberlo dejado a parte hace rato, camaradas. Si me disculpan, me ausento unos minutos.

Levantándose, observa con una mirada rápida a sus compañeros. Sus vistas parecían nubladas, preocupadas por los momentos pasados. Él sabía por qué ese estado de ánimo colectivo.

Dirigiéndose al cuarto de baño, respira hondo. Alza su mano, girando el brillante picaporte con delicadeza, entra. Seguidamente y sin volver atrás, cierra la chirriante puerta y mira al espejo empañado.

—Esa gente, riendo, corriendo felizmente, viviendo. ¿Qué sabrán? No tienen argumentos, derecho a manifestar sus opiniones al respecto. Y menos ellos. Malditos, malditos todos.

Lentamente, extendiendo su mano al frente, esta entra en contacto con la fría y resbaladiza cara del espejo en la que se reflejaba, pero, no era él. Sus ojos no le mentían, en ella estaba viendo a un niño. ¿Común? Nada de eso, era él antaño. Ese pequeño niño asustado, inocente, vulnerable.

Sus miradas se cruzaron.

—Esa vez en la que... —No daba crédito a lo que veía, dichas palabras salían inconscientemente de su reseca boca.

—¡Ed, hay que salir de aquí! —Exclamó uno de sus camaradas con preocupación.

Al voltear de nuevo al espejo, ya que como acto de reflejo al aviso había mirado hacia atrás, ese niño de mirada perdida y piel blanca como la nieve no estaba, no se encontraba en el espejo. Su cuerpo tardó unos segundos en reaccionar a aquella circunstancia tan peculiar. Pero corrió, corrió lo más rápido que pudo junto a los demás.

Volteó una vez más hacia atrás, solamente para observar una casa poco llamativa, ardiendo en el gran y llameante fuego. Pero, no, esa escena había sido hace demasiados años, esos en los que todo era corrupción, en los que por una mísera equivocación y demasiada codicia de la policía, sus padres habían muerto. Los maldecía entre dientes mientras corría lo más rápido que podía. Sólo quería venganza, sólo quería eso.