Otro de mis textos reciclados. Tardes en Madrid. Recaída. La luz empieza a perderse lentamente y con disimulo tras la persiana. Me abruma la lentitud con la que transcurre el tiempo, si es que pasa. Empiezo a creer que todo está en nuestra cabeza. Ideas difusas, lejanas y abstractas. El humo empieza a elevarse en el aire. No es más que una inspiración momentánea, efímera. Tan frágil, tan delicada, capaz de romperse en cualquier momento. El hilo níveo se extingue. El último cigarro, la última colilla, última calada. «¿Ya ha anochecido?» Hace un momento paseaba sonriente bajo el cielo celeste, intimidada por la incesante y cegadora luz del sol. Pierdo la noción del "tiempo". Ahora respiro aire contaminado, incapaz de distinguir en las sombras poco más que mis piernas desnudas. Vuelvo a caer. Porque la felicidad es una ilusión intangible, pero por un momento me pareció tan real... Seguramente cuando amanezca volveré a creerlo, cuando esté con él. Él o ella, qué más da. Pero ahora las lágrimas ni siquiera me dejan contemplar las estrellas, porque no es tiempo de reír; es tiempo de volver a caer. 14/8/2015